lunes, 23 de septiembre de 2024

LA ROTACIÓN DE LA TIERRA: CAPAS, ESTRUCTURAS Y CAMPOS AFECTADOS E INVOLUCRADOS

Redactado y publicado por David Arbizu



En muchas ocasiones he leído comentarios o artículos que transmitían que hay más interés en estudiar e investigar el espacio exterior que nuestro propio planeta, especialmente sus capas internas. Ya hace tiempo que se publican noticias relacionadas con la ralentización del movimiento del núcleo de la Tierra, incluso algunas señalando que su giro ha cambiado de sentido. Siempre me sorprende que cuando se realizan estos estudios falte una perspectiva más amplia, considerando que todo está interconectado, que una ligera modificación del giro del núcleo terrestre puede expresar un efecto mariposa y acabar afectando cualquier aspecto, patrón, ciclo o estructura que forme parte de nuestra vida diaria, de nuestra supervivencia y la del propio planeta, pero también que los cambios y desequilibrios en las capas más superficiales puedan afectar al núcleo.

En realidad existe un gran desconocimiento de las capas más internas de la Tierra, especialmente de sus dos núcleos. Lo que sabemos actualmente es que el núcleo externo es de hierro líquido y tiene un espesor de unos 2.200 kilómetros con una temperatura que llega a los 6.000ºC, superior a la de la superficie del Sol. El núcleo interno es una esfera sólida de hierro y níquel que tiene un diámetro aproximado de 2.442 kilómetros, y junto con el núcleo externo y todo lo que implica la rotación de la Tierra provocan un efecto dinamo dando forma al campo magnético planetario, fundamental para protegernos de rayos y radiaciones diversas que pueden llegar desde el espacio y especialmente desde nuestro Sol.


Últimamente se han publicado varios estudios relacionados con los núcleos terrestres, la rotación del planeta y sus campos magnético, eléctrico y gravitatorio. La mayoría de los estudios se basan en investigaciones de carácter geológico y astronómico, destacando los resultados que se obtienen gracias al seguimiento y control de las ondas sísmicas, que son como rayos X que facilitan realizar una observación y deducción de cómo está formado el interior del planeta. Al mismo tiempo, el continuo avance científico está abriendo otras posibilidades de investigación a partir de otras ondas y resonancias, como las “ondas de coda”, que también entran dentro de la sismografía y tienen la particularidad de rebotar por el interior del planeta ofreciendo datos más detallados que las otras ondas. Otros análisis también se han centrado en los efectos de la radiación solar sobre las zonas internas de la Tierra, concretamente sobre las áreas magmáticas de los arcos volcánicos, descubriendo las alteraciones que generan sobre el “estado redox”, relacionado con el equilibrio o desequilibrio que puede suponer el aumento o perdida de electrones junto con el aumento o pérdida de oxidantes, de oxígeno, ya que tiene implicaciones sobre zonas más profundas además de sobre el clima de la superficie, dejando claro el vínculo que existe entre todas las capas del planeta.

Uno de los estudios destacados muestra que, durante los últimos 650 millones de años, la rotación de la Tierra ha pasado por períodos de estabilidad y también de desaceleración, dando forma a un “patrón de escalera”, con rápidas fluctuaciones, en lugar de un proceso suave y con continuidad. Los períodos de estabilidad han coincidido con épocas de equilibrio climático y de evolución consistente y regular de la biosfera. De igual modo, después de fases de desaceleración de la rotación del planeta es cuando han sucedido importantes eventos como la explosión cámbrica, donde hubo bruscas modificaciones y diversificación de las formas de vida que fueron la base del surgimiento de muchos de los principales grupos de animales que habitan el planeta, y eventos como la extinción Pérmica-Triásica de hace 252 millones de años, la mayor extinción masiva conocida.

El estudio también señala la influencia de la Luna sobre la rotación de la Tierra, y cómo en los inicios del período analizado estaba más lejos de la Tierra que en la actualidad, de manera que los días eran más largos, pero actualmente nos encontramos ante una desaceleración de la rotación y también tenemos que buscar factores directamente relacionados con la crisis planetaria y el Antropoceno, con el enorme deshielo, el desequilibrio entre sequías e inundaciones, la contaminación atmosférica, todas las extracciones que el ser humano hace del subsuelo creando desajustes graves y diversos, el aumento de las temperaturas a nivel de superficie, ya sea en la atmósfera como en los océanos y los continentes. Unas condiciones extremas de temperaturas elevadas representan mayor presión y estancamiento, pesadez en el cuerpo planetario, y esto va abarcando todas las capas e influyendo en todos los mecanismos destinados a sostener un armonía de la cual también dependen fuerzas y estructuras terrestres vitales para el sostenimiento de la vida y el equilibrio planetario general, como por ejemplo el campo magnético, el eje de rotación, los polos magnéticos, los movimientos y oscilaciones que impulsan patrones básicos climatológicamente hablando y también esenciales dentro de la protección del planeta frente a la llegada de toda fuerza externa, como los diversos rayos cósmicos y la radiación solar.


El núcleo interno del planeta empezó a desacelerarse alrededor del año 2010, y algunas de las últimas investigaciones publicadas señalan que en estos momentos está girando en sentido contrario, aunque otras solo afirman rotundamente la desaceleración. Las explicaciones a esta ralentización se centran en dos posibilidades: por un lado en la fricción con el núcleo externo, que es de hierro líquido, y por otro lado en las interacciones gravitacionales que se producen entre el núcleo interno y las capas del manto situadas sobre el núcleo externo, que podrían estar creando un efecto de atracción del núcleo interno. En ambos casos se observa la interacción entre las diversas capas que forman el planeta, y ya se empieza a tener en cuenta todos los movimientos más superficiales de la tectónica de placas, como el movimiento de subducción, que muestran un mecanismo de convección donde el magma llega a la superficie de la Tierra pero también regresa hacia zonas internas formando un proceso de cientos de millones de años de duración.

Científicamente no hay dudas en que el movimiento del núcleo externo rodeando al núcleo interno es el que genera el campo magnético que protege al planeta de la radiación solar y otras fuentes y rayos que puedan llegar desde el espacio, y que este movimiento está directamente vinculado con la rotación de la Tierra. La estabilidad del campo magnético es fundamental para el mantenimiento de la atmósfera, y a su vez la atmósfera es la estructura sobre la que se erige este campo, que es como una corriente de partículas que bloquea la llegada de esas energías que podrían ser perjudiciales. Así que de nuevo tenemos que tener la perspectiva de la totalidad, de cómo siempre hay más energías, estructuras, ciclos y procesos interviniendo en todo, de que son características esenciales de nuestro planeta. He indicado que el campo magnético se puede generar porque existe la atmósfera, y la atmósfera se sostiene en su lugar gracias al campo gravitacional, que puede ser uno de los factores de la ralentización del giro del núcleo por la atracción aumentada desde capas más externas. En el caso de Marte, por ejemplo, sus condiciones no facilitan el sostenimiento de una atmósfera como la terrestre y la operatividad del propio planeta y su relación con el espacio es distinta, de manera que, a falta de mayor conocimiento sobre este planeta, no ha sido posible la creación y estabilidad de una biosfera, al menos en su superficie.


En un estudio reciente, publicado el pasado mes de agosto de 2024, se ha confirmado la existencia de un “campo eléctrico ambipolar” que se forma especialmente en las regiones polares a partir de los 250 kilómetros de altura. Se ha constatado que este campo actúa como un regulador que mantiene la estabilidad de las cargas eléctricas de la ionosfera, y en su correcto funcionamiento también interviene la gravedad, de manera que también está vinculado con el campo magnético. Un descontrol de las cargas eléctricas de la ionosfera puede conducir a inestabilidades atmosféricas y también de patrones climáticos, pero la inestabilidad climática y todos los efectos del calentamiento global, como el aumento imparable de dióxido de carbono en la atmósfera, también pueden tener sus efectos sobre todos estos campos fundamentales para los engranajes que hacen que la Tierra tenga sus características tan especiales. 

Otro posible desequilibrio futuro a tener en cuenta sería el efecto de que cambios en el eje de rotación, su ralentización, el deshielo, cambios en la biomasa planetaria, etc., provocaran que la velocidad de rotación se equilibrara en todo el planeta. Actualmente la velocidad de rotación en la línea que señala el ecuador es de 1.700 km/h, y en los polos, justamente donde se encontraría el eje de rotación, es de 0 km/h. Cualquier cambio tendría sus efectos sobre todas las condiciones terrestres, sobre todos sus ciclos y campos, sobre el campo magnético que forma los cinturones Van Allen, tal como muestra la imagen superior, donde la máxima potencia que les da forma corresponde a esa rotación más acelerada del ecuador respecto a los polos.

Si pasamos a observar las influencias externas, espaciales, es conocida la influencia del Sol sobre la sismicidad, incluso un estudio reciente demuestra que la radiación solar afecta a las capas más profundas del planeta y que por lo tanto el clima de la superficie también estará afectando al manto y a los núcleos. También se ha demostrado que las fluctuaciones del campo magnético se ven afectadas por el viento solar y las tormentas solares, y justamente nos encontramos en el ciclo 25 solar y en un momento cumbre de gran actividad con llamaradas del más alto nivel de potencia, que por suerte en la mayoría de los casos no son geoefectivas. Y en todo ello también incide la rotación de la Tierra y obviamente la del núcleo, y científicamente es necesario que las investigaciones acojan esta realidad de la interconexión, de que por un lado no se puede analizar solo una parte o una fase del funcionamiento del cuerpo planetario, y por otro lado es necesaria una humildad científica para reconocer todo lo que falta por saber, todo lo que ahora mismo no se puede descubrir porque no existe la conciencia ni la mentalidad elevadas para desarrollar una mayor comprensión. Por ejemplo, otro estudio reciente demuestra cómo el núcleo externo no es una capa uniforme, sino que contiene zonas diferentes donde pueden predominar unos minerales sobre otros e incluso tener notables cambios de temperaturas. Entonces, si no hay uniformidad en el núcleo tampoco la puede haber en el campo magnético, y si se añade la potente fase solar junto con todo el desajuste provocado por el ser humano y el período de desaceleración de la rotación que podamos estar experimentando, podemos estar ante un momento donde ese “patrón de escalera” que he señalado al principio acabe expresando un evento planetario de gran proporción dentro de la historia de la Tierra. Y para finalizar, el ser humano ha de comprender que la historia de la Tierra también es la suya, que la observación del cuerpo planetario también es la observación del propio cuerpo, que la interacción y el trato con lo que es nuestro espacio exterior, lo que nos rodea, que principalmente es la biosfera, las condiciones para sostener vida, es lo que va a permitir o no detener la sexta extinción masiva donde entramos todos.  






Fuentes:

 

Imágenes:
- Capas Tierra: By Kelvinsong - Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=23966175
- Earth layers-wiki. By A.shteiwi - Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=89546702
- Cinturón Van Allen: By NASA/Van Allen Probes/Goddard Space Flight Center - http://www.nasa.gov/mission_pages/rbsp/news/third-belt.html  Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24922519