jueves, 24 de agosto de 2017

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Publicado por David Arbizu

LA IMPORTANCIA DEL POLVO DEL SAHARA
El Sahara es el desierto más grande del mundo, ocupa una extensión casi tan grande como China o Estados Unidos y se extiende desde el mar Rojo hasta el océano Atlántico, llegando por el norte hasta las costas del mar Mediterráneo y quedando limitado, al sur, por la franja que se conoce como el Sahel, una zona con vegetación que separa el desierto de la sabana africana.

Esta enorme superficie, que ocupa gran parte del norte de África, no siempre ha sido desértica. De hecho, hace unos 7000 años era una zona donde dominaba la estepa seca y la sabana, donde se habían formado lagos y vías fluviales y donde habitaban elefantes, leones y un gran número de animales que ahora se encuentran en hábitats subsaharianos. También se han encontrado restos arqueológicos de grupos de pastores que frecuentaban las praderas y las riberas de los lagos y ríos. Entonces empezó una etapa de transición hacia el desierto árido que ahora conocemos, que finalizó aproximadamente hace unos 3000 años.


A nivel planetario, esta enorme extensión de arena, debido a que los vientos levantan y desplazan grandes cantidades de polvo, tiene grandes efectos sobre los patrones climáticos, sobre la biosfera, sobre grandes hábitats y ecosistemas, sobre los océanos y muchas formas de vida. Ya hace años que muchos investigadores científicos y meteorólogos han centrado sus estudios en lo que llaman “el ciclo global del polvo”, ya que se han dado cuenta de esta gran influencia e incluso dependencia que existe entre muchas zonas del planeta y el polvo del Sahara. Aunque existen otras zonas desérticas en el planeta, como el desierto de Gobi (norte de China) y la península Arábiga, desde las que también se forman estas corrientes o desplazamientos de polvo, la magnitud del Sahara, su ubicación y sus condiciones hacen que su influencia sea mayor y focalice el interés de los investigadores.

Muchos de los estudios realizados hasta ahora se han centrado en los efectos de las grandes corrientes de polvo sahariano, que también se han denominado “ríos atmosféricos de polvo del Sahara”, sobre la Amazonia y en todo el enorme trayecto que realizan esas inmensas corrientes de polvo elevadas por los vientos a la atmósfera y empujadas cruzando todo el Atlántico, algo que se ha podido observar y calibrar con gran precisión gracias a los trabajos realizados desde los satélites. Se calcula que, cada año, se desplazan unos 182 millones de toneladas de polvo desde el Sahara hacia el Atlántico y que, de esa cifra total, unos 27,7 millones de toneladas llegan y caen sobre la gran selva del Amazonas, aunque estas cifras son variables porque dependen de la cantidad de precipitación, de la fuerza de los vientos y otros factores.

La llegada del polvo del Sahara es vital para la vegetación de la selva y, por lo tanto, para la supervivencia de una gran cantidad de seres vivos que están vinculados a la salud de ese gran ecosistema. La gran importancia de la recepción del polvo del Sahara está en que llega cargado de nutrientes, sobre todo de fósforo y hierro, que son esenciales para que las plantas realicen la fotosíntesis. Hay que tener en cuenta que la Amazonia es un “sistema de lixiviación”, así que, aunque es muy productivo, las constantes lluvias arrastran continuamente los nutrientes y es imprescindible que haya una gran reposición para la vida de la selva tropical. Se podría decir que el polvo del Sahara es un gran fertilizante y compuesto de nutrientes que favorece el crecimiento de las plantas, su respiración, su carga energética y, principalmente, que puedan llevar a cabo la fotosíntesis.

Imagen del polvo del Sahara cruzando el Atlántico y llegando a la Amazonia

Para saber por qué el polvo del Sahara no es simplemente una acumulación de partículas diminutas de arena, de tierra o rocas erosionadas, sino un material cargado de nutrientes, tenemos que retroceder miles de años atrás, antes de que se empezara a desertificar. Especialmente hay una zona, llamada la Depresión de Bodele, situada en el norte del Chad,  donde antes había un enorme lago, cuyo remanente es el actual lago Chad. Este lago grandioso, que muchos científicos llaman “lago Megachad”, llegó a medir 400 000 km² (para hacerse una idea, la superficie de toda la Península Ibérica es de 582 000 km²), era mucho más grande que todos los Grandes Lagos de Norteamérica juntos. Hace miles de años este “lago Megachad” se secó y todos los animales que vivían en él murieron y sus restos se hundieron en su lecho formando sedimentos que ahora, debido además a que esa zona es uno de los lugares más ventosos del planeta, forman parte de esos ríos atmosféricos de polvo que atraviesan el Atlántico con todos los nutrientes y minerales que provienen de los huesos y las escamas de peces y otros organismos. Así que observamos una conexión más dentro de los patrones y sistemas de este maravilloso planeta, donde restos milenarios de peces, animales y otros microorganismos africanos están fertilizando la selva amazónica.


El polvo del Sahara es muy beneficioso para la selva del Amazonas, e incluso para los bosques de muchas zonas del Caribe donde también llegan esas partículas en suspensión. También se puede considerar beneficioso el aporte sobre los océanos, donde se calcula que llega un 26% de las partículas en suspensión que se elevan a la atmósfera. La llegada de nutrientes a las aguas marinas estimula la vida de los organismos fotosintéticos favoreciendo su crecimiento, las actividades de filtrado y purificación del agua y una mayor absorción de CO² de la atmósfera, aunque también puede estimular la expansión de las algas, algo que, debido al desequilibrio que sufren los océanos y vías fluviales por la actividad humana, provoca un crecimiento extremo de estos organismos favoreciendo la contaminación, la hipoxia (falta de oxígeno) y el deterioro de los hábitats marinos.

Estas partículas en suspensión también generan situaciones beneficiosas y perjudiciales en la atmósfera. Se sabe que, especialmente en muchos países de Europa y también del sureste asiático, las tormentas de polvo provocan el aumento de la contaminación en las ciudades. También en algunos países de Centroamérica se presta mucha atención a la llegada del polvo del Sahara, ya que se asocia con un aumento de problemas respiratorios e incluso cardiovasculares cuando las partículas en suspensión tienen un tamaño muy pequeño y pueden llegar a ingresar en el torrente sanguíneo.
Por otro lado, se podría considerar un efecto positivo el hecho de que estas partículas suspendidas forman aerosoles en la troposfera (la capa más inferior de la atmósfera) aumentando el reflejo de la radicación solar, actuando como agentes formadores de nubes y de condensación de agua y favoreciendo las precipitaciones, pero esos mismos aerosoles dificultan que el reflejo de los rayos solares que han llegado a la superficie del planeta alcance las capas superiores de la atmósfera y causan una respuesta en forma de otros reflejos que vuelven a dirigirse hacia la superficie. Otro efecto del polvo en suspensión es que dificulta la formación y desarrollo de ciclones tropicales y también debilita a los que ya están formados al impedir, de varias maneras, que se concentre la energía para su inicio y evolución.

Tormenta de polvo en dirección al sureste de Europa

Actualmente, las investigaciones se centran en las consecuencias de estos flujos de partículas en suspensión sobre los patrones climáticos teniendo en cuenta que estamos viviendo una crisis planetaria y que dichos patrones están cambiando, algo que también va a afectar las zonas desde donde se originan esos flujos de polvo. En el caso del Sahara, varios estudios establecen que, si continúa el aumento de la temperatura global de la Tierra, el Sahel será cada vez más verde y podrá extenderse hacia el norte gracias a un notable aumento de las precipitaciones en toda esa zona, un aumento que puede llegar a ser del 300% durante este siglo. Cuanta más lluvia, e incluso inundaciones, menos polvo podrá ser arrastrado y elevado por los vientos, lo cual representa un menor aporte de nutrientes a la Amazonia, que podría entrar en un grave desequilibrio.

Una vez más observamos cómo todo está interactuando y la salud de la biosfera y de los patrones y sistemas que la mantienen depende de cada una de estas conexiones. Tal como dice el director de una de las principales investigaciones realizadas sobre el “ciclo global del polvo”, Hongbin Yu, de la Universidad de Maryland y miembro del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA: “Este es un mundo pequeño y todo está conectado”.



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