martes, 27 de diciembre de 2022

DESHIELO Y ACIDIFICACIÓN DEL OCÉANO ÁRTICO

Redactado y publicado por David Arbizu


Estamos siendo testigos de notables cambios y desequilibrios en los patrones climáticos que durante muchos años han contribuido a la formación de una biosfera con unas condiciones muy favorables para el sostenimiento y prosperidad de la maravillosa biodiversidad de nuestro planeta. De hecho, el equilibrio climático ha sido uno de los fundamentos del Holoceno, el período posglacial que empezó hace más de 11.700 años y que ahora ha dado paso a lo que denominamos Antropoceno, el período donde la actividad humana está siendo determinante para generar cambios en la biosfera y los patrones y sistemas del planeta, así como sobre todas sus formas de vida. Estos cambios han conducido a la actual crisis planetaria, a la ya científicamente reconocida “sexta extinción masiva” y a una situación donde el clima y otros eventos nos muestran que también nuestra supervivencia está en peligro.

Una de las zonas más estudiadas del planeta es el Ártico, tanto por su importancia sobre los patrones y la estabilidad climática planetaria como por otros efectos determinantes como son el aumento del nivel del mar y las implicaciones sobre la cadena alimentaria. Aparte de todos los estudios y mediciones relacionadas con el deshielo, un tema cada vez más preocupante es el aumento de las temperaturas de la atmósfera, especialmente porque ya hace años que toda la región muestra un calentamiento mucho más rápido que el promedio mundial. Desde que empezaron las mediciones en 1900, los últimos siete años han sido los más cálidos del Ártico, algo que indica el drástico cambio que está habiendo y que conlleva muchos más desequilibrios y trastornos que afectan tanto a la propia región como a todo el planeta y sus formas de vida.


El pasado mes de octubre se publicó un estudio que demostraba el drástico aumento de las temperaturas, y especialmente el gran incremento de la acidez del agua del Océano Ártico. El estudio está elaborado por un equipo internacional de científicos y dirigido desde la Universidad de Delaware (E.E. U.U.), y se basa en mediciones realizadas entre 1996 y 2020 que indican que desde las primeras mediciones el Océano Ártico se ha vuelto un 50% más ácido y que la tasa de acidificación ha sido de 3 a 4 veces más rápida que en otros océanos. La principal causa de la acidificación es la gran cantidad de dióxido de carbono que hay en la atmósfera debido a las emisiones provocadas por las actividades del ser humano. En condiciones normales, el hielo marino dificulta la absorción del dióxido de carbono, pero el deshielo y las capas cada vez más delgadas de hielo, junto con el aumento de la temperatura del agua, favorecen la absorción y que cambie la química del agua volviéndose más ácida. Además, el calor y el deshielo favorecen que desde los otros océanos que conectan con el Ártico, especialmente desde el Océano Pacífico, estén entrando corrientes ricas en nutrientes y que, sobre todo en verano, las aguas libres de hielo se llenen de fitoplancton, que mediante la fotosíntesis absorbe mucho dióxido de carbono. Entonces, esa agua muy cargada de dióxido de carbono fluye por debajo de las capas de hielo y provoca y extiende la acidificación.

Uno de los principales efectos de la acidez del agua es el descenso de aragonito, que es un mineral imprescindible para que moluscos, diatomeas y corales puedan construir sus caparazones. Algunos de estos organismos son esenciales como fuente de alimento de muchas especies de peces, y su disminución altera notablemente la red alimentaria del Ártico y también del planeta, ya que afecta a especies como el salmón y el arenque del Ártico, de los cuales dependen otros depredadores, y también afecta a ballenas y otros animales que emigran hacia el norte en busca de alimento.

Otro estudio sobre el Ártico muy importante es el Arctic Report Card, que este año se publicó el pasado 13 de diciembre. Este informe anual es el decimoséptimo de una serie que comenzó en el año 2006, y en el de este año han contribuido casi 150 científicos de 11 países. La principal evaluación que todos los científicos han querido transmitir es la enorme urgencia de reducir los gases de efecto invernadero, pero el informe también aborda más temas y situaciones alarmantes que están sucediendo y que, junto a la acidificación, están interrelacionados. Estos son algunos de los eventos y condiciones problemáticos reflejados en el informe:
- Temperaturas elevadas y deshielo: El aumento de las temperaturas afecta a los patrones climáticos del Ártico, a todas las formas de vida y acelera el deshielo. Todo desajuste en el Ártico acaba afectando a todo el planeta, tal como se observa cuando se rompe el vórtice polar y descienden terribles tormentas polares hacia el sur, o cuando el jet stream está debilitado facilitando que llegue más calor al Ártico y se formen olas de calor sobre otros continentes. Además, el deshielo tiene un efecto directo sobre el aumento del nivel del mar a nivel global.

- Lluvia: Ya hace muchos años que están aumentando las precipitaciones en forma de lluvia en todo el Ártico, en parte debido a que la falta de hielo marino deja al descubierto más agua que se va evaporando, todo ello impulsado por el aumento de las temperaturas y también de la humedad. La lluvia acelera el derretimiento del permafrost, dejando amplias zonas con suelos frágiles y empapados de agua. Todo ello dificulta la supervivencia de muchos animales y plantas, aunque algunos salen beneficiados. Por ejemplo, en muchas zonas del sur del Ártico está habiendo una expansión de plantas, arbustos y árboles que cubren áreas de tundra, y esto ha beneficiado a algunos animales en algunas zonas, como los renos de Svalbard, cuyas poblaciones han aumentado, pero cuando la lluvia es más frecuente se congela al caer sobre la capa de nieve de la superficie. Esa capa de agua congelada dificulta que los animales, como los caribúes y también los renos, puedan cavar en busca de alimento y es el principal motivo de la disminución de sus poblaciones en áreas árticas de Rusia, Canadá y Alaska.

- Sequía: Frente al aumento de las precipitaciones, también hay zonas, sobre todo en Alaska, donde se han registrado condiciones de grave sequía, y es un patrón que se prevé que también se siga manifestando en el futuro.

- Incendios: El “reverdecimiento” que está habiendo en algunas zonas, con la expansión de plantas y árboles, también ha conducido a un aumento de los incendios forestales. La expansión de la vegetación se combina con el incremento de tormentas, y por lo tanto de rayos, favoreciendo la ignición de incendios.


- Tráfico marítimo: La pérdida de hielo marino implica que cada vez haya más tráfico de buques por muchas zonas del Ártico, con todo lo que significa a nivel de contaminación y alteraciones de zonas prístinas, de ecosistemas y hábitats frágiles frente a este tipo de incursiones agresivas. Se prevé que en el año 2035 puedan quedar libres de hielo las rutas marítimas del Ártico.

- Explotaciones y actividades humanas peligrosas: El ser humano no cesa de realizar actividades que conllevan grandes peligros de contaminación y destrucción de ecosistemas, así como la alteración de ciclos naturales que son imprescindibles para el equilibrio del planeta y de su biosfera. Un ejemplo reciente es que la empresa rusa Gazprom va a construir un nuevo campo de extracción de gas en el Ártico, y además tiene planes para construir más campos. Esto sucede mientras las exportaciones de gas ruso han disminuido debido a la guerra con Ucrania y las sanciones de la Unión Europea, pero los planes siguen en marcha e incluso van a suponer la construcción de gaseoductos hacia China para buscar nuevos mercados. De hecho, el Ártico ya se considera muy contaminado por residuos radiactivos y otros contaminantes mortales, y cualquier actividad que luego no es rentable representa el abandono de instalaciones que contienen productos muy tóxicos y se dejan abandonadas sin control alguno.

- Supervivencia de animales: Todas las situaciones y factores enumerados hasta ahora afectan la supervivencia de los animales, ya sean terrestres o marinos. El deterioro de la calidad del agua, tanto por la acidificación como por el calentamiento, la contaminación de todo tipo, desde cualquier polución hasta las contaminaciones acústicas y lumínicas, provoca la disminución de las poblaciones de muchas especies e incluso el avance hacia su extinción. Tal como he presentado al inicio de este artículo, la acidificación afecta a muchos animales pequeños que son la base de la nutrición de muchos peces y mamíferos marinos, y estos a su vez están en la red alimentaria de la cual dependen y forman parte muchos otros animales terrestres y aves. Hay zonas donde se está detectando una gran mortandad de aves marinas como pardelas y frailecillos por falta de alimentos. También ya he comentado la disminución de poblaciones de renos y caribúes en algunas zonas. Otro claro ejemplo es la disminución de poblaciones de osos polares por la dificultad de encontrar alimentos en zonas que ya no están congeladas como antes y donde el deterioro de los hábitats ha provocado que sus presas habituales se hayan tenido que desplazar o que sus poblaciones hayan mermado.Algunas especies se han beneficiado de estos desajustes. Por ejemplo, algunas especies de gansos se han ajustado a estos cambios, anidando antes gracias a la calidez de la primavera y al rápido deshielo. También se ha comprobado que los renos de algunas regiones de Svalbard han modificado su dieta al pasar de comer musgos cada vez más difíciles de encontrar a plantas parecidas a las gramíneas que ahora se han extendido y que les aportan suficientes nutrientes.

Todas estas condiciones adversas, en las que siempre vamos a encontrar la influencia directa del ser humano, dirigen al Ártico hacia un desequilibrio que va a afectar a todo el planeta. Al escribir este artículo, apenas hace una semana que finalizó la COP 15 en Canadá, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica. En esta cumbre se reunieron 188 gobiernos y el último día se adoptó el “Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica”, con el objetivo de abordar la pérdida de biodiversidad, restaurar los ecosistemas y proteger los derechos de los Pueblos Indígenas. Esto incluye que para el año 2030 se haya implementado la protección del 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas degradados, y otros objetivos enfocados en reducir el ritmo la extinción masiva para el 2050. Por desgracia, los informes y declaraciones de los científicos no dan estos márgenes de tiempo y alertan de que se están sobrepasando puntos de inflexión que pueden suponer riesgos muy graves para la supervivencia y el sostenimiento de las condiciones de la biosfera. Esperemos que no sea necesario un mayor desequilibrio de los patrones climáticos y de la salud de nuestro planeta para que se empiece a actuar de verdad dejando de lado todos los intereses económicos y políticos que hasta ahora han permitido que vayan pasando los años sin realizar ninguna acción notable y efectiva, y que el 2023 sea un año en el que los gobernantes y toda la humanidad alcancen un mayor grado de conciencia en su relación con el planeta y su biosfera, comprendiendo que está en juego la supervivencia de todo ser vivo, que todos estamos interrelacionados y somos imprescindibles para sostener la vida tan plena y diversa de este maravilloso planeta. 




Fuentes:

Imágenes:
Imagen del Ártico de David Mark en Pixabay
Imagen del barco rompehielos de B-A Brewitz en Pixabay   

martes, 18 de octubre de 2022

EL “INFORME PLANETA VIVO” Y LA DISMINUCIÓN DE LA VIDA SILVESTRE

Redactado y publicado por David Arbizu


El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL por sus siglas en inglés) publican el Informe Planeta Vivo cada dos años. El primer informe se publicó en 1998, y desde entonces se ha convertido en un referente para analizar la pérdida de especies y el impacto de la actividad humana, algo que muestra el estado de salud de la Tierra. El Informe Planeta Vivo sigue la evolución de 31.821 poblaciones de fauna salvaje que corresponden a 5.230 especies de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios de todo el mundo. La finalidad de este seguimiento y muestreo, cuyos datos registrados empiezan en 1970, es medir los cambios en la abundancia de la vida silvestre y generar un índice de existencia de vida en nuestro planeta.

Durante la segunda semana del mes de octubre se publicó el Informe Planeta Vivo 2022, un informe que transmite la aceleración de la sexta extinción masiva con una pérdida promedio del 69% de las poblaciones monitoreadas en prácticamente 50 años. A pesar de que la cifra corresponde solo a las 5.230 especies que forman parte de este programa y análisis, los números dejan muy claro que estamos afrontando una grave extinción que también podemos llamar “emergencia planetaria”. Desde la organización WWF explican que el Informe Planeta Vivo no es una expresión directa de la abundancia de las especies a nivel planetario, pero sí que es un indicador de la salud de los ecosistemas, de cómo se está perdiendo de forma contundente la biodiversidad y también de que las poblaciones de algunas especies disminuyen con más rapidez que otras debido a que responden con menor capacidad de adaptación y supervivencia a las presiones que afectan sus hábitats.

Los leones marinos sufren el impacto del cambio climático y las actividades humanas

Una de las especies estudiadas son los leones marinos australianos, con una reducción del 64% de crías entre 1977 y 2019. Por desgracia, el informe siempre acaba centrándose en las actividades humanas que destruyen los hábitats, ya sea contaminándolos y/o por la deforestación, por todo el impacto de la agricultura, la ganadería y la pesca y por los bloqueos en los terrenos y vías fluviales que no permiten la movilidad de las especies, además de todo lo que representa la urbanización de espacios naturales. En el caso concreto de los leones marinos, se considera que las causas de la reducción de su población han sido la caza, el enredo en artes de pesca u otros desechos marinos y las enfermedades, muchas veces provocadas por la contaminación. Además, las actividades humanas son la causa principal de la crisis planetaria, del calentamiento global y el desequilibrio de los patrones climáticos que se están experimentando en todo el planeta, y todo ello está provocando la extinción de muchas especies mientras el propio ser humano va viendo que el desequilibrio climático se está volviendo peligroso para su propia supervivencia. Al mismo tiempo no se toman medidas contundentes para detener una situación que va empeorando y acelerándose mucho más rápido de lo que cualquier estudio científico haya indicado. Tal como expresa Tanya Steele, directora ejecutiva de WWF-Reino Unido: “A pesar de la ciencia, las proyecciones catastróficas, los discursos y las promesas apasionadas, los bosques en llamas, los países sumergidos, las temperaturas récord y los millones de desplazados, los líderes mundiales continúan sentados y observando nuestro mundo arder frente a nuestros ojos”.

Desde el Informe Planeta Vivo se insiste en transmitir que la crisis climática y la crisis de la naturaleza, de la biodiversidad, están entrelazadas y están generadas e impulsadas por el abuso insostenible de la humanidad sobre los recursos naturales del planeta, sobre la biocapacidad de la Tierra. Ya son muchos los científicos que señalan que estas dos crisis no se pueden tratar por separado y que si se sigue haciendo no se van a solucionar y va a seguir el grave deterioro sobre la salud del planeta. Dentro de la misma línea, otros estudios publicados recientemente demuestran que cualquier alteración en los ecosistemas influye en la estructura de las redes alimenticias, y que una disminución importante de una especie principal de un ecosistema, como puede ser un depredador dominante o incluso especies de árboles que sostengan una parte importante de la dinámica vital del lugar, puede provocar desequilibrios que dificulten la supervivencia de muchas otras especies.

Frente a todo el pesimismo que llega al observar el comportamiento del ser humano respecto al planeta y a todos sus seres vivos, existen proyectos enfocados en poner la tecnología y la ciencia al servicio de la conservación de la naturaleza, así como estudios y análisis que transmiten y manifiestan formas de empezar una transformación urgente de todos los sistemas sobre los que se basa la forma de vida humana, porque es necesaria una reorganización de factores tecnológicos, económicos y sociales, de todo lo que consideramos metas y valores en nuestra vida, de nuestras ideas y creencias que nos han conducido a una forma de vida cuyo resultado principal es el gran deterioro del planeta. Por esta razón, el Informe Planeta Vivo también transmite que el eje transformador y resolutivo de esta crisis es la conexión del ser humano con la naturaleza, es introducir la naturaleza y toda la biodiversidad como parte de los sistemas económicos que son imprescindibles para alcanzar decisiones y acciones sostenibles y reparadoras.

Entonces, el informe también se realiza con el objetivo de impulsar la acción y la reflexión, con el objetivo de ser un motor que alimente el cambio transformador que el planeta y todos sus seres vivos necesitamos. En realidad, son muchos los programas y proyectos que se ponen en marcha aunque se desconozcan por la mayoría de la población, en parte debido a que esas ideas y creencias que consideramos imprescindibles nos apartan de la conexión con todos esos trabajos, así como nos apartan de nuestra verdadera naturaleza como una especie más de este planeta, con necesidades que solo van a llegar si se mantiene una salud planetaria apropiada. Esta falta de comprensión y apertura por parte de la mayoría se ve parcialmente compensada por la sabiduría y conexión de los nativos con la naturaleza, con su forma de vida basada en la conservación, el respeto y el uso adecuado de los recursos para no provocar desajustes indebidos. Por esta razón, muchos proyectos se llevan a cabo en zonas donde hay poblaciones nativas que pueden integrarlos y también integrarse ellos mismos en una gestión donde coexistan la tecnología, los estudios científicos y toda su capacidad de saber convivir en conexión equilibrada con los ecosistemas que habitan.

Aunque toda acción y programa es valioso e impulsa los objetivos a alcanzar, hay zonas y sistemas donde es mucho más difícil poder llevarlos a cabo, como es el caso de los océanos, uno de los sistemas más castigados del planeta donde todavía es más complicado implementar cualquier ley de protección o conservación, ya sea en aguas que pertenezcan a países concretos como en aguas internacionales. Aparte de toda la contaminación y residuos de todo tipo que se han vertido en los océanos en todo el mundo, la pesca ha destruido gran parte de los océanos y ha provocado la extinción de muchas especies. Un ejemplo lo muestran los tiburones y rayas, cuya población estudiada ha disminuido un 71% en los últimos 50 años, mientras que la presión pesquera se ha multiplicado por 18.

La población mundial de tiburones ha disminuido un 71% en los últimos 50 años

Otro informe muy importante es la “Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”, que también es una herramienta de información y de materializar acciones en pro de la conservación de la biodiversidad. El 28% de las especies evaluadas para confeccionar la Lista Roja están amenazadas de extinción, y esto significa más de 41.000 especies. Al igual que sucede con el Informe Planeta Vivo, uno de sus principales objetivos es conseguir que se implementen políticas para proteger especies y espacios naturales intentando informar y presionar a gobiernos, estamentos y sectores económicos. Por desgracia, el propio Informe Planeta Vivo nos muestra lo difícil que es que los gobiernos quieran tomar medidas de protección y conservación. Un ejemplo de ello lo tenemos en la Amazonia, donde se está experimentando la mayor disminución de poblaciones de vida silvestre mientras se permite que siga la enorme destrucción de un ecosistema único y básico para el planeta. Se calcula que en la región que comprende América Latina y el Caribe, incluyendo la Amazonia, la caída promedio de la población de vida silvestre ha sido de un 94% en 48 años.

Mientras sucede todo esto, políticos y gobernantes se reúnen en grandes conferencias donde no se consigue materializar ningún avance, y tenemos como ejemplo el Acuerdo de París, firmado en el año 2016, y lo poco que se ha avanzado desde entonces. El próximo mes de diciembre de 2022 se celebra la COP15, la 15ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Esta conferencia está organizada por China, pero se celebrará en Canadá debido a las medidas que se toman frente a la pandemia del Covid-19 en China. Se tenía que celebrar en el año 2020 pero se ha ido retrasando, y en principio parece que desde China no hay un gran interés para que sea una conferencia fructífera, ya que no se ha invitado a los líderes mundiales y ya se plantea que los que quieran ir se tendrán que autoinvitar. Desde el Informe Planeta Vivo se intenta presionar para que en esta 15ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica se lleguen a acuerdos importantes para proteger la biodiversidad y también reducir las emisiones de carbono, y esperemos que así sea, pero en algunos artículos periodísticos ya se indica que esta conferencia coincidirá con la Copa del Mundo de Fútbol que se celebrará en Qatar, y aunque parezca increíble se teme que esto provoque falta de asistencia y atención por parte de importantes ministros y políticos. Esperemos que venza la salud y protección del planeta y su biodiversidad frente al fútbol, y que esta conferencia de diciembre signifique el inicio de nuevas estrategias basadas en la imprescindible necesidad de un cambio que conduzca hacia la reparación y reequilibrio de todo lo que engloba el planeta Tierra, desde el propio planeta hasta todos sus habitantes, incluidos los seres humanos.  





Fuentes:

Imágenes:
Leones marinos: Imagen de David Mark en Pixabay.
Tiburón: Imagen de Andrea Bohl en Pixabay.

viernes, 26 de agosto de 2022

LAS PIEDRAS DEL HAMBRE

 Redactado y publicado por David Arbizu


La mayor parte de Europa está experimentando uno de los veranos más secos y calurosos registrados. En varios países ya hemos sufrido la llegada de varias olas de calor, y cuando se acaban siguen dominando las temperaturas muy elevadas y especialmente la falta de precipitaciones. Recientemente, el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea ha publicado datos que reflejan que el 64% de la Unión Europea está afectada por la peor sequía en 500 años, añadiendo que está situación puede alargarse todavía varios meses en toda Europa, algo que también implica que las zonas de peligro de incendio se hayan extendido a todo su territorio.

Son muchas las imágenes de pantanos medio vacíos, de ríos con un cauce mínimo o casi secos del todo, y noticias que advierten del cese de funcionamiento de centrales hidroeléctricas y dificultades para el transporte fluvial de mercancías porque no hay suficiente nivel de agua. En muchos países ya se han empezado a tomar medidas con restricciones al consumo de agua tanto para hogares como empresas de todo tipo, destacando las agrícolas y ganaderas, cuyos rendimientos y producción están mermando notablemente. De hecho, en algunas regiones ya se esperan pérdidas de entre el 10% y el 50% de muchos cultivos, y también en la producción de leche. En Inglaterra, otro país terriblemente afectado, los agricultores se preguntan si vale la pena sembrar lo que sería la próxima cosecha porque las previsiones climáticas no son de un otoño húmedo sino seco, agravando la crisis hídrica y las restricciones por falta de agua.

Una muestra muy clara de estas condiciones alarmantes son las “piedras del hambre”, o “Hungersteine”, que es su nombre en alemán, ya que se encuentran en los ríos Rin y Elba en su paso por Alemania y también por lo que hoy es la República Checa. Se trata de rocas donde las personas grababan mensajes y el año en que lo hacían, y estos mensajes transmiten la gravedad que implica que el nivel del río haya bajado tanto como para poder grabarlo en ese momento y también poder leerlo en el futuro bajo situaciones similares. Por lo tanto, bajo condiciones hídricas saludables estas piedras están cubiertas por el agua de los ríos y no son visibles, pero al bajar el nivel de los ríos van quedando al descubierto y expresando el peligro que ello significa.

Piedra del hambre (río Elba-Oberposta-Alemania) 
Autor: Dr. Bernd Gross – Foto propia      Licencia: CC BY-SA 3.0 de  

Algunas de las inscripciones de las piedras del hambre datan del siglo XV, y se puede observar la raya horizontal señalando el nivel del río junto al año. Muchas piedras representan registros tallados de diversos años en los que la sequía provocaba que volvieran a quedar descubiertas, y algunas contienen mensajes que son advertencias relacionadas con el peligro de hambrunas debido especialmente a las malas cosechas por falta de lluvia. Una de las frases grabadas impactantes es: “Si me ves, llora”, y también es impactante la frase: “La vida volverá a florecer una vez que esta piedra desaparezca”. Una frase más actual grabada en una piedra es la que grabó la ONG Greenpeace en el año 2018: “Si me ves es que la crisis climática ha llegado”.

Una de las piedras del hambre del río Elba muestra el registro de años de sequía empezando desde 1417. La última vez que se vio esta piedra fue en el año 2019 y ahora ha vuelto a quedar al descubierto, tan solo 3 años después, y esto demuestra una frecuencia de tan solo tres años entre sequía y sequía, algo que no había sucedido anteriormente. De hecho, algunos expertos han indicado que actualmente la sequía se va acumulando a lo largo del año y esto es algo que está directamente vinculado con el calentamiento global y la crisis climática. Curiosamente, el Antropoceno está directamente relacionado con el gran avance tecnológico que ha hecho la humanidad, pero este mismo avance ha conducido a la crisis actual por el abuso sostenido sobre el planeta y sus recursos sin respectar ni tener en cuenta todos los efectos adversos que ahora estamos experimentando y que, para sorpresa de los cálculos científicos realizados, se están acelerando imprevisiblemente.

El nivel tecnológico y científico actual también permite ver la globalidad de la crisis, y de esta forma se puede observar cómo fenómenos atmosféricos como La Niña afectan a todo el planeta, así como el deshielo de los polos y los glaciares, la deforestación, la contaminación del suelo y de las aguas, etc. Por ejemplo, gracias a ello se puede observar el jet stream y ver que su debilidad y ondulaciones provocan que el aire caliente del norte de África llegue a Europa con más intensidad y sin cambios que modifiquen esa subida de calor duradera. Al mismo tiempo, ya hace muchos años que disminuye la diferencia de temperaturas entre la zona ecuatorial y las zonas polares del planeta, y esto simboliza que la franja tropical se está ensanchando desde el ecuador hacia los polos, afectando al mismo tiempo a sistemas y estructuras atmosféricas y oceánicas que se fundamentan en esas diferencias de temperatura entre diversas zonas y latitudes del planeta. Todo ello ha provocado, por ejemplo, que el anticiclón de las Azores se haya estancado en demasía impulsando el aumento de temperaturas, que el mar Mediterráneo se haya calentado hasta los 30ºC en muchas zonas y que especies de animales y plantas que son indispensables para el buen funcionamiento de ecosistemas se estén extinguiendo o migrando a otras latitudes para sobrevivir; todo ello se refleja en la crisis climática de nuestro planeta.

Piedra del hambre (río Elba- Děčín -República Checa)
Autor: Norbert Kaiser – Foto propia     Licencia: CC BY-SA 3.0 de

Las inscripciones más antiguas de las piedras del hambre vinculan estrechamente sequía y hambruna, pero actualmente esa relación no es tan profunda o al menos no tan inmediata, ya que la globalización permite el amplio movimiento de recursos de todo tipo por el planeta, al menos para los países más desarrollados. Por otro lado, el nivel de algunos ríos navegables está dificultando el transporte marítimo en países donde es primordial para su economía. Por ejemplo, por el río Rin se transportan muchas mercancías como petróleo y carbón, y ahora los barcos solo pueden llevar el 50% de su capacidad de carga para poder navegar, todo ello mientras el nivel sigue bajando, pudiendo llegar a impedir totalmente la navegación.

La falta de caudal de los ríos también representa una gran amenaza ecológica, ya que muchas especies de plantas y animales, especialmente peces, dependen de unas mínimas condiciones del río donde habitan. Cuando el caudal es muy bajo, las altas temperaturas calientan excesivamente el agua, se crean situaciones de hipoxia y aumentan los niveles de toxicidad del agua, tanto por su temperatura como por la incidencia de todos los contaminantes que ha recibido desde los vertidos de las diversas actividades humanas. Ya hay ríos y lagos, muchos con playas normalmente muy concurridas, como algunas del lago Velence (Hungría), donde se ha prohibido bañarse debido al peligro que conlleva la muy baja calidad del agua. Otro grave problema, que ahora aparece y que había quedado escondido y sumergido en ríos como el Danubio, es la gran cantidad de cascos de buques de guerra alemanes cargados de explosivos que el ejército alemán hundió en el río durante la Segunda Guerra Mundial, mientras se retiraba ante el avance de las tropas soviéticas.

Toda esta gran crisis hídrica muestra el resultado de la falta de conciencia del ser humano, del abuso sobre la biosfera, sobre el planeta, y cómo ello ya ha superado puntos de inflexión que van a dificultar cada vez más sostener la forma de vida a la que estamos acostumbrados. Y curiosamente siguen sin tomarse medidas urgentes y reparadoras, sigue sin haber una conciencia de unidad, sin la cual no se van a encontrar soluciones. Aunque este artículo se focalice en Europa, terribles sequías están afectando grandes ríos y suministros de agua de todo el mundo. Por ejemplo, en partes de China también se han secado ríos y lagos. Algunos informes indican que en el suroeste del país se han secado 66 ríos. Todo ello ha causado problemas de producción hidroeléctrica que han provocado el corte de suministro eléctrico a grandes centros industriales. En el este de África la hambruna ya está afectando a millones de personas mientras se experimenta una terrible sequía, y cuando llegan las tormentas solo traen destrucción mientras el agua se pierde por la propia aridez del suelo y falta de estructuras adecuadas. También amplias zonas de Estados Unidos, especialmente del centro y el suroeste, han sufrido olas de calor y largos períodos sin precipitaciones, afectando muchas zonas rurales y diezmando los cultivos.

Hay que comprender la importancia de todo lo que sustenta la vida del planeta, de sus sistemas y ciclos naturales. También hay que comprender que todo está conectado, que ningún país se puede considerar a salvo o que los problemas le llegarán más tarde que a otros. De hecho, ya hay estudios científicos que demuestran la conexión entre olas de calor en Estados Unidos y el Reino Unido, así como entre China y Japón, y de igual modo hay que comprender la conexión entre los patrones atmosféricos responsables de aportar lluvias y humedad de una forma saludable y equilibrada a nivel planetario.

El agua es fuente de vida y los humanos la hemos contaminado a nivel global, hasta el punto de que ya se sabe que el agua de lluvia de todo el planeta está contaminada por las llamadas “sustancias químicas para siempre”, que son compuestos tóxicos persistentes que se propagan por la atmósfera y no pierden su toxicidad. Esperemos que las piedras del hambre no tarden en quedar cubiertas de nuevo por el agua de los ríos, y que el ser humano comprenda que se deben implementar inmediatamente todos los cambios necesarios para que no vuelvan a aparecer indicándonos el deterioro de una crisis que debe ser afrontada por toda la humanidad, por el bien de todos, de todos los seres vivos y del propio planeta.

 




Fuentes:


martes, 19 de julio de 2022

EL AUMENTO IMPARABLE DEL CALENTAMIENTO GLOBAL

Redactado y publicado por David Arbizu


Según un informe publicado el pasado mes de mayo (2022) por investigadores de la Oficina Meteorológica del Reino Unido, hay una probabilidad del 50% de que entre los años 2022 y 2026 la Tierra se caliente por encima de 1,5°C respecto a los niveles preindustriales. A pesar de que el informe detalla que no sería un aumento sostenido sino temporal, que significa que las temperaturas podrían volver a situarse por debajo de esos 1,5ºC, la situación es alarmante y poco esperanzadora, del mismo modo que cualquier estudio o conclusión no puede ser considerado concluyente porque hay una aceleración en el agravamiento de los patrones climáticos y los desequilibrios de los sistemas que sostienen la biosfera que supera cualquier previsión científica. De hecho, este informe representa una actualización del último informe de la OMM (Organización Meteorológica Mundial), en el que no se establecía esta previsión y simplemente se seguía advirtiendo del continuo aumento de los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera y la necesidad de que todos los países tomen medidas para disminuirlos.

Bajo este mismo panorama desalentador, el pasado mes de junio dos investigadores de la Universidad de Concordia (Canadá), H. Damon Matthews y Seth Wynes, publicaron un artículo en la revista Science en el que declaraban: “La batalla para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados para 2050 está condenada al fracaso”, ya que para evitarlo las emisiones globales de carbono tendrían que reducirse un 43% para el año 2030 y todo ello dentro de una estrategia urgente y drástica para alcanzar el cero neto de emisiones globales, pero las emisiones siguen aumentando año tras año en lugar de disminuir.

Estamos viendo cómo las temperaturas alcanzan valores elevados nunca registrados en muchas partes del planeta, con olas de calor duraderas y situaciones de sequía y déficit hídrico sin previsiones de llegada de precipitaciones a corto plazo. La sequedad extrema facilita la expansión y potencia de los incendios forestales, que en muchos países ya han superado el total de superficie quemada de años anteriores. Al mismo tiempo, hay zonas donde la llegada continua de grandes tormentas ha provocado gravísimas inundaciones, donde tampoco hay margen de tiempo para recuperarse del paso de una tormenta antes de que llegue la siguiente.

Río Po (Italia)

A pesar de que cada vez más personas son conscientes y están realmente preocupadas por el gran desequilibrio de los patrones climáticos, sigue sin haber un enfoque real del problema, al igual que sigue sin haber una conciencia global que abarque la comprensión de que todo desajuste y toda acción inapropiada que siga impulsando el calentamiento global, se realice donde se realice, va a acabar afectando a todo el planeta. Pero el propio planeta nos lo muestra sin cesar, y las investigaciones científicas cada vez son más claras y específicas demostrando cómo patrones y sistemas están interconectados. Por ejemplo, una investigación científica publicada hace pocos días explicaba cómo las tormentas en los trópicos pueden afectar el clima de los polos y la aceleración del deshielo. De igual modo, sabemos que fenómenos meteorológicos como La Niña y El Niño afectan a todo el planeta. La Niña es un fenómeno que se considera en general de enfriamiento y que se mantiene desde al año pasado, y las investigaciones que advierten de la llegada a los 1,5ºC en un breve plazo de tiempo también contemplan que eso sucederá cuando se haya instaurado El Niño, que generalmente implica aumento de temperaturas. Así que hay que observar todos los trastornos y crisis desde el ámbito global, planetario, porque es justamente esta falta de perspectiva la que ha provocado en gran medida todo el desequilibrio que ahora nos muestra la biosfera y que también se expresa en la científicamente reconocida sexta extinción masiva que está habiendo y que también se está acelerando.

Por desgracia, los graves fenómenos meteorológicos cada vez afectan más a la economía de muchos sectores diversos y son muchos los informes que alertan de las pérdidas financieras irreversibles que pueden llegar a ocasionar, así como de todo el efecto cada vez más difícil de afrontar a nivel económico que tendrá cualquier medida importante que se aplique para luchar contra el cambio climático conforme pase el tiempo y la situación se vaya agravando. En este sentido destacan las palabras de los economistas de Deutsche Bank: “Creemos que pronto entraremos en una etapa en la que se darán cuenta de las inmensas compensaciones económicas y personales que tendremos que hacer colectivamente para alcanzar los objetivos climáticos acordados a nivel nacional y mundial. Tales sacrificios pueden conmocionar a los ciudadanos y ser difíciles de administrar en las democracias”, y también las de los economistas de JPMorgan: “También aumenta la probabilidad de que los costos de lidiar con el cambio climático aumenten a medida que se retrasa la acción. Y finalmente, aumenta la probabilidad de que los cambios en el clima sean irreversibles. Es un problema global, pero no hay una solución global a la vista”.

Tal como se señala en la última cita del párrafo anterior: “no hay una solución global a la vista” y ni gobiernos ni instituciones están avanzando mientras pasan los años y ya se da por hecho que ninguna de estas grandes reuniones o cumbres que se van celebrando año tras año va a establecer nada que signifique una verdadera reducción de emisiones, el control de todo tipo de contaminación y de destrucción de cualquier espacio o ecosistema, ya sea terrestre, oceánico o atmosférico. En realidad sigue sucediendo lo contrario y las emisiones, especialmente de metano, han seguido aumentando desde que en la conferencia climática de la ONU celebrada en Glasgow (Escocia), en noviembre del año pasado, 110 países se adhirieron al Compromiso Global de Metano.

Mientras sigamos en un mundo donde lo más importante sea el PIB (Producto Interior Bruto) y los valores bursátiles, difícilmente se implementarán verdaderas políticas medioambientales enfocadas en reequilibrar todos los desajustes provocados por la actividad humana. Y todo ello a pesar de los muchos informes de científicos y economistas explicando que es muy complicado mantener un crecimiento de la economía si aumenta la deuda, la desigualdad y el daño ambiental, matizando que el daño ambiental afecta directamente al incremento de deuda y desigualdad en todos los niveles. Por esta razón, cada vez son más los expertos que hablan de la necesidad de un decrecimiento, pero ahora mismo parece algo casi imposible de planificar. Otras personas son partidarias del “crecimiento verde”, que se supone que es lo que a nivel mundial se está intentando llevar a cabo y que en realidad representa romper el vínculo entre el crecimiento económico (PIB) y las emisiones de gases de efecto invernadero, pero eso no tan solo no se está haciendo sino que cada vez se vincula y se supedita más cualquier actividad humana y/o empresarial con la necesidad de contar con fuentes de energía que permitan llevarla a cabo sin problema alguno. Al mismo tiempo, algunos informes advierten del “cortoplacismo económico”, donde mandan las decisiones políticas y económicas enfocadas en obtener beneficios rápidos impulsando el crecimiento económico, decisiones que no contemplan el daño que puedan hacer sobre ecosistemas, patrones climáticos o cualquier aspecto que abarque la salud y equilibrio de la biosfera planetaria.


La imagen superior corresponde al glaciar de La Marmolada, en los Alpes italianos. El domingo 3 de julio se derrumbó una parte del glaciar provocando la muerte de nueve personas y la desaparición de otras tres. Desde entonces han sido noticia más derrumbes o avalanchas de glaciares, especialmente en Kirguistán y también en el Monte Rainier, Estados Unidos. La desaparición de los glaciares se considera un proceso irreversible, y muchos ecosistemas y seres vivos dependen de ellos para su subsistencia. Estos acontecimientos nos muestran la aceleración de procesos que muchos científicos habían pronosticado que sucederían dentro de 30, 50 o más años. Uno de estos procesos es la extinción de la vida marina, y aunque los científicos calculan que todavía faltan más de 100 años para que se produzca, sí que consideran que está habiendo una gran pérdida de biodiversidad en los océanos que puede conducir a un evento de gran extinción oceánica que podría llegar a ser comparable con la Extinción masiva del Pérmico-Triásico, conocida también como la Gran Mortandad.

Así que de momento el Antropoceno nos muestra un ser humano que no se responsabiliza de sus actos y no se posiciona para poder recuperar todo el daño causado sobre el planeta, su biosfera y su biodiversidad. Todo ello a pesar de que los estudios científicos son cada vez más contundentes y también advierten que no existen tecnologías para revertir la situación y la única solución es detener las emisiones, la extracción de combustibles fósiles y todo tipo de contaminación mientras se protegen más espacios naturales y se implementan leyes de verdadera recuperación.

Mientras he redactado este artículo, entre España y Portugal ya han muerto más de 1.000 personas por la ola de calor, y los incendios han arrasado miles de hectáreas, provocando muchas evacuaciones y destruido viviendas. También las altas temperaturas y la sequía están afectando a gran parte del resto de Europa, norte de África, Oriente Medio y sur de Asia. Al mismo tiempo, los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania están agravando las preocupaciones de muchos países por la recepción de fuentes de energía, y esto ha facilitado que aumenten las extracciones de petróleo y gas y que, por ejemplo, a pesar del rechazo de partidos ecologistas, grupos ambientalistas y científicos, el Parlamento Europeo haya respaldado incluir la energía nuclear y el gas dentro de la taxonomía verde, equiparando estas fuentes a las energías renovables y favoreciendo que se destinen inversiones y ayudas al establecimiento de centros industriales relacionados con estas fuentes de energía. Y si observamos Estados Unidos, las últimas noticias informan de nuevos permisos para perforaciones oceánicas en Alaska y en el Golfo de México. También en Estados Unidos ha sido impactante una reciente noticia sobre un fallo de la Corte Suprema que limita la autoridad de la Agencia de Protección Ambiental para regular las emisiones de gases de efecto invernadero de las centrales eléctricas que contribuyen al calentamiento global, y a todo esto hay que añadir la reciente visita del presidente Joe Biden a Arabia Saudita para que este país aumente la producción de petróleo.

Esperemos que la situación no se tenga que agravar mucho más para que empiece a haber una verdadera reacción y toma de decisiones enfocadas realmente en detener todo lo que siga impulsando el calentamiento global y todo el desequilibrio que está provocando este momento alarmante y catastrófico, y que el Antropoceno también pueda ser la época de un cambio de conciencia del ser humano que muestre su capacidad de revertir todo el daño causado y mostrar un amor y respeto por el planeta y todas sus formas de vida, poniendo todos sus valores y avances tecnológicos al servicio del equilibrio planetario y bajo el enfoque de su responsabilidad como la especie del planeta que realmente tiene toda la sabiduría y conocimientos para hacerlo.  






Fuentes:

martes, 3 de mayo de 2022

PLANETA TIERRA: EVOLUCIÓN HACIA UNA INTELIGENCIA PLANETARIA

 Redactado y publicado por David Arbizu


La situación actual que estamos viviendo en la Tierra va dejando cada vez menos dudas, si es que todavía quedan algunas, respecto a toda la influencia del ser humano sobre las condiciones que permiten que este sea un planeta habitable, con una enorme biodiversidad y una biosfera con sistemas y ciclos engranados y enfocados hacia la homeostasis y las regulaciones mantenedoras de esas condiciones. El término Antropoceno es cada vez más aceptado y reconocido como el nombre de la época geológica actual, donde una especie del planeta, el ser humano, está generando un impacto negativo y determinante sobre el funcionamiento de la biosfera y de todas sus partes y ciclos, que especialmente se manifiesta con una severa y peligrosa alteración de los patrones climáticos, tanto globales como de áreas o regiones concretas. Este impacto antropogénico está directamente vinculado con la evolución de la especie humana y su expansión sobre todo el planeta, y su punto clave se encuentra en la tecnología desarrollada hasta el momento, una tecnología que, en general, está provocando y acelerando la sexta extinción masiva y un proceso que puede conducir a un colapso de la biosfera.

Frente a la gran cantidad de artículos científicos que se publican asiduamente vinculados con descubrimientos realizados dentro y fuera de nuestro sistema solar, desde nuestro propio Sol hasta lejanos agujeros negros o supernovas, en lo que llevamos de este año ha habido varias publicaciones interesantes sobre nuestro planeta relacionadas con su proceso evolutivo y con el concepto de la Tierra como una entidad planetaria con un gran potencial para el desarrollo y sostenimiento de formas de vida. Dentro de esta línea hay un interés científico en analizar y concluir hasta qué punto se puede considerar que el planeta tiene conciencia de los procesos que forman parte de sostener la biosfera equilibrada y saludable, hasta qué punto toda la actividad colectiva de todas las formas de vida existentes en el planeta favorece que la Tierra adquiera lo que en algún artículo se ha señalado como “vida propia”.


Algunos estudios muestran descubrimientos o análisis que conllevan la señalada cuestión de vida propia a nivel planetario. Por ejemplo, se ha detectado que desde las profundidades de la Tierra se emite una especie de pulso cada 26 segundos, y aunque algunos expertos lo han relacionado con movimientos sísmicos en zonas concretas, incluso vinculados a las oscilaciones provocadas por los océanos al contactar con las placas tectónicas, todavía no se sabe con exactitud el origen de este pulso. Otros estudios se centran más en la capacidad de autorregulación del planeta enfocada hacia la homeostasis, hacia el mantenimiento de unas condiciones apropiadas para que se pueda sostener una biosfera conteniendo una biodiversidad extremadamente rica como la que hay en nuestro planeta. Aunque se pueda considerar que la biosfera es la capa donde se desarrolla y experimenta la vida, una capa que normalmente se considera que abarca desde la fosa más profunda de los océanos hasta la cima del Everest, cada vez se va comprendiendo más que todo el planeta, desde su núcleo interno, forma un gran engranaje del cual dependen cada una de sus partes, incluida la biosfera. Esta concepción que va avanzando y manifestándose en algunas investigaciones científicas enlaza también con otro concepto que se está utilizando cada vez más y que es el de “sistema del bucle de retroalimentación”, que sería la forma de definir un sistema planetario cuya finalidad es la homeostasis y el equilibrio, como un mecanismo de autorregulación capaz de detectar cualquier desajuste o trastorno y de poner en marcha medidas para reajustar o reestablecer los efectos negativos generados. En este sistema o mecanismo estarían integrados todos los ciclos, patrones y procesos que forman el engranaje que genera las condiciones que caracterizan a la Tierra, desde los oceánicos hasta los atmosféricos, los terrestres e incluso los relacionados con las energías solares y cósmicas que llegan al planeta, que son necesarias pero también deben ser controladas para su correcto aprovechamiento.

El pasado mes de febrero se publicó un artículo muy interesante sobre la posibilidad de la existencia de una inteligencia planetaria. El estudio está desarrollado por un equipo de investigadores bajo la dirección de Adam Frank, astrofísico de la Universidad de Rochester (Nueva York), y se publicó en la revista International Journal of Astrobiology. El estudio aporta una explicación exhaustiva, con muchos enlaces a otros estudios científicos relevantes, sobre una forma de desarrollo planetario que marca la evolución de los planetas con vida, planetas que funcionarían como “cerebros” conteniendo mecanismos de autorregulación y sistemas interactuantes como un medio operativo cuya finalidad es el mantenimiento de unas condiciones apropiadas para la vida que se ha ido desarrollando en el planeta. Tal como se reconoce en el propio estudio, esta concepción tiene muchos vínculos con la Hipótesis Gaia desarrollada por James Lovelock, publicada en 1979, que afirma que es la propia vida de la Tierra junto con toda su relación con el propio mecanismo del planeta, con su geoquímica y sus sistemas de autorregulación, la que fomenta las condiciones globales para que el planeta sea habitable. El estudio también hace referencia al darwinismo y la teoría de que la perpetuidad y evolución de las especies tiene una relación directa con su capacidad de adaptación y de avance a nivel genético, algo que está expresado en la frase darwinista “supervivencia del más apto”, pero en este caso no está implícita la existencia de una inteligencia, ni siquiera a nivel de especie, sino que se considera que los procesos evolutivos son solo biológicos y, por lo tanto, físicos. De algún modo, frente a la idea de la Hipótesis Gaia de una fuerza de vida global interactiva, el darwinismo ofrece un aspecto que transmite un proceso evolutivo donde tiene más impacto la competitividad y la capacidad de supervivencia de cada especie, aunque todo sea fruto de la interacción con todas las otras formas de vida y las condiciones que ofrezca la biosfera a nivel de hábitats y ecosistemas.


En el estudio publicado en la revista International Journal of Astrobiology se define la inteligencia planetaria como “la adquisición y aplicación de conocimiento colectivo, operando a escala planetaria, que se integra en la función de los sistemas planetarios acoplados”. Esto significa que existe una estructura o sistema global formada por ese acoplamiento de subsistemas que forman la totalidad, donde las especies también forman parte de esa integración y conocimiento colectivo que conduce a un tipo de vida propia planetaria y un proceso global enfocado en autosustentarse, en autogestionarse, dando lugar a una inteligencia planetaria. Este propio mecanismo y su avance y desarrollo a través de las épocas y formas de vida planetaria se puede estructurar en cuatro etapas con las que el estudio define el proceso evolutivo y “biosférico” de la Tierra: biosfera inmadura, biosfera madura, tecnosfera inmadura y tecnosfera madura. Voy a analizar brevemente cada etapa:

- Biosfera inmadura: Se considera que empezó a haber vida en la Tierra durante el eón Arcaico, hace unos 4 mil millones de años. En ese momento existían especies simples, como los primeros microbios y organismos procariotas, unicelulares, que apenas tenían influencia a nivel global. Durante el eón Arcaico las bacterias empezaron la fotosíntesis, pero en ese momento era anoxigénica y no se desprendía oxígeno. Conforme se incrementaba la cantidad de organismos unicelulares existentes, también lo hacía su capacidad de afectar a los sistemas geofísicos y geoquímicos acoplados del planeta. Todo ello implicó dinamismo y cambios, tanto en los propios sistemas planetarios como en las formas de vida. Por ejemplo, después de los primeros 2 mil millones de años de evolución planetaria, hace unos 3,5 mil millones de años, se llegó a lo que se conoce como Gran Evento de Oxigenación de la atmósfera, provocado por un proceso evolutivo de las cianobacterias directamente vinculado con el desarrollo de sus capacidades de fotosíntesis oxigénica. La atmósfera y las redes biogeoquímicas del planeta pasaron a ser abundantes en O, y esto fue un detonante para la aparición de formas de vida más complejas y también más dinámicas e impulsoras de procesos planetarios como una forma inicial de inteligencia planetaria. Estos procesos impulsan el avance hacia la siguiente etapa, llamada biosfera madura, en la que la vida tiene un impacto determinante en la evolución del planeta, y en la historia de la Tierra coincide con el final del Arcaico y el inicio del Proterozoico.

- Biosfera madura: Esta etapa representa un aumento constante de la conexión e influencia de la vida del planeta con los sistemas y ciclos planetarios que forman parte de procesos autorreguladores y homeostáticos. Esto conlleva que los sistemas también se vuelvan más complejos e interdependientes, incrementándose la formación de redes y estructuras que llegan a ser emisores y receptores de información y diagnóstico, y creándose un sistema autónomo y “organizacionalmente cerrado”, tal como se detalla en el estudio, que significa que “la individualidad de un sistema biológico es creada por el propio sistema”. Eso conduce a que el sistema global se crea y se mantiene a sí mismo bajo esa estructura de interdependencia, conexión y comunicación entre todas las partes junto con una dinámica basada en procesos adaptativos vinculados al propio sistema visto como un Todo.

En todo este desarrollo también han jugado un papel crucial los microbios y sus roles para impulsar bucles de retroalimentación básicos para la estabilidad necesaria que permita otros nuevos procesos y dinámicas. Entonces, al igual que con otros seres vivos, se observa que existe un nivel de cognición que va más allá de la búsqueda de los objetivos esenciales, que serían la supervivencia y la reproducción, de manera que se ejecuta una influencia sobre los sistemas del entorno que puede tener un fundamento basado en un conocimiento, en saber lo que se está haciendo o pretendiendo. Aquí también encontraríamos un buen ejemplo con los hongos y las conexiones que crean entre las raíces de los árboles, llegando a generar enormes redes subterráneas que pueden ser mayores que un bosque, donde a través de las conexiones se crea una transmisión de nutrientes que favorece a los hongos y también a las especies vegetales conectadas, donde se cree que puede haber un nivel de cognición para generar todo ese sistema rico y evolutivo.

De este modo, la vida y la biosfera evolucionan. Si se observa desde el inicio de lo que llamamos “biosfera madura”, surge el proceso de respiración como una forma de tolerar y aprovechar el exceso de oxígeno que llegó a haber tras el Gran Evento de Oxigenación de la atmósfera, y esa adaptación forzó mayor avance evolutivo y el desarrollo de un mundo con formas de vida que fueran capaces de respirar. Así que las formas de vida individuales impactan e influencian en el proceso evolutivo global, pero a su vez esa vida no podría desarrollarse sin la estructura de la globalidad. Se puede decir que, observando la evolución de la vida y las etapas planetarias dentro del concepto de inteligencia planetaria, “el todo es mayor que las partes”, porque esa estructura y proceso evolutivo global está por encima y marca las condiciones a las que se va a ver sometida cada parte o forma de vida. Esto enlaza con el concepto de Noosfera, que desarrolló Teilhard de Chardin entre el primer y segundo decenio del siglo pasado y que años más tarde utilizó el científico ruso Vladímir Vernadski describiéndola como un gran campo de influencia basado en la suma de lo que él llamó “energía biogeoquímica cultural”, donde el término cultural hace referencia a la actividad cognitiva colectiva.

- Tecnoesfera inmadura: Esta etapa está directamente relacionada con la evolución de una especie, con la formación de una civilización inteligente, que en el caso de la Tierra sería la especie humana. Se llega a esta etapa tras un apropiado desarrollo de la biosfera madura y una época de tiempo extensa sin grandes eventos destructivos planetarios, con estabilidad climática y de todos los sistemas junto con el aumento de biodiversidad. Al mismo tiempo se produce la expansión de la especie que pasa a ser dominante, tanto a nivel de ocupación de áreas de todo el planeta como por el aumento de su población.

En el caso de la Tierra, tras la última glaciación empezó la época del Holoceno, hace unos 11.700 años, una época de bonanza que permitió un mayor desarrollo de la biosfera y las formas de vida planetaria. Con el paso de los años, la especie humana fue alcanzando grados de civilización caracterizados por la aparición de la agricultura y los primeros asentamientos, la formación de ciudades, imperios y finalmente el desarrollo de la tecnología con el inicio de la era industrial y la utilización de combustibles fósiles. Todo ello desemboca en la época actual que llamamos Antropoceno, donde la tecnología desarrollada por el ser humano junto con el bajo nivel de conciencia como especie provocan la desconexión de los sistemas acoplados planetarios y de las otras formas de vida, llegando al control del funcionamiento de ese “Todo” como sistema planetario y entrando en lucha contra la naturaleza, como si la naturaleza fuera el enemigo y el bienestar humano dependiera de dominar esos sistemas junto con toda la vida planetaria.


Esta etapa, que es en la que nos encontramos ahora, representa el desarrollo de una tecnología que desequilibra todos los sistemas, que conduce a una grave inestabilidad y a lo que algunos expertos han llamado las tres crisis del apocalipsis: la crisis de extinción, la crisis de los tóxicos y la crisis climática. La forma de vida enfocada en el control y abuso sobre los recursos planetarios, sobre los sistemas y ciclos naturales y sobre toda forma de vida no tan solo representa un freno evolutivo a escala global sino un posible retroceso hacia etapas de la biosfera más rudimentarias y complicadas para los propios sistemas acoplados, para la propia capacidad autorreguladora del planeta y para la subsistencia de muchas especies junto con el debilitamiento o destrucción de todas las redes y conexiones que forman el entramado y engranaje de una biosfera rica, llena de biodiversidad y con un nivel de inteligencia planetaria elevado.

- Tecnoesfera madura: Según el estudio, esta etapa representa el verdadero desarrollo de la inteligencia planetaria, y es la etapa a la que debería llegar la Tierra para evitar colapsos de la biosfera y eventos extremos de desequilibrio y destrucción en todos los niveles. En esta etapa la especie líder está en plena conexión con el planeta, con sus sistemas acoplados, con las redes que forman el cimiento de la fuerza de vida, y favorece toda interconexión mediante una tecnología que busca el bienestar planetario y el correcto funcionamiento de todos sus ciclos y patrones, que se identifica como una parte vital y fundamental del Todo. La tecnoesfera madura es la expresión de la especie líder del planeta y su tecnología llegando a un punto elevado de comunicación y coevolución con la biosfera, donde el propósito principal es prosperar desde esa inteligencia planetaria que se expresa en una conciencia elevada de la especie líder, que en el caso de la Tierra es el ser humano, que alcanza un nivel de conciencia que contiene esa comprensión planetaria, incluso un reconocimiento de la entidad planetaria que llamamos Gaia.

Aunque el estudio se focaliza en el planeta Tierra, es interesante que se considere que este esquema sea aplicable a otros planetas con vida y que justamente sería útil en la búsqueda de formas de vida inteligente en otros planetas. Tal como se indica: “las únicas civilizaciones tecnológicas que podemos llegar a descubrir en el cosmos son las que no se suicidaron”, las que llegaron a una etapa de tecnoesfera madura con el desarrollo y estructura de una verdadera inteligencia planetaria, con una civilización líder y una tecnología utilizada desde un grado de conocimiento y conciencia al que esperemos que los seres humanos podamos llegar.








Fuentes:
https://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/es-la-tierra-un-organismo-vivo-701650537503?utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Facebook&fbclid=IwAR0B9llLbmiTQuuk_QMtnV4lOqqb-nQEdd4hXEK8ANli5df0D59VwlqcuD0#Echobox=1650638298