martes, 31 de marzo de 2020

Evento del mes de marzo


Redactado y publicado por David Arbizu 

LAS FUENTES RADIACTIVAS HUÉRFANAS

Cuando uno piensa en radiactividad, normalmente piensa en centrales nucleares, o incluso en materiales y armamento militar, pero se pueden encontrar muchos materiales radiactivos en dispositivos que podemos tener más cerca, en máquinas u objetos que pueden estar haciendo un buen servicio en el campo de la medicina, de la agricultura, de algunas industrias, como las relacionadas con producción de electricidad, y también en instrumentos de medición diversos que, por ejemplo, pueden ser muy importantes para la aviación. Todos estos dispositivos que contienen materiales radiactivos, o que también pueden crearlos durante su funcionamiento o bajo ciertas condiciones, pueden llegar a ser un verdadero peligro para la salud si no están controlados, si no se hace un seguimiento de su vida útil, de su estado mediante revisiones y, por supuesto, si no se recogen y almacenan correctamente cuando han quedado obsoletos, son reemplazados o simplemente desestimados por cualquier causa. Cualquier fallo relacionado con este control, con la posibilidad de que haya dispositivos que no estén regulados, que no se hayan tratado ni almacenado correctamente, que se hayan perdido o robado, o incluso que ni tan siquiera se conozca su existencia, nos dirige al concepto de “fuentes radiactivas huérfanas”. 

Uno de los grandes inconvenientes de la radiación, relacionado con la falta de control y de recuperación de estas fuentes, es que el ser humano no siente su impacto ni sus efectos en el momento de la exposición, así que además de enfermar, se puede convertir en un transmisor radiactivo. Pero también agrava el problema la falta de información, porque hay personas en todo el mundo que ni siquiera reconocen el símbolo que se usa para advertir que un dispositivo o cualquier utensilio contiene una carga radiactiva peligrosa y no tan solo no se debe manipular, sino que se debe alertar a la policía y a las autoridades correspondientes para que pueda ser retirado eliminando así un gran riesgo para la salud.

Una fuente radiactiva que vaya a ser almacenada debe ser sellada y guardada en un contenedor adecuado y en un lugar de almacenamiento adecuado. Por desgracia, tal como se puede observar a nivel global, ni tan siquiera hay lugares ni tratamientos apropiados para gestionar los residuos tóxicos y radiactivos de las centrales nucleares, que en la mayoría de las ocasiones, y en todo el mundo, acaban permaneciendo en la central, mayormente dentro de las piscinas de refrigeración, que se van colapsando y siendo un punto de enorme peligro. Esta falta de previsión y gestión correcta de todo residuo o material nuclear se agudiza cuando hablamos de fuentes radiactivas utilizadas en la industria, la medicina, la investigación, en algunos tipos de maquinarias y dispositivos, porque normalmente son de un tamaño reducido, fáciles de mover e incluso de depositar en cualquier lugar si por alguna razón no interesa cumplir con las normas legales de protección y gestión de este tipo de residuos. Además, en muchas ocasiones, las personas que utilizan y manipulan esos dispositivos desconocen su parte radiactiva, su nivel de peligrosidad, y todavía más cómo tratar el dispositivo, cómo almacenarlo y cumplir con los protocolos de control y declaraciones establecidos por las normativas existentes; todo ello debido a la falta de responsabilidad para que esas personas reciban las instrucciones y aprendizaje correspondientes para realizar sus trabajos correctamente, con seguridad para ellas y para los demás.

Existen unas normas básicas internacionales de seguridad para la protección contra la radiación ionizante y para la seguridad de las fuentes de radiación, para asegurar su utilización, su almacenamiento y su transporte. Una de las principales instituciones para el desarrollo de estas normativas y el apoyo a los estados para su implementación es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que está vinculado directamente a la ONU y es el principal foro mundial intergubernamental de cooperación científica y técnica en la esfera nuclear. Dentro del OIEA se encuentra la Red Global de Seguridad y Protección Nuclear (GNSSN, por sus siglas en inglés), que es una red humana que opera a nivel mundial, regional y nacional. El GNSSN es un elemento clave de apoyo del Marco Global de Seguridad y Protección Nuclear, que se define como “el marco institucional, legal y técnico para garantizar la seguridad de las instalaciones nucleares en todo el mundo”. Además, cada país también tiene sus propias leyes y organismos encargados de esta gestión y control, pero la realidad indica que en la mayoría de países estas leyes no se cumplen adecuadamente y por esta razón se habla de las fuentes radiactivas huérfanas. Las fuentes radiactivas huérfanas no pueden estar cubiertas bajo esas normativas y control, justamente porque no están registradas o se desconoce su ubicación, y esto es lo que las hace tan peligrosas. A esto hay que añadir esa posibilidad de que sean manipuladas por personas sin capacitación para hacerlo, algo que se hace mucho más extremo cuando se han perdido y alguien las encuentra y manipula o cuando han sido robadas por personas que desconocen sus características, porque también hay robos intencionados y preparados para obtener esas fuentes radiactivas, que pueden ir a parar a industrias armamentísticas o grupos terroristas.

En la imagen que sigue a continuación se observa la parte de una cámara de radiografía que es radiactiva abandonada en un bosque. Las cámaras de radiografía son dispositivos de categoría 2 (las categorías van de 1 a 5), lo cual significa que hay fuentes más peligrosas, pero igualmente pueden causar lesiones permanentes a una persona que las maneja de manera insegura por períodos de minutos a horas, y pueden matar a una persona que permanece cerca y sin protección durante horas o días. También se observa el símbolo que indica la presencia de material radiactivo peligroso, el trébol de tres hojas de color negro sobre fondo amarillo.


Voy a poner algunos ejemplos de fuentes radiactivas huérfanas enumerados según el país donde ha sucedido o sigue sucediendo alguna situación peligrosa y fuera de control:

- Brasil: En 1987 sucedió lo que se considera uno de los mayores accidentes radiactivos que hayan sucedido fuera de una instalación nuclear, y es un ejemplo del peligro existente cuando una fuente radiactiva cae en manos de un ciudadano común. Sucedió en la ciudad de Goiânia, después de que dos recolectores de basura entraran en un hospital abandonado y desmontaran una máquina llevándose una unidad de radioterapia, de plomo, para venderla como chatarra. Desmontaron esa unidad y encontraron un cilindro que contenía 19 gramos de cesio-137. Desde ese cilindro se desprendía un material azul brillante que ellos guardaron en su casa y que muchos vecinos pasaron a ver e incluso se pusieron sobre la piel. Al poco tiempo muchas personas enfermaron. Cuando finalmente un físico detectó la radiación ya habían pasado muchos días y el material había pasado por muchos lugares y por medios de transporte, de forma que los niveles de radiación eran muy elevados en muchos sitios donde trabajaban y vivían muchas personas. Se puso en confinamiento a más de 500 personas que podían estar contaminadas mientras se hacían pruebas a miles de personas, y se encontraron 249 personas con niveles elevados de material radiactivo en sus cuerpos. Todo ello mientras toda la ciudad entró en pánico. Al cabo de un mes ya habían muerto 4 personas y otras contaminadas se salvaron al recibir tratamiento en varios hospitales. Se considera que muchas personas pudieron enfermar gravemente con el paso de los años, pero la falta de información sirvió para que esos trastornos de salud e incluso fallecimientos no se relacionaran con esa expansión radiactiva. El depósito de chatarra y decenas de casas fueron derruidos y también todo tipo de utensilios, vehículos, electrodomésticos y muebles se destruyeron y desecharon como residuos nucleares, incluyendo una capa de 2 centímetros de tierra de las zonas más afectadas, llegando a una suma de 6.000 toneladas de desechos que se enterraron en un lugar especialmente preparado. Un ejemplo de la falta de control y responsabilidad es que, al igual que en años anteriores, durante ese año la Comisión Nacional de Energía Nuclear de Brasil envió cartas pidiendo informes de la situación de los más de 1.400 aparatos de radioterapia repartidos por todo el país, y menos de un 40% de los responsables respondieron. Se sabe que el cesio 137 causante de la tragedia llevaba tres años abandonado.

- Ucrania: En este país, a partir del accidente de Chernóbil, se dictaminaron normativas más rígidas en busca de un mayor control de todo tipo de fuente radiactiva, algo que se realiza desde el Comité Estatal de Regulación Nuclear. En el Registro Estatal están declaradas 12.462 fuentes radiactivas y 15.838 dispositivos generadores, pero en todo el país se han llegado a detectar 500.000 fuentes de radiación, de las cuales ya se han retirado y almacenado 450.000. Se potencia el trabajo para localizar fuentes de radiación huérfanas y se cuenta con programas y ayudas internacionales para poder recopilarlas. El problema principal es que anteriormente no había el actual control regulatorio y puede haber muchas fuentes desconocidas, incluso cerca del área de Chernóbil. Por esta razón hay equipos especializados en lo que se denomina “búsqueda activa”, con personas buscando físicamente estas fuentes, y también existe lo que se llama “búsqueda pasiva” basada en monitores de medición de radiación ubicados en fronteras, empresas de desguaces y punto concretos relacionados con actividades de exportación.

- Estados Unidos: Durante 18 años, desde su inauguración en el año 2000 hasta finales de 2018, en una sala del Museo del Parque Nacional del Gran Cañón (Arizona) se almacenaron 3 cubos llenos de uranio altamente radiactivo. Estos cubos estaban en el área de visitantes y uno estaba tan lleno que ni siquiera estaba sellado. Antes de la inauguración del museo los cubos estaban en un sótano de la sede del parque, y por razones desconocidas se trasladaron al museo. Durante 18 años miles de personas visitaron el museo y pasaron mucho tiempo cerca de esa fuente radiactiva, pudiendo recibir altas dosis de radiación, ya que una exposición de menos de 30 segundos ya se considera peligrosa para la salud. Cuando se descubrió que había ese uranio, al cabo de 18 años, se decidió tirar esos cubos en una mina de uranio cercana, una de las muchas minas de uranio del Gran Cañón, pero además una mina que tiene un grupo de hoteles y tiendas a menos de 4 kilómetros. Para complicar todavía más toda la situación, el gerente de seguridad del parque se dio cuenta, cinco meses después de que ese uranio se arrojara a la mina, que los trabajadores que lo habían transportado habían devuelto los cubos vacíos al museo, así que parte de la emisión radiactiva continuó durante esos meses. Personas de todo el mundo han pasado por ese museo durante 18 años y, como es normal, varios médicos y expertos han declarado que era poco probable que esa exposición al uranio hubiera sido peligrosa para los visitantes.
Estados Unidos es quizás el país que más fuentes de radiación huérfanas ha provocado durante muchos años, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial, con todas las pruebas nucleares realizadas en muchas partes y países del mundo, con el establecimiento de bases militares que luego fueron abandonadas dejando materiales y armamentos muy peligrosos. Un ejemplo es el de la base de Camp Century, en Groenlandia, donde muchos materiales, algunos radiactivos, quedaron enterrados en el hielo y últimamente, con el deshielo, están apareciendo de nuevo en la superficie y Estados Unidos no se hace responsable de la recuperación y limpieza de esos materiales. Durante la etapa conocida como Guerra Fría se hicieron pruebas y produjeron grandes cantidades de materiales para fabricar explosivos nucleares y solo durante esta época se descontrolaron, se perdieron, seis toneladas de material que en lugar de considerarse fuentes radiactivas huérfanas se pasó a catalogarlas como Material No Contabilizado (MUF), un material que sigue perdido y repartido por muchos lugares del estado.

- Rusia: Al igual que Estados Unidos, en Rusia se hicieron muchas pruebas e investigaciones relacionadas con armas nucleares y hay muchos lugares abandonados, sin control y sin conocimiento real de la cantidad y tipo de materiales que albergan, pero sí que se han hecho mediciones constatando que hay muchos lugares que tienen altos niveles de radiación. Rusia también utilizó islas del Océano Ártico como bases, lugares de pruebas y almacenes, y muchos de esos lugares también fueron abandonados quedando enterrados y ahora algunos también vuelven a aparecer con el deshielo y no se sabe realmente todo lo que contienen. Además, el ejército de la antigua URSS, que ocupaba un territorio en el que ahora hay otros países, dejó muchos puntos de contaminación que se consideran fuentes de radiación huérfanas y siguen siendo muy nocivas.
Al igual que ha sucedido con otros países, también ha habido muchos accidentes de aviones y hundimiento de barcos que llevaban cargamento radiactivo que no fue localizado. Incluso partes de los dispositivos de barcos y aviones pueden contener pequeñas cantidades de material radiactivo, que si no se almacena correctamente y se acaba liberando, puede ser muy nocivo.
En la imagen que sigue a continuación se observa un reloj y un altímetro que contienen pintura luminiscente radiactiva.


- México: Este ejemplo es el de un robo de material radiactivo. Sucedió a finales del 2014, cuando unos hombres armados aprovecharon que dos camioneros habían parado en una estación de servicio para hacer la siesta y robaron el camión, que iba cargado con una unidad de teleterapia desmantelada que alguna vez se usó para el tratamiento del cáncer y que aún contenía una pequeña cápsula de material altamente radiactivo de categoría 1, ya que contenía cobalto-60. Las fuentes de categoría 1 pueden matar, en menos de una hora, a cualquiera que esté expuesto a ellas a corta distancia. Al cabo de dos días del robo se encontró la cápsula radiactiva abandonada en un campo de maíz, de forma que quien extrajo esa capsula recibió una dosis de radiación posiblemente mortal. Este ejemplo muestra la falta de preparación e información sobre el personal que realiza el transporte, ya que las normas no permiten que un vehículo con ese tipo de carga pueda estacionarse fuera de lugares adecuados y restringidos al público en general.

- Turquía: Este es un ejemplo de una fuente controlada que pasa a ser huérfana. En 1993 se embalaron tres fuentes de teleterapia para ser reexportadas a Estados Unidos, pero el envío no se realizó inmediatamente y se almacenó. El descontrol provocó que dos de esos tres bultos se llevaran a Estambul y se guardaran en unos locales vacíos, todo ello sin seguir ningún tipo de norma de seguridad. Al cabo del tiempo se vendieron esos locales y los bultos con el material radiactivo se vendieron como chatarra. Entonces se desmontaron esas fuentes de teleterapia afectando a los que las manipulaban, que al sentirse mal abandonaron algunas de sus partes cerca de una zona de viviendas. Cuando empezó a sospecharse de una fuga radiactiva ya había 18 personas hospitalizadas y por suerte ninguna falleció. Pero el tercer bulto todavía no se ha encontrado.

- Tailandia: En el año 2000, una fuente de teleterapia no controlada y abandonada en un lugar donde había todo tipo de residuos, llegó hasta un depósito de chatarra, donde se desmontó y se cortó el blindaje protector. Las personas que estaban allí se empezaron a sentir mal y las que habían tocado alguna parte del material empezaron a sentir quemaduras. Al cabo de 10 días se constató que había habido una fuga radiactiva que acabó con 10 personas lesionadas, de las cuales 3 murieron a pesar del tratamiento médico. Además, casi 2.000 personas que vivían en un radio de 100 metros alrededor del depósito de chatarra estuvieron expuestas y muchas de ellas solicitaron atención médica.

Otros lugares donde hay muchas fuentes radiactivas huérfanas son los grandes basureros donde muchos países envían su chatarra electrónica. Este es el caso del Basurero Agbogbloshie, en Ghana, considerado el mayor del mundo.
En algunos casos, el robo de material radiactivo no es accidental, sino que se roba para poder utilizarlo para fabricar algún tipo de arma o con intenciones que puedan suponer una amenaza a la seguridad. Otras situaciones son las de países sin la tecnología ni los recursos adecuados para gestionar estas fuentes radiactivas. Entonces, cuando quedan obsoletas, requieren la asistencia de otras organizaciones o países para retirar esas fuentes y almacenarlas, algo que en algunos casos puede ocasionar gastos importantes y lleve a una gestión errónea de esos materiales, almacenándolos inadecuadamente y generando una fuente radiactiva que fácilmente, con el paso del tiempo, cambios de gobiernos, conflictos o incluso eventos climáticos severos, pueda pasar a ser una fuente radiactiva huérfana. Y un último ejemplo muy grave es el de los residuos tóxicos y radiactivos retirados por la mafia napolitana de algunas empresas alemanas. Esto sucedió a finales del siglo pasado, cuando algunas organizaciones mafiosas retiraron, desde Alemania, toneladas de materiales muy peligrosos y las trasladaron y descargaron ilegalmente en muchas zonas alrededor de Nápoles, enterrándolas cerca de campos agrícolas, arrojándolas al interior de cuevas, e incluso vertiéndolas en un lago cercano a lugares habitados o en el mar. Desde entonces, los casos de cáncer en toda la región se han multiplicado.

La radiactividad es extremadamente nociva y peligrosa para la salud de todo ser vivo y de la biosfera. Se sabe que, aparte de provocar muchas enfermedades diversas entre las que destaca el cáncer, afecta el ADN, todas nuestras células, todos nuestros sistemas. En el momento de escribir este artículo estamos padeciendo globalmente la pandemia del Coronavirus Covid-19 y estamos viendo la importancia de tener un sistema inmunitario fuerte, algo complicado debido a que toda la contaminación de la atmósfera, de los alimentos, del agua, de la tierra, de las propias ciudades y todos sus dispositivos, están debilitando y estresando nuestro sistema inmunitario al tener que hacer frente a demasiados problemas a la vez. También se sabe que la radiación afecta al sistema inmunitario y, de hecho, cuando alguien recibe radioterapia y/o quimioterapia empieza a bajar sus defensas y a tener un sistema inmunitario muy débil. Así que todo lo relacionado con posibles emisiones y fugas radiactivas es cada vez más peligroso para la vida, y mucho más si se trata de fugas que estén sucediendo continuamente desde dispositivos que no están registrados ni localizados, pero que, por desgracia, sabemos que están en muchas zonas del planeta. Es un alto precio por un abuso más del ser humano y de la falta de conciencia al tratar con el desarrollo tecnológico, y esperemos que se puedan aplicar acciones contundentes para que cada vez sean menos la fuentes radiactivas huérfanas, tanto por su detección y recogida como por el hecho de no provocar que vayan aumentando, algo difícil en este mundo donde vemos que la globalidad sí que sirve para expandir rápidamente un virus pero no para llegar a acuerdos buscando intereses comunes al servicio del planeta y de toda forma de vida. 


Fuentes: