LOS "STORMQUAKES" O "TORMENTAMOTOS": SISMICIDAD VINCULADA CON TORMENTAS Y HURACANES
Durante muchos años, los científicos han trabajo para demostrar hasta qué punto las tormentas tienen un efecto directo sobre los movimientos sísmicos y, por lo tanto, sobre las placas tectónicas. Hasta hace poco, muchos expertos defendían que era muy difícil confirmar que pudiera haber una relación entre un fenómeno como las tormentas, cuya formación, desarrollo y avance depende de la atmósfera y los océanos, y otro fenómeno como los terremotos, que se basan en movimientos de la tierra sólida, de las placas tectónicas, placas que en parte pueden estar o no bajo los océanos. Pero actualmente el estudio de las tormentas y huracanes está permitiendo descubrir los efectos y cambios que producen sobre las costas, sobre las profundidades del océano, incluso sobre corrientes oceánicas potentes e importantes, tal como últimamente se comprobó con la Corriente del Golfo, que se debilitó y se redujo casi en un 50% con el paso del huracán Dorian.
Hasta ahora no se había prestado atención a la sismicidad provocada por las tormentas, aunque sí se detectaba que había un tipo de olas resultantes que afectaban el fondo del mar causando temblores, pero los científicos los consideraban “ruido de fondo sísmico” y no los analizaban como terremotos. En un estudio publicado a principios del año 2018 se describía cómo las lluvias torrenciales que se acumulan sobre la superficie desde una tormenta tropical representan un enorme peso que conduce a una deformidad de la corteza terrestre, generando tanto una compresión como una dilatación, lo cual puede llegar a afectar al movimiento de placas tectónicas pero de una forma más lenta, generando una tensión que puede necesitar horas o días para llegar a manifestarse, en caso de hacerlo.
En un estudio publicado el pasado 14 de octubre de este año, 2019, se demuestra realmente cómo una fuerte tormenta puede desencadenar eventos sísmicos en el océano, de manera que la energía de las tormentas y del oleaje llega a interactuar con la superficie terrestre. El profesor Wenyuan Fan, profesor de Ciencias de la Tierra, el Océano y la Atmósfera de la Universidad Estatal de Florida, es el autor principal de este estudio y quien ha explicado que a estos eventos les han dado el nombre de “stormquakes” (“tormentamotos”). El estudio se ha basado en la revisión de más de una década de registros sísmicos y oceanográficos, en especial del oeste del Océano Atlántico, dirigidos tanto a fuertes tormentas tropicales como extratropicales.
Huracán Florence (2018). Fotografía: NASA
También se ha comprobado que no toda tormenta potente o huracán necesariamente tiene que causar terremotos, ya que la causa no solo depende del sistema atmosférico y del oleaje provocado, sino que intervienen otras condiciones oceanográficas concretas, la topografía del fondo marino y la estabilidad de todo lo relacionado a la tectónica de placas, donde no solo hay que tener en cuenta las grandes placas tectónicas sino también todas las placas menores y fallas que se convierten en vías de acumulación de presión. El avance de un huracán va a afectar el suelo terrestre debido a toda la energía que en algunos puntos impactará como una presión baja y en otros como una presión más elevada. Todo ello estará afectando el terreno y las condiciones de las fallas, provocando deformaciones tanto a nivel de compresión como de dilatación. En cualquier caso, va a representar una acumulación de tensión sobre la falla y, dependiendo de cuál sea la tensión acumulada en ese momento concreto, podrá actuar como un gatillo o punto cúspide para que se genere un movimiento sísmico.
En la imagen que sigue a continuación se observa el huracán Sandy (2012), como ejemplo de un huracán que ha sido uno de los más fuertes registrados pero no provocó ningún seísmo.
Otro efecto de los huracanes es la aceleración del proceso llamado “bomba biológica”. Esto sucede cuando los vientos generan intensas y duraderas corrientes submarinas que empujan los nutrientes del fondo del océano hacia la superficie provocando una floración de algas. Al cabo de un tiempo, las algas mueren y se hunden de nuevo en el océano proporcionando una gran cantidad de alimento para la vida marina de los fondos oceánicos.
Fuentes:
Mapa "La secuela del huracán": https://www.lavozdegalicia.es
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