viernes, 28 de febrero de 2020

Evento del mes de febrero

Redactado y publicado por David Arbizu

LOS DERECHOS LEGALES DE LA NATURALEZA

Conforme avanza el año 2020 se va constatando la globalización del mundo en que vivimos y también la polarización, que se muestra en muchos factores y niveles diversos. El cambio climático, con el calentamiento global y el desajuste de muchos patrones que forman parte del equilibrio y salud de la biosfera del planeta, nos muestra cómo cualquier tipo de evento puede afectar a cualquier área del planeta, cómo un desequilibrio en una zona puede ocasionar otro en otro lugar, y también que tras una devastadora sequía o temporada de incendios pueden llegar precipitaciones torrenciales e inundaciones. Dentro de la polarización, también se observa cómo crecen los movimientos por la defensa de espacios naturales, pero también aumenta la deforestación y otros abusos y no se detienen los asesinatos de activistas y líderes que defienden esos lugares y toda la vida que de ellos depende. A pesar de todas las dificultades, fruto de esa gran polarización y conflicto de intereses donde normalmente, desde una de las partes, se ve despreciado el derecho a la vida, a la biosfera y al propio planeta, está habiendo un incremento de movimientos, organizaciones y manifestaciones para defender las zonas que están en peligro y presionar a los gobiernos para conseguir leyes y decretos para proteger la naturaleza y detener actividades abusivas y destructivas del medio ambiente.

En muchos países están aumentando las áreas protegidas y se están recuperando espacios y especies que casi se habían extinguido completamente, pero muchas veces no se respetan las leyes que protegen esas áreas y en la mayoría de zonas no es fácil realizar un control permanente para detener y castigar acciones ilegales, a lo que hay que añadir que en algunos casos los gobiernos no tienen el suficiente interés para hacerlo o las grandes corporaciones tienen demasiado poder para ser detenidas y/o denunciadas. Esto representa que la naturaleza, así como sus defensores, siempre tienen menos poder que las otras partes que solo defienden sus intereses personales, y es una de las razones principales por las que se está luchando para que se otorguen derechos legales a la naturaleza, algo que, aunque parezca que es un tema reciente, empezó hace muchos años conforme avanzaba la preocupación por el deterioro del planeta y se comenzaba a hablar de “personalidad ambiental” y de los “principios de jurisprudencia de la Tierra”. Se considera que estos términos y temas fueron recogidos por primera vez en los ensayos que en 1974 publicó Christopher D. Stone, profesor de derecho de la Universidad del Sur de California, a través de su libro “¿Deberían tener los árboles capacidad jurídica? Hacia los derechos legales de los objetos naturales”. Stone argumentó que si a una entidad ambiental se le da “personalidad jurídica”, nadie se la puede apropiar y tiene derecho a comparecer ante el tribunal. Esto enlaza con el concepto de los principios de jurisprudencia, cuya explicación sería: “La Comunidad de la Tierra y todos los seres que la constituyen tienen “derechos” fundamentales, incluido el derecho a existir, tener un hábitat o un lugar para estar, y participar en la evolución de la comunidad de la Tierra”. Entonces, con este fundamento, todo acto que infrinja o viole estos derechos fundamentales se consideraría ilegítimo o ilegal.

Desde que el profesor Stone publicara sus ensayos hasta ahora han pasado 46 años y la situación del planeta y de todos los seres vivos que lo habitamos ha cambiado mucho. Aunque en ese momento ya se estaba devastando el planeta y había movimientos para defender la naturaleza, ha sido durante la última década cuando todo ha cogido mucha fuerza y han aparecido muchas organizaciones, bien estructuradas y apoyadas por expertos y científicos, para investigar, ayudar e implementar acciones de todo tipo con el fin de proteger y recuperar espacios naturales perdidos junto con todas sus formas de vida. A diferencia de las áreas protegidas, como los parques nacionales y las reservas marinas, que mayormente dependen de la gestión de los gobiernos de cada país, se está argumentando e implementando lo que se llama “Derechos de la Naturaleza” como una forma legal de defenderla. A través de los derechos legales de la naturaleza se pretende ofrecer un enfoque potencialmente transformador para la defensa del medio ambiente al dar importancia a la construcción de alianzas y coaliciones, buscando así utilizar esa globalidad que ahora existe y hacer frente a la parte polarizada que quiere enraizarse en la negación del cambio climático y el desequilibrio que está soportando el planeta. Esta perspectiva de agrupar conocimientos, intereses y también número de personas, agrupaciones y organizaciones involucradas, la lidera la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza (GARN, por sus siglas en inglés), que se define como “una red global de organizaciones e individuos comprometidos con la adopción e implementación universal de sistemas legales que reconocen, respetan y hacen cumplir los “Derechos de la Naturaleza”. Tal como se contempla en la página Web de la Alianza: “En lugar de tratar a la naturaleza como propiedad según la ley, ha llegado el momento de reconocer que las comunidades naturales tienen derecho a existir, mantener y regenerar sus ciclos vitales. Nuestros miembros son una red diversa de científicos, abogados, economistas, líderes indígenas, autores, líderes espirituales, líderes empresariales, políticos, actores, amas de casa, estudiantes, activistas: personas de todos los ámbitos de la vida en más de 100 países de 6 continentes (América del Norte y del Sur, África, Europa, Asia y Australia) que buscan transformar nuestra relación humana con nuestro planeta”.

La importancia del trabajo de la Alianza, que también se denomina “Rights of Nature”, “Derechos de la Naturaleza”, y de la cual son miembros otras organizaciones de envergadura global, es que se consigue que las comunidades trabajen juntas para establecer derechos legales fuera del sistema regulatorio. Esto significa que se persigue que el poder pase a manos de las personas para establecer derechos de “tipo constitucional” para la naturaleza que eventualmente podrían tener prioridad sobre las regulaciones estatales. Esto es importante porque, normalmente, las regulaciones estatales se centran en definir qué, dónde y cuánta contaminación se permite en un lugar, algo que parece dar por hecho que ya se admite la contaminación, mientras que lo que persigue los Derechos de la Naturaleza es que no haya ni se permita la contaminación. Los Derechos de la Naturaleza también involucran directamente a las personas defensoras de esos derechos, ya que cuando una declaración de derechos de la comunidad se convierte en ley se tiene que designar a un tutor para hacer cumplir los derechos de un ecosistema. Entonces, las personas más estrechamente relacionadas con ese sistema serían sus guardianes y podrían tomar medidas para garantizar que se respeten los derechos legales del lugar. Algo que es vital para comprender los Derechos de la Naturaleza y que es muy importante para el asentamiento de esta perspectiva y creencia sobre la realidad del planeta y de su biosfera, es el acercamiento de una parte cada vez más importante de la sociedad a las creencias y vínculos de los nativos de la Tierra con el planeta, con la Madre Tierra. Desde la Alianza a esto lo llaman “cosmovisiones indígenas” y se considera que se tienen que incorporar en el marco legal occidental porque incluyen la reciprocidad entre los humanos y la naturaleza, en lugar de una jerarquía que coloca a los humanos por encima de la naturaleza y con el derecho y poder a considerarse propietarios de ella.

Todo lo que representa los Derechos de la Naturaleza también significa que es necesario un cambio de mentalidad de gran parte de la humanidad para que haya una apertura hacia la realidad del planeta como fuente de vida, no como fuente inagotable de recursos para el beneficio de una parte, el perjuicio de otra y el agravamiento de la crisis planetaria y de la sexta extinción masiva. Tal como explica Ricky DeFoe, anciano Anishinaabe (Pueblos originarios de América del Norte): “Esto comienza con cada uno de nosotros trabajando para descolonizar nuestras propias mentes”. Hay que comprender que la salud de la naturaleza es nuestra salud, su complejidad es nuestra complejidad, su belleza es nuestra belleza, y todos tenemos que tener derechos y obligaciones que deben ser protegidos y exigidos por un bien común que tiene que ser global, planetario.
En la foto que sigue a continuación se ve el río Whanganui (Te Awa Tupua en maorí) de Nueva Zelanda, que tiene categoría de persona jurídica.


Tal como he indicado al principio del artículo, estamos experimentando un aumento de la globalización y también de la polarización. Como es lógico, las partes no interesadas en que prosperen los Derechos de la Naturaleza también tienen sus argumentos y, sobre todo, su gran poder. Cuando un sistema o espacio natural consigue ser reconocido legalmente, aumenta el poder y también la responsabilidad de protegerlo, y esto es algo que no siempre es fácil ni constante y existe el peligro de que se diluya esa responsabilidad o incluso que haya un gran desgaste de las personas u organizaciones involucradas, especialmente si hay que demandar a empresas, corporaciones o gobiernos. En este sentido, algo que se está constatando es el problema de la financiación debido a que los juicios son muy caros y normalmente la parte demandada tiene mayor capacidad de financiación que la demandante y puede jugar con aplazamientos y otras vías que dificultan una buena tarea de protección y tutoría. A pesar de todo, se está llevando a cabo una gran labor y se están ganando juicios, aunque esas victorias no siempre repercuten como debería ser en los espacios defendidos debido a la gran presión y poder de las empresas y gobiernos y también a la falta de conciencia del ser humano en general.

Es justamente esa falta de conciencia, de visión global, de comprensión de que es necesaria la unidad entre los propios seres humanos y con la naturaleza y el planeta, la que permite que siga habiendo tanto abuso y explotación. Esto también significa que los gobiernos no reciben la suficiente presión ciudadana para realizar los cambios necesarios a favor de la naturaleza y que, por ejemplo, se sigan haciendo grandes inversiones en ciencia y tecnología para buscar formas de reducir el calentamiento global, o las emisiones de CO2, cuando existe una gran necesidad de cambios a nivel social, cambios de comportamiento de las personas y sociedades en busca de la sostenibilidad frente al abuso y exceso sobre la naturaleza e incluso de la injusticia social, que también acaba siendo una forma de atentar contra la salud del planeta, porque eventualmente se tendrá que ver que la verdadera crisis es la del sistema que establece la forma de vida del ser humano en la Tierra, un sistema depredador, racista y abusivo en todos los sentidos. Así que hay que modificar los sistemas de creencias sociales y culturales que están impulsando esa ciencia y tecnología, que están esperando que de ahí salgan y se implementen verdaderas y salvadoras soluciones mientras se sigue con una forma de vida, día a día, que es la que nos ha llevado hasta este momento cumbre de peligro para la supervivencia.


Estuario del río Saint Louis (EE.UU.)

A pesar de todas las dificultades, cada vez son más países los que otorgan derechos legales a zonas naturales. En muchos casos, las grandes corporaciones o los propios gobiernos han acabado saltándose las leyes, pero en otros se están consiguiendo grandes avances y ser verdaderos ejemplos a seguir, demostrando el poder de agruparse, de unificarse para defender los Derechos de la Naturaleza. Voy a nombrar los casos más destacables para observar situaciones y logros diferentes:
- Ecuador: En 2008, Ecuador se convirtió en el primer país en consagrar los derechos legales de la naturaleza en su constitución añadiendo que las personas tienen la autoridad legal para hacer cumplir estos derechos en nombre de los ecosistemas. Desde entonces se han observado situaciones favorables y desfavorables para la defensa de esos derechos legales inscritos en su constitución. Un ejemplo positivo sucedió en 2011, cuando se demandó al gobierno local de Loja (ciudad del sur del país) en nombre del río Vilcabama porque se amplió un camino que lindaba con el río y esto provocó que cayeran al cauce rocas y escombros, lo cual causó grandes inundaciones que afectaron a las comunidades que viven en sus orillas. En este caso, el juez decidió a favor del río y el gobierno de Loja se vio obligado a detener el proyecto y rehabilitar el área. Por otro lado, los ejemplos negativos son más numerosos e impactantes, ya que Ecuador sigue siendo el país con la mayor tasa de deforestación de Latinoamérica en comparación con su tamaño, incluso más que Brasil, y con el paso de los años se ha ido construyendo todo un marco legal, con pequeñas modificaciones sobre los artículos que defienden las regulaciones ambientales, para permitir la implementación de proyectos perjudiciales para la naturaleza que se tendrían que considerar ilegales. También se dio el caso de una demanda puesta y ganada por la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza contra una constructora, pero la constructora no cumplió con el fallo del tribunal y la organización no puedo volver a demandar por falta de financiación.

- Bolivia: El caso de Bolivia es similar al de Ecuador y su constitución fue aprobada en 2009. En diciembre de 2010 se aprobó la Ley de la Madre Tierra, donde se reconocen los derechos de todos los seres vivos, dando igualdad de condiciones a la naturaleza frente a los seres humanos. La ley toma como asiento los principios de vida en armonía con la Tierra y prioriza el concepto de “bien colectivo”, entiende que la Tierra es sagrada y surge de la cosmovisión indígena andina de la Pachamama como un ser vivo. Por desgracia, el año pasado vimos cómo ardían grandes zonas de selva amazónica boliviana y el gobierno no reaccionó hasta que la presión interna y externa fue muy elevada. Además, todo el caos y desorden político que está viviendo el país permite que sigan los abusos sobre la naturaleza y que las personas que podrían responsabilizarse de demandar esos abusos en muchos casos tengan demasiados problemas para ganarse la vida, además de tener que afrontar amenazas de muerte si son consideradas personas influyentes dentro del activismo ambiental, algo que sucede en muchos países y cada vez son más los activistas asesinados en todo el mundo.

- India: En 2017, el tribunal superior del estado de Uttarakhand reconoció los ríos Ganges y Yamuna como personas jurídicas debido a su estatus “sagrado y venerado”. La corte nombró al gobierno del estado como sus guardianes, pero poco después el gobierno estatal apeló a la Corte Suprema de la India argumentando que no podían sostener ni acatar sus responsabilidades debido a que los ríos se extendían más allá del estado de Uttarakhand.

- Bangladesh: A principios de julio de 2019, Bangladesh se convirtió en el primer país en otorgar a todos sus ríos el mismo estatus legal que los humanos, una medida destinada a protegerlos de la creciente contaminación, invasiones y dragados ilegales.

- Estados Unidos: Un ejemplo nos llega desde la organización The Nature Conservancy, que en 2002 ayudó a la ciudad de Duluth (Minnesota) a desarrollar una nueva ley que establecía el Programa de Áreas Naturales de Duluth con el propósito principal de proteger el río Saint Louis y su estuario (segunda imagen de este artículo). Además, esta organización ha comprado y gestiona más de 2.400 hectáreas de esa zona protegida con el fin de restaurar bosques y zonas acuáticas sensibles. Otro ejemplo lo representa el Lago Erie, que en 2019 obtuvo derechos legalmente exigibles para la naturaleza a través de un grupo de ciudadanos de la ciudad de Toledo (Ohio) llamado Toledoans for Safe Water, pero algunos negocios y empresas han seguido desafiando la ley y se teme que el tutor designado para defenderla tampoco cuente con los suficientes recursos para realizar las acciones judiciales pertinentes.

- Nueva Zelanda: En 2017, meses antes que India, Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en otorgar derechos legales a un río específico de la Isla del Norte. En este caso se realizó una gestión positiva y fructífera entre el gobierno y los indígenas maoríes de Whanganui Iwi que finalizó con el reconocimiento de que el río Te Awa Tupua (primera imagen de este artículo) tenía el mismo estatus legal que una persona y también era considerado un antepasado de esa tribu maorí, de forma que dañar al río equivale a dañar a la propia tribu. Hasta ahora no se han presentado demandas, pero, por ejemplo, un consejo de distrito local pidió permiso a los guardianes del río para construir un carril cerca del río y les presentó los planes para que fueran aceptados.

Los ejemplos citados muestran parte del gran trabajo realizado y también todas las dificultades que existen, pero también hay que observarlo desde una visión más amplia y con todo lo que representa en el momento actual de crisis humana y planetaria. Según Ricky DeFoe, anciano Anishinaabe (Pueblos originarios de América del Norte), es muy importante abrirse y enfocarse en el trabajo en unidad, agrupándose bajo objetivos comunes y también bajo el respeto de cada perspectiva. Él nos dice: “Cada uno puede tener su propio enfoque, pero con el mismo objetivo: La vida. Agua limpia”. En relación con este mensaje, muchas personas involucradas en la defensa del planeta, de la naturaleza, sostienen que el próximo avance del nivel de conciencia de la humanidad está directamente vinculado con la defensa de los Derechos de la Naturaleza, con la protección de la vida, de la biosfera, frente a todo el colapso y extinción que ya está trayendo el cambio climático y que tiene que ser afrontado por una parte importante de la sociedad que comprenda que se trata de una necesidad existencial. Tal como expresa Ben Price, director nacional del Fondo de Defensa Legal Ambiental de la Comunidad (CELDF, por sus siglas en inglés): “Estamos viendo los resultados de nuestra mentalidad estrecha, de nuestra creencia de que la naturaleza es una propiedad y que la propiedad es el derecho más elevado”. También son importantes y concluyentes las palabras de Tish O'Dell, persona involucrada en la Declaración de Derechos del Lago Erie, al hablar de tres efectos que esperan que tengan estas acciones para defender la naturaleza: “Uno es la educación: abrir los ojos de las personas a esta posibilidad. Dos es notificar a quienes están haciendo daño al medio ambiente que ya no vamos a tolerar esto. Tres es la esperanza de que otras personas te sigan en el camino que has comenzado a despejar”. 



Fuentes:

No hay comentarios:

Publicar un comentario