Redactado y publicado por David Arbizu
LAS FUENTES RADIACTIVAS HUÉRFANAS
Cuando uno piensa en radiactividad, normalmente piensa en centrales nucleares, o
incluso en materiales y armamento militar, pero se pueden encontrar muchos
materiales radiactivos en dispositivos que podemos tener más cerca, en máquinas
u objetos que pueden estar haciendo un buen servicio en el campo de la medicina,
de la agricultura, de algunas industrias, como las relacionadas con producción
de electricidad, y también en instrumentos de medición diversos que, por
ejemplo, pueden ser muy importantes para la aviación. Todos estos dispositivos
que contienen materiales radiactivos, o que también pueden crearlos durante su
funcionamiento o bajo ciertas condiciones, pueden llegar a ser un verdadero
peligro para la salud si no están controlados, si no se hace un seguimiento de
su vida útil, de su estado mediante revisiones y, por supuesto, si no se
recogen y almacenan correctamente cuando han quedado obsoletos, son
reemplazados o simplemente desestimados por cualquier causa. Cualquier fallo
relacionado con este control, con la posibilidad de que haya dispositivos que
no estén regulados, que no se hayan tratado ni almacenado correctamente, que se
hayan perdido o robado, o incluso que ni tan siquiera se conozca su existencia,
nos dirige al concepto de “fuentes radiactivas huérfanas”.
Uno de los grandes
inconvenientes de la radiación, relacionado con la falta de control y de
recuperación de estas fuentes, es que el ser humano no siente su impacto ni sus
efectos en el momento de la exposición, así que además de enfermar, se puede
convertir en un transmisor radiactivo. Pero también agrava el problema la falta
de información, porque hay personas en todo el mundo que ni siquiera reconocen
el símbolo que se usa para advertir que un dispositivo o cualquier utensilio
contiene una carga radiactiva peligrosa y no tan solo no se debe manipular,
sino que se debe alertar a la policía y a las autoridades correspondientes para
que pueda ser retirado eliminando así un gran riesgo para la salud.
Una fuente
radiactiva que vaya a ser almacenada debe ser sellada y guardada en un
contenedor adecuado y en un lugar de almacenamiento adecuado. Por desgracia,
tal como se puede observar a nivel global, ni tan siquiera hay lugares ni
tratamientos apropiados para gestionar los residuos tóxicos y radiactivos de
las centrales nucleares, que en la mayoría de las ocasiones, y en todo el
mundo, acaban permaneciendo en la central, mayormente dentro de las piscinas de
refrigeración, que se van colapsando y siendo un punto de enorme peligro. Esta
falta de previsión y gestión correcta de todo residuo o material nuclear se
agudiza cuando hablamos de fuentes radiactivas utilizadas en la industria, la
medicina, la investigación, en algunos tipos de maquinarias y dispositivos,
porque normalmente son de un tamaño reducido, fáciles de mover e incluso de
depositar en cualquier lugar si por alguna razón no interesa cumplir con las
normas legales de protección y gestión de este tipo de residuos. Además, en
muchas ocasiones, las personas que utilizan y manipulan esos dispositivos
desconocen su parte radiactiva, su nivel de peligrosidad, y todavía más cómo
tratar el dispositivo, cómo almacenarlo y cumplir con los protocolos de control
y declaraciones establecidos por las normativas existentes; todo ello debido a
la falta de responsabilidad para que esas personas reciban las instrucciones y
aprendizaje correspondientes para realizar sus trabajos correctamente, con
seguridad para ellas y para los demás.
Existen unas normas básicas
internacionales de seguridad para la protección contra la radiación ionizante y
para la seguridad de las fuentes de radiación, para asegurar su utilización, su
almacenamiento y su transporte. Una de las principales instituciones para el
desarrollo de estas normativas y el apoyo a los estados para su implementación
es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que está vinculado
directamente a la ONU y es el principal foro mundial intergubernamental de
cooperación científica y técnica en la esfera nuclear. Dentro del OIEA se
encuentra la Red Global de Seguridad y Protección Nuclear (GNSSN, por sus siglas
en inglés), que es una red humana que opera a nivel mundial, regional y
nacional. El GNSSN es un elemento
clave de apoyo del Marco Global de Seguridad y Protección Nuclear, que se
define como “el marco institucional, legal y técnico para garantizar la
seguridad de las instalaciones nucleares en todo el mundo”. Además, cada país
también tiene sus propias leyes y organismos encargados de esta gestión y
control, pero la realidad indica que en la mayoría de países estas leyes no se
cumplen adecuadamente y por esta razón se habla de las fuentes radiactivas
huérfanas. Las fuentes radiactivas huérfanas no pueden estar cubiertas bajo
esas normativas y control, justamente porque no están registradas o se
desconoce su ubicación, y esto es lo que las hace tan peligrosas. A esto hay
que añadir esa posibilidad de que sean manipuladas por personas sin
capacitación para hacerlo, algo que se hace mucho más extremo cuando se han
perdido y alguien las encuentra y manipula o cuando han sido robadas por
personas que desconocen sus características, porque también hay robos
intencionados y preparados para obtener esas fuentes radiactivas, que pueden ir
a parar a industrias armamentísticas o grupos terroristas.
En la imagen que
sigue a continuación se observa la parte de una cámara de radiografía que es
radiactiva abandonada en un bosque. Las cámaras de radiografía son dispositivos
de categoría 2 (las categorías van de 1 a 5), lo cual significa que hay fuentes
más peligrosas, pero igualmente pueden causar lesiones permanentes a una
persona que las maneja de manera insegura por períodos de minutos a horas, y
pueden matar a una persona que permanece cerca y sin protección durante horas o
días. También se observa el símbolo que indica la presencia de material
radiactivo peligroso, el trébol de tres hojas de color negro sobre fondo
amarillo.
Voy
a poner algunos ejemplos de fuentes radiactivas huérfanas enumerados según el
país donde ha sucedido o sigue sucediendo alguna situación peligrosa y fuera de
control:
- Brasil:
En 1987 sucedió lo que se considera uno de los mayores accidentes radiactivos
que hayan sucedido fuera de una instalación nuclear, y es un ejemplo del
peligro existente cuando una fuente radiactiva cae en manos de un ciudadano
común. Sucedió en la ciudad de Goiânia, después de que dos recolectores de
basura entraran en un hospital abandonado y desmontaran una máquina llevándose
una unidad de radioterapia, de plomo, para venderla como chatarra. Desmontaron
esa unidad y encontraron un cilindro que contenía 19 gramos de cesio-137. Desde
ese cilindro se desprendía un material azul brillante que ellos guardaron en su
casa y que muchos vecinos pasaron a ver e incluso se pusieron sobre la piel. Al
poco tiempo muchas personas enfermaron. Cuando finalmente un físico detectó la
radiación ya habían pasado muchos días y el material había pasado por muchos
lugares y por medios de transporte, de forma que los niveles de radiación eran
muy elevados en muchos sitios donde trabajaban y vivían muchas personas. Se
puso en confinamiento a más de 500 personas que podían estar contaminadas
mientras se hacían pruebas a miles de personas, y se encontraron 249 personas
con niveles elevados de material radiactivo en sus cuerpos. Todo ello mientras
toda la ciudad entró en pánico. Al cabo de un mes ya habían muerto 4 personas y
otras contaminadas se salvaron al recibir tratamiento en varios hospitales. Se
considera que muchas personas pudieron enfermar gravemente con el paso de los
años, pero la falta de información sirvió para que esos trastornos de salud e
incluso fallecimientos no se relacionaran con esa expansión radiactiva. El
depósito de chatarra y decenas de casas fueron derruidos y también todo tipo de
utensilios, vehículos, electrodomésticos y muebles se destruyeron y desecharon
como residuos nucleares, incluyendo una capa de 2 centímetros de tierra de las
zonas más afectadas, llegando a una suma de 6.000 toneladas de desechos que se
enterraron en un lugar especialmente preparado. Un ejemplo de la falta de
control y responsabilidad es que, al igual que en años anteriores, durante ese
año la Comisión Nacional de Energía Nuclear de Brasil envió cartas pidiendo
informes de la situación de los más de 1.400 aparatos de radioterapia
repartidos por todo el país, y menos de un 40% de los responsables
respondieron. Se sabe que el cesio 137 causante de la tragedia llevaba tres
años abandonado.
- Ucrania: En este país, a partir del accidente de Chernóbil, se
dictaminaron normativas más rígidas en busca de un mayor control de todo tipo
de fuente radiactiva, algo que se realiza desde el Comité Estatal de Regulación
Nuclear. En el Registro Estatal están declaradas 12.462 fuentes radiactivas y
15.838 dispositivos generadores, pero en todo el país se han llegado a detectar
500.000 fuentes de radiación, de las cuales ya se han retirado y almacenado
450.000. Se potencia el trabajo para localizar fuentes de radiación huérfanas y
se cuenta con programas y ayudas internacionales para poder recopilarlas. El
problema principal es que anteriormente no había el actual control regulatorio
y puede haber muchas fuentes desconocidas, incluso cerca del área de Chernóbil.
Por esta razón hay equipos especializados en lo que se denomina “búsqueda
activa”, con personas buscando físicamente estas fuentes, y también existe lo
que se llama “búsqueda pasiva” basada en monitores de medición de radiación
ubicados en fronteras, empresas de desguaces y punto concretos relacionados con
actividades de exportación.
- Estados Unidos: Durante 18 años, desde su
inauguración en el año 2000 hasta finales de 2018, en una sala del Museo del
Parque Nacional del Gran Cañón (Arizona) se almacenaron 3 cubos llenos de
uranio altamente radiactivo. Estos cubos estaban en el área de visitantes y uno
estaba tan lleno que ni siquiera estaba sellado. Antes de la inauguración del
museo los cubos estaban en un sótano de la sede del parque, y por razones
desconocidas se trasladaron al museo. Durante 18 años miles de personas
visitaron el museo y pasaron mucho tiempo cerca de esa fuente radiactiva,
pudiendo recibir altas dosis de radiación, ya que una exposición de menos de 30
segundos ya se considera peligrosa para la salud. Cuando se descubrió que había
ese uranio, al cabo de 18 años, se decidió tirar esos cubos en una mina de
uranio cercana, una de las muchas minas de uranio del Gran Cañón, pero además
una mina que tiene un grupo de hoteles y tiendas a menos de 4 kilómetros. Para
complicar todavía más toda la situación, el gerente de seguridad del parque se
dio cuenta, cinco meses después de que ese uranio se arrojara a la mina, que
los trabajadores que lo habían transportado habían devuelto los cubos vacíos al
museo, así que parte de la emisión radiactiva continuó durante esos meses.
Personas de todo el mundo han pasado por ese museo durante 18 años y, como es
normal, varios médicos y expertos han declarado que era poco probable que esa
exposición al uranio hubiera sido peligrosa para los visitantes.
Estados Unidos
es quizás el país que más fuentes de radiación huérfanas ha provocado durante
muchos años, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial, con todas las
pruebas nucleares realizadas en muchas partes y países del mundo, con el
establecimiento de bases militares que luego fueron abandonadas dejando
materiales y armamentos muy peligrosos. Un ejemplo es el de la base de Camp
Century, en Groenlandia, donde muchos materiales, algunos radiactivos, quedaron
enterrados en el hielo y últimamente, con el deshielo, están apareciendo de
nuevo en la superficie y Estados Unidos no se hace responsable de la
recuperación y limpieza de esos materiales. Durante la etapa conocida como
Guerra Fría se hicieron pruebas y produjeron grandes cantidades de materiales
para fabricar explosivos nucleares y solo durante esta época se descontrolaron,
se perdieron, seis toneladas de material que en lugar de considerarse fuentes
radiactivas huérfanas se pasó a catalogarlas como Material No Contabilizado
(MUF), un material que sigue perdido y repartido por muchos lugares del
estado.
- Rusia: Al igual que Estados Unidos, en Rusia se hicieron muchas pruebas
e investigaciones relacionadas con armas nucleares y hay muchos lugares
abandonados, sin control y sin conocimiento real de la cantidad y tipo de
materiales que albergan, pero sí que se han hecho mediciones constatando que
hay muchos lugares que tienen altos niveles de radiación. Rusia también utilizó
islas del Océano Ártico como bases, lugares de pruebas y almacenes, y muchos de
esos lugares también fueron abandonados quedando enterrados y ahora algunos
también vuelven a aparecer con el deshielo y no se sabe realmente todo lo que
contienen. Además, el ejército de la antigua URSS, que ocupaba un territorio en
el que ahora hay otros países, dejó muchos puntos de contaminación que se
consideran fuentes de radiación huérfanas y siguen siendo muy nocivas.
Al igual
que ha sucedido con otros países, también ha habido muchos accidentes de
aviones y hundimiento de barcos que llevaban cargamento radiactivo que no fue
localizado. Incluso partes de los dispositivos de barcos y aviones pueden
contener pequeñas cantidades de material radiactivo, que si no se almacena
correctamente y se acaba liberando, puede ser muy nocivo.
En la imagen que
sigue a continuación se observa un reloj y un altímetro que contienen pintura
luminiscente radiactiva.
- México: Este ejemplo es el de un robo de material
radiactivo. Sucedió a finales del 2014, cuando unos hombres armados
aprovecharon que dos camioneros habían parado en una estación de servicio para
hacer la siesta y robaron el camión, que iba cargado con una unidad de
teleterapia desmantelada que alguna vez se usó para el tratamiento del cáncer y
que aún contenía una pequeña cápsula de material altamente radiactivo de
categoría 1, ya que contenía cobalto-60. Las fuentes de categoría 1 pueden
matar, en menos de una hora, a cualquiera que esté expuesto a ellas a corta
distancia. Al cabo de dos días del robo se encontró la cápsula radiactiva
abandonada en un campo de maíz, de forma que quien extrajo esa capsula recibió
una dosis de radiación posiblemente mortal. Este ejemplo muestra la falta de
preparación e información sobre el personal que realiza el transporte, ya que
las normas no permiten que un vehículo con ese tipo de carga pueda estacionarse
fuera de lugares adecuados y restringidos al público en general.
- Turquía: Este
es un ejemplo de una fuente controlada que pasa a ser huérfana. En 1993 se
embalaron tres fuentes de teleterapia para ser reexportadas a Estados Unidos,
pero el envío no se realizó inmediatamente y se almacenó. El descontrol provocó
que dos de esos tres bultos se llevaran a Estambul y se guardaran en unos
locales vacíos, todo ello sin seguir ningún tipo de norma de seguridad. Al cabo
del tiempo se vendieron esos locales y los bultos con el material radiactivo se
vendieron como chatarra. Entonces se desmontaron esas fuentes de teleterapia
afectando a los que las manipulaban, que al sentirse mal abandonaron algunas de
sus partes cerca de una zona de viviendas. Cuando empezó a sospecharse de una
fuga radiactiva ya había 18 personas hospitalizadas y por suerte ninguna
falleció. Pero el tercer bulto todavía no se ha encontrado.
- Tailandia: En el
año 2000, una fuente de teleterapia no controlada y abandonada en un lugar
donde había todo tipo de residuos, llegó hasta un depósito de chatarra, donde
se desmontó y se cortó el blindaje protector. Las personas que estaban allí se
empezaron a sentir mal y las que habían tocado alguna parte del material
empezaron a sentir quemaduras. Al cabo de 10 días se constató que había habido
una fuga radiactiva que acabó con 10 personas lesionadas, de las cuales 3
murieron a pesar del tratamiento médico. Además, casi 2.000 personas que vivían
en un radio de 100 metros alrededor del depósito de chatarra estuvieron
expuestas y muchas de ellas solicitaron atención médica.
Otros lugares donde
hay muchas fuentes radiactivas huérfanas son los grandes basureros donde muchos
países envían su chatarra electrónica. Este es el caso del Basurero
Agbogbloshie, en Ghana, considerado el mayor del mundo.
En
algunos casos, el robo de material radiactivo no es accidental, sino que se
roba para poder utilizarlo para fabricar algún tipo de arma o con intenciones
que puedan suponer una amenaza a la seguridad. Otras situaciones son las de
países sin la tecnología ni los recursos adecuados para gestionar estas fuentes
radiactivas. Entonces, cuando quedan obsoletas, requieren la asistencia de
otras organizaciones o países para retirar esas fuentes y almacenarlas, algo
que en algunos casos puede ocasionar gastos importantes y lleve a una gestión
errónea de esos materiales, almacenándolos inadecuadamente y generando una
fuente radiactiva que fácilmente, con el paso del tiempo, cambios de gobiernos,
conflictos o incluso eventos climáticos severos, pueda pasar a ser una fuente
radiactiva huérfana. Y un último ejemplo muy grave es el de los residuos
tóxicos y radiactivos retirados por la mafia napolitana de algunas empresas
alemanas. Esto sucedió a finales del siglo pasado, cuando algunas
organizaciones mafiosas retiraron, desde Alemania, toneladas de materiales muy peligrosos y las
trasladaron y descargaron ilegalmente en muchas zonas alrededor de Nápoles,
enterrándolas cerca de campos agrícolas, arrojándolas al interior de cuevas, e
incluso vertiéndolas en un lago cercano a lugares habitados o en el mar. Desde
entonces, los casos de cáncer en toda la región se han multiplicado.
La
radiactividad es extremadamente nociva y peligrosa para la salud de todo ser
vivo y de la biosfera. Se sabe que, aparte de provocar muchas enfermedades
diversas entre las que destaca el cáncer, afecta el ADN, todas nuestras
células, todos nuestros sistemas. En el momento de escribir este artículo
estamos padeciendo globalmente la pandemia del Coronavirus Covid-19 y estamos
viendo la importancia de tener un sistema inmunitario fuerte, algo complicado
debido a que toda la contaminación de la atmósfera, de los alimentos, del agua,
de la tierra, de las propias ciudades y todos sus dispositivos, están
debilitando y estresando nuestro sistema inmunitario al tener que hacer frente
a demasiados problemas a la vez. También se sabe que la radiación afecta al
sistema inmunitario y, de hecho, cuando alguien recibe radioterapia y/o
quimioterapia empieza a bajar sus defensas y a tener un sistema inmunitario muy
débil. Así que todo lo relacionado con posibles emisiones y fugas radiactivas
es cada vez más peligroso para la vida, y mucho más si se trata de fugas que
estén sucediendo continuamente desde dispositivos que no están registrados ni
localizados, pero que, por desgracia, sabemos que están en muchas zonas del
planeta. Es un alto precio por un abuso más del ser humano y de la falta de
conciencia al tratar con el desarrollo tecnológico, y esperemos que se puedan
aplicar acciones contundentes para que cada vez sean menos la fuentes
radiactivas huérfanas, tanto por su detección y recogida como por el hecho de
no provocar que vayan aumentando, algo difícil en este mundo donde vemos que la
globalidad sí que sirve para expandir rápidamente un virus pero no para llegar
a acuerdos buscando intereses comunes al servicio del planeta y de toda forma
de vida.
Fuentes: