martes, 21 de mayo de 2024

PLANETA TIERRA: UN CUERPO PLANETARIO EN CRISIS. TECTÓNICA DE PLACAS Y VULCANISMO DESDE LA PERSPECTIVA GLOBAL

Redactado y publicado por David Arbizu



En general, a los seres humanos nos es muy difícil comprender la dimensión de nuestro planeta y mucho menos las distancias de nuestro sistema solar o, por ejemplo, el tamaño del Sol, y ya es prácticamente imposible concebir el tamaño de la Vía Láctea, con sus entre 200 y 400 mil millones de estrellas, además de que solo es una galaxia más del universo conocido, que se calcula que alberga a más de 200 mil millones de galaxias. A pesar de ello, gracias a los avances científicos y tecnológicos vamos teniendo acceso a imágenes realizadas con telescopios terrestres y espaciales que facilitan que vayamos integrando una definición más visual de galaxias lejanas, otras lunas, diferentes formaciones planetarias, incluso de agujeros negros.

En 1972, la tripulación del Apolo 17 tomó una fotografía de nuestro planeta que se considera una de las más impactantes en la historia de la humanidad. La fotografía muestra la Tierra iluminada, esférica, azul, hermosa en el espacio. Anteriormente se habían realizado otras fotografías del planeta desde cohetes y satélites, pero esta tenía mayor luminosidad general y se tomó en un momento en que había un aumento del activismo ambiental y todavía muchas personas abiertas a todo lo positivo que habían aportado los años de mayor influencia y expansión del movimiento hippie. La fotografía fue retocada para darle más luminosidad y color, y se giró porque originalmente el polo sur, la Antártida, quedaba en la parte superior. Esta imagen se convirtió en un símbolo del movimiento ambiental, y a partir de las palabras de los astronautas que la tomaron se denominó “La canica azul” como una expresión de la fragilidad que transmitía ver nuestro planeta como ese punto que se iba haciendo cada vez más pequeño, quebrantable, como si fuera de cristal rodeado por la inmensidad del espacio.

Imagen de la fotografía tomada desde el Apolo 17

Es interesante observar que a este planeta, donde domina el color azul, se le llame la Tierra, pero cuando se empezó a nombrar el planeta no había esta visión desde el espacio que ahora tenemos. Según la BBC, el nombre de la Tierra se debe a que nuestros ancestros en realidad estaban nombrando el suelo que tenían bajo sus pies, la superficie que los sostenía y sustentaba, lo que consideraban su territorio existencial, y por eso muchas lenguas nombran de forma similar al planeta siguiendo esta lógica. A pesar de que todo esto es comprensible, muchos seres humanos actuales siguen sin tener una buena comprensión de su planeta, se mira mucho al suelo y poco al cielo y, por mucho viaje y turismo que se haga, en general no se tiene una perspectiva planetaria, no se piensa en la Tierra tal como muestra esa fotografía ni se valora el hecho de “ahora estoy en este punto” respecto a esa visión global. La misma tecnología que nos facilita imágenes del planeta, de partes de nuestro sistema solar, de otras galaxias, es la que también nos cierra la perspectiva con el dominio de las pantallas, donde el mundo que definimos y en el que nos situamos se reduce y contrae al que cabe en el dispositivo desde el que hacemos nuestras fotos. De esta forma nos vamos haciendo pequeños sin darnos cuenta, aunque obviamente el que busca encuentra información, documentación e imágenes para saber más, para ampliar conocimientos, pero también las obligaciones diarias, el automatismo de la forma de vida que en general se ha instaurado en la mayoría de sociedades y países, dirigen hacia ese primitivismo que paradójicamente nos trae la tecnología más innovadora, desde donde no vemos más allá del suelo que pisamos o, dicho de una forma más interesante: no somos más conscientes del mundo en que vivimos, de que la existencia está fundamentada en que esa “canica azul” no se rompa, no se desajuste, no se modifiquen los sistemas que permiten que sea habitable.

La crisis climática que estamos experimentando, especialmente mostrada a través de los desequilibrios de los patrones climáticos, nos está indicando continuamente que debemos comprender y adquirir esa conciencia del planeta como un cuerpo planetario que tiene sus ciclos, sus sistemas, su dinámica, sus recursos para recuperarse de trastornos que lo desajusten. Esto que en parte parece obvio es en realidad muy complicado, especialmente para las mentes y sistemas de creencias de la mayoría de seres humanos para los que, por ejemplo, es totalmente normal el sistema de medicina occidental donde la mayoría de médicos se especializan y tratan sintomatologías y enfermedades según los órganos o sistemas concretos afectados, sin tener en cuenta que el desequilibrio puede venir de otra parte del cuerpo y que existe una homeostasis, una relación e interacción entre todo lo que forma un cuerpo, donde además también entran en juego las emociones, los pensamientos y muchas otras pautas e incluso influencias externas que conducen o apartan de un estado saludable. Por suerte son cada vez más los médicos que son conscientes de que hay que tener en cuenta todas estas cosas, que es importante valorar todo lo que nos aporta, por ejemplo, la medicina oriental con todo el enfoque de meridianos, puntos de presión, relación con los elementos (tierra, aire, fuego, agua), importancia del contacto con la naturaleza, pero la estructura y oferta de los organismos vinculados con la sanación sigue en ese formato rígido y estructurado, y de nuevo la tecnología va desarrollando instrumentos que por un lado ayudan a avanzar y poder realizar sanaciones que antes no eran posibles pero por otro lado aumentan el “segmentarismo” y esa falta de visión conjunta. Todo esto es aplicable al planeta, ya que se trata de un cuerpo planetario con sus meridianos, sus elementos, sus lugares de mayor o menor expresión energética, toda su estructura basada en la interconexión de los elementos que forman la biosfera pero que también forman las capas internas del planeta.

Entonces, ahora más que nunca es el momento de tener esa perspectiva planetaria global y al mismo tiempo aplicar en nosotros mismos la conciencia de lo particular, de lo influyentes que pueden ser nuestras acciones diarias para no empeorar nada de nuestro entorno, porque holográficamente estaremos creando un efecto global. Ahora es el momento de conocer mejor la Tierra, y el cambio climático nos invita a adquirir ese conocimiento con sus expresiones extremas y peligrosas. Y una de las formas más asequibles es observando con atención las noticias que publican los medios de comunicación respecto a eventos climáticos o desequilibrios que están sucediendo en el planeta. De este modo podemos ser más conscientes de todo lo negativo del deshielo de los polos, de que la corriente jet stream no se mantenga fuerte y regular, de que aumente excesivamente la temperatura del agua de los océanos, de que se forme en el Pacífico Central el fenómeno de La Niña o El Niño, de que haya un exceso de ríos atmosféricos llegando a la costa oeste de Estados Unidos, de que se esté debilitando la Corriente de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés), de que el calentamiento global favorezca el desplazamiento de especies invasoras que puedan destruir ecosistemas, de que estén surgiendo panzootias (como la del virus de la gripe aviar afectando ya a mamíferos) que pueden acabar impulsando otra gran pandemia, tal como podría también suceder debido al deshielo del permafrost. Todo esto que acabo de listar puede surgir perfectamente de las noticias relacionadas con el calentamiento global y el trastorno planetario publicadas en solo el último mes, y se puede observar que aparecen los diversos elementos en diferentes expresiones y siempre interconectados e interdependientes como parte de la estabilidad o inestabilidad planetaria. Y aunque no he hecho referencia al enumerarlas, obviamente en todo desajuste encontraremos la mano del ser humano, las actividades, el comportamiento, la falta de conciencia que ha creado esta crisis planetaria, todo lo que ha dado forma a lo que llamamos Antropoceno.

Uno de los elementos que se está haciendo notar cada vez con más fuerza y a nivel global es el elemento fuego, y me refiero a los movimientos sísmicos y a las erupciones volcánicas. Está claro que si se habla de un elemento también van a estar involucrados los demás, incluso los que llegan desde el exterior, como por ejemplo desde la alta actividad solar actual, porque además se sabe que la actividad solar influye en el equilibrio de las placas tectónicas. Para el análisis que en parte da pie a este artículo quiero focalizarme en la existencia de los dos grandes cinturones orogenéticos (u orogénicos) del planeta. Geológicamente, un cinturón  orogénico es una amplia zona geográfica que ha sufrido un dinamismo tectónico compresivo, y en la Tierra los dos grandes cinturones orogenéticos son el “Cinturón Orogenético Peripacífico”, que también conocemos como “Anillo de Fuego”, y el Cinturón Orogenético Mesogeico, también llamado “Cinturón Alpino-Himalayo”.

Cinturón Orogenético Peripacífico – Anillo de Fuego


Cinturón Orogenético Mesogeico – Alpino Himalayo

La tectónica de placas y el vulcanismo son la expresión de la liberación y dinamismo de algunas de la fuerzas internas del planeta, del fuego interno que forma parte del cuerpo planetario y crea un vínculo entre todas sus capas. De hecho, a través del movimiento de subducción un placa se sumerge bajo otra, y a través de las erupciones volcánicas y la divergencia entre placas vuelve a emerger nueva tierra a la superficie, como un proceso de renovación continuo donde intervienen todas las capas del planeta y los elementos del agua y del aire, además del fuego y la tierra.

Lo que ahora nos está mostrando el planeta es cómo se generaliza esa liberación de la tensión interna, y aunque siempre hay más sismicidad y erupciones en el Anillo de Fuego, también hay un aumento general de actividad en el cinturón Alpino-Himalayo. Entonces, más allá de enumerar procesos eruptivos y sísmicos actuales, es importante alcanzar esa perspectiva de que todo está conectado. Incluso los mapas adjuntos de los cinturones nos muestran el ejemplo de la zona de Indonesia formando parte de los dos cinturones, pero si lo observamos desde la visión de la tectónica de placas podemos ver además que cualquier dinámica va a ir más allá de lo que puede expresar una línea o cinturón.


En este mapa se observa cómo los cinturones los forman las líneas de separación entre placas. Cualquier liberación sísmica en una parte de una placa va a tener un efecto global, sea mesurable o no, porque de eso trata la deriva continental, que es el movimiento de la litosfera, de la superficie del planeta, sobre el manto interior formado por materiales dúctiles que se encuentran en estado sólido, semifundido y totalmente fundido. Con todo ello, lo que ahora nos muestra el cuerpo planetario donde vivimos es cómo una descompresión generalizada del fuego y de la tensión acumulada facilita que no se alcance una liberación mayor y catastrófica en un punto concreto. Esta es la expresión de la capacidad de homeostasis de la Tierra buscando el reequilibrio de todo su cuerpo, desde el núcleo hasta la parte más externa de la atmósfera.

Y este es el mensaje y lección que nos ofrece la Tierra, Gaia, es el mensaje de ser conscientes de que habitamos un cuerpo planetario que hemos hecho enfermar y cuya sintomatología va llegando a todas partes. De este modo, podemos ver también cómo se alteran lo que conocemos como “puntos calientes”, con todas las erupciones que últimamente está habiendo en Islandia, con toda la actividad del Etna y los volcanes de las islas Eolias (Italia), con los terremotos que está habiendo bajo Campi Flegrei (Italia), una de las mayores calderas volcánicas del planeta situada muy cerca del volcán Vesubio, con la sismicidad notable en Tenerife (islas Canarias), donde está el volcán Teide, con movimientos de magma también bajo el volcán Kilauea de Hawái. En el momento de escribir este artículo se ha registrado un terremoto de 4,1 grados en el Pirineo francés, y si se observa la imagen del Cinturón Orogénico Alpino Himalayo se puede ver que encadena parte de los grandes sistemas montañosos del planeta: Himalaya, Hindu Kush, las montañas del Cáucaso, los Alpes, los Pirineos y el Atlas, entre otros. Así que tenemos ante nosotros la expresión de una tensión global que ya no solo se focaliza en el Anillo de Fuego, donde evidentemente sigue habiendo volcanes en erupción y terremotos importantes, sino que se expande y puede desencadenar un evento en cualquier punto, incluso un evento volcánico y/o sísmico cuyo detonante pueda ser el deshielo del Ártico, por ejemplo, que sabemos que impulsa la elevación de Islandia y la descompresión de cámaras magmáticas permitiendo mayor elevación de magma, un deshielo que está afectando a la circulación oceánica global (cinturón transoceánico) y que puede acabar dirigiendo incluso hacia una mini-glaciación.

Hablar del elemento fuego, con la tectónica de placas y el vulcanismo, justamente nos muestra que todo está conectado, que no lo podemos separar tal como al inicio del artículo explicaba que lo hace la medicina occidental. Si está habiendo un cambio del efecto atmosférico de El Niño hacia La Niña, las presiones atmosféricas van a cambiar y por lo tanto las tormentas van a refrescar, o no, amplias zonas de los océanos que están muy calientes. Si sigue la deforestación de los grandes pulmones del planeta, como la Amazonia y las selvas africanas, aumentarán las sequías y se deterioraran los patrones globales del ciclo del agua. Si el Sol sigue con su actividad tan elevada, también va a repercutir sobre las placas tectónicas, sobre el campo magnético protector del planeta, sobre la formación de nubes, sobre la velocidad de los vientos, sobre la evaporación, sobre la sequedad de la tierra y el estrés de toda forma de vida, de todo lo que forma la cadena alimentaria y la estructura de la biosfera. Todo tiene una razón de ser y no hay nada menos importante, y un ejemplo de ello es la importancia de las migraciones de los animales, desde las ballenas siguiendo los meridianos oceánicos de la Tierra hasta los ñus, los búfalos, etc. que además remueven el suelo con sus pezuñas oxigenándolo, debilitando la vegetación en zonas donde eso es justamente el motor de regeneración y renovación de plantas y árboles dentro de sus ciclos de vida ajustados a cada ecosistema.

Por eso ahora tanto el desarrollo como la lectura de la noticia de un evento debería tener una visión global y un análisis drástico y contundente de cómo la mayor parte de responsabilidad de la crisis planetaria recae en el ser humano y su falta de conciencia, su falta de comprensión del planeta en el que vive, y obviamente su falta de amor, que ya de principio no tiene ni a los miembros de su propia especie al permitir las guerras, genocidios y hambrunas que hay en muchos países.
Hay muchos conocimientos que no salen a la luz, hay posibles soluciones que quedan marginadas y desechadas por la presión y fuerza de clases dirigentes y grupos de poder, hay toda una manipulación para no cambiar un modelo cuyo fundamento es el abuso y la destrucción del planeta, todo ello mientras el planeta avisa y notifica su desequilibrio, mientras avanza la sexta extinción masiva y reina una desesperanza que no ayuda por muy justificada que pueda ser. Al mismo tiempo es imposible no amar este planeta, es imposible no encontrar belleza en cualquier parte, es imposible no ver la fuerza de vida que expresa y cómo nos volvemos insignificantes ante cualquier evento catastrófico. Habitamos un gran cuerpo planetario del cual formamos parte y la sanación y recuperación de todo trastorno ha de empezar por nosotros mismos, como las células que habían provocado la enfermedad y que de pronto han transmutado, han cambiado su dinámica y se han vuelto sanadoras y protectoras del cuerpo que les da sustento y vida. 






Fuentes:



Imágenes:
- Imagen de la Tierra: De NASA/Apollo 17 crew; taken by either Harrison Schmitt or Ron Evans - https://www.nasa.gov/multimedia/imagegallery/image_feature_329.html , Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43894484
- Imagen del Cinturón Peripacífico: By Pacific_Ring_of_Fire.svg: Gringer (talk) derivative work: B1mbo (talk) - Pacific_Ring_of_Fire.svg, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14610013
- Imagen del Cinturón Mesogeico: Transferred from de.wikipedia to Commons by Jo Weber., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3652935
- Imagen placas tectónicas: De Eric Gaba (Sting) created by Ævar Arnfjörð Bjarmason under PD and based on an USGS mapData: Prof. Peter Bird's map, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31487408