Publicado por David Arbizu
NUESTRO SOL - INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y RELACIÓN CON LA TIERRA
Los científicos saben de la gran importancia e influencia del Sol sobre
la Tierra como planeta del sistema que gira a su alrededor y del cual depende
que un planeta pueda desarrollar un tipo u otro de condiciones, tanto en su
interior como en su superficie, que al final van a establecer la posibilidad o
no de que haya vida en ese planeta.
Algunas grandes organizaciones, como la SDO (Solar Dymanics
Observatory) de la NASA facilitan parte de sus grandes estudios y
comprobaciones y nos permiten poder tener una mayor comprensión de la
estructura, actividad y desarrollo de nuestro astro, al menos desde la
perspectiva científica terrestre. La mayoría de los estudios se centran en cómo
se genera la actividad solar y cómo esa actividad afecta las condiciones del
sistema solar y, en particular, de nuestro planeta, especialmente cómo interactúa y
afecta a la magnetosfera, a la ionosfera y a las condiciones climáticas,
incluyendo el estado de la capa de ozono. Para ello los científicos se centran
en las mediciones del magnetismo del interior del Sol, en la actividad del plasma
caliente de la corona solar, con sus manchas solares y sus erupciones en forma
de filamentos y en toda consecuencia relacionada con la radiación ultravioleta
y las partículas solares junto con el modo en que son irradiadas, ya sea a
través del viento solar o de las llamaradas solares y las eyecciones de masa
coronal.
Muchos científicos consideran que el Sol es una estrella de comportamiento
variable e imprevisible. Por ejemplo, no se pueden predecir los ciclos de
actividad solar, que supuestamente cambian cada 11 años pero cuyos registros
muestran cambios que varían entre cada 9 y 12 años. Habitualmente, estos ciclos combinan un
ciclo de mayor actividad con otro de menor actividad o “enfriamiento”, como a
veces se le llama en lenguaje coloquial; pero ese comportamiento imprevisible significa que en ciclos de mayor
actividad se ha llegado a mínimos solares y, por el contrario, en ciclos de
baja actividad ha habido tormentas solares de gran envergadura. La realidad es
que esto demuestra, tal como reconocen muchos científicos, que todavía queda un
largo camino para poder conocer realmente a nuestra estrella, a nuestro Sol.
Algo que sí que comprenden cada vez más personas es la importancia de
la capacidad de la Tierra para protegerse y protegernos de los rayos solares. También
está claro que la sociedad humana depende de una red de interconexión de sistemas
de alta tecnología de la cual dependen conceptos y actividades básicas de la
vida cotidiana, como las redes eléctricas, la navegación GPS, el transporte
aéreo, los servicios financieros, las comunicaciones de radio y todo el mundo
que gira alrededor de internet. Una actividad solar intensa podría poner en
peligro toda esta estructura, que en realidad es muy frágil y ello supondría una
crisis económica, financiera y social de escala planetaria y complicada de
superar.
La llegada de partículas y viento solar da forma al escudo protector de la Tierra
Un tema que siempre ha sido más difícil de comprender y de aceptar es
la relación que hay entre la Tierra y el Sol desde una perspectiva menos
científica, donde se considera que existe una comunicación entre estos dos
grandes cuerpos cósmicos y unos vínculos que pueden significar un enfriamiento
o disminución de la actividad solar que afecte a la Tierra en momentos, como el
actual, donde nuestro planeta está sufriendo el calentamiento global y
situaciones climáticas extremas que se verían agravadas por una entrada fuerte
de partículas solares y de efectos extremos fruto de tormentas solares de alto
potencial. A las personas más abiertas a conceptos de nivel espiritual y a la comprensión de
que los alineamientos galácticos generan una proyección de energías que tienen
una finalidad evolutiva concreta y superior, les es más fácil entender que
pueda haber una comunicación Tierra-Sol para que, de algún modo, la actividad
solar ayude a que no aumente el desequilibrio planetario del cual estamos
siendo testigos.
Relacionado con todo esto, hace cuatro años la NASA publicó un estudio
de un investigador, Jack Scudder, que demostraba la existencia de portales
ocultos en el campo magnético de la Tierra que al abrirse estrechan la
comunicación entre la Tierra y el Sol. El estudio explica que los portales son
como lugares de encuentro, de conexión, entre las energías magnéticas de la
Tierra y las del Sol, que crean un camino ininterrumpido que va desde nuestro
planeta a la atmósfera del Sol, a 150 millones de kilómetros de distancia.
Vídeo presentado por la NASA: Portales magnéticos ocultos en la Tierra
Al publicar el estudio, la NASA declaró que hay muchos portales
magnéticos cercanos a la Tierra que se abren y cierran sin previo aviso y que
son invisibles e inestables. Estaba previsto que en el año 2014 se
pusiera en marcha una misión para estudiar y observar cómo funcionan estos
portales, pero los resultados de todas estas misiones y estudios pueden tardar
mucho en ser publicados y siempre quedan a merced de que a las organizaciones e
instituciones implicadas les interese que la información se haga pública.
De todas formas, esto constata la relación que hay entre la Tierra y el
Sol y, tal como se puede escuchar en el vídeo adjunto, la aceptación de que un
portal, que algunos también llamaríamos “corredor”, no está limitado por las
restricciones del espacio-tiempo continuum. La crisis planetaria que estamos experimentando, de la cual forma parte
el cambio climático y el calentamiento global provocado por la actividad humana,
perjudica esta comunicación porque el desequilibrio de la Tierra puede provocar
una actividad solar que no sea la más apropiada o también que, sea cual sea la
actividad solar, siempre repercuta agravando uno o varios factores, aunque
pueda parecer que esté beneficiando o al menos no perjudicando otros aspectos.
Fuentes:
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