miércoles, 13 de diciembre de 2017

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Publicado por David Arbizu

PREVISIÓN DE AUMENTO DE LA ACTIVIDAD SÍSMICA PARA EL 2018
Muchos estudios geológicos afirman que el promedio de terremotos por año es constante y que no hay un aumento de la actividad sísmica a nivel global. Sin embargo, a través de los informes mensuales de eventos planetarios que personalmente realizo desde el año 2014, mi percepción y lo que muestran dichos informes, es un continuo aumento de la cantidad de terremotos, especialmente de más de 5 grados en la escala Richter y que ese aumento es más notable a partir del año pasado. Lo que sí que está claro es que los terremotos son muy difíciles de predecir científicamente, aunque el registro sísmico permite detectar algunos patrones más o menos repetitivos. Además, los mapas de evaluación del peligro sísmico de las fallas que se estudian solo pueden dar estimaciones sobre la probabilidad de un terremoto teniendo en cuenta la sobrecarga que se considere que pueda tener una falla o una zona de fricción entre dos placas tectónicas.

A pesar de la gran dificultad para hacer predicciones sísmicas, el pasado mes de noviembre, los geólogos y sismólogos Roger Bilham, de la Universidad de Colorado en Boulder y Rebecca Bendick de la Universidad de Montana, presentaron un estudio en la reunión anual de la Sociedad Geológica de América donde señalan que a partir del próximo año, 2018, podría haber un aumento de la actividad sísmica del planeta, además de un incremento de los terremotos de 7 grados o superiores.

Para realizar su estudio, observaron los terremotos de magnitud 7 o superiores que ha habido en todo el mundo desde el año 1900 y comprobaron que, desde ese año, ha habido intervalos de tiempo espaciados donde el promedio habitual, de unos 15 terremotos de esa magnitud por año, se incrementaba llegando a registros anuales de entre 25 y 30 terremotos. Al analizar esos intervalos de tiempo comprobaron que había un patrón que relacionaba directamente ese incremento de la sismicidad con la disminución de la velocidad de rotación de la Tierra y que, desde el momento en que se detectó cada desaceleración de la rotación, se requería que pasaran entre cinco y seis años para que se iniciara ese incremento de la sismicidad, un incremento que, entonces, se mantenía durante cinco años.

Placas tectónicas del planeta

Los principales factores que influyen en la rotación de la Tierra son las mareas lunares, los cambios atmosféricos, la disminución de los casquetes polares y la dinámica del núcleo terrestre y su interacción con el manto y todo lo que forma el campo magnético del planeta, incluyendo su parte más externa donde se encuentra e interactúa con el viento y las partículas solares. También influyen otros factores, directamente relacionados con los anteriormente citados, como son el aumento del nivel del mar; los propios terremotos y movimientos de las placas tectónicas; los cambios en los patrones de las corrientes oceánicas; los cambios en los patrones de los vientos; el nivel de actividad solar y la mayor o menor llegada de rayos cósmicos; la actividad de los volcanes, como puntos de gran tensión y salida del magma y cualquier otro factor que también esté relacionado con la crisis planetaria que estamos experimentando como, por ejemplo, las grandes tormentas, las sequías y los incendios, porque todo está conectado, directamente relacionado.

Todos estos factores afectan lo que algunos científicos llaman la “dinamo” de la Tierra y ahora están provocando una ralentización de su actividad, que supone una tensión hacia el exterior del núcleo fundido del planeta que provoca una presión que se propaga a través de las rocas, las fallas y las placas que tiene por encima. Roger Bilham y Rebecca Bendick, los sismólogos autores del estudio, han calculado que se requieren de cinco a seis años para que esa tensión, esa energía enviada por el núcleo, irradie a las capas superiores del planeta donde ocurren los terremotos, lo cual significa que desde que se detecta una desaceleración de la rotación de la Tierra hay un plazo de cinco años para “prepararse” para ese aumento de la sismicidad.

Actualmente, gracias a los relojes atómicos, se puede medir la rotación de la Tierra con mucha precisión y la última vez que se detectó una desaceleración fue en el año 2011, lo cual significa que, según el patrón establecido en el estudio presentado, en el año 2018 empieza uno de los períodos de cinco años de incremento de terremotos, pudiendo llegar a una media anual de veinte o treinta terremotos potencialmente muy destructivos.
De hecho, en el último semestre de este año ya ha habido varios terremotos muy potentes que demuestran el inicio de ese período de alta sismicidad y entre los que destacan el terremoto de 7,1 grados que hubo el 19 de septiembre en México, el de 7,3 grados del 12 de noviembre en la frontera entre Irán e Irak y el de 7 grados del 19 de noviembre en el archipiélago de Nueva Caledonia.

Mapa del terremoto del 12 de noviembre en la frontera de Irán-Irak 

La rotación de la Tierra genera una fuerza centrífuga que es la responsable del achatamiento de los polos y del ensanchamiento del Ecuador. El Ecuador representa el punto más ancho del planeta y el que está rotando con mayor rapidez, así que, conforme se va desacelerando la rotación, el Ecuador es la zona donde se nota más la falta de velocidad y donde se crea una contracción, un encogimiento, que afecta directamente a las placas tectónicas. Por esta razón, el nuevo estudio manifiesta que la zona de mayor peligro, donde el aumento de los sismos puede ser más notable, está dentro de una franja delimitada por una latitud de 30º al norte y al sur del Ecuador. De hecho, el epicentro del terremoto que hubo del 12 de noviembre en la frontera de Irán e Irak ocurrió aproximadamente a 33º de latitud norte.

Se puede decir que parece que se avecina un año 2018 movido. Además de toda la información que nos transmite este estudio sobre el incremento de la actividad sísmica, estamos viendo que continúan habiendo grandes y devastadores incendios forestales, que actualmente afectan en especial a California, que continúa el deshielo de los polos, que también va aumentando la actividad volcánica, así como las grandes tormentas junto a las muy severas sequías y que se va configurando el fenómeno de La Niña, que en general es un patrón de frío y nos recuerda toda la información recibida sobre una mini-edad de hielo cuyo inicio algunos científicos ya pronosticaban para el principio del año 2018.

Esperemos que el próximo año también sea el de la implementación de políticas medioambientales que respeten el planeta, que limiten y controlen todas las actividades humanas que están deteriorando y desequilibrando la biosfera y acelerando la sexta extinción masiva y la crisis planetaria que estamos experimentando.  



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