viernes, 5 de agosto de 2016

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Publicado por David Arbizu

EL DESHIELO DEL PERMAFROST. LA AMENAZA DEL ÁRTICO
El permafrost es la capa de la corteza terrestre que está permanentemente congelada, puede llegar prácticamente a la superficie y hasta una profundidad que, en Siberia, llega a los 1.500 metros. Por lo tanto, se encuentra en regiones muy frías de la Tierra como son las áreas circumpolares de Canadá, Alaska, Siberia, Tíbet, Noruega y en varias islas del Océano Atlántico Sur como las Islas Georgias del Sur y las Islas Sandwich del Sur.

Mapa del permafrost en el Ártico

El continuo aumento de las temperaturas en todo el planeta está teniendo un efecto directo sobre el permafrost, que se está derritiendo. La fusión del permafrost representa uno de los mayores temores de la humanidad, ya que contiene grandes cantidades de dióxido de carbono y, en especial, de metano, un gas de efecto invernadero muy potente.

En Siberia es donde se han producido más incidentes debido al deshielo del permafrost. Una de las consecuencias ha sido la formación de muchos agujeros o socavones, algunos muy profundos y con fugas de metano, que se han relacionado con sonidos de explosiones y partes de la superficie donde el suelo parece estar como hinchado, como si hubiera una burbuja de aire que se pudiera romper en cualquier momento y todo pudiera colapsar. Algunos de estos agujeros son de grandes dimensiones y siguen creciendo, lo cual ha generado la alarma en algunas poblaciones cercanas, como es el caso del cráter Batagaika, que apareció hace más de 25 años y que ahora tiene cerca de un kilómetro de longitud, 90 metros de profundidad y ha aumentado su extensión unos 20 metros cada año.

Cráter Batagaika (Siberia)

Como siempre sucede en toda muestra de desequilibrio terrestre, la actividad humana tiene una relación directa y negativa y, aparte de su responsabilidad sobre el cambio climático y el aumento de las temperaturas, se ha constatado que la deforestación incide directa y negativamente sobre la estructura y compactación del suelo y que la tala de la vegetación elimina parte del aislamiento que mantiene el suelo fresco, algo que favorece la penetración del calor hasta capas más profundas, afectando al permafrost.

En el permafrost es común encontrar animales congelados que vivieron hace miles de años. De hecho, en el cráter Batagaika se pueden encontrar restos de bueyes, caballos, alces, renos e incluso de mamuts; algunos restos tienen hasta 4.400 años. Este hecho se considera positivo porque va a aportar muchos datos sobre las condiciones de vida en el planeta en la antigüedad, pero también tiene su parte alarmante y peligrosa, porque en el permafrost también hay virus y bacterias latentes, capaces de sobrevivir congeladas y que se pueden liberar por el deshielo. De hecho, hace dos años, un equipo internacional de científicos consiguió sobrevivir un virus gigante que llevaba 30.000 años enterrado bajo el hielo siberiano y todavía es infeccioso.

Durante las últimas semanas del pasado mes de julio ha saltado la alarma en una zona de Yamal, en Siberia, debido a un brote de ántrax. El ántrax lo provoca una bacteria y es una enfermedad contagiosa y grave, de difícil tratamiento y con alta tasa de mortalidad. Esta bacteria puede estar latente durante más de cien años congelada en el permafrost, residiendo en huesos de animales, en principio de renos o incluso de seres humanos y quedando liberada y activa cuando se descongela la zona donde se encuentra. Esta es la situación que ahora se vive en el oeste de Siberia, donde se ha impuesto el estado de emergencia y se han puesto en cuarentena muchas comunidades de pastoreo de renos. Hasta el momento han muerto dos personas y hay más de 70 hospitalizadas; también han muerto más de 2.300 renos y otros 4.500 han sido vacunados.
La gran preocupación de las autoridades es que el ántrax pueda extenderse a otras zonas de Rusia. Un peligro clave es la propagación de carne infectada, sobre todo la que llega a los consumidores a través del mercado negro de los cazadores furtivos, ya que se ha prohibido la exportación de carnes, astas o pieles de todo ese distrito y se ha ampliado la zona de seguridad alrededor del área-origen del brote. 

Resaltado en amarillo, el distrito de Yamalia-Nenetsia, área del brote de ántrax

Estas situaciones alarmantes confirman e incrementan las preocupaciones y advertencias de la comunidad científica en cuanto a la amenaza que supone el cambio climático en el Ártico, un lugar donde la Tierra es más vulnerable y donde se están manteniendo temperaturas muy elevadas y absolutamente inusuales.

Mapamundi donde destaca la gran zona de altas temperaturas del Ártico

Normalmente relacionamos este calentamiento y deshielo del Ártico con el descenso y debilitación del hielo marino y el poderoso símbolo del oso polar sufriendo esta situación, pero no somos tan conscientes de la importancia del Ártico respecto a las corrientes de aire, como el Jet Stream, que va a afectar toda la circulación atmosférica y al equilibrio de borrascas y anticiclones, su relación con el campo magnético de la Tierra y su capacidad de protección frente a las partículas energéticas que nos llegan desde el Sol, su relación directa con la circulación termohalina de los océanos y, en especial, por la importancia del permafrost.

El permafrost es como un congelador de enorme capacidad, construido a lo largo de miles y miles de años, que ahora está empezando a descongelarse. Este gran congelador almacena un tercio del total de carbono de la atmósfera, que va liberándose en forma de dióxido de carbono conforme se va descongelando. Todavía más peligrosa que la liberación de dióxido de carbono es la liberación de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente.

En el permafrost también hay gran cantidad de microbios retenidos, como las bacterias que se alimentan a través del suelo congelado, lo que conocemos como "descomposición" y que mayormente metabolizan los nutrientes en forma de metano, que tiene gran capacidad de atrapar el calor. Cuanto mayor es el deshielo, mayor es la actividad de descomposición y, consecuentemente, mayor emisión de metano y dióxido de carbono. Cuando se condensan cantidades grandes de metano, pueden subir hacia la superficie por las fisuras del terreno y provocar explosiones y formar agujeros, como los que hace tiempo van apareciendo sobre todo en Siberia, pero también en muchas zonas colindantes con el Ártico del planeta.

Agujero en Yamal (Siberia)

Otra situación provocada por la liberación de metano son las burbujas de aire bajo la superficie, que hacen que el suelo quede como flotante. Se detectaron por primera vez el año pasado y se espera que cada vez aparezcan más. Dos investigadores pincharon una burbuja y el aire que escapó contenía 200 veces más metano y 20 veces más dióxido de carbono del que hay en el aire que respiramos.
En este vídeo se puede observar una de estas burbujas:

En el permafrost también existen otros microbios retenidos cuya liberación puede conllevar graves peligros para la salud de los seres vivos, tal como ahora se ve con el brote de ántrax. En 2011, dos investigadores rusos advirtieron: "Como consecuencia de la fusión del permafrost, los vectores de infecciones mortales de los siglos 18 y 19 pueden volver, especialmente cerca de los cementerios donde fueron enterradas las víctimas de estas infecciones".

Para finalizar, otro efecto negativo del deshielo del permafrost es lo que se conoce como "árboles borrachos" y se refiere al hecho de que algunos árboles de los bosques boreales no crecen rectos y parecen tambalearse debido a la erosión del suelo por el deshielo del permafrost. A veces los árboles sobreviven al estrés y continúan creciendo y consiguen enderezarse, pero otras veces colapsan o se ahogan por el ascenso de las capas de agua subterránea. La estructura y equilibrio de los árboles y bosques es vital para muchos animales, tanto para los que viven en el subsuelo como para los que viven en la superficie, también para muchas otras especies de plantas y para la compactación del suelo. En Alaska ya llevan años constatando los efectos sobre la vida silvestre, que son muy impactantes sobre las aves que anidan, los pequeños mamíferos e incluso, por extraño que parezca, el desove de los peces, ya que afecta las riberas y el curso de los ríos. La falta de compactación del suelo también provoca daños materiales sobre intereses de los seres humanos por la aparición de sumideros, grandes socavones e incluso grietas que pueden llegar a tener mucha amplitud y longitud, como actualmente está pasando en la Alaska Highway, la carretera principal de 2.232 kilómetros que conecta Canadá y Alaska, donde están apareciendo muchísimas grietas enormes que dificultan el tránsito y en algunas zonas prácticamente se está desmoronando. Estos efectos también amenazan pistas de aeropuertos, edificios y, desgraciadamente, oleoductos y cualquier tipo de instalación de perforación y extracción de materiales subterráneos.

Árboles borrachos o danzantes
Fuentes:

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