miércoles, 30 de octubre de 2019

Evento del mes de octubre

Redactado y publicado por David Arbizu

LOS "STORMQUAKES" O "TORMENTAMOTOS": SISMICIDAD VINCULADA CON TORMENTAS Y HURACANES 
Durante muchos años, los científicos han trabajo para demostrar hasta qué punto las tormentas tienen un efecto directo sobre los movimientos sísmicos y, por lo tanto, sobre las placas tectónicas. Hasta hace poco, muchos expertos defendían que era muy difícil confirmar que pudiera haber una relación entre un fenómeno como las tormentas, cuya formación, desarrollo y avance depende de la atmósfera y los océanos, y otro fenómeno como los terremotos, que se basan en movimientos de la tierra sólida, de las placas tectónicas, placas que en parte pueden estar o no bajo los océanos. Pero actualmente el estudio de las tormentas y huracanes está permitiendo descubrir los efectos y cambios que producen sobre las costas, sobre las profundidades del océano, incluso sobre corrientes oceánicas potentes e importantes, tal como últimamente se comprobó con la Corriente del Golfo, que se debilitó y se redujo casi en un 50% con el paso del huracán Dorian.

Hasta ahora no se había prestado atención a la sismicidad provocada por las tormentas, aunque sí se detectaba que había un tipo de olas resultantes que afectaban el fondo del mar causando temblores, pero los científicos los consideraban “ruido de fondo sísmico” y no los analizaban como terremotos. En un estudio publicado a principios del año 2018 se describía cómo las lluvias torrenciales que se acumulan sobre la superficie desde una tormenta tropical representan un enorme peso que conduce a una deformidad de la corteza terrestre, generando tanto una compresión como una dilatación, lo cual puede llegar a afectar al movimiento de placas tectónicas pero de una forma más lenta, generando una tensión que puede necesitar horas o días para llegar a manifestarse, en caso de hacerlo.

En un estudio publicado el pasado 14 de octubre de este año, 2019, se demuestra realmente cómo una fuerte tormenta puede desencadenar eventos sísmicos en el océano, de manera que la energía de las tormentas y del oleaje llega a interactuar con la superficie terrestre. El profesor Wenyuan Fan, profesor de Ciencias de la Tierra, el Océano y la Atmósfera de la Universidad Estatal de Florida, es el autor principal de este estudio y quien ha explicado que a estos eventos les han dado el nombre de “stormquakes” (“tormentamotos”). El estudio se ha basado en la revisión de más de una década de registros sísmicos y oceanográficos, en especial del oeste del Océano Atlántico, dirigidos tanto a fuertes tormentas tropicales como extratropicales.

Huracán Florence (2018). Fotografía: NASA

También se constató que la actividad sísmica se generaba cerca de los márgenes de la plataforma continental, que es la parte sumergida de los bloques continentales que forma un fondo submarino próximo a la costa, y también en zonas de formación de bancos oceánicos, que son zonas donde hay una elevación y, por lo tanto, menos profundidad en relación con el área que las rodea. Estas zonas poco profundas facilitan que se vayan acumulando los pulsos de ondas sísmicas que se generan a partir de la energía de las tormentas, a partir de los efectos de las grandes olas que se forman en la superficie y afectan el fondo de los océanos. Esta acumulación de ondas sísmicas puede llegar a provocar un cambio en su frecuencia y longitud, y entonces, en lugar de avanzar enormes distancias en forma de ondas largas y de menor frecuencia, que pueden durar desde horas a días, se concentran como una energía de presión que se transfiere al suelo. Así lo explica Wenyuan Fan al hablar de su estudio: “Estas colinas planas bajo el agua pueden concentrar la energía para que la presión de las olas se transfiera al suelo y llegue a crear una explosión uniforme de meneos, similar a un martillo golpeando en el océano”.

También se ha comprobado que no toda tormenta potente o huracán necesariamente tiene que causar terremotos, ya que la causa no solo depende del sistema atmosférico y del oleaje provocado, sino que intervienen otras condiciones oceanográficas concretas, la topografía del fondo marino y la estabilidad de todo lo relacionado a la tectónica de placas, donde no solo hay que tener en cuenta las grandes placas tectónicas sino también todas las placas menores y fallas que se convierten en vías de acumulación de presión. El avance de un huracán va a afectar el suelo terrestre debido a toda la energía que en algunos puntos impactará como una presión baja y en otros como una presión más elevada. Todo ello estará afectando el terreno y las condiciones de las fallas, provocando deformaciones tanto a nivel de compresión como de dilatación. En cualquier caso, va a representar una acumulación de tensión sobre la falla y, dependiendo de cuál sea la tensión acumulada en ese momento concreto, podrá actuar como un gatillo o punto cúspide para que se genere un movimiento sísmico.
En la imagen que sigue a continuación se observa el huracán Sandy (2012), como ejemplo de un huracán que ha sido uno de los más fuertes registrados pero no provocó ningún seísmo.


Las tormentas y huracanes también provocan otros efectos importantes, tanto sobre áreas próximas a la tormenta como a nivel global. Tal como he indicado al inicio de este artículo, los vientos huracanados pueden llegar a obstruir temporalmente el flujo de la Corriente del Golfo, algo que provoca que enormes cantidades de agua se dirijan hacia la costa, aumentando el nivel del mar y causando mayores inundaciones y destrucción. Además, como parte de la Circulación Termohalina, que es la circulación oceánica de ámbito planetario imprescindible para la regulación y equilibrio de los patrones climáticos de todo el planeta, este bloqueo o debilitamiento de la Corriente del Golfo afectará a nivel global y, especialmente, a toda la zona del Atlántico Norte, donde todas las aguas que llegan fruto del deshielo masivo también están dificultando el buen funcionamiento de la Circulación Termohalina o Cinturón Transportador Oceánico. Además, la Corriente del Golfo es básica para regular y suavizar las temperaturas de invierno de parte de Europa.

Otro efecto de los huracanes es la aceleración del proceso llamado “bomba biológica”. Esto sucede cuando los vientos generan intensas y duraderas corrientes submarinas que empujan los nutrientes del fondo del océano hacia la superficie provocando una floración de algas. Al cabo de un tiempo, las algas mueren y se hunden de nuevo en el océano proporcionando una gran cantidad de alimento para la vida marina de los fondos oceánicos.

Algo que en algunos casos también se ha observado en el Atlántico Norte es cómo los restos de algunos huracanes o tormentas afectan a la corriente Jet Stream. Esto sucede después de que se debiliten al moverse hacia el norte cerca de la costa este de Norteamérica y se dirijan hacia el centro del océano. Cualquier efecto sobre la corriente Jet Stream va a ser de ámbito global y podrá ser beneficioso o perjudicial dependiendo de si colabora en su estabilidad o si por el contrario acelera su desequilibrio y que se formen las ondulaciones que facilitan la llegada de altas temperaturas al Ártico y el descenso de tormentas polares hacia latitudes bajas del hemisferio norte. En la imagen que sigue a continuación se puede observar cómo los restos del huracán Dorian alteraron el Jet Stream provocando el descenso de una gran masa de aire frío que formó la potente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) o gota fría que causó graves inundaciones y devastación especialmente en la zona mediterránea de la Península Ibérica.


El estudio publicado recientemente abre el camino a nuevas investigaciones y a una mayor comprensión del funcionamiento de las tormentas, de sus efectos y de la conexión que existe entre todos los sistemas y estructuras que sostienen la biosfera, algo que es muy importante para que haya un verdadero avance científico desde un enfoque global aunque sea desde estudios de áreas concretas, viendo al planeta como un sistema dinámico, complejo y completo. Creo que sería muy interesante realizar este tipo de estudios con tormentas que se forman en otras zonas del planeta, como las que se forman frente a las costas mexicanas del Pacífico, donde domina la subducción entre placas tectónicas, o también en las que se forman en el oeste del Pacífico y pueden afectar toda la zona de placas que representa el arco insular de Japón y las profundas fosas marinas de Japón y de las Marianas. Como siempre, ¡queda mucho por aprender de nuestro amado y precioso planeta!


Fuentes:
Mapa "La secuela del huracán": https://www.lavozdegalicia.es