Redactado y publicado por David Arbizu
LA MINERÍA DEL LITIO
Se denomina
“minería” a la actividad relacionada con la explotación de las minas, que son
los yacimientos desde donde se extraen y tratan los minerales o cualquier
material acumulado en el suelo y el subsuelo. Se considera una de las
actividades más antiguas que ha realizado el ser humano, y actualmente es una
de las principales actividades económicas que desarrollan e impulsan la mayoría
de los países del mundo. Hay diversos tipos de minería, dependiendo de los
procesos necesarios para extraer los diversos materiales, y con el paso del
tiempo ha habido grandes avances tecnológicos para llevar a cabo las extracciones,
alcanzando puntos de difícil acceso o de gran profundidad y buscando también
obtener el máximo de rentabilidad. Actualmente, en un mundo donde la tecnología
está dominando nuestras vidas y nuestras decisiones, tanto a nivel individual
como a nivel de micro y macroeconomía, algunos materiales, muchos de ellos
descubiertos recientemente, se vuelven absolutamente imprescindibles para la
materialización de los avances tecnológicos, y entonces hay una verdadera
explosión de demanda a nivel global que acelera los proyectos mineros, la
búsqueda de nuevos yacimientos y los métodos de explotación.
Desafortunadamente,
como casi siempre que se habla de actividades humanas donde el objetivo
prioritario son los propios beneficios, sin tener en cuenta el medio ambiente,
la biosfera, los ecosistemas, el resto de seres vivos y el equilibrio necesario
para sostener una estabilidad planetaria, el resultado acumulado y que va in
crescendo muestra una enorme devastación y unos daños, en muchos casos
irreparables, producto de las actividades mineras.
Minería de litio en Bolivia
Desde hace unos quince años,
uno de los materiales más cotizados es el litio, incluso se le denomina el “oro
blanco”. El gran incremento de su demanda está directamente relacionado con el
desarrollo y aumento de la producción de baterías para teléfonos móviles,
ordenadores portátiles, vehículos eléctricos, turbinas eólicas, placas solares
y muchos dispositivos que requieran disponer de energía almacenada en baterías.
Conforme parece que, a nivel global, el primer objetivo de la mayoría de
expertos, países y grupos intergubernamentales es que desciendan las emisiones
de dióxido de carbono junto con la quema de combustibles fósiles, el litio
aparece como parte de la “solución verde y sostenible”, especialmente si se le
relaciona con los vehículos eléctricos, que ahora están siempre en portada como
el futuro cada vez más próximo al que tendrán que llegar todos los propietarios
de vehículos por el bien del planeta. Incluso el año pasado, 2019, la Academia
Sueca de Ciencias concedió el Premio Nobel de Química a los tres científicos
que han desarrollado las baterías de iones de litio, y el veredicto del jurado
reconocía que los laureados “han sentado las bases de una sociedad inalámbrica
y libre de combustibles fósiles”.
Pero todo el proceso que implica la
fabricación de una batería de litio no tiene nada de “verde” ni de sostenible, al
igual que todo proceso de perforación y extracción de materiales de la Tierra. Nuestro
avance tecnológico y todo el acceso a determinados productos por parte de gran
parte de la sociedad, impulsando su demanda desde maniobras de márquetin de
efecto global, ha provocado la introducción de las baterías recargables, pero
su producción y la falta de tecnología adecuada para su reciclaje pueden provocar
que se conviertan en la próxima gran crisis medioambiental.
El litio se
encuentra en la naturaleza de dos formas distintas, y cada una de ellas implica
un tipo de minería diferente en relación con el proceso de extracción. Una de
ellas, hasta ahora la que parecía menos rentable, es a nivel subterráneo,
mezclado en rocas con otros minerales, lo cual dificulta y encarece el proceso
de extracción. Australia utiliza este tipo de minería y es el mayor productor
de litio a nivel mundial, con grandes compañías operando y una legislación
permisiva y que incentiva las inversiones. El otro tipo de extracción es el que
se realiza en las salmueras naturales, que se encuentran en los lagos salinos y
en los salares. Los países con este tipo de salmueras que contienen grandes
cantidades de litio son Chile, Bolivia y Argentina. Estos tres países forman lo
que se conoce como “Triángulo del Litio”. En Chile, el lago más explotado y con
mayor producción es el Salar de Atacama, en Bolivia el Salar de Uyuni, y en
Argentina el Salar del Hombre Muerto y el Salar de Olaroz, aunque hay algunos
más en explotación y otros que se han clausurado por la presión popular y el
aumento constante de las protestas para defender el propio salar junto con el
medio ambiente y el derecho al agua, especialmente de muchas comunidades
indígenas estrechamente vinculadas con el salar como parte de su realidad y
subsistencia.
Estos lagos, o salares, están conectados con un cuerpo
subterráneo de salmuera que los alimenta, así como con acuíferos vitales para
la vida de toda la zona que rodea y depende de los lagos, ya que todos se
encuentran en lugares muy áridos y estos lagos representan el principal acceso
a agua potable para la mayoría de los seres vivos. En realidad, estos lagos
funcionan como un oasis dentro de un ecosistema muy árido, y es a su alrededor
donde se desarrolla la vida y se crean vínculos de subsistencia.
En los
salares, el proceso consiste en perforar en el salar para llegar a la capa de
agua que está saturada de sal (salmuera). Entonces se bombea esa agua salada
hasta la superficie, dejándola evaporar hasta que queda una masa sólida rica en
litio. Esa masa se manipula para obtener carbonato de litio, el compuesto de
litio más utilizado, y para ello se utilizan muchos químicos, la mayoría de
ellos de alta toxicidad. Este proceso genera un gran desequilibrio,
ya que al bombear desde la profundidad del salar, el agua dulce de los
laterales de la cuenca se va hundiendo para llenar el espacio dejado por la
salmuera extraída, de forma que cada vez queda menos agua para cultivos,
animales y personas. Al mismo tiempo, los valiosos y escasos acuíferos
subterráneos, que representan la recarga hídrica del salar, quedan
sobreexplotados y en muchos casos pueden llegar a secarse y ser difíciles de
recuperar. Por si fuera poco, el viento arrastra y desplaza por la atmósfera
grandes cantidades de esas sales, que acaban con la vida de muchas plantas y
organismos, además de provocar enfermedades.
Otro aspecto negativo es la enorme
cantidad de agua que se evapora y que también se utiliza para los procesos
finales de obtención del carbonato de litio. Hay que tener en cuenta que para
la batería de un coche normal se precisan unos 6 kg de litio y conseguirlos
puede representar una pérdida de unos 12.000 litros de agua. Otro dato
impactante es que para producir una tonelada de carbonato de litio se evaporan
aproximadamente medio millón de litros de salmuera.
Piscinas de evaporación en el Salar de Atacama (Chile)
Especialmente desde el año
pasado, 2019, se han encontrado más yacimientos de litio en otros países. En
Europa destacan los yacimientos de Alemania, con rocas de baja concentración
de litio, Portugal, donde parece que ya han empezado las extracciones, y España
(provincia de Cáceres), donde se alarga el proceso de inversión e inicio de
instalaciones debido a que hay partes implicadas en contra del establecimiento
de estos complejos mineros. Otro país que sí que ha entrado con gran fuerza
dentro de las previsiones de explotación es México, donde se han encontrado las
reservas de litio más grandes del mundo cerca de la cordillera de Sierra Madre
Occidental, en el estado de Sonora. También se ha encontrado litio en Perú,
donde se está preparando un proyecto de ley para regular su explotación. El
tipo de extracción de estos yacimientos de Portugal, España, México y Perú, se
basa en la extracción de roca del subsuelo, pero las altas concentraciones de
litio encontradas hacen que sean proyectos muy atractivos para las grandes
compañías mineras del mundo, que están principalmente en manos de Canadá,
China, Estados Unidos, Australia y Suecia.
En la mayoría de los países con
proyectos de minas o con minas ya funcionando, muchos geólogos, ecologistas y
defensores de los espacios naturales hace tiempo que advierten de todo el daño
que causa esta actividad. En algunos lugares, especialmente en Argentina, la
presión popular ha conseguido el cierre de las minas del Salar de Salinas
Grandes y de la Laguna de Guayatayoc, pero normalmente los gobiernos y las
grandes compañías tienen más fuerza y frenan cualquier movilización en contra,
además de que ofrecen puestos de trabajo y sueldos en zonas de alto nivel de
pobreza. Como sucede prácticamente en todo tipo de actividad minera, de
perforación y extracción, el primer impacto a considerar es la pérdida de
biodiversidad desde el inicio del proyecto, desde la construcción de
instalaciones, carreteras y todo lo necesario para llevar a cabo la actividad.
Esta pérdida llega tanto desde la deforestación, desde la destrucción de
espacios enormes, como desde la contaminación de los ecosistemas, empezando desde
la construcción de las instalaciones y continuando con todos los movimientos de
transporte de materiales necesarios para la mina y de materiales que salen ya
procesados junto con todos los residuos. La contaminación y degradación siempre
llega también a los sistemas acuáticos del lugar, a los acuíferos y a los ríos,
que son sobreexplotados al extraer grandes cantidades de agua necesaria para
los procesos químicos de filtrado, muchos de los cuales son procesos de
lixiviado en ácido sulfúrico y de calcinación con sales de sulfato. Estos
procesos emplean de millones de metros cúbicos de agua para la disolución del
mineral y su reacción con ácidos, y generan lodos y aguas fuertemente
contaminadas que deben depositarse en enormes piscinas o depósitos de
decantación, que son verdaderas bombas tóxicas.
En el caso del litio, es un
producto altamente tóxico para todos los seres vivos. El cuerpo humano tiene
alrededor de 7 miligramos de litio y a partir de 15 miligramos ya se considera altamente tóxico.
También es un producto que se utiliza en psiquiatría para enfermedades mentales,
con dosis extremadamente pequeñas, así que absorber dosis mayores tiene un gran
impacto sobre la salud mental. Por desgracia, desde las instalaciones mineras continuamente llegan noticias, desde todo el mundo, que demuestran que son muy frecuentes las fugas, vertidos, rotura
de depósitos de residuos, explosiones y otro tipo de accidentes, así que nunca
se consigue alcanzar la seguridad mínima para operar con este tipo de
materiales.
Mina Greenbushes (Australia)
A esta nueva “Fiebre del Oro”, los investigadores le dan un plazo
máximo de demanda de unos 20 o 30 años, algo que acelera el interés de las
grandes compañías para intensificar sus inversiones y sus producciones de
litio. Esto provoca la falta de valoración de la devastación que se lleva a
cabo y, especialmente, de todo el legado tóxico que se va a dejar en el futuro.
Muchos gobiernos solo se centran en los beneficios económicos del litio sobre
la economía global del país y no controlan los impactos ambientales ni el abuso
sobre las poblaciones locales, que solo acceden a puestos de trabajo poco
cualificados y de baja remuneración. Normalmente, las grandes compañías mineras
hacen sus inversiones, sacan sus beneficios, y cuando ya no les conviene
cierran sus minas sin hacerse cargo de sus responsabilidades, unas
responsabilidades muchas veces pactadas a su conveniencia, especialmente si las
explotaciones se realizan en países más pobres que el de origen de esas grandes
compañías.
Durante el año pasado, 2019, la oferta de litio excedió la demanda, y ahora, en 2020, con la crisis de la pandemia del Covid-19, algunas compañías están
operando al mínimo de su capacidad o incluso han frenado sus planes de
inversión, ya que se prevé un año complicado incluso con una caída de un 15% de
su precio. Y estas son acciones con repercusiones en las propias minas, con
despidos de trabajadores y abandono de los trabajos de mantenimiento, y todo
ello acaba repercutiendo en el medio ambiente, en el equilibrio de los
ecosistemas, en la salud de los seres vivos, además de empobrecer mucho más a
la población.
Otro importante tema a tener en cuenta es el del reciclado. Actualmente,
las baterías de iones de litio que equipan los vehículos eléctricos se reciclan
principalmente en China, junto a otros países asiáticos, pero gran parte de los
materiales no se recuperan y el proceso no está exento de riesgos ambientales.
Además, los costes de transporte y almacenamiento de las baterías usadas
recogidas, junto con las pobres condiciones del mercado de piezas recicladas,
hacen que reciclar dé muy pocos beneficios y se mantenga por la obligatoriedad
legislativa.
La conclusión es que toda actividad minera conlleva enormes daños
de todo tipo. Si habláramos de otros materiales que, como el litio, ahora están
muy cotizados, como el cobalto o el coltán, que también se utilizan en baterías
y en la fabricación de teléfonos y ordenadores, y cuyas principales minas están
en África, estaríamos hablando de situaciones de abuso extremo, de esclavitud sobre
muchos pueblos. Esto sucede concretamente en el Congo, donde la mayoría de las
minas son ilegales y están controladas por grupos armados que obligan a las
personas a trabajar en las minas sin ningún tipo de seguridad ni mínima
retribución. A algunas minas se las llama “fosas comunes” por la gran cantidad
de personas que han muerto al quedar enterradas.
Creo que no van a descubrirse
nuevas tecnologías más eficientes y respetuosas con el planeta, con la vida,
mientras no haya un cambio de conciencia que represente que el ser humano
alcanza un verdadero nivel de amor y respeto por toda la biosfera, por todos
los seres vivos, por todos los espacios de este bello planeta que no le
pertenecen. Cuando se llegue a ese nivel de conciencia, también aparecerán y se
desarrollarán tecnologías apropiadas y alineadas con formas de pensar y actuar
acordes y exigibles para un ser que debe liderar el planeta deteniendo la
crisis planetaria que él mismo ha provocado y organizando su vida y
subsistencia bajo la comprensión del funcionamiento de la biosfera, de los
patrones climáticos, de la propia vida, de sentir amor, respeto y honor por
habitar este impresionante planeta.
Fuentes:
https://www.dw.com/es/el-impacto-medioambiental-del-litio/av-55295111?fbclid=IwAR1YQVGgHVOWK69xObD5WUY1oZIx_uSW8F0rVWWQMiKtbnFhFJA1ruMKCLc
https://www.bioguia.com/salud/que-es-el-litio-y-cual-es-el-impacto-ambiental-de-su-extraccion_29283722.html
https://www.efe.com/efe/america/mexico/alertan-sobre-impacto-en-el-medioambiente-de-la-extraccion-litio-mexico/50000545-4187073
https://www.bbc.com/mundo/noticias-50082466
https://es.mongabay.com/2019/04/litio-chile-argentina-bolivia/
https://www.foroambiental.net/litio-afecta-al-medio-ambiente-las-comunidades-originarias/
https://es.euronews.com/2019/10/10/las-baterias-de-iones-de-litio-merecen-realmente-un-nobel-por-su-ayuda-al-medioambiente
https://es.euronews.com/2019/08/16/exportando-contaminacion-quien-esta-pagando-el-coste-ecologico-de-tu-coche-electrico
https://www.sqm.com/acerca-de-sqm/recursos-naturales/nuestros-recursos/
https://www.elindependiente.com/futuro/2018/02/04/coltan-congo-antonio-pampliega/
https://www.ocmal.org/las-complicaciones-para-el-litio-este-2020/