domingo, 30 de junio de 2019

Evento del mes de junio

Publicado por David Arbizu

LAS CIUDADES Y EL CAMBIO CLIMÁTICO: LAS ISLAS DE CALOR 
Hoy en día, alrededor del 55 por ciento de la población mundial vive en áreas urbanas, áreas desde donde se generan, aproximadamente, el 70 por ciento de todas las emisiones anuales de carbono. Para el año 2030, se prevé que la cifra de personas viviendo en ciudades se acerque al 65% de la población mundial y que, si no se desarrollan y ponen en marcha potentes cambios para evitarlo, se multiplicarán las emisiones de carbono de las ciudades y, consecuentemente, las de todo el planeta.

En muchos países ya hace muchos años que se experimenta una migración de zonas rurales a zonas urbanas y, en especial, a grandes ciudades. Conforme aumentan las consecuencias de la crisis climática que sufre nuestro planeta, irá en aumento lo que se conoce como "migración climática" o movimiento de "refugiados climáticos", de manera que las ciudades serán, cada vez más, una pieza clave del futuro próximo que vamos a afrontar y será de vital importancia su rol y su responsabilidad para convertirse en piezas clave de la implementación y consolidación de medidas y avances que aseguren la supervivencia de sus habitantes pero también la de todo el planeta.

Uno de los fenómenos y términos que cada vez es de más actualidad es el de “islas de calor” o “islas de calor urbano” (UHI, por sus siglas en inglés) de las ciudades. Una isla de calor urbano es un área urbana o área metropolitana que es significativamente más cálida que sus áreas rurales circundantes debido a actividades humanas, al propio establecimiento y crecimiento de la ciudad y a su relación con el entorno, con la naturaleza, a si ha imperado la fuerza de la expansión y la construcción por encima del estudio y respeto de cada ecosistema, de cada parte de la superficie que iba a ser absorbida y urbanizada.

Cada ciudad necesitaría un estudio concreto debido a sus condiciones particulares, a todo lo que forma su medio ambiente. En este sentido, se podría analizar si la ciudad está en una zona elevada o baja, si tiene montañas o no a su alrededor, si es una ciudad costera o de interior, así como todo lo relacionado con los patrones climáticos correspondientes a su ubicación geográfica en el planeta. Al mismo tiempo, hay algunos factores que impulsan las islas de calor que se pueden considerar generales y todos están directamente relacionados con la gestión y desarrollo que han tenido las ciudades, por eso se observa cómo las islas de calor son impactantes en grandes ciudades con cascos antiguos, con núcleos o centros históricos desde donde la ciudad se ha ido expandiendo sin respetar la naturaleza circundante, eliminando o cubriendo zonas que ahora serían clave para la buena respiración de la ciudad. Tal como indica la doctora Elda Luyando, investigadora del grupo de Cambio Climático y Radiación Solar del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México): "Es importante señalar que este fenómeno es un producto de la forma en que han crecido las ciudades y no algo propio de las cuestiones meteorológicas".


Está claro que la urbanización de las ciudades, sus patrones operativos, el respeto que se haya tenido por las partes de tierra, de áreas verdes y también de cuerpos de agua, van a ser determinantes para que se desarrollen islas de calor, por eso se considera que la principal causa de la isla de calor urbano es la modificación de las superficies donde se ubica la ciudad, algo completamente vinculado al “albedo” o capacidad de reflejar la radiación solar. El ser humano se ha dedicado a cubrir la tierra, incluso los afluentes y ríos, alterándolos y encauzándolos, haciendo variaciones a su antojo sin preocuparse por otros seres, por otros intereses, por el equilibrio de los sistemas que rigen el planeta y cada una de sus áreas. Dentro de ese cubrimiento de las superficies, se han utilizado exageradamente el cemento y el asfalto, materiales que no reflejan la radiación sino que la absorben y la vuelven a emitir en forma de calor. También la construcción de grandes edificios, que en muchos casos son de colores oscuros, y toda su concentración, que bloquea el paso del viento, aumentan esa absorción de calor. Otros factores que provocan las islas de calor están relacionados con el tráfico, con todos los vehículos absorbiendo calor y liberándolo al aire. También las actividades industriales que se llevan a cabo en la ciudad son fuentes de calor y todo lo hasta ahora expuesto, además, involucra factores altamente contaminantes que crean bolsas de humo insalubre sobre las ciudades y un potente efecto invernadero que favorece que todos esos gases se mantengan sobre la ciudad con consecuencias nefastas para la salud de sus habitantes. Por último, nombrar la importancia de que haya mayor o menor densidad de población y todo lo relacionado con el consumo, especialmente el de productos que consumen energía como ordenadores, aparatos de refrigeración y otros electrodomésticos que liberan calor, algo que en muchos casos conduce a un círculo vicioso donde aumenta el consumo de energía por el uso de sistemas de enfriamiento que a su vez están provocando una gran emisión de calor sobre la ciudad.


Podría exponer muchos más factores cuyos efectos están relacionados con las islas de calor, como la luz nocturna, toda la energía que mueven los residuos que genera la ciudad a diario, incluso si la ciudad tiene muchas instalaciones subterráneas, como, por ejemplo, red ferroviaria y de transporte subterráneo, con estaciones donde se forman grandes acumulaciones de calor, zonas subterráneas de estacionamiento de vehículos, etc. Todos son factores fruto de la actividad antropogénica y esta actividad y expansión del ser humano y de sus ciudades también ha provocado la eliminación, disminución y/o deterioro de la vegetación del área donde se ubica la ciudad. Para los científicos, los árboles y las plantas tienen un papel crucial debido a la evapotranspiración, a través de la cual se transporta el calor hacia arriba desde las zonas más cercanas al suelo, algo que se añade al beneficioso proceso de transpiración de árboles y plantas. Además, la vegetación absorbe humedad y agua, incluso desde sus raíces, y el aire seco aspira esa agua convirtiéndola en vapor de agua gaseoso, de manera que este proceso provoca el enfriamiento del aire, ya que hay que diferenciar humedad de calor. Junto con la vegetación, encontramos el cubrimiento de la tierra por materiales que no permiten que respire, materiales que absorben y emiten calor y evitan una correcta absorción de la refrescante agua de lluvia, que acaba en los sistemas de alcantarillado sin aportar sus beneficios al ambiente. En algunas ciudades también se han eliminado o cubierto caminos naturales de agua, incluso se ha permitido que se secaran cuerpos de agua como estanques o pequeños lagos, afectando al equilibrio de la atmósfera de la zona, al nivel de humedad y de control de las temperaturas, aparte de todo el daño que se ha podido causar sobre acuíferos naturales subterráneos y reservas de agua que ahora sí que se querrían tener porque se vuelven muy necesarios para el abastecimiento de agua general.

Las soluciones que se pueden desarrollar e implementar van a ser diferentes para cada ciudad, aunque algunas puedan ser de más fácil aplicación por la mayoría. Está claro que se van a tener que plantar más árboles y plantas y cuidar y fomentar las zonas ajardinadas y parques. Los árboles son seres que, además de la importancia de la sombra que generan, aportan sostenibilidad a la ciudad: limpian y enfrían el aire, regulan las temperaturas, respaldan la calidad del agua y administran el flujo, así que contrarrestan el efecto de la isla de calor y además brindan beneficios notables y contrastados sobre la salud mental y física de los habitantes. También es importante que las ciudades tengan zonas de agua cuidadas y que todo flujo de agua mantenga su pureza y movimiento natural. Algunas ciudades, tanto por su situación como por su economía y peor planificación de su crecimiento, no van a poder cuidar, recuperar y aumentar sus zonas verdes y sus zonas o corrientes de agua, pero en todo caso hay un movimiento global y una mayor comprensión para enfocarse en ello y aprovechar las cualidades propias de cada ciudad. Para ello es importante que haya comunicación y coordinación entre los diversos departamentos que rigen la ciudad en cuanto a parques y naturaleza y los departamentos enfocados a la expansión y construcción urbana, al control de la contaminación y también de la salud pública.


Estamos siendo testigos de cómo muchas ciudades están liderando muchas acciones contra el cambio climático y todo lo relacionado con emisión de gases de efecto invernadero y la implantación de fuentes de energía más limpias y saludables. Algunas soluciones que se están llevando a cabo para afrontar el fenómeno de la isla de calor, que además provoca que las olas de calor puedan ser cada vez más fuertes y persistentes, incluyen pintar las calles de blanco, que es una iniciativa de algunas ciudades como Los Ángeles, o reemplazar algunos pavimentos por materiales permeables que absorben el agua de lluvia y aumentan la capacidad de evaporación, como se ha hecho en Melbourne. Otro movimiento que se ha hecho muy popular es el conocido como “techos verdes” o “techos frescos”, que significa cubrir los techos de los edificios con vegetación, algo que enfría el aire próximo y además reduce la necesidad de utilizar sistemas de enfriamiento en el edificio. También, como se está haciendo en Nueva York, miles de voluntarios han pintado techos de edificios con materiales más reflectantes.

Al mismo tiempo, aumenta la preocupación por el cuidado y mantenimiento de los espacios verdes de las ciudades y por evitar al máximo la utilización de aparatos que consuman energía y contaminen el aire. También hay un movimiento importante para que el ciudadano sea consciente del consumo que realiza, ya que lo que se compra tiene un impacto sobre el clima de su ciudad, pero también de otros lugares y de todo el planeta, y muchos estudios y organizaciones hablan de que es la hora de aprender a consumir menos. Tal como expresa Jeroen van der Heijden, experto en clima e investigador de la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda): "La gente tiende a olvidar que la mayoría de los productos que consumimos y nuestras huellas de carbono personales se importan de otros lugares para darnos una gran vida en las ciudades modernas en las que vivimos", y añade: "Si realmente queremos hacer una contribución significativa para reducir las emisiones de carbono, debemos hacerlo mucho mejor que construir casas ecológicas y "verdes". Tenemos que repensar cómo vivimos y lo que consumimos".

Muchas ciudades importantes se están agrupando para formar una red fuerte y compartir y poner en marcha medidas basadas en una voluntad de cambio para afrontar la crisis climática y para que la ciudad sea un punto avanzado, de un alto nivel de conciencia, donde el bienestar de sus habitantes pueda ir de la mano de una forma de vida responsable, de respeto por la propia ciudad y por el planeta. Una red importante es la organización “C40”, que está principalmente enfocada en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La C40 engloba a 94 grandes ciudades de todo el mundo que aglutinan a más de 700 millones de habitantes. Los análisis realizados por esta organización también exponen la importancia de la reducción del consumo y el control para utilizar formas sostenibles sobre la construcción, el transporte y la electrónica. Para alcanzar los objetivos deseados, que también significan una reducción de las islas de calor, es necesario que los gobernantes de las ciudades se acerquen a los ciudadanos, a los habitantes, para que el movimiento sea fuerte, desde abajo y desde arriba, desde el día a día de cada ser humano que habita una ciudad hasta la creación e implementación de leyes que defiendan esos objetivos que, conforme avanza el tiempo y se acentúa la crisis climática del planeta, se van haciendo imprescindibles para la propia supervivencia. Esperemos que se consiga y las ciudades puedan ser el gran e importante referente para el desarrollo evolutivo del ser humano en equilibrio y respeto con su planeta y todos sus seres vivos.


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