viernes, 14 de abril de 2017

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Publicado por David Arbizu

GRAN PROYECTO DE GEOINGENIERÍA SOLAR PARA CONTROLAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL
La Royal Society, la sociedad científica más antigua del Reino Unido y una de las más antiguas de Europa, define geoingeniería como la “manipulación intencionada a gran escala del clima planetario para contrarrestar el calentamiento global”. Para realizar esa manipulación se desarrollan métodos a aplicar sobre los sistemas de la Tierra y estos métodos están enfocados en dos temas principales que son la gestión de la radiación solar y la reducción del dióxido de carbono.

A finales del mes pasado se dio a conocer la puesta en marcha de un gran proyecto de geoingeniería solar, desarrollado por la Universidad de Harvard y presentado como un programa de investigación, que consiste en la inyección de aerosoles en la atmósfera, exactamente a 20 km de altitud, dentro de la estratosfera. La previsión es hacer dos inyecciones o dispersiones, la primera con agua y la segunda con carbonato de calcio y que para el año 2022 ya se haya realizado una valoración de la viabilidad y efectividad de esta “siembra atmosférica artificial”. Dependiendo de los resultados, más adelante se podrían llevar a cabo pruebas con óxido de aluminio o incluso con diamantes.

El objetivo es conseguir los efectos atmosféricos de refrigeración de una erupción volcánica de cierta magnitud, que con la emisión de ceniza y gases produce grandes nubes que impiden el paso de los rayos solares y la consecuente disminución de la luz solar absorbida, pero en este caso se busca aumentar el albedo, que es el porcentaje de radiación que se refleja hacia el exterior.

Simulación del albedo desde los océanos y las capas de hielo

Desde el momento en que se ha hecho público el proyecto han empezado a aparecer las reacciones de los científicos, reacciones claramente divididas entre los defensores y los detractores de la geoingeniería. Los científicos que han desarrollado el proyecto han dejado claro que las cantidades utilizadas para estas pruebas serán mínimas y los partidarios de la geoingeniería consideran que, aunque cualquier intento de una solución de tecnología solar todavía parece estar a años de distancia y debe considerarse un complemento a la política de reducción de emisiones, es importante llevar a cabo todas las investigaciones posibles para avanzar en el control del clima y poder llegar a desarrollar soluciones efectivas frente al calentamiento global y la situación cada vez más extrema y peligrosa que estamos experimentando a nivel planetario.

Por otro lado, los científicos que están en contra advierten que esta no es la solución, ya que no se tienen en cuenta todas las reacciones y efectos sobre todos los sistemas del planeta y cualquier acción o influencia va a crear una reacción en forma de desajuste y desestabilización. En este sentido, Kevin Trenberth, uno de los autores principales del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, ha dicho: “Reducir la radiación solar entrante afecta el clima y el ciclo hidrológico. Promueve la sequía. Desestabiliza las cosas y podría causar guerras. Los efectos secundarios son muchos y nuestros modelos no son lo suficientemente buenos para predecir los resultados”. 

Todos los sistemas de la Tierra que afectan al clima están interconectados y cualquier alteración va a provocar un cambio cuya dimensión no se puede calcular con anticipación, tal como advierte el conocido científico David Suzuki: “Estas consecuencias no deseadas vienen en parte de nuestra tendencia a ver las cosas de forma aislada, sin entender cómo se interconecta toda la naturaleza. Algunas soluciones propuestas también pueden dar lugar a resultados inesperados”. Los científicos todavía no conocen cómo funciona el planeta y, de hecho, muchos están declarando que los cambios que ahora estamos experimentando sobre los patrones climáticos están fuera de su capacidad de análisis y comprensión. Relacionado directamente con el tema que nos ocupa, tenemos los ejemplos de la erupción del volcán Pinatubo (Filipinas), en 1990, que bajó 0,5ºC la temperatura global y la erupción del Monte Tambora (Indonesia), en 1815, que provocó un “año sin verano” en toda Europa, con la consecuente pérdida de cosechas, hambruna y aparición de enfermedades. 

La atmósfera y la superficie de la Tierra vistas desde el espacio

Algo que advierten periodistas especializados y científicos contrarios a la geoingeniería solar es que esté siendo promocionada por fundaciones, compañías o gobiernos que lo que quieren es defender la utilización de combustibles fósiles y busquen frustrar los recortes de emisiones. La geoingeniería puede recibir un gran impulso por parte del nuevo gobierno de Donald Trump, en Estados Unidos, en cuya administración han entrado “negacionistas del cambio climático” y defensores de cualquier estrategia para proteger a las grandes compañías, como las petroleras, cuyo negocio está directamente relacionado con la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación y destrucción del planeta.

Este proyecto de geoingeniería solar de Harvard podría ir en contra de una moratoria sobre geoingeniería adoptada en 2010 por la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, que se reafirmó en diciembre en México, pero los Estados Unidos es uno de los pocos países que no han ratificado la convención de la ONU, creando un vacío potencial para realizar experimentos que, como este proyecto, son financiados por fundaciones importantes como la de Bill Gates, donde grandes empresarios y capitalistas pueden estar amparados mientras solo defienden sus intereses particulares. 

Fuentes:

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