lunes, 30 de diciembre de 2019

Evento del mes de diciembre

Redactado y publicado por David Arbizu

UNA NUEVA AGRICULTURA COMO PUNTO CLAVE PARA SUPERAR LA CRISIS PLANETARIA
La agricultura es una de las actividades humanas que se vincula cada vez más con el desajuste climático que experimenta el planeta y muchos de los procesos de contaminación grave que conllevan deterioros y alteraciones insalubres sobre ecosistemas y hábitats de todo tipo, tanto terrestres como acuáticos y atmosféricos. Esto se debe a que, al igual que hablamos de la Revolución Industrial, también podríamos hablar de la revolución agrícola, en la que podríamos añadir la palabra “ganadera” por su estrecha relación y porque son explotaciones que comparten muchos efectos negativos y contaminantes, además de que la mayor parte de los cultivos son para abastecer a la ganadería; por ejemplo, se calcula que más del 80% de todas las tierras agrícolas mundiales se dedican a cultivos para la alimentación del ganado.

El ser humano ha ido cambiando las formas de cultivar, pasando de cultivos donde se respetaba lo que ofrecía la tierra y las especies propias de cada zona, con una explotación acorde a la recuperación y salud del terreno, a cultivos intensivos, con grandes extensiones dedicadas a una sola especie vegetal dominando todo el agrosistema, algo que se conoce como “monocultivo”, donde el enfoque principal es la producción forzada con todo tipo de tecnologías que han ido apartando al agricultor de los ciclos y engranajes naturales del suelo, empobreciendo la propia capacidad de la tierra al sustituirla por fertilizantes, pesticidas e incluso semillas genéticamente modificadas para buscar resultados y beneficios en lugar de salud, crecimiento y prosperidad de la tierra, del suelo y de toda la gran cantidad de formas de vida que intervienen en un sistema donde cada especie regula y abastece lo necesario para sostener el nivel y tipo de fertilidad que requiere cada área.

Tal como se está demostrando en todos los lugares del mundo, los sistemas basados en el monocultivo, a pesar de que es cierto que son muy productivos y en principio más fáciles de manejar, tienen inconvenientes como el requerimiento de altas cantidades de aportes externos en forma de energía, tecnologías invasoras, productos químicos y agua. En este artículo no voy a entrar en aspectos relacionados con este tipo de producción agrícola y la gestión y presión de las grandes compañías sobre agricultores de muchas partes del planeta, sino en el hecho de que, con un planeta en plena ebullición en cuanto a cambio climático, está constatado que estos sistemas son insostenibles y que están causando un gran impacto en la biodiversidad y en el clima. Por ejemplo, se sabe que agrosistemas bajo alta intensificación contienen un 40% menos de especies en comparación con zonas naturales.


Al mismo tiempo, frente a todo este panorama agrícola poco esperanzador, es constante la aparición de nuevas técnicas, muchas de ellas desarrolladas a partir del estudio de las formas de cultivo ancestrales que realizaban los pueblos nativos de cada lugar, donde también se pueden implementar tecnologías innovadoras enfocadas en convertirse en aportes positivos para restaurar ecosistemas, hábitats, formas de vida, cultivos perdidos y composiciones del suelo donde son necesarias las interacciones de los seres vivos, tanto animales como vegetales y también hongos, porque las nuevas investigaciones están mostrándonos la relación simbiótica que se forma entre todas las especies.

Relacionado con todo esto, se está observando un notable aumento de la productividad y la sostenibilidad de los agrosistemas cuando se trabaja con policultivos en lugar de monocultivos. En los policultivos las plantas trabajan en equipo mejorando la productividad de la cosecha e incrementando la biodiversidad del suelo, y todo ello genera que aumente la protección del espacio frente a plagas o hierbas competidoras o parasitarias y también que se produzca el medio ambiente necesario para que se incremente la presencia de polinizadores. Además, también se consigue que el suelo adquiera la compacidad adecuada formándose una estructura compleja y unificada que tendrá más poder para afrontar eventos climáticos adversos y aprovechar adecuadamente el agua que fluya sobre el terreno. Un buen ejemplo de esto es el cultivo conocido como “asociación precolombina”, donde se combinan tres especies muy diferentes: una cucurbitácea, como el calabacín o la calabaza, que demanda muchos nutrientes y se desarrolla a ras de suelo abarcando grandes superficies, una leguminosa, como las judías, que son capaces de fertilizar el suelo fijando nitrógeno atmosférico, y el maíz, cuyos tallos actúan de soporte para que la leguminosa se enrede y trepe por ellos pudiendo así compartir el espacio con la cucurbitácea. Otro ejemplo lo encontramos en lo que se conoce como “jardines naturales”, donde se combinan árboles frutales, arbustos, hierbas, vides y vegetales perennes de una forma concreta que busca imitar los ecosistemas naturales utilizando el espacio de manera sostenible y en la que también se tienen en cuenta los diversos niveles de crecimiento vertical para que todos los seres que habitan el espacio puedan trabajar y cooperar juntos, tanto para dar sombra como para generar protección frente al viento, mantener la humedad y temperatura adecuadas y también ser parte importante del hábitat de otros seres del mundo animal que con su presencia también aportan beneficios y cambios para sostener el equilibrio y estado más propicio y natural.

Plantación de policultivos

Independientemente de cómo se llegue a estructurar un espacio cultivable, lo que está claro es que para conseguir buenos resultados en todos los sentidos es necesario conocer las condiciones de la tierra de cada lugar y todo el proceso que realiza de forma natural para mantener su fertilidad, su salud e incluso toda la gestión de reciclaje de materia orgánica muerta. La nueva agricultura tiene que ser consciente de toda la riqueza y posibilidades con las que trabaja en concordancia, algo que hasta ahora no se ha estado valorando y que ha significado la degradación y mortandad del suelo, cuando es justamente el conocimiento y gestión de toda esa riqueza en forma de biodiversidad la que se va a poner al servicio de un mayor rendimiento de los cultivos si se trata desde el respeto y el reconocimiento de su valor. Por suerte cada vez son más los estudios e investigaciones dedicados a facilitar datos, tecnología e indicaciones para tratar la tierra de la forma más adecuada y provechosa para todos. También aumentan los proyectos para financiar estas investigaciones y para apoyar a los agricultores que quieran involucrarse y cambiar la forma de “hacer agricultura intensiva” para pasar a esta nueva agricultura acorde a una nueva conciencia del ser humano sobre la tierra y también como respuesta más o menos urgente frente a patrones climáticos que empiezan a ser devastadores en muchos lugares y que fuerzan un cambio de creencias en agricultores que hasta ahora defendían la agricultura intensiva frente a una agricultura biodiversa, en concordancia con las propiedades de cada terreno, que va a ser la que tenga más probabilidades de sobrevivir ante eventos climáticos severos. Pero todo esto no es nada fácil y todavía tienen mucho poder las grandes corporaciones, las grandes empresas financieras e incluso las aseguradoras, y todas ellas no apoyan estos cambios y en muchos casos representan el principal impedimento para tomar decisiones que se presentan como retos demasiado grandes al no tener el suficiente apoyo de empresas y sobre todo de gobiernos e instituciones oficiales.

También es importante tener en cuenta las diferencias por países, ya sea como factor favorecedor o bloqueador de innovaciones y riesgos. Si observamos Estados Unidos e India, podemos ver a priori dos países muy diferentes tanto a nivel de clima como de las extensiones de los campos de cultivo, la tecnología y los precios de los productos agrícolas, pero al mismo tiempo son países que este año han sufrido inundaciones devastadoras en sus campos de cultivo y que por un lado pueden haber perdido parte de sus cosechas y por otro lado han tenido que apurar al máximo el momento de la nueva siembra para que la tierra estuviera lo suficientemente seca como para asegurarse la germinación de las semillas. A pesar de que en ambos países encontramos ejemplos de agricultores y comunidades que han cambiado los monocultivos por sistemas más diversos como los que se están presentando en este artículo, en muchos casos la decisión del cambio es muy difícil por la falta de incentivos financieros para la innovación, así como la falta de fondos públicos para la investigación e implementación, de manera que muchos agricultores siguen con los sistemas que creen que les van a ser más rentables a corto plazo. Algo que también sucede en ambos países, aunque por causas diferentes, es que lo que el consumidor llega a pagar de más por productos cultivados de una forma más saludable y sostenible con el planeta es un valor que no llega al agricultor directamente, lo cual impide que pueda valorar positivamente un cambio donde no ve seguridad ni rentabilidad y sí muchos riesgos.

Por otro lado, hay países que parecen verdaderos ejemplos de innovación e impulso de esta nueva agricultura y de una nueva conciencia del agricultor. El ejemplo principal es Holanda, un país descrito en un artículo de National Geographic como “desprovisto de casi todos los recursos que se creía necesarios para la agricultura a gran escala”. En Holanda, especialmente desde finales del siglo pasado, se impulsaron políticas de apoyo a los agricultores para conseguir estructuras agrícolas autosuficientes tanto a nivel energético, con fuentes de energía renovables, como de otros suministros. Allí se optó por las granjas invernaderos y se ha conseguido una alta productividad con menor extensión de terreno, menor dependencia del agua e incluso con una reducción muy elevada e incluso completa, en algunos casos, del uso de productos químicos. Otros países con climas muy duros para la agricultura también están impulsando formas más sostenibles y de diversidad de cultivos. Entre estos países destacan Islandia, donde están utilizando la energía geotérmica para cultivar en invernaderos de forma sostenible durante todo el año, y Alaska, donde se utilizan técnicas agrícolas de clima frío y se aprovecha la proximidad de afluentes y ríos ricos en nutrientes. Por lo tanto, se puede decir que hay avances a nivel de tecnología y también a nivel de conciencia del ser humano para encontrar nuevas formas de cultivar la tierra y al mismo tiempo ser más un constructor que un destructor de hábitats, ecosistemas y formas de vida. Aunque seguro que se pueden encontrar inconvenientes a la agricultura de invernaderos y a otras que se puedan estar implementando actualmente, hay que considerar que son pasos que van allanando el camino hacia una forma de agricultura enfocada desde una conciencia más elevada.

Cultivos con especies que favorecen la actividad de los polinizadores

Como en cualquier actividad que haga el ser humano, es necesario ser consciente de todos los efectos que se estén generando sobre los otros seres vivos, sobre los sistemas que sostienen la biosfera, porque toda incisión o abuso va a llevar a un desequilibrio que, tal como ya estamos experimentando principalmente con los patrones climáticos, va a sernos devuelto y va a afectar nuestra supervivencia. La agricultura puede y debe cambiar, y puede pasar de ser uno de los factores negativos del cambio climático a ser un factor desde donde se impulse el reequilibrio y la recuperación y restauración de tierras y seres vivos, desde donde además se incremente la capacidad del suelo y del subsuelo de almacenar y sostener el carbono, de filtrar productos contaminantes y de producir alimentos puros y que sanen en lugar de enfermar debido a toda la química que contienen. La agricultura a pequeña escala, la del pequeño agricultor e incluso la de los huertos urbanos y huertos particulares, puede marcar un ejemplo a seguir mostrando todos los beneficios que aporta, y de hecho ya está simbolizando cómo debemos actuar frente al cambio climático. Conforme aumenten los efectos de los eventos climáticos sobre los campos de cultivo, también aumentará la presión para impulsar esa nueva agricultura, esa nueva forma de tratar una tierra, un suelo que queremos que nos dé alimentos, y también aumentará la presión para frenar la deforestación y las actividades contaminantes que matan el suelo fértil de este planeta. También aumentará la presión para recuperar muchas tierras abandonadas que, a nivel mundial, no están siendo consideradas por los gobiernos y que se permite que se estén degradando cuando en realidad, tal como las califica un estudio realizado por la Universidad de Minnesota: "son una oportunidad sin precedentes para los esfuerzos de restauración ecológica para ayudar a mitigar la extinción de especies y sus consecuencias para el bienestar humano”. De hecho, según algunos informes, un enfoque más agresivo y bien estructurado para restaurar las tierras abandonadas podría provocar grandes avances tanto en el reequilibrio del clima como en la detención de la sexta extinción masiva, y para ello se tendrían que crear verdaderos parques naturales donde pudieran coexistir zonas cultivables con zonas reforestadas donde la única actividad del ser humano fuera la de preservar la vida de las otras especies y protegerla de todo tipo de abuso, explotación y sacrificio. Esperemos que todo esto se llegue a conseguir porque significará un gran avance para la recuperación y sostenimiento de la biosfera como forma de supervivencia para todos los seres vivos de este maravilloso planeta Tierra que habitamos.


Fuentes:

sábado, 30 de noviembre de 2019

Evento del mes de noviembre

Redactado y publicado por David Arbizu

LOS CICLOS DE MILANKOVITCH: LA RELACIÓN DE LOS CAMBIOS DE LA ÓRBITA TERRESTRE CON LAS GLACIACIONES Y LOS PERÍODOS INTERGLACIALES

La mayoría de los estudios e informes sobre el cambio climático publicados en los medios de comunicación nos transmiten y demuestran que estamos experimentando un calentamiento global y que la causa principal se debe al aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, destacando el aumento de dióxido de carbono, algo relacionado directamente con las actividades antropogénicas. Este aumento continuo de las temperaturas nos conduce a un mundo futuro, cada vez más cercano, donde las condiciones serán cada vez más difíciles para la supervivencia, con patrones climáticos más extremos y también un aumento del nivel del mar que afectará a millones de seres que viven cerca de las costas.

Pero hay una parte importante de la comunidad científica y de expertos que defienden que el clima del planeta está regido por la alternancia de glaciaciones y períodos interglaciales, y que actualmente nos encontramos en el final de uno de esos períodos, acercándonos a una glaciación que se considera que no va a ser tan extrema como otras que han marcado la historia y evolución de este planeta, su biosfera y sus habitantes. Algunos científicos relacionan las glaciaciones y períodos interglaciales directamente con la actividad solar, una actividad que también pasa por ciclos de mayor y menor potencia, de mayor o menor capacidad de impulsar hacia el exterior la radiación solar, y justamente ahora nos encontramos en uno de los ciclos que llamamos “mínimo solar”, que corresponde al ciclo 25, un período de actividad muy baja que se calcula que alcanzará su punto de menor actividad entre 2030 y 2040.

Por otro lado, aunque no creo que estemos hablando de dos teorías o explicaciones científicas antagónicas sino probablemente complementarias, hay científicos y expertos que vinculan las glaciaciones e interglaciaciones con los “Ciclos de Milankovitch” o lo que algunos llaman “Teoría Astronómica del Cambio Climático”. Desde los ciclos de Milankovitch se muestra que los cambios climáticos globales que ha experimentado de forma cíclica el planeta en los últimos millones de años se deben a variaciones orbitales y que, por lo tanto, las diferentes fases por las que pasa la órbita terrestre junto con los propios movimientos del planeta (precesión, nutación e inclinación del eje de rotación) habrían sido los responsables de las glaciaciones e interglaciaciones ya que, por un lado, habrían regulado la cantidad de radiación solar que estaba recibiendo el planeta en cada momento determinado, pero además, por otro lado, también habrían regulado cuál de los dos hemisferios estaba recibiendo con más fuerza los rayos solares, algo importante al tener en cuenta el estudio de las glaciaciones e interglaciaciones, en parte debido a que cada hemisferio tiene una superficie de tierra firme y de océano distinta y, consecuentemente, no va a reaccionar de la misma manera frente los cambios de la cantidad de radiación solar que le llegue.

Tanto si consideramos la actividad solar como los ciclos de Milankovitch, estamos hablando de lo que se describe como “Forzamiento Climático”, un término que define la influencia que ejerce un agente exterior sobre la Tierra y que esa influencia puede llegar a modificar el clima del planeta. Ese agente exterior puede ser el nivel de actividad solar o todo lo relacionado con la distancia y los diversos ángulos de recepción de la radiación solar que el planeta va a tener dependiendo de su órbita y sus movimientos, pero lo que está claro es la gran importancia de la relación entre el comportamiento del Sol y el de la Tierra para sostener o impulsar los cambios climáticos de nuestro planeta.


Los ciclos de Milankovitch deben su nombre a Milutin Milankovitch, que fue un ingeniero civil, astrónomo, matemático y geofísico serbio nacido en 1879. Su teoría se basa en el hecho de que nuestro planeta gira alrededor del Sol influido por tres parámetros básicos que modifican sus movimientos de traslación y rotación, y que son estos tres parámetros los que impulsan los cambios climáticos del planeta. Estos parámetros son la excentricidad de la órbita, la oblicuidad, que se refiere a los cambios del ángulo del eje de rotación, y la precesión, que es el giro del eje de rotación, ya que se podría decir que la Tierra gira como una peonza. Aunque la Teoría de Milankovitch reconoce las alteraciones de la radiación solar que llegan al planeta dependiendo de cada momento y ciclo relacionados con la actividad del Sol, considera que no son suficientes como para generar cambios climáticos importantes en la Tierra, de manera que se podría decir que no daría una importancia decisiva a los ciclos solares, con sus apogeos y sus mínimos, como factores determinantes de las glaciaciones e interglaciaciones. Antes de Milankovitch, otros científicos también habían desarrollado teorías enfocadas de forma similar, pero fue Milankovitch quien consideró plenamente los tres parámetros.

Voy a analizar brevemente cada uno de estos tres parámetros o movimientos, unos parámetros cuyas variaciones son en gran medida consecuencia de la influencia gravitatoria del resto de astros del sistema solar. Cada uno de estos parámetros orbitales tiene una ciclicidad determinada que no es fija a nivel de duración, ya que cambia a lo largo del tiempo al igual que cambian las fuerzas gravitaciones que los causan:
- Excentricidad de la órbita: Se basa en lo estirada que está la elipse que forma la órbita de la Tierra respecto al Sol. La excentricidad es mayor si la órbita es más alargada y menor si es más circular, y varía entre sus valores extremos cada 100.000 años. Cuando la excentricidad llega a su punto más extremo, la cantidad de radiación que llega al planeta en el afelio (punto más alejado de la Tierra respecto del Sol) y en el perihelio (punto más cercano) varía en un 11%. En estos momentos se considera que la variación es de un 6% y que la órbita está convirtiéndose en menos excéntrica, cada vez más circular, lo cual significa que la duración de las estaciones cada vez será más similar.
Es muy interesante la relación de la órbita de la Tierra con los otros planetas del sistema solar. Estudios recientes han demostrado cómo Venus, por ser el planeta más próximo a la Tierra, y Júpiter, por ser el más masivo del sistema solar, producen un “tirón gravitacional” sobre la Tierra que hace que su órbita sea más o menos excéntrica respecto al Sol, aunque también se considera que Saturno ejerce ese tirón. Esto provoca que cada 405.000 años se alargue un cinco por ciento la órbita de la Tierra intensificando los efectos de los otros parámetros a nivel climático, de manera que los veranos se vuelven más cálidos y los inviernos más fríos, al mismo tiempo que se extreman los períodos y patrones de sequía y también los de precipitaciones. En estos momentos se considera que la Tierra se encuentra en una etapa media, a 202.500 años del inicio de este ciclo y por eso su órbita todavía es bastante circular y el clima menos extremo de lo que podría llegar a ser.
- Oblicuidad: Son los cambios del ángulo del eje de rotación de la Tierra, lo cual varía su inclinación respecto a la llegada de la radiación solar. La oblicuidad no provoca modificaciones en cuanto a la cantidad de radiación recibida pero sí en cuanto a su distribución sobre la superficie el planeta. Como es lógico, una oblicuidad o inclinación mayor representa estaciones con patrones climáticos más extremos. La inclinación oscila entre 21,6º y 24,5º cada 41.000 años y actualmente se encuentra en 23,5º. La tendencia actual es una disminución de la inclinación, lo cual, según la teoría de Milankovitch, representa inviernos más cálidos, veranos más fríos, y un patrón de enfriamiento general que puede conducir al inicio de una glaciación debido a que los rayos solares llegan con menor fuerza a las latitudes altas y el hielo acumulado en invierno se derrite menos de lo normal en verano. Además, cuanto mayor es la capa de hielo, mayor es el reflejo de la energía solar. Por estas razones, Milankovitch creía que la oblicuidad era el parámetro que tenía mayor efecto sobre el clima, y por eso dedujo un período de 41.000 años para las grandes glaciaciones, aunque investigaciones posteriores han demostrado que esto no se ha cumplido, al menos durante el último millón de años, y que el período está más en consonancia con los ciclos de 100.000 años que marca la excentricidad.
- Precesión: Es el giro que realiza el eje de rotación de la Tierra, que oscila como una peonza en sentido contrario a la rotación. Este giro dura 26.000 años y está vinculado con el movimiento de nutación, que es un movimiento ligero e irregular formado por el propio giro y que también recibe la influencia de otros planetas. La posición del planeta debido a la precesión señala la fecha de los solsticios y equinoccios. Actualmente el solsticio de verano en el hemisferio norte coincide con el afelio (máxima distancia del planeta respecto al Sol) y, de alguna manera, nos muestra que para la recepción de la energía solar es prácticamente más importante la oblicuidad y la precesión que la distancia que pueda haber entre el planeta y el Sol como resultado de una mayor o menor excentricidad.


Si se analizan los ciclos de Milankovitch desde la perspectiva de las glaciaciones e interglaciaciones, se observa que las glaciaciones llegan en periodos de alta excentricidad, baja inclinación y una distancia grande entre el Sol y la Tierra en verano, estas condiciones también suponen un menor contraste entre las estaciones. Por otro lado, las interglaciaciones están marcadas por períodos de baja excentricidad, gran inclinación, y con una distancia más pequeña entre el Sol y la Tierra en verano, algo que significa mayor contraste entre las estaciones.

A pesar de todo el avance que representan los ciclos de Milankovitch y los estudios y conclusiones mejoradas que se han conseguido gracias a ellos, hay más factores que afectan todo resultado estacional y hacen que uno o varios de los tres parámetros (excentricidad, oblicuidad y precesión) no representen situaciones tan determinantes o estructuradas. Un ejemplo lo encontramos en las Leyes de Kepler, concretamente en la segunda ley, que declara que el movimiento de la Tierra se acelera cuando pasa por el perihelio, de manera que aunque en ese momento la intensidad de la radiación solar sea mayor, también se acorta la duración del verano. Al mismo tiempo, las investigaciones actuales realizadas a partir del estudio de los materiales geológicos que forman el suelo de la Tierra, y que no han cambiado durante miles de años, demuestran situaciones con cambios bruscos en la periodicidad de las glaciaciones, situaciones que no siempre encajan totalmente en la teoría de Milankovith debido a que puede haber otro tipo de forzamientos climáticos que pueden coger una gran relevancia en momentos concretos de la evolución del planeta y a que, tal como advierten algunos expertos y científicos: “quizás estemos olvidando algún factor climático todavía desconocido”.

Extracción de testigos de roca en Arizona de hasta 215 millones de años antigüedad

La situación actual de crisis planetaria también rompe con muchos esquemas y teorías científicas y genera que se formen opiniones diversas sobre los efectos de estos parámetros al añadir otros que podrían parecer menos importantes o impactantes, pero que inciden y modifican los ciclos y patrones climatológicos terrestres y ponen en cuestionamiento muchas teorías respecto a la relación de la Tierra con el Sol y con los planetas del sistema solar. Esto podemos observarlo actualmente en la formación y desarrollo de grandes tormentas en el planeta, donde en muchos casos los sistemas de tormentas no cumplen las previsiones científicas, tanto en cuanto a su trayectoria como a su fortalecimiento y duración, pero desde la perspectiva científica todo ello va a conducir a un mayor alcance en el estudio del calentamiento global, a una mayor comprensión del período interglacial que estamos viviendo y a si realmente nos dirigimos a una glaciación, aunque sea, tal como se expresa en algunas ocasiones, una mini-edad de hielo.

Está claro que uno de los factores actuales decisivos del calentamiento global y del desequilibrio de los patrones climáticos es el devastador efecto de la actividad humana sobre el planeta, lo que podríamos llamar “forzamiento antropológico”, donde tiene gran importancia toda la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, especialmente de dióxido de carbono. Algunas investigaciones demuestran que, durante el último medio millón de años, el aumento de la temperatura global corresponde con los períodos interglaciales, pero también que en muchos casos primero aumentaba la temperatura y después el nivel de CO2, algo que parece no corresponder con la relación directa que actualmente hacemos entre mayor porcentaje de dióxido de carbono en la atmósfera y temperaturas más elevadas. Esto plantea la pregunta de si es el calentamiento el que provoca un aumento del CO2 o si es al contrario, y parece ser que la respuesta correcta sería: “ambas cosas”, de manera que es una relación de ambos sentidos donde también interfieren otros factores. Algunos de estos factores son: los movimientos de las placas tectónicas, cuya estabilidad también está relacionada con la llegada de los rayos solares y que además están vinculados con la actividad volcánica, porque una baja actividad volcánica con débil emisión de nubes de gas y ceniza favorece la llegada de los rayos solares y del calentamiento; la llegada de rayos cósmicos, también relacionada con una mayor o menor actividad solar, ya que la actividad solar normal o elevada frena la llegada de rayos cósmicos, rayos que también están relacionados con la formación de nubes en la atmósfera; la reflectividad de las capas de hielo, donde además de las temperaturas tendrá importancia el estado del hielo, si le llega la contaminación y todo el polvo y emisiones diversas formadas a partir de la actividad humana e incluso de los incendios, que en muchos casos, tal como estamos viendo actualmente, son provocados por el hombre. Desde los océanos también podemos constatar esta relación “altas temperaturas-emisión de CO2”. Se ha demostrado que conforme se calienta el Océano Antártico, disminuye la solubilidad del CO2 en el agua, lo cual facilita que el océano libere CO2 a la atmósfera dentro de un proceso que puede necesitar unos 1.000 años, que no es un período largo desde la perspectiva de la actividad planetaria.

Según la teoría de los ciclos de Milankovitch, la glaciación se inicia cuando los veranos son suficientemente frescos como para mantener el hielo acumulado en los inviernos, algo que no está sucediendo. Además, la actividad humana de los últimos 200 años ha provocado un aumento del CO2 extremadamente elevado como para significar el inicio de una glaciación. Por otro lado, tal como he señalado anteriormente, hay muchos factores que científicamente todavía se desconocen y que podrían ser verdaderos detonantes para que se desarrollara cualquier patrón impredecible. Creo que tenemos que ser muy conscientes de los sistemas internos propios de la Tierra, sistemas que marcan ciclos y forman un engranaje lleno de piezas pequeñas y grandes que todavía no conocemos en profundidad. Por otro lado, cada vez hay más investigaciones enfocadas en la relación de la Tierra con todo el sistema solar y con cada uno de sus planetas, y todo ello puede ofrecer nuevos resultados que aporten más datos y parámetros para una mayor comprensión y determinación del proceso que estamos viviendo. También es cierto que hay otros sistemas que conocemos y sabemos que podrían dirigirnos hacia una glaciación, como podría ser una ralentización excesiva del cinturón oceánico o circulación termohalina, algo que ya está sucediendo y que se puede observar en el Atlántico, provocado por el deshielo junto con la debilidad que está mostrando la Corriente del Golfo. Quizás una glaciación podría ponerse en marcha debido al desequilibrio de estos sistemas, como una respuesta potente que hiciera el planeta para reequilibrarse si no llegan a dar resultados positivos las “pequeñas respuestas” que ahora estamos experimentando con todo el desequilibrio climático global. Podemos afirmar que vivimos en un momento de la historia de la Tierra con dinámicas de retroalimentación climática muy sensibles y, de momento y por desgracia, también podemos afirmar que el ser humano no muestra la comprensión ni la sensibilidad suficientes como para no ser uno de los factores determinantes del agravamiento de la crisis planetaria.


Fuentes:


miércoles, 30 de octubre de 2019

Evento del mes de octubre

Redactado y publicado por David Arbizu

LOS "STORMQUAKES" O "TORMENTAMOTOS": SISMICIDAD VINCULADA CON TORMENTAS Y HURACANES 
Durante muchos años, los científicos han trabajo para demostrar hasta qué punto las tormentas tienen un efecto directo sobre los movimientos sísmicos y, por lo tanto, sobre las placas tectónicas. Hasta hace poco, muchos expertos defendían que era muy difícil confirmar que pudiera haber una relación entre un fenómeno como las tormentas, cuya formación, desarrollo y avance depende de la atmósfera y los océanos, y otro fenómeno como los terremotos, que se basan en movimientos de la tierra sólida, de las placas tectónicas, placas que en parte pueden estar o no bajo los océanos. Pero actualmente el estudio de las tormentas y huracanes está permitiendo descubrir los efectos y cambios que producen sobre las costas, sobre las profundidades del océano, incluso sobre corrientes oceánicas potentes e importantes, tal como últimamente se comprobó con la Corriente del Golfo, que se debilitó y se redujo casi en un 50% con el paso del huracán Dorian.

Hasta ahora no se había prestado atención a la sismicidad provocada por las tormentas, aunque sí se detectaba que había un tipo de olas resultantes que afectaban el fondo del mar causando temblores, pero los científicos los consideraban “ruido de fondo sísmico” y no los analizaban como terremotos. En un estudio publicado a principios del año 2018 se describía cómo las lluvias torrenciales que se acumulan sobre la superficie desde una tormenta tropical representan un enorme peso que conduce a una deformidad de la corteza terrestre, generando tanto una compresión como una dilatación, lo cual puede llegar a afectar al movimiento de placas tectónicas pero de una forma más lenta, generando una tensión que puede necesitar horas o días para llegar a manifestarse, en caso de hacerlo.

En un estudio publicado el pasado 14 de octubre de este año, 2019, se demuestra realmente cómo una fuerte tormenta puede desencadenar eventos sísmicos en el océano, de manera que la energía de las tormentas y del oleaje llega a interactuar con la superficie terrestre. El profesor Wenyuan Fan, profesor de Ciencias de la Tierra, el Océano y la Atmósfera de la Universidad Estatal de Florida, es el autor principal de este estudio y quien ha explicado que a estos eventos les han dado el nombre de “stormquakes” (“tormentamotos”). El estudio se ha basado en la revisión de más de una década de registros sísmicos y oceanográficos, en especial del oeste del Océano Atlántico, dirigidos tanto a fuertes tormentas tropicales como extratropicales.

Huracán Florence (2018). Fotografía: NASA

También se constató que la actividad sísmica se generaba cerca de los márgenes de la plataforma continental, que es la parte sumergida de los bloques continentales que forma un fondo submarino próximo a la costa, y también en zonas de formación de bancos oceánicos, que son zonas donde hay una elevación y, por lo tanto, menos profundidad en relación con el área que las rodea. Estas zonas poco profundas facilitan que se vayan acumulando los pulsos de ondas sísmicas que se generan a partir de la energía de las tormentas, a partir de los efectos de las grandes olas que se forman en la superficie y afectan el fondo de los océanos. Esta acumulación de ondas sísmicas puede llegar a provocar un cambio en su frecuencia y longitud, y entonces, en lugar de avanzar enormes distancias en forma de ondas largas y de menor frecuencia, que pueden durar desde horas a días, se concentran como una energía de presión que se transfiere al suelo. Así lo explica Wenyuan Fan al hablar de su estudio: “Estas colinas planas bajo el agua pueden concentrar la energía para que la presión de las olas se transfiera al suelo y llegue a crear una explosión uniforme de meneos, similar a un martillo golpeando en el océano”.

También se ha comprobado que no toda tormenta potente o huracán necesariamente tiene que causar terremotos, ya que la causa no solo depende del sistema atmosférico y del oleaje provocado, sino que intervienen otras condiciones oceanográficas concretas, la topografía del fondo marino y la estabilidad de todo lo relacionado a la tectónica de placas, donde no solo hay que tener en cuenta las grandes placas tectónicas sino también todas las placas menores y fallas que se convierten en vías de acumulación de presión. El avance de un huracán va a afectar el suelo terrestre debido a toda la energía que en algunos puntos impactará como una presión baja y en otros como una presión más elevada. Todo ello estará afectando el terreno y las condiciones de las fallas, provocando deformaciones tanto a nivel de compresión como de dilatación. En cualquier caso, va a representar una acumulación de tensión sobre la falla y, dependiendo de cuál sea la tensión acumulada en ese momento concreto, podrá actuar como un gatillo o punto cúspide para que se genere un movimiento sísmico.
En la imagen que sigue a continuación se observa el huracán Sandy (2012), como ejemplo de un huracán que ha sido uno de los más fuertes registrados pero no provocó ningún seísmo.


Las tormentas y huracanes también provocan otros efectos importantes, tanto sobre áreas próximas a la tormenta como a nivel global. Tal como he indicado al inicio de este artículo, los vientos huracanados pueden llegar a obstruir temporalmente el flujo de la Corriente del Golfo, algo que provoca que enormes cantidades de agua se dirijan hacia la costa, aumentando el nivel del mar y causando mayores inundaciones y destrucción. Además, como parte de la Circulación Termohalina, que es la circulación oceánica de ámbito planetario imprescindible para la regulación y equilibrio de los patrones climáticos de todo el planeta, este bloqueo o debilitamiento de la Corriente del Golfo afectará a nivel global y, especialmente, a toda la zona del Atlántico Norte, donde todas las aguas que llegan fruto del deshielo masivo también están dificultando el buen funcionamiento de la Circulación Termohalina o Cinturón Transportador Oceánico. Además, la Corriente del Golfo es básica para regular y suavizar las temperaturas de invierno de parte de Europa.

Otro efecto de los huracanes es la aceleración del proceso llamado “bomba biológica”. Esto sucede cuando los vientos generan intensas y duraderas corrientes submarinas que empujan los nutrientes del fondo del océano hacia la superficie provocando una floración de algas. Al cabo de un tiempo, las algas mueren y se hunden de nuevo en el océano proporcionando una gran cantidad de alimento para la vida marina de los fondos oceánicos.

Algo que en algunos casos también se ha observado en el Atlántico Norte es cómo los restos de algunos huracanes o tormentas afectan a la corriente Jet Stream. Esto sucede después de que se debiliten al moverse hacia el norte cerca de la costa este de Norteamérica y se dirijan hacia el centro del océano. Cualquier efecto sobre la corriente Jet Stream va a ser de ámbito global y podrá ser beneficioso o perjudicial dependiendo de si colabora en su estabilidad o si por el contrario acelera su desequilibrio y que se formen las ondulaciones que facilitan la llegada de altas temperaturas al Ártico y el descenso de tormentas polares hacia latitudes bajas del hemisferio norte. En la imagen que sigue a continuación se puede observar cómo los restos del huracán Dorian alteraron el Jet Stream provocando el descenso de una gran masa de aire frío que formó la potente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) o gota fría que causó graves inundaciones y devastación especialmente en la zona mediterránea de la Península Ibérica.


El estudio publicado recientemente abre el camino a nuevas investigaciones y a una mayor comprensión del funcionamiento de las tormentas, de sus efectos y de la conexión que existe entre todos los sistemas y estructuras que sostienen la biosfera, algo que es muy importante para que haya un verdadero avance científico desde un enfoque global aunque sea desde estudios de áreas concretas, viendo al planeta como un sistema dinámico, complejo y completo. Creo que sería muy interesante realizar este tipo de estudios con tormentas que se forman en otras zonas del planeta, como las que se forman frente a las costas mexicanas del Pacífico, donde domina la subducción entre placas tectónicas, o también en las que se forman en el oeste del Pacífico y pueden afectar toda la zona de placas que representa el arco insular de Japón y las profundas fosas marinas de Japón y de las Marianas. Como siempre, ¡queda mucho por aprender de nuestro amado y precioso planeta!


Fuentes:
Mapa "La secuela del huracán": https://www.lavozdegalicia.es


lunes, 30 de septiembre de 2019

Evento del mes de septiembre

Redactado y publicado por David Arbizu

LOS MEGAINCENDIOS
Todos estamos siendo testigos de los grandes incendios que están arrasando enormes partes de nuestro planeta. Algunos tienen mucha repercusión mediática y otros menos, pero creo que durante este verano del hemisferio norte serían muy pocos o ninguno los países donde no haya habido incendios, incluso en muchos encontraríamos cifras que mostrarían un incremento de la superficie quemada respecto a años anteriores y que ha aumentado la cantidad de incendios de gran tamaño y difícil control y extinción. Además, la gran crisis climática, el gran desajuste de los patrones climáticos, nos está mostrando que también en el hemisferio sur ha habido incendios aunque estuvieran en su temporada de otoño-invierno, porque de pronto puede haber una aumento inusual de las temperaturas en cualquier parte del planeta y generarse una ola de calor de efectos muy perjudiciales en todos los sentidos, tal como durante las últimas semanas hemos visto, por ejemplo, en Australia.

Las altas temperaturas también afectan especialmente a los océanos y a los casquetes polares, lo cual incide directamente en el equilibrio de los patrones atmosféricos, en el equilibrio de los vientos que impulsan y mantienen las corrientes que transportan humedad o sequedad, que dan forma a estructuras climáticas sobre las que se han desarrollado y se mantienen las diversas zonas que forman la naturaleza y ecosistemas del planeta. Hace meses que estamos viendo el desarrollo de tormentas con un potencial inimaginable, con precipitaciones que en muchas zonas han superado todos los récords registrados, generando inundaciones impresionantes. Pero también observamos cómo en algunos casos, a pesar de las grandes lluvias, no se recupera el déficit hídrico, como es el caso de España tras la reciente gota fría, donde uno se espera encontrar noticias informando de la recuperación de los niveles del agua de los embalses del país y en cambio sucede lo contrario y los niveles siguen bajando.

La actividad humana ha ido degradando sin cesar las grandes masas forestales, destruyendo y urbanizando, explotando, abusando de la vegetación y también de los recursos hídricos: de arroyos, ríos, acuíferos y pozos subterráneos, de manera que en muchas zonas las características de los suelos han ido cambiando, volviéndose inactivos, pereciendo conforme también han ido disminuyendo o desapareciendo muchas formas de vida que son imprescindibles para la salud de la tierra, para su respiración, para su capacidad de fertilidad, de ser una base y un cimiento para la vida y para la absorción correcta del agua de lluvia, del mantenimiento de acuíferos y pozos naturales. Todo ello conduce a desajustes fenológicos, a cambios en las especies que dominan los hábitats y ecosistemas, a posibles llegadas de especies invasoras que estarán afectando el equilibrio natural y que, en el caso de los incendios y hablando de especies vegetales, pueden ser especies que faciliten la expansión del fuego, que provoquen llamas más altas y destructivas, que hayan provocado cambios en el sotobosque haciéndolo más denso, más combustible, de manera que zonas donde podían haber incendios esporádicos de manera natural, como parte de un ciclo de regeneración, ahora son arrasadas por incendios que encuentran otro tipo de combustible y se vuelven demoledores y enormes. Un ejemplo de esta situación lo encontramos en zonas de España y Portugal con la introducción del eucalipto, que con el paso de los años ha ido sustituyendo especies autóctonas, empobreciendo el suelo y aumentando la posibilidad de incendios por su alta facilidad de combustión y su proliferación formando verdaderos puntos de alimentación para el fuego.

Toda esta situación que se refleja y forma parte de la crisis climática que sufre el planeta y que se va agravando por la falta de conciencia del ser humano, por no haber la correcta implementación de medidas para frenar el gran deterioro que afecta a todos los sistemas que forman parte del funcionamiento de la biosfera, conduce a unas condiciones que propician la aparición de un nuevo tipo de incendio que llamamos “megaincendio” o también “megaincendio climático”. Este término tiene una relación directa con otros que también definen incendios muy graves y poderosos, como “incendio de alta intensidad” y “fuego eruptivo”, términos que se utilizan para calificar incendios donde el fuego es prácticamente ingobernable.


Los megaincendios se clasifican como incendios de nueva generación. Son incendios muy agresivos, con una gran fuerza energética, con una gran capacidad de movimiento y extensión, incendios que en unas cuantas horas pasan de ser un pequeño fuego a un incendio de gran tamaño y alto índice de peligrosidad, formando varios frentes activos, donde en muchos casos podrán poner en peligro zonas habitadas y además extenderse por lugares de muy difícil acceso para las labores de extinción.

De algún modo, los megaincendios son una respuesta en forma de lección dura frente a la falta de responsabilidad del ser humano, no solo por todos los abusos sino por la falta de cuidado y gestión de las masas forestales, por la falta de comprensión e interés por adaptarse y convivir con los ciclos naturales de cada ecosistema, porque una de las causas que se consideran propulsoras de los megaincendios es que durante muchos años, desde el siglo pasado, el hombre ha intentado apagar todos los incendios lo más rápido posible, incluso deteniendo incendios que formaban parte de esos ciclos y procesos de regeneración natural, y causando una densidad forestal desequilibrada y artificial. A todo ello hay que añadir toda la codicia de agrandar las zonas agrícolas y ganaderas abarcando e invadiendo espacios naturales. En este sentido, se considera que algunos de los grandes incendios que hace semanas, e incluso meses, afectan al planeta han sido provocados, como los de la Amazonia y otras regiones de Brasil y Bolivia, especialmente, también los de países africanos como la República Democrática del Congo y Angola y los de Indonesia. En algunos casos, los campesinos incendian sus campos como una forma de regenerar la tierra antes de la siguiente siembra, pero en otros se quema el bosque para ganar terrenos para cultivar y, sea como sea, está demostrado que un porcentaje de estos incendios se descontrolan y acaban extendiéndose. Y aquí deben añadirse todos los incendios provocados por las redes criminales para ampliar sus negocios lucrativos. Lo que sucede ahora es que las condiciones climáticas y de los ecosistemas provocan que los incendios que se descontrolan se vuelvan fácilmente megaincendios. Por otro lado, las tormentas cada vez llevan más carga eléctrica y mayor cantidad de rayos que en ocasiones también representan el punto de ignición de un incendio y que ese punto pueda ubicarse en lugares de difícil acceso y más desprotegidos.

Con toda la información que está llegando a raíz de los incendios de la Amazonia, cada vez somos más conscientes de la gran mortandad que provocan sobre muchos animales de todas las especies, porque la velocidad del fuego resta posibilidades a los animales más rápidos y toda su fuerza energética y temperaturas elevadísimas impide que otros animales puedan protegerse, incluso bajo tierra. En el caso de los incendios de Brasil y Bolivia, nos llegan cifras espeluznantes sobre los millones de animales que han perecido. Además, cuando tratamos de megaincendios, dependiendo de la estructura del bosque o del ecosistema, el fuego también sigue a nivel subterráneo y va quemando raíces y combustible que encuentra bajo la superficie. Esto hace muchos años que sucede y se ha estudiado con los incendios de Siberia, donde domina la taiga, con grandes bosques de coníferas, y donde se forman enormes turberas, que son cuencas lacustres repletas de material vegetal más o menos descompuesto y que constituye la primera etapa del proceso por el que la vegetación se transforma en carbón mineral. En algunos casos se puede haber iniciado un fuego por un descuido humano y las personas no ser conscientes de ello ya que no se hace visible, pero el incendio puede ir ardiendo y avanzando lentamente y salir a la superficie a kilómetros de distancia del lugar donde se originó.

Incendio extendiéndose en una turbera

Los últimos grandes incendios que está habiendo en el planeta también nos muestran la grave contaminación atmosférica que provocan y cómo el humo denso y tóxico se extiende alcanzando grandes extensiones y también llegando a lugares que pueden estar muy lejos del fuego. Hace pocos días que hemos visto en los medios imágenes de cielos rojos con un aire irrespirable en muchas zonas de Indonesia y de otros países próximos a islas, como la de Borneo, donde continuamente hay enormes incendios provocados para ganar terreno para así plantar la especie de palmera de donde se obtiene el aceite de palma. También, el pasado 19 de agosto, en la ciudad brasileña de São Paulo se hizo de noche en pleno día debido a las enormes columnas de humo que llegaron desde los incendios de la Amazonia, a más de 2500 km de distancia; esas columnas de humo se combinaron con un frente frío y fuertes nubes de tormenta.

Cielo rojo sobre la Isla de Sumatra (Indonesia)

Dentro de esa contaminación atmosférica que provoca el incendio, hay que valorar que la combustión de la masa forestal emite dióxido de carbono que había sido absorbido y que justamente esa pérdida de masa forestal va a representar menor absorción de dióxido de carbono de la atmósfera. También se liberan otras partículas y gases tóxicos como el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos no metanos.
Los incendios también pueden contaminar acuíferos y flujos de agua cuya capacidad de filtrado ya está normalmente muy mermada tanto por la falta de caudal como por toda la contaminación provocada por el ser humano y por todos los impedimentos artificiales que provocan que el flujo no siga ni su camino natural ni pueda sostener su dinámica y regeneración.

Unos de los mayores perjudicados por los grandes incendios que ocurren en zonas extensas naturales y de vegetación de la Tierra, son las comunidades indígenas, las tribus nativas del lugar, que reciben directamente el impacto del fuego, con la posible destrucción de sus poblados, y también reciben toda la contaminación atmosférica, además de la devastación de su hábitat, de su lugar de residencia, de todo lo que forma parte de su vida y subsistencia.
En algunos casos, los incendios también arrasan campos de cultivo, explotaciones ganaderas e instalaciones que son importantes y están dentro del proceso creado por el ser humano para la producción y comercialización de alimentos. Si unimos estos efectos a los que provocan las enormes inundaciones que causan las precipitaciones torrenciales que está habiendo en muchas partes del planeta, todo ello conduce a situaciones de hambruna, de emergencia para lugares que ya de por sí sufren situaciones muy complicadas. De esta forma, se va incrementando el éxodo hacia las ciudades e incluso hacia otros países u otros continentes y aumenta y se agrava la circunstancia y realidad de los refugiados climáticos.

Si no somos capaces de cuidar el planeta, de comprender que nuestra salud y supervivencia están directamente relacionadas con la salud y supervivencia de la Tierra, de su biosfera, de cada ser vivo que la forma y la sostiene en interrelación con todos los demás, entonces cada vez tendremos que ir utilizando con mayor frecuencia el prefijo “mega”, tal como ya vamos viendo con las tormentas, con los incendios, con los movimientos sísmicos y magmáticos, con las olas de calor y de frío, con el deshielo. Esperemos que no tengamos que experimentar mayores mega-catástrofes y que, como seres humanos, lleguemos a actuar por el bien del planeta y de todos sus sistemas, de todos sus seres, incluidos nosotros mismos.    



Fuentes:


viernes, 30 de agosto de 2019

Evento del mes de agosto

Publicado por David Arbizu

AUMENTO CONSTANTE DE LOS PROBLEMAS CAUSADOS POR LA INTRUSIÓN DE ANIMALES SALVAJES EN ZONAS URBANIZADAS
Desde hace décadas, la expansión humana sobre el planeta ha llegado a un punto en el que ya no deja un mínimo espacio vital para los otros seres vivos que lo habitan. Esto significa un proceso casi imparable de extinción de muchas especies, pero también significa que, con la pérdida de sus hábitats, de sus fuentes de alimentos, de todo lo que representa poder desarrollarse y vivir dentro de un equilibrio natural, lejos del “mundo antropocéntrico”, los animales acaban adentrándose en zonas colonizadas por el ser humano, zonas que en muchos casos les pertenecían, eran sus hogares, y a las que ahora vuelven a adentrarse por mera supervivencia, porque se les acaban otras opciones y ellos también tienen derecho a jugar sus cartas buscando su propio beneficio, aunque sea bajo un juego forzado e inevitable.

Creo que no es necesario entrar a fondo en todo lo que las actividades humanas provocan sobre el equilibrio de los ecosistemas y hábitats, sobre los ciclos de la vida animal, causando desajustes fenológicos e incluso muertes directas a través de la caza, la propagación de plagas para exterminar especies que de repente se vuelven incómodas, la deforestación, las grandes contaminaciones de todo tipo, las extracciones del subsuelo y toda la destrucción necesaria para su establecimiento, y los incendios provocados, tal como en este momento estamos observando que sucede en muchas partes del planeta y, en especial, en la Amazonia; en resumen, todo el exterminio que el ser humano está provocando en el planeta atribuyéndose unos derechos especiales a través de los cuales ha expulsado y exterminado completamente algunas especies de sus hábitats, pero también ha facilitado la expansión y procreación explosiva de otras que se han convertido en plagas difíciles de gestionar. En muchas ocasiones, sobre todo desde hace pocos años, se han puesto en marcha iniciativas para reinsertar y recuperar especies autóctonas que se habían exterminado, como es el caso de los lobos y los osos en algunas partes de España, pero la situación de los espacios naturales ya no es la misma que cuando estos animales vivían en estos lugares y ahora generan problemas de convivencia con el ser humano que antes no pasaban con la misma intensidad. Al mismo tiempo, la falta de depredadores ha permitido que otras especies se adueñen y se expandan en muchas zonas en las que el espacio se ha ido mermando por las actividades y urbanización humanas, y ahora esta situación ha conducido a verdaderos y graves conflictos de difícil solución. Uno de los ejemplos más claros y que afectan prácticamente a todo el planeta, tal como se verá más adelante, es el caso del jabalí.


El ser humano parece que pueda controlarlo todo, pero la fuerza de la naturaleza y de la vida es extremadamente poderosa. Se sabe que no es fácil controlar la fuerza del instinto vital de los seres vivos y que muchas especies tienen grandes capacidades de adaptación, de modificar conductas y mostrarnos un nivel de inteligencia y de toma de decisiones que en muchas ocasiones no se reconoce pero que es elevado, está enfocado totalmente en su supervivencia y en su reproducción, y se transmite de generación en generación para que la especie tenga cada vez mayores posibilidades en un mundo cambiante y, como sucede ahora mismo, devastador. En este sentido, es interesante ver cómo algunas especies han avanzado su ciclo reproductivo, sus períodos de hibernación e incluso de migración. También se ha observado cómo algunas especies han modificado su tamaño para adaptarse a los pueblos y ciudades, incluso cómo ha habido hibridación entre especies, como es el caso del “coyolobo”, una especie que se ha generado especialmente en Norteamérica a partir del cruce de coyotes, lobos y perros domésticos y cuyos ejemplares se ha constatado que son de mayor tamaño cuando viven en áreas naturales, donde pueden cazar presas grandes en manada, y de menor tamaño cuando viven cerca de ciudades, donde sus presas son más pequeñas y también necesitan pasar más desapercibidos frente a los humanos.

Ya hace años que, con la pérdida de hábitats y de fuentes de recursos, algunas especies empezaron a acercarse cada vez más a las zonas habitadas por el ser humano. Algunas de ellas ya hace incluso siglos que se han instalado en grandes urbes, donde encuentran refugio, alimento y facilidades para su reproducción, como es el caso de muchos insectos que normalmente habitan subterráneamente, de algunas especies de aves como las palomas y también de roedores, pero otros animales que no pasan tan desapercibidos también están entrando en las zonas habitadas y utilizando los recursos que allí encuentran. También hay otras especies que se han expandido por muchas ciudades debido a accidentes o falta de conciencia del ser humano, que en algunos casos ha alimentado ocasionalmente a algunos animales salvajes provocando un cambio de conducta y de acercamiento que ellos no hubieran tenido por sí mismos. Es impactante el caso de las cotorras argentinas, originarias de Sudamérica, que en muchos lugares han provocado una baja significativa de aves autóctonas y cuya expansión, en muchos casos, ha empezado por ejemplares que se han escapado de jaulas particulares y también de zoológicos. Pero también se pueden encontrar otros animales que en su momento fueron comprados como mascotas y luego se abandonaron por varios motivos, como es el caso del cerdo vietnamita, que luego se ha cruzado con el cerdo europeo y también con el jabalí. También es notable el problema que causan los mapaches, traídos de Norteamérica a Europa como mascotas y que ahora se considera una de las especies invasoras más problemáticas y extendidas. Otro ejemplo lo tenemos en Florida con la boa constrictor y pitón africana, que se han expandido peligrosamente por gran parte del estado debido a que las personas que las habían comprado acabaron abandonándolas en los Everglades, una zona natural de pantanos donde se adaptaron con gran facilidad y desde donde empezaron a reproducirse y expandirse para convertirse en una verdadera amenaza que se adentra en muchas localidades. También en Florida encontramos el problema de la superpoblación de iguanas verdes, una especie invasora muy perjudicial para los ecosistemas de esa región, cuyos ejemplares se empezaron a detectar en 1960 y se considera que también fueron liberadas por personas que las tenían como animales de compañía y las abandonaron.

En estos momentos, hay dos especies de animales que son las más representativas del conflicto con el ser humano por su intrusión en las zonas habitadas: los jabalíes y las gaviotas.
Los jabalíes están incluidos en la lista de especies más invasivas de la Unión Mundial para la Naturaleza. Es un animal que crece bien en cualquier entorno y que, desde los bosques  y zonas naturales, se ha ido acercando a las ciudades por varios motivos, entre los que destacan la propia expansión de las ciudades y la pérdida de sus hábitats naturales, la falta de depredadores y, consecuentemente, un gran aumento de sus poblaciones y todo lo que a partir de la actividad humana representa un beneficio para su supervivencia al poder acceder a contenedores de basura, huertos y jardines particulares, zonas agrícolas cercanas a las ciudades y parques públicos donde encontrar comida abandonada. Aunque son animales que normalmente no atacan al ser humano, en muchas ciudades de todo el mundo, entre las que se pueden destacar: Barcelona, Berlín, Roma, Hong Kong, Houston y Toronto, van aumentado los conflictos conforme estos animales se aventuran más en el interior de las poblaciones y se vuelven más atrevidos, lo cual significa que podrían ponerse más agresivos ante un obstáculo frente a lo que quieran obtener. Por otro lado, los jabalíes también perjudican la vida silvestre y la biodiversidad y se ha constatado que muchas especies de animales desaparecen de las zonas dominadas por los jabalíes. Además, los jabalíes son portadores de una serie de enfermedades, incluidas la tuberculosis, la hepatitis E y la gripe A, que pueden dar el salto a los humanos, y también pueden transmitir a otros cerdos la peste porcina africana (PPA), un virus incurable y altamente contagioso. Muchas de las ciudades afectadas han puesto en marcha diversos procedimientos para frenar esta invasión, pero finalmente la gran mayoría está contando con cazadores entrenados para actuar dentro del perímetro de la ciudad. Al mismo tiempo, hay programas, como el de Barcelona, dirigido por veterinarios, que se enfocan en cazar a las hembras dejando manadas libres donde la mayoría sean machos adultos y al mismo tiempo realizan una labor de culturalización sobre la ciudadanía para que su comportamiento ayude a evitar las incursiones en la ciudad. En otros municipios se ha empezado a pulverizar orina de lobo en puntos de paso y de manera perimetral para que los jabalíes no se atrevan a acercarse a las zonas habitadas, pero todavía no hay pruebas concretas de que esta técnica sea efectiva, aunque sí que es quizás la más ecológica y sin efectos nocivos sobre otros animales.


La otra especie que está causando graves problemas de convivencia con el ser humano es la gaviota. En este caso, las gaviotas han entrado en muchas ciudades con más fuerza que los jabalíes porque han anidado en los techos y se han vuelto completamente urbanas. Son animales poderosos y muy inteligentes que hace años empezaron a abastecerse en los vertederos, cambiando su alimentación al encontrar comida fácil, lo cual también provocó que estas aves se adentraran más de lo normal hacia el interior, aunque su área de predominancia sigue siendo las costas y, por lo tanto, las ciudades costeras. Además, el alumbrado público facilita que puedan alimentarse tanto de noche como de día, y el clima más cálido del interior de las ciudades les permite comenzar su temporada de reproducción antes de lo normal. Se sabe que las gaviotas buscan comida rasgando bolsas de basura y rastreando las playas, y también que atacan a palomas e incluso a gatos, pero la osadía y violencia de estas aves por conseguir alimento fácil y por proteger a sus crías está llegando a extremos peligrosos para el ser humano, algo que este verano de 2019 se ha observado y ha sido noticia en varias ciudades, destacando algunas del Reino Unido, como Cardiff, y de Estados Unidos, como Ocean City, en Nueva Jersey. En Cardiff se sabe que han atacado a carteros y a personas al salir de su casa debido a que tenían cerca sus nidos y quizás algún polluelo había caído al suelo, pero en ambas ciudades destacan sus conductas cada vez más agresivas, tanto con las personas para conseguir comida como con otros animales pequeños, como es el caso de un chihuahua, que una gaviota cazó y se llevó, y el de un yorkshire, que fue herido mortalmente al ser atacado por varias gaviotas.


Algo que está claro es que las gaviotas asocian al ser humano con la comida y, tal como señalan algunos expertos, el problema viene de cómo tratamos la comida y los desperdicios. En muchos lugares, como las dos ciudades nombradas anteriormente, este verano las gaviotas se han abalanzado sobre personas que estaban comiendo por la calle, ya que ellas no diferencian si esa comida está abandonada o no, solo saben que es accesible aunque esté sostenida por las manos de una persona y han aprendido a intimidar a las personas para que suelten la comida y así poder cogerla. En Ocean City se pidió a los comerciantes del paseo marítimo que proporcionaran a sus clientes contenedores cerrados para llevar la comida que compraran, ya que de lo contrario muy posiblemente serían atacados por una o dos gaviotas para que la soltaran y eso provocaría que todavía más gaviotas se acercaran. En esta ciudad de Nueva Jersey incluso se vio a gaviotas perseguir a personas que estaban comiendo helados, y la situación se ha vuelto tan grave que se han contratado los servicios de una empresa de aves rapaces, como halcones y búhos, para ahuyentar a las gaviotas, ya que no las cazan sino que su sola presencia las asusta y hace que se alejen, tanto de la ciudad como de otros lugares como granjas, aeropuertos y estadios, donde estaban creando situaciones peligrosas.

En todo el mundo podemos encontrar situaciones parecidas e incluso más peligrosas debido a la naturaleza de cada animal y las medidas de protección que pueden conseguir los habitantes de cada zona del planeta. Voy a enumerar, por países, algunos ejemplos concretos de problemas con animales que tienen una relación directa con el lugar donde suceden y que entran en conflicto con los humanos que habitan la zona debido al cambio climático y a los abusos y expansión del ser humano, algo que da como resultado la pérdida de hábitats, la dificultad de encontrar alimentos y otros cambios de conducta que los animales deben realizar para adaptarse a un medio ambiente más duro e inestable.  
- Tanzania: Problemas con hipopótamos y cocodrilos por parte de personas que viven cerca de cuerpos de agua y tienen ganadería y cultivos, aunque también ha habido ataques directos a personas. 
- Estados Unidos: Aumento de mordeduras de serpientes en todo el país, pero en especial en estados del sur, vinculadas a la crisis climática y los suburbios en expansión.
- Archipiélago de Novaya Zemlya (Rusia- zona Ártica): Se han hecho virales las imágenes de osos polares paseando y tratando de entrar en las viviendas.
- México: Se ha detectado un cambio de conducta de las serpientes de cascabel en el noroeste del país, relacionado con el aumento de las temperaturas, que está provocando que se suban a arbustos y árboles para aliviar el calor y que aumenten su actividad, de forma que las mordeduras de estas serpientes ahora será más fácil que puedan ser en la cabeza y el cuello de las personas y una mayor actividad facilitará mayor movilidad para acercarse más a zonas habitadas en estado de caza y alerta.
- Florida (Estados Unidos): Se ha constatado mayor movimiento y aproximación de los caimanes a zonas habitadas. Incluso hay imágenes mostrando cómo intentan entrar en viviendas por las puertas para los perros, saltan vallas y nadan en los charcos que se forman en carreteras y calles cuando llueve. Cuando hay inundaciones pueden buscar cobijo y seguridad en jardines elevados, algo que también se ha observado que hacen las serpientes, que incluso suben por las paredes de las viviendas.
- Australia: También en muchas zonas ha sido noticia el avistamiento de caimanes y serpientes en calles de ciudades costeras inundadas.
- Zimbabwe: Algunas comunidades agrícolas han puesto en marcha granjas con riego solar que están dando sus frutos, pero eso también atrae especialmente a los elefantes, que tienen dificultades en encontrar pasto y otros forrajes debido a la sequía y acaban invadiendo y destruyendo los campos de cultivo.
- India: El enorme crecimiento demográfico acelera la expansión de las zonas urbanas, que limita los entornos naturales y conduce a tensos choques entre humanos y animales salvajes. En algunas ciudades han entrado elefantes y otros felinos salvajes que han causado gran devastación y alarma.

Estos son algunos ejemplos, pero en todas las zonas urbanizadas están aumentando los conflictos con todo tipo de animales. Y, tal como he mencionado al principio, hay una sabiduría e inteligencia animal que se enfoca completamente en la supervivencia de la especie y puede llevar a cabo acciones y cambios no esperados, tal como se observa en algunas hibridaciones espectaculares, como la del coyolobo, que actualmente se considera el animal más adaptable del planeta, con una capacidad de convivencia con el ser humano llevada desde un alto nivel de inteligencia, donde muchas veces no se capta su presencia ni siquiera en grandes ciudades como Nueva York; un animal que sabe viajar siguiendo las vías férreas y que mira a ambos lados antes de cruzar autopistas y carreteras.

Esperemos que la inteligencia y conciencia del hombre se pongan a la altura necesaria para que disminuyan los conflictos con los animales y se encuentren los procedimientos necesarios para encontrar el equilibrio adecuado para la existencia y supervivencia de todas las especies, antes de que la situación se agrave mucho más y abarque más zonas del planeta y se tenga que llegar a una verdadera batalla por el espacio y los recursos y fuentes de subsistencia. Todo está directamente relacionado con el Antropoceno y con cómo el ser humano va a gestionar la crisis climática que cada vez se va agravando más en todo el planeta. 



Fuentes:
https://www.elmundo.es/ciencia/2016/02/13/56bdad36ca47416b768b461a.html