martes, 3 de mayo de 2022

PLANETA TIERRA: EVOLUCIÓN HACIA UNA INTELIGENCIA PLANETARIA

 Redactado y publicado por David Arbizu


La situación actual que estamos viviendo en la Tierra va dejando cada vez menos dudas, si es que todavía quedan algunas, respecto a toda la influencia del ser humano sobre las condiciones que permiten que este sea un planeta habitable, con una enorme biodiversidad y una biosfera con sistemas y ciclos engranados y enfocados hacia la homeostasis y las regulaciones mantenedoras de esas condiciones. El término Antropoceno es cada vez más aceptado y reconocido como el nombre de la época geológica actual, donde una especie del planeta, el ser humano, está generando un impacto negativo y determinante sobre el funcionamiento de la biosfera y de todas sus partes y ciclos, que especialmente se manifiesta con una severa y peligrosa alteración de los patrones climáticos, tanto globales como de áreas o regiones concretas. Este impacto antropogénico está directamente vinculado con la evolución de la especie humana y su expansión sobre todo el planeta, y su punto clave se encuentra en la tecnología desarrollada hasta el momento, una tecnología que, en general, está provocando y acelerando la sexta extinción masiva y un proceso que puede conducir a un colapso de la biosfera.

Frente a la gran cantidad de artículos científicos que se publican asiduamente vinculados con descubrimientos realizados dentro y fuera de nuestro sistema solar, desde nuestro propio Sol hasta lejanos agujeros negros o supernovas, en lo que llevamos de este año ha habido varias publicaciones interesantes sobre nuestro planeta relacionadas con su proceso evolutivo y con el concepto de la Tierra como una entidad planetaria con un gran potencial para el desarrollo y sostenimiento de formas de vida. Dentro de esta línea hay un interés científico en analizar y concluir hasta qué punto se puede considerar que el planeta tiene conciencia de los procesos que forman parte de sostener la biosfera equilibrada y saludable, hasta qué punto toda la actividad colectiva de todas las formas de vida existentes en el planeta favorece que la Tierra adquiera lo que en algún artículo se ha señalado como “vida propia”.


Algunos estudios muestran descubrimientos o análisis que conllevan la señalada cuestión de vida propia a nivel planetario. Por ejemplo, se ha detectado que desde las profundidades de la Tierra se emite una especie de pulso cada 26 segundos, y aunque algunos expertos lo han relacionado con movimientos sísmicos en zonas concretas, incluso vinculados a las oscilaciones provocadas por los océanos al contactar con las placas tectónicas, todavía no se sabe con exactitud el origen de este pulso. Otros estudios se centran más en la capacidad de autorregulación del planeta enfocada hacia la homeostasis, hacia el mantenimiento de unas condiciones apropiadas para que se pueda sostener una biosfera conteniendo una biodiversidad extremadamente rica como la que hay en nuestro planeta. Aunque se pueda considerar que la biosfera es la capa donde se desarrolla y experimenta la vida, una capa que normalmente se considera que abarca desde la fosa más profunda de los océanos hasta la cima del Everest, cada vez se va comprendiendo más que todo el planeta, desde su núcleo interno, forma un gran engranaje del cual dependen cada una de sus partes, incluida la biosfera. Esta concepción que va avanzando y manifestándose en algunas investigaciones científicas enlaza también con otro concepto que se está utilizando cada vez más y que es el de “sistema del bucle de retroalimentación”, que sería la forma de definir un sistema planetario cuya finalidad es la homeostasis y el equilibrio, como un mecanismo de autorregulación capaz de detectar cualquier desajuste o trastorno y de poner en marcha medidas para reajustar o reestablecer los efectos negativos generados. En este sistema o mecanismo estarían integrados todos los ciclos, patrones y procesos que forman el engranaje que genera las condiciones que caracterizan a la Tierra, desde los oceánicos hasta los atmosféricos, los terrestres e incluso los relacionados con las energías solares y cósmicas que llegan al planeta, que son necesarias pero también deben ser controladas para su correcto aprovechamiento.

El pasado mes de febrero se publicó un artículo muy interesante sobre la posibilidad de la existencia de una inteligencia planetaria. El estudio está desarrollado por un equipo de investigadores bajo la dirección de Adam Frank, astrofísico de la Universidad de Rochester (Nueva York), y se publicó en la revista International Journal of Astrobiology. El estudio aporta una explicación exhaustiva, con muchos enlaces a otros estudios científicos relevantes, sobre una forma de desarrollo planetario que marca la evolución de los planetas con vida, planetas que funcionarían como “cerebros” conteniendo mecanismos de autorregulación y sistemas interactuantes como un medio operativo cuya finalidad es el mantenimiento de unas condiciones apropiadas para la vida que se ha ido desarrollando en el planeta. Tal como se reconoce en el propio estudio, esta concepción tiene muchos vínculos con la Hipótesis Gaia desarrollada por James Lovelock, publicada en 1979, que afirma que es la propia vida de la Tierra junto con toda su relación con el propio mecanismo del planeta, con su geoquímica y sus sistemas de autorregulación, la que fomenta las condiciones globales para que el planeta sea habitable. El estudio también hace referencia al darwinismo y la teoría de que la perpetuidad y evolución de las especies tiene una relación directa con su capacidad de adaptación y de avance a nivel genético, algo que está expresado en la frase darwinista “supervivencia del más apto”, pero en este caso no está implícita la existencia de una inteligencia, ni siquiera a nivel de especie, sino que se considera que los procesos evolutivos son solo biológicos y, por lo tanto, físicos. De algún modo, frente a la idea de la Hipótesis Gaia de una fuerza de vida global interactiva, el darwinismo ofrece un aspecto que transmite un proceso evolutivo donde tiene más impacto la competitividad y la capacidad de supervivencia de cada especie, aunque todo sea fruto de la interacción con todas las otras formas de vida y las condiciones que ofrezca la biosfera a nivel de hábitats y ecosistemas.


En el estudio publicado en la revista International Journal of Astrobiology se define la inteligencia planetaria como “la adquisición y aplicación de conocimiento colectivo, operando a escala planetaria, que se integra en la función de los sistemas planetarios acoplados”. Esto significa que existe una estructura o sistema global formada por ese acoplamiento de subsistemas que forman la totalidad, donde las especies también forman parte de esa integración y conocimiento colectivo que conduce a un tipo de vida propia planetaria y un proceso global enfocado en autosustentarse, en autogestionarse, dando lugar a una inteligencia planetaria. Este propio mecanismo y su avance y desarrollo a través de las épocas y formas de vida planetaria se puede estructurar en cuatro etapas con las que el estudio define el proceso evolutivo y “biosférico” de la Tierra: biosfera inmadura, biosfera madura, tecnosfera inmadura y tecnosfera madura. Voy a analizar brevemente cada etapa:

- Biosfera inmadura: Se considera que empezó a haber vida en la Tierra durante el eón Arcaico, hace unos 4 mil millones de años. En ese momento existían especies simples, como los primeros microbios y organismos procariotas, unicelulares, que apenas tenían influencia a nivel global. Durante el eón Arcaico las bacterias empezaron la fotosíntesis, pero en ese momento era anoxigénica y no se desprendía oxígeno. Conforme se incrementaba la cantidad de organismos unicelulares existentes, también lo hacía su capacidad de afectar a los sistemas geofísicos y geoquímicos acoplados del planeta. Todo ello implicó dinamismo y cambios, tanto en los propios sistemas planetarios como en las formas de vida. Por ejemplo, después de los primeros 2 mil millones de años de evolución planetaria, hace unos 3,5 mil millones de años, se llegó a lo que se conoce como Gran Evento de Oxigenación de la atmósfera, provocado por un proceso evolutivo de las cianobacterias directamente vinculado con el desarrollo de sus capacidades de fotosíntesis oxigénica. La atmósfera y las redes biogeoquímicas del planeta pasaron a ser abundantes en O, y esto fue un detonante para la aparición de formas de vida más complejas y también más dinámicas e impulsoras de procesos planetarios como una forma inicial de inteligencia planetaria. Estos procesos impulsan el avance hacia la siguiente etapa, llamada biosfera madura, en la que la vida tiene un impacto determinante en la evolución del planeta, y en la historia de la Tierra coincide con el final del Arcaico y el inicio del Proterozoico.

- Biosfera madura: Esta etapa representa un aumento constante de la conexión e influencia de la vida del planeta con los sistemas y ciclos planetarios que forman parte de procesos autorreguladores y homeostáticos. Esto conlleva que los sistemas también se vuelvan más complejos e interdependientes, incrementándose la formación de redes y estructuras que llegan a ser emisores y receptores de información y diagnóstico, y creándose un sistema autónomo y “organizacionalmente cerrado”, tal como se detalla en el estudio, que significa que “la individualidad de un sistema biológico es creada por el propio sistema”. Eso conduce a que el sistema global se crea y se mantiene a sí mismo bajo esa estructura de interdependencia, conexión y comunicación entre todas las partes junto con una dinámica basada en procesos adaptativos vinculados al propio sistema visto como un Todo.

En todo este desarrollo también han jugado un papel crucial los microbios y sus roles para impulsar bucles de retroalimentación básicos para la estabilidad necesaria que permita otros nuevos procesos y dinámicas. Entonces, al igual que con otros seres vivos, se observa que existe un nivel de cognición que va más allá de la búsqueda de los objetivos esenciales, que serían la supervivencia y la reproducción, de manera que se ejecuta una influencia sobre los sistemas del entorno que puede tener un fundamento basado en un conocimiento, en saber lo que se está haciendo o pretendiendo. Aquí también encontraríamos un buen ejemplo con los hongos y las conexiones que crean entre las raíces de los árboles, llegando a generar enormes redes subterráneas que pueden ser mayores que un bosque, donde a través de las conexiones se crea una transmisión de nutrientes que favorece a los hongos y también a las especies vegetales conectadas, donde se cree que puede haber un nivel de cognición para generar todo ese sistema rico y evolutivo.

De este modo, la vida y la biosfera evolucionan. Si se observa desde el inicio de lo que llamamos “biosfera madura”, surge el proceso de respiración como una forma de tolerar y aprovechar el exceso de oxígeno que llegó a haber tras el Gran Evento de Oxigenación de la atmósfera, y esa adaptación forzó mayor avance evolutivo y el desarrollo de un mundo con formas de vida que fueran capaces de respirar. Así que las formas de vida individuales impactan e influencian en el proceso evolutivo global, pero a su vez esa vida no podría desarrollarse sin la estructura de la globalidad. Se puede decir que, observando la evolución de la vida y las etapas planetarias dentro del concepto de inteligencia planetaria, “el todo es mayor que las partes”, porque esa estructura y proceso evolutivo global está por encima y marca las condiciones a las que se va a ver sometida cada parte o forma de vida. Esto enlaza con el concepto de Noosfera, que desarrolló Teilhard de Chardin entre el primer y segundo decenio del siglo pasado y que años más tarde utilizó el científico ruso Vladímir Vernadski describiéndola como un gran campo de influencia basado en la suma de lo que él llamó “energía biogeoquímica cultural”, donde el término cultural hace referencia a la actividad cognitiva colectiva.

- Tecnoesfera inmadura: Esta etapa está directamente relacionada con la evolución de una especie, con la formación de una civilización inteligente, que en el caso de la Tierra sería la especie humana. Se llega a esta etapa tras un apropiado desarrollo de la biosfera madura y una época de tiempo extensa sin grandes eventos destructivos planetarios, con estabilidad climática y de todos los sistemas junto con el aumento de biodiversidad. Al mismo tiempo se produce la expansión de la especie que pasa a ser dominante, tanto a nivel de ocupación de áreas de todo el planeta como por el aumento de su población.

En el caso de la Tierra, tras la última glaciación empezó la época del Holoceno, hace unos 11.700 años, una época de bonanza que permitió un mayor desarrollo de la biosfera y las formas de vida planetaria. Con el paso de los años, la especie humana fue alcanzando grados de civilización caracterizados por la aparición de la agricultura y los primeros asentamientos, la formación de ciudades, imperios y finalmente el desarrollo de la tecnología con el inicio de la era industrial y la utilización de combustibles fósiles. Todo ello desemboca en la época actual que llamamos Antropoceno, donde la tecnología desarrollada por el ser humano junto con el bajo nivel de conciencia como especie provocan la desconexión de los sistemas acoplados planetarios y de las otras formas de vida, llegando al control del funcionamiento de ese “Todo” como sistema planetario y entrando en lucha contra la naturaleza, como si la naturaleza fuera el enemigo y el bienestar humano dependiera de dominar esos sistemas junto con toda la vida planetaria.


Esta etapa, que es en la que nos encontramos ahora, representa el desarrollo de una tecnología que desequilibra todos los sistemas, que conduce a una grave inestabilidad y a lo que algunos expertos han llamado las tres crisis del apocalipsis: la crisis de extinción, la crisis de los tóxicos y la crisis climática. La forma de vida enfocada en el control y abuso sobre los recursos planetarios, sobre los sistemas y ciclos naturales y sobre toda forma de vida no tan solo representa un freno evolutivo a escala global sino un posible retroceso hacia etapas de la biosfera más rudimentarias y complicadas para los propios sistemas acoplados, para la propia capacidad autorreguladora del planeta y para la subsistencia de muchas especies junto con el debilitamiento o destrucción de todas las redes y conexiones que forman el entramado y engranaje de una biosfera rica, llena de biodiversidad y con un nivel de inteligencia planetaria elevado.

- Tecnoesfera madura: Según el estudio, esta etapa representa el verdadero desarrollo de la inteligencia planetaria, y es la etapa a la que debería llegar la Tierra para evitar colapsos de la biosfera y eventos extremos de desequilibrio y destrucción en todos los niveles. En esta etapa la especie líder está en plena conexión con el planeta, con sus sistemas acoplados, con las redes que forman el cimiento de la fuerza de vida, y favorece toda interconexión mediante una tecnología que busca el bienestar planetario y el correcto funcionamiento de todos sus ciclos y patrones, que se identifica como una parte vital y fundamental del Todo. La tecnoesfera madura es la expresión de la especie líder del planeta y su tecnología llegando a un punto elevado de comunicación y coevolución con la biosfera, donde el propósito principal es prosperar desde esa inteligencia planetaria que se expresa en una conciencia elevada de la especie líder, que en el caso de la Tierra es el ser humano, que alcanza un nivel de conciencia que contiene esa comprensión planetaria, incluso un reconocimiento de la entidad planetaria que llamamos Gaia.

Aunque el estudio se focaliza en el planeta Tierra, es interesante que se considere que este esquema sea aplicable a otros planetas con vida y que justamente sería útil en la búsqueda de formas de vida inteligente en otros planetas. Tal como se indica: “las únicas civilizaciones tecnológicas que podemos llegar a descubrir en el cosmos son las que no se suicidaron”, las que llegaron a una etapa de tecnoesfera madura con el desarrollo y estructura de una verdadera inteligencia planetaria, con una civilización líder y una tecnología utilizada desde un grado de conocimiento y conciencia al que esperemos que los seres humanos podamos llegar.








Fuentes:
https://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/es-la-tierra-un-organismo-vivo-701650537503?utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Facebook&fbclid=IwAR0B9llLbmiTQuuk_QMtnV4lOqqb-nQEdd4hXEK8ANli5df0D59VwlqcuD0#Echobox=1650638298