jueves, 30 de noviembre de 2017

Eventos destacados del mes de noviembre

Publicado por David Arbizu

LOS INCENDIOS SUBTERRÁNEOS
El año 2017 ya se considera uno de los años donde, a nivel planetario, ha habido mayor cantidad de incendios forestales y mayor cantidad de hectáreas quemadas. La crisis planetaria y en concreto, el calentamiento global, junto con el desequilibrio de todos los sistemas que forman parte y sostienen la biosfera, están provocando graves desajustes en los ciclos hidrológicos que causan fuertes y persistentes sequías. El constante aumento de las temperaturas, junto a esas condiciones de sequía extrema y la llegada de vientos más cálidos de lo normal, son los factores más importantes que facilitan el incremento de los incendios. Existen más factores que podríamos añadir y que tienen una relación directa con el hombre, con el Antropoceno, como, por ejemplo, la deforestación, los incendios provocados por accidentes fruto de la actividad humana y también los incendios intencionados, provocados por el hombre.

Hay un tipo de incendios que, en general, es poco conocido y del que los medios de comunicación no hablan, a pesar de que muchos expertos consideran que ocupan o “queman” mayores extensiones que los incendios forestales y de que una gran mayoría nunca son controlados ni mucho menos apagados; se trata de los incendios subterráneos.
Los incendios subterráneos se pueden iniciar por varias causas, como, por ejemplo, a partir de un incendio forestal en la superficie, por la caída de un rayo o también por una fuga de gas, tal como pasó hace 59 años en Chongqing (China), donde una exploración de petróleo perforó un pozo de gas natural y los trabajadores abandonaron el pozo sin controlar o reparar esa fuga de gas. En todo caso, para que se inicie una combustión y permanezca, es necesario un combustible y este combustible lo pueden formar dos tipos de biomasa: el que formarían capas gruesas de ramas de árboles o troncos, cuya quema tiende a ser más rápida y menos duradera y el que formaría la turba, que es un suelo rico en carbón creado a partir de la vegetación parcialmente descompuesta y anegada acumulada durante muchos años, incluso milenios y donde puede haber una “combustión espontánea de carbón”, algo que sucede cuando esas áreas subterráneas con grandes lechos de carbón, suficientemente cerca de la superficie, reciben el oxígeno necesario para generar una reacción química que produce calor y ese calor no se puede disipar adecuadamente iniciando lo que algunos expertos llaman “fugas térmicas donde se produce un incendio subterráneo”, incendios que normalmente no tienen llama o producen poca llama, aunque sí mucho humo y emisiones tóxicas.


Humaredas desde el incendio subterráneo de Jharia (India)

Se calcula que hay miles de incendios de carbón o, como también se les llama, “incendios de turba” y que se encuentran en todos los continentes menos en la Antártida. Son incendios muy difíciles de detectar y extinguir, que arden lentamente a baja temperatura, aunque pueden superar los 540ºC y que se extienden bajo la superficie y también hacia abajo, hacia el interior de la Tierra, pudiendo llegar a profundidades de cientos de metros siempre que les pueda llegar aire a través de las fisuras de las rocas o cualquier paso microscópico que pueda tener la tierra. Un incendio subterráneo puede arder durante años o incluso décadas sin mostrar señales en la superficie, aunque en algún momento creará señales de su existencia como el hundimiento y derrumbe del terreno debido a los huecos subterráneos generados por la combustión del carbón, que se convierte en ceniza, la salida de humo y el notable daño a la vegetación, que normalmente acaba muriendo dejando una zona árida y sin vida. Muchos estudios de ingenieros y geólogos han llegado a la conclusión de que la única forma de extinguir estos incendios es mediante la excavación total, pero es una solución de un coste muy elevado y que no se puede parar hasta que no queda ningún punto activo, ya que al excavar también se está alimentando el fuego con oxígeno y además muchas veces no es fácil situar con exactitud dónde está el incendio, ya que las salidas de gases y vapor pueden estar lejos del punto de combustión; incluso los satélites programados para detectar incendios forestales a alta temperatura fallan cuando se trata de incendios de turba debido a que estos no alcanzan la temperatura suficiente para ser detectados.

Los incendios subterráneos también representan una amenaza para el medio ambiente y para la salud pública. A través del humo llega a la atmósfera una mezcla tóxica de monóxido de carbono, dióxido de azufre y polvo de carbón, además de otras sustancias tóxicas como, por ejemplo, benceno, sulfuro de hidrógeno, mercurio y arsénico. Este humo tóxico contamina el aire y además agrava el cambio climático debido a la emisión de gases de efecto invernadero como el metano y el dióxido de carbono. Otra gran amenaza es que pueden provocar un incendio forestal en la superficie si alcanzan zonas de bosques o de suficiente vegetación donde haya las condiciones necesarias para que se inicie fácilmente un fuego. También, en algunos casos, los incendios amenazan poblaciones y carreteras, tanto por la contaminación como por la formación de grietas y agujeros que pueden llegar a ser de gran tamaño. Además, las sustancias tóxicas liberadas también llegan a los acuíferos contaminándolos y consecuentemente, contaminando los ríos y llegando a los océanos.

La actividad humana, especialmente desde el inicio del Antropoceno, ha provocado muchos de estos incendios que, en la mayoría de los casos, están relacionados con la minería. Debido a esta relación directa con la minería, los países donde hay más incendios subterráneos son Estados Unidos, que tiene las reservas de carbón más grandes del mundo y donde se calcula que hay más de 200 incendios subterráneos, China, India e Indonesia, donde la deforestación incontrolada se realiza quemando zonas boscosas y por lo tanto, provocando miles de incendios subterráneos.

Estos son algunos de los incendios subterráneos más importantes:
- Monte Wingen (Australia): Conocido como “Burning Mountain”. Se considera el incendio más antiguo del planeta. Lleva 6000 años ardiendo sin parar en una zona de Nueva Gales del Sur donde hay una gran veta de carbón. El incendio avanza un metro por año, está a una profundidad de 30 metros y hasta ahora ha cubierto una superficie de más de 6,5 km. El incendio ha causado un gran daño ecológico a la vegetación de la zona, dejando toda el área afectada sin rastros de vida.

Burning Mountain (Australia)

- Centralia (Pensilvania-Estados Unidos): Se considera que este incendio se inició en 1962, cuando unos trabajadores de saneamiento quemaron basura a las afueras de la ciudad de Centralia, sobre una antigua entrada de una gran mina de carbón, lo cual provocó que se encendiera el carbón subyacente. Durante unos 20 años, los bomberos intentaron apagarlo ocho veces utilizando diversas técnicas, pero el fuego siempre les superó. Al cabo de un tiempo de iniciarse el incendio, el monóxido de carbono se empezó a filtrar a través de los sótanos de las viviendas de la ciudad y muchos residentes comenzaron a desmayarse en sus casas. Otros problemas fueron que en algunos jardines y patios de viviendas se formaron agujeros y grietas, aumentó peligrosamente la temperatura de los tanques subterráneos de una gasolinera y una parte de una carretera principal se desmoronó y se formaron grietas desde donde salía el vapor. En 1985, un niño de 12 años se cayó en un orificio desde un patio y aunque se pudo salvar, esto fue como un detonante que hizo que la mayoría de la población decidiera abandonar la ciudad y que se aceptara la solución de dejar que se fueran quemando todas esas vastas vetas de carbón. Este incendio llega a profundidades de 100 metros y sigue emitiendo gases tóxicos y abriendo agujeros en la superficie. Se considera que puede seguir activo otros 250 años y tanto el gobierno federal como el estatal no están haciendo nada por apagarlo, en gran parte porque representaría un coste muy elevado.

Centralia (Estados Unidos)

- Chongqing (China): Este incendio comenzó hace 59 años cuando un equipo de exploración de petróleo perforó un pozo de gas natural y lo abandonó dejando gran parte del pozo sin explorar y permitiendo que hubiera emanaciones de gas que, desde entonces, han ido alimentando el fuego, que sale por unos pequeños orificios en un área de cuatro metros cuadrados. Los habitantes de la aldea cercana utilizan los fuegos para cocinar sin tomar precauciones por la toxicidad de las emanaciones. China es uno de los países con más incendios subterráneos debido a que en las zonas rurales se acostumbra a cavar a mano en busca de carbón para uso doméstico y cuando la cavidad se vuelve muy profunda se abandona, dejando la tierra perforada, llena de pequeños pozos por donde el aire llega hasta el carbón.

- Jharia (India): India es un país con una minería de carbón a gran escala y es donde hay la mayor concentración de incendios subterráneos, que han dejado amplias zonas con aguas y suelos contaminados y han forzado la reubicación de aldeas y carreteras debido al deterioro del suelo y al avance del fuego. En las minas de carbón de la ciudad de Jharia se registran incendios subterráneos desde 1916, que en muchas zonas han llegado a la superficie principalmente debido a las excavaciones mineras intensivas. A pesar de la alta toxicidad y de que hay muchos casos de personas con enfermedades pulmonares y otros problemas de salud, muchos habitantes de las poblaciones cercanas trabajan en las minas porque es su única fuente de subsistencia, aunque los que han podido hacerlo han abandonado la zona y muchos pueblos han desaparecido.

Jharia (India)

- Tablas de Daimiel (España): Las Tablas de Daimiel es un Parque Nacional situado en Ciudad Real calificado como Reserva de la Biosfera. Se trata de un humedal, un ecosistema que se denomina “tablas fluviales”, que se forma por el desbordamiento de los ríos debido principalmente a la falta de pendiente. En el año 2009, debido a la degradación del suelo, a la sequía y principalmente, a la sobreexplotación de su principal acuífero, junto con la falta de atención y mantenimiento por parte de los organismos oficiales, se encendieron incendios subterráneos en las turbas del parque. A principios del año 2010 se aprobó un trasvase desde el río Tajo, que no se finalizó gracias a la llegada de abundantes lluvias que sofocaron de forma natural los incendios y devolvieron las condiciones hídricas adecuadas para el sustento del humedal. En estos momentos, la situación vuelve a ser delicada debido a la sequía, a la pérdida de agua por evaporación y a la falta de control que sigue habiendo sobre la explotación de los acuíferos. Esto ha provocado que amplias zonas ya no estén inundadas y se tema que puedan volver a iniciarse los incendios subterráneos.

Si sigue el desequilibrio de los patrones climáticos del planeta, con un aumento constante y general de las temperaturas y de las severas sequías, cada vez habrá más incendios subterráneos. Hay que tener en cuenta que, cuando afectan zonas frías del planeta, como sucede en Alaska y Siberia, los incendios también facilitan un incremento del deshielo del permafrost, con todos los peligros que conlleva.
Aunque algunos incendios subterráneos son de origen natural, la actividad humana los intensifica y multiplica y son una muestra más de todo el daño y destrucción que se provoca al perforar la superficie del planeta para extraer todo tipo de materiales y de que en cualquier momento se puede perder el control sobre situaciones que pueden volverse muy peligrosas para la salud y supervivencia de los seres vivos de nuestro bello planeta.


Fuentes:

No hay comentarios:

Publicar un comentario