Redactado y publicado por David Arbizu
En general, a los seres
humanos nos es muy difícil comprender la dimensión de nuestro planeta y mucho
menos las distancias de nuestro sistema solar o, por ejemplo, el tamaño del
Sol, y ya es prácticamente imposible concebir el tamaño de la Vía Láctea, con
sus entre 200 y 400 mil millones de estrellas, además de que solo es una
galaxia más del universo conocido, que se calcula que alberga a más de 200 mil
millones de galaxias. A pesar de ello, gracias a los avances científicos y
tecnológicos vamos teniendo acceso a imágenes realizadas con telescopios
terrestres y espaciales que facilitan que vayamos integrando una definición más
visual de galaxias lejanas, otras lunas, diferentes formaciones planetarias,
incluso de agujeros negros.
En 1972, la tripulación del Apolo 17 tomó una fotografía
de nuestro planeta que se considera una de las más impactantes en la historia
de la humanidad. La fotografía muestra la Tierra iluminada, esférica, azul,
hermosa en el espacio. Anteriormente se habían realizado otras fotografías del
planeta desde cohetes y satélites, pero esta tenía mayor luminosidad general y
se tomó en un momento en que había un aumento del activismo ambiental y todavía
muchas personas abiertas a todo lo positivo que habían aportado los años de
mayor influencia y expansión del movimiento hippie. La fotografía fue retocada
para darle más luminosidad y color, y se giró porque originalmente el polo sur,
la Antártida, quedaba en la parte superior. Esta imagen se convirtió en un
símbolo del movimiento ambiental, y a partir de las palabras de los astronautas
que la tomaron se denominó “La canica azul” como una expresión de la fragilidad
que transmitía ver nuestro planeta como ese punto que se iba haciendo cada vez
más pequeño, quebrantable, como si fuera de cristal rodeado por la inmensidad
del espacio.
Imagen de la fotografía tomada desde el Apolo 17 |
Es interesante observar que a este planeta, donde domina el color
azul, se le llame la Tierra, pero cuando se empezó a nombrar el planeta no
había esta visión desde el espacio que ahora tenemos. Según la BBC, el nombre
de la Tierra se debe a que nuestros ancestros en realidad estaban nombrando el
suelo que tenían bajo sus pies, la superficie que los sostenía y sustentaba, lo
que consideraban su territorio existencial, y por eso muchas lenguas nombran de
forma similar al planeta siguiendo esta lógica. A pesar de que todo esto es
comprensible, muchos seres humanos actuales siguen sin tener una buena
comprensión de su planeta, se mira mucho al suelo y poco al cielo y, por mucho
viaje y turismo que se haga, en general no se tiene una perspectiva planetaria,
no se piensa en la Tierra tal como muestra esa fotografía ni se valora el hecho
de “ahora estoy en este punto” respecto a esa visión global. La misma
tecnología que nos facilita imágenes del planeta, de partes de nuestro sistema
solar, de otras galaxias, es la que también nos cierra la perspectiva con el
dominio de las pantallas, donde el mundo que definimos y en el que nos situamos
se reduce y contrae al que cabe en el dispositivo desde el que hacemos nuestras
fotos. De esta forma nos vamos haciendo pequeños sin darnos cuenta, aunque
obviamente el que busca encuentra información, documentación e imágenes para
saber más, para ampliar conocimientos, pero también las obligaciones diarias,
el automatismo de la forma de vida que en general se ha instaurado en la mayoría
de sociedades y países, dirigen hacia ese primitivismo que paradójicamente nos
trae la tecnología más innovadora, desde donde no vemos más allá del suelo que
pisamos o, dicho de una forma más interesante: no somos más conscientes del
mundo en que vivimos, de que la existencia está fundamentada en que esa “canica
azul” no se rompa, no se desajuste, no se modifiquen los sistemas que permiten
que sea habitable.
La crisis climática que estamos experimentando,
especialmente mostrada a través de los desequilibrios de los patrones
climáticos, nos está indicando continuamente que debemos comprender y adquirir
esa conciencia del planeta como un cuerpo planetario que tiene sus ciclos, sus
sistemas, su dinámica, sus recursos para recuperarse de trastornos que lo
desajusten. Esto que en parte parece obvio es en realidad muy complicado,
especialmente para las mentes y sistemas de creencias de la mayoría de seres
humanos para los que, por ejemplo, es totalmente normal el sistema de medicina
occidental donde la mayoría de médicos se especializan y tratan sintomatologías
y enfermedades según los órganos o sistemas concretos afectados, sin tener en
cuenta que el desequilibrio puede venir de otra parte del cuerpo y que existe
una homeostasis, una relación e interacción entre todo lo que forma un cuerpo,
donde además también entran en juego las emociones, los pensamientos y muchas
otras pautas e incluso influencias externas que conducen o apartan de un estado
saludable. Por suerte son cada vez más los médicos que son conscientes de que
hay que tener en cuenta todas estas cosas, que es importante valorar todo lo
que nos aporta, por ejemplo, la medicina oriental con todo el enfoque de
meridianos, puntos de presión, relación con los elementos (tierra, aire, fuego,
agua), importancia del contacto con la naturaleza, pero la estructura y oferta
de los organismos vinculados con la sanación sigue en ese formato rígido y
estructurado, y de nuevo la tecnología va desarrollando instrumentos que por un
lado ayudan a avanzar y poder realizar sanaciones que antes no eran posibles
pero por otro lado aumentan el “segmentarismo” y esa falta de visión conjunta. Todo
esto es aplicable al planeta, ya que se trata de un cuerpo planetario con sus
meridianos, sus elementos, sus lugares de mayor o menor expresión energética,
toda su estructura basada en la interconexión de los elementos que forman la
biosfera pero que también forman las capas internas del planeta.
Entonces,
ahora más que nunca es el momento de tener esa perspectiva planetaria global y
al mismo tiempo aplicar en nosotros mismos la conciencia de lo particular, de
lo influyentes que pueden ser nuestras acciones diarias para no empeorar nada
de nuestro entorno, porque holográficamente estaremos creando un efecto global.
Ahora es el momento de conocer mejor la Tierra, y el cambio climático nos
invita a adquirir ese conocimiento con sus expresiones extremas y peligrosas. Y
una de las formas más asequibles es observando con atención las noticias que
publican los medios de comunicación respecto a eventos climáticos o
desequilibrios que están sucediendo en el planeta. De este modo podemos ser más
conscientes de todo lo negativo del deshielo de los polos, de que la corriente
jet stream no se mantenga fuerte y regular, de que aumente excesivamente la
temperatura del agua de los océanos, de que se forme en el Pacífico Central el
fenómeno de La Niña o El Niño, de que haya un exceso de ríos atmosféricos
llegando a la costa oeste de Estados Unidos, de que se esté debilitando la
Corriente de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés),
de que el calentamiento global favorezca el desplazamiento de especies
invasoras que puedan destruir ecosistemas, de que estén surgiendo panzootias
(como la del virus de la gripe aviar afectando ya a mamíferos) que pueden
acabar impulsando otra gran pandemia, tal como podría también suceder debido al
deshielo del permafrost. Todo esto que acabo de listar puede surgir
perfectamente de las noticias relacionadas con el calentamiento global y el
trastorno planetario publicadas en solo el último mes, y se puede observar que
aparecen los diversos elementos en diferentes expresiones y siempre
interconectados e interdependientes como parte de la estabilidad o
inestabilidad planetaria. Y aunque no he hecho referencia al enumerarlas,
obviamente en todo desajuste encontraremos la mano del ser humano, las
actividades, el comportamiento, la falta de conciencia que ha creado esta
crisis planetaria, todo lo que ha dado forma a lo que llamamos Antropoceno.
Uno
de los elementos que se está haciendo notar cada vez con más fuerza y a nivel
global es el elemento fuego, y me refiero a los movimientos sísmicos y a las erupciones
volcánicas. Está claro que si se habla de un elemento también van a estar
involucrados los demás, incluso los que llegan desde el exterior, como por
ejemplo desde la alta actividad solar actual, porque además se sabe que la
actividad solar influye en el equilibrio de las placas tectónicas. Para el
análisis que en parte da pie a este artículo quiero focalizarme en la
existencia de los dos grandes cinturones orogenéticos (u orogénicos) del
planeta. Geológicamente, un cinturón orogénico es una amplia zona geográfica que ha
sufrido un dinamismo tectónico compresivo, y en la Tierra los dos grandes
cinturones orogenéticos son el “Cinturón Orogenético Peripacífico”, que también
conocemos como “Anillo de Fuego”, y el Cinturón Orogenético Mesogeico, también
llamado “Cinturón Alpino-Himalayo”.
La tectónica de placas y el vulcanismo son
la expresión de la liberación y dinamismo de algunas de la fuerzas internas del
planeta, del fuego interno que forma parte del cuerpo planetario y crea un
vínculo entre todas sus capas. De hecho, a través del movimiento de subducción un
placa se sumerge bajo otra, y a través de las erupciones volcánicas y la
divergencia entre placas vuelve a emerger nueva tierra a la superficie, como un
proceso de renovación continuo donde intervienen todas las capas del planeta y los
elementos del agua y del aire, además del fuego y la tierra.
Lo que ahora nos
está mostrando el planeta es cómo se generaliza esa liberación de la tensión
interna, y aunque siempre hay más sismicidad y erupciones en el Anillo de
Fuego, también hay un aumento general de actividad en el cinturón
Alpino-Himalayo. Entonces, más allá de enumerar procesos eruptivos y sísmicos
actuales, es importante alcanzar esa perspectiva de que todo está conectado. Incluso
los mapas adjuntos de los cinturones nos muestran el ejemplo de la zona de
Indonesia formando parte de los dos cinturones, pero si lo observamos desde la
visión de la tectónica de placas podemos ver además que cualquier dinámica va a
ir más allá de lo que puede expresar una línea o cinturón.
En este mapa se
observa cómo los cinturones los forman las líneas de separación entre placas. Cualquier
liberación sísmica en una parte de una placa va a tener un efecto global, sea
mesurable o no, porque de eso trata la deriva continental, que es el movimiento
de la litosfera, de la superficie del planeta, sobre el manto interior formado
por materiales dúctiles que se encuentran en estado sólido, semifundido y
totalmente fundido. Con todo ello, lo que ahora nos muestra el cuerpo
planetario donde vivimos es cómo una descompresión generalizada del fuego y de la
tensión acumulada facilita que no se alcance una liberación mayor y
catastrófica en un punto concreto. Esta es la expresión de la capacidad de
homeostasis de la Tierra buscando el reequilibrio de todo su cuerpo, desde el
núcleo hasta la parte más externa de la atmósfera.
Y este es el mensaje y
lección que nos ofrece la Tierra, Gaia, es el mensaje de ser conscientes de que
habitamos un cuerpo planetario que hemos hecho enfermar y cuya sintomatología
va llegando a todas partes. De este modo, podemos ver también cómo se alteran
lo que conocemos como “puntos calientes”, con todas las erupciones que
últimamente está habiendo en Islandia, con toda la actividad del Etna y los
volcanes de las islas Eolias (Italia), con los terremotos que está habiendo
bajo Campi Flegrei (Italia), una de las mayores calderas volcánicas del planeta
situada muy cerca del volcán Vesubio, con la sismicidad notable en Tenerife
(islas Canarias), donde está el volcán Teide, con movimientos de magma también
bajo el volcán Kilauea de Hawái. En el momento de escribir este artículo se ha
registrado un terremoto de 4,1 grados en el Pirineo francés, y si se observa la
imagen del Cinturón Orogénico Alpino Himalayo se puede ver que encadena parte
de los grandes sistemas montañosos del planeta: Himalaya, Hindu Kush, las
montañas del Cáucaso, los Alpes, los Pirineos y el Atlas, entre otros. Así que
tenemos ante nosotros la expresión de una tensión global que ya no solo se
focaliza en el Anillo de Fuego, donde evidentemente sigue habiendo volcanes en
erupción y terremotos importantes, sino que se expande y puede desencadenar un
evento en cualquier punto, incluso un evento volcánico y/o sísmico cuyo
detonante pueda ser el deshielo del Ártico, por ejemplo, que sabemos que
impulsa la elevación de Islandia y la descompresión de cámaras magmáticas
permitiendo mayor elevación de magma, un deshielo que está afectando a la
circulación oceánica global (cinturón transoceánico) y que puede acabar
dirigiendo incluso hacia una mini-glaciación.
Hablar del elemento fuego, con la
tectónica de placas y el vulcanismo, justamente nos muestra que todo está
conectado, que no lo podemos separar tal como al inicio del artículo explicaba
que lo hace la medicina occidental. Si está habiendo un cambio del efecto
atmosférico de El Niño hacia La Niña, las presiones atmosféricas van a cambiar
y por lo tanto las tormentas van a refrescar, o no, amplias zonas de los
océanos que están muy calientes. Si sigue la deforestación de los grandes
pulmones del planeta, como la Amazonia y las selvas africanas, aumentarán las
sequías y se deterioraran los patrones globales del ciclo del agua. Si el Sol
sigue con su actividad tan elevada, también va a repercutir sobre las placas
tectónicas, sobre el campo magnético protector del planeta, sobre la formación de nubes, sobre la velocidad de los vientos,
sobre la evaporación, sobre la sequedad de la tierra y el estrés de toda forma
de vida, de todo lo que forma la cadena alimentaria y la estructura de la
biosfera. Todo tiene una razón de ser y no hay nada menos importante, y un
ejemplo de ello es la importancia de las migraciones de los animales, desde las
ballenas siguiendo los meridianos oceánicos de la Tierra hasta los ñus, los
búfalos, etc. que además remueven el suelo con sus pezuñas oxigenándolo,
debilitando la vegetación en zonas donde eso es justamente el motor de
regeneración y renovación de plantas y árboles dentro de sus ciclos de vida
ajustados a cada ecosistema.
Por eso ahora tanto el desarrollo como la lectura
de la noticia de un evento debería tener una visión global y un análisis
drástico y contundente de cómo la mayor parte de responsabilidad de la crisis
planetaria recae en el ser humano y su falta de conciencia, su falta de comprensión
del planeta en el que vive, y obviamente su falta de amor, que ya de principio
no tiene ni a los miembros de su propia especie al permitir las guerras, genocidios
y hambrunas que hay en muchos países.
Hay muchos conocimientos que no salen a
la luz, hay posibles soluciones que quedan marginadas y desechadas por la
presión y fuerza de clases dirigentes y grupos de poder, hay toda una
manipulación para no cambiar un modelo cuyo fundamento es el abuso y la
destrucción del planeta, todo ello mientras el planeta avisa y notifica su
desequilibrio, mientras avanza la sexta extinción masiva y reina una
desesperanza que no ayuda por muy justificada que pueda ser. Al mismo tiempo es
imposible no amar este planeta, es imposible no encontrar belleza en cualquier
parte, es imposible no ver la fuerza de vida que expresa y cómo nos volvemos
insignificantes ante cualquier evento catastrófico. Habitamos un gran cuerpo
planetario del cual formamos parte y la sanación y recuperación de todo
trastorno ha de empezar por nosotros mismos, como las células que habían
provocado la enfermedad y que de pronto han transmutado, han cambiado su
dinámica y se han vuelto sanadoras y protectoras del cuerpo que les da sustento
y vida.
Fuentes:
Imágenes:
- Imagen de la
Tierra: De NASA/Apollo 17 crew; taken by either Harrison Schmitt or Ron Evans -
https://www.nasa.gov/multimedia/imagegallery/image_feature_329.html
, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43894484
- Imagen del
Cinturón Peripacífico: By Pacific_Ring_of_Fire.svg: Gringer (talk) derivative
work: B1mbo (talk) - Pacific_Ring_of_Fire.svg, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14610013
- Imagen del
Cinturón Mesogeico: Transferred from de.wikipedia to Commons by Jo Weber.,
Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3652935
- Imagen placas
tectónicas: De Eric Gaba (Sting) created by Ævar Arnfjörð Bjarmason under PD
and based on an USGS mapData: Prof. Peter Bird's map, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31487408