viernes, 25 de marzo de 2016

Eventos destacados del mes de marzo

Publicado por David Arbizu

DESPUÉS DEL FENÓMENO DE EL NIÑO, LA NIÑA
El fenómeno de El Niño empezó aproximadamente a finales de mayo de 2015 y ha estado y sigue afectando muchas zonas del planeta provocando grandes tormentas e inundaciones y olas de frío así como falta de precipitación y severas sequías junto con olas de calor.


El Niño-Oscilación Sur (ENSO) se genera cuando los vientos alisios del Pacífico no son lo suficientemente fuertes como para desplazar las corrientes oceánicas superficiales desde las costas de Sudamérica hacia el área de Australia y el sureste asiático. Este hecho provoca que las aguas cercanas a las costas de Sudamérica se mantengan a una temperatura más elevada de lo normal e incluso haya una corriente de aguas calientes desde el Pacífico oeste hacia el este y que una corriente fría y profunda que llega desde la Antártida no pueda emerger a la altura de Chile y sur de Perú. El resultado es que las tormentas tropicales que normalmente afectarían el sur de Asia, Indonesia y Australia se formen sobre diversas partes de Sudamérica y Centroamérica.

Como sabemos, los efectos de cualquier alteración en una zona de la Tierra van a tener una influencia sobre todo el planeta. Además, al igual que se producen patrones diferentes en el Océano Pacífico, también sucede lo mismo en el Atlántico (Oscilación del Atlántico Norte) y en el Índico (Dipolo del Océano Índico) y todos están enlazados. En el siguiente mapa se observan estos efectos en cuanto a calor y sequía y frío y humedad o lluvia a nivel planetario.


Pero el gran desequilibrio que sufren los sistemas de la Tierra actualmente hace que estos estudios y cálculos ya no se puedan establecer con la misma rigurosidad que antaño. De este modo, hay situaciones que sí hemos podido observar durante el 2015 y principios de 2016, como las elevadas temperaturas sobre Alaska y parte de Canadá, las olas de calor en Australia y en el sur de África, así como en Japón, las graves tormentas y olas de frío sobre el norte de México y el sur de Estados Unidos y también en zonas de Perú y Argentina, que han provocado grandes inundaciones que siguen afectando muchas zonas debido a las crecidas de los ríos más importantes. Desde un análisis global, lo que sí que se ha constatado es la polaridad del clima y que muchos lugares que han sufrido olas de calor, como Japón, también más tarde han sufrido olas de frío y grandes nevadas, que muchos lugares habitualmente secos, como la zona desértica de Chile, han recibido lluvias torrenciales absolutamente inusuales.

También se ha observado que las tormentas no han acabado de llegar a California, que atraviesa una gravísima sequía, aunque parece que sí que lo están haciendo durante estas últimas semanas de marzo, con nevadas en sus sistemas montañosos. En cuanto a África, en la zona conocida como el Cuerno de África, que en el mapa está señalada como zona húmeda, sí ha habido algunas tormentas, pero han persistido las altas temperaturas y se ha ido agravando la sequía ya existente. Este desequilibrio también ha llegado al Atlántico y, en general, Europa ha tenido un invierno cálido, aunque han llegado algunas tormentas polares que han afectado sobre todo a Reino Unido y también han llegado a España.

En general se ha constatado un aumento de la temperatura del agua de todos los océanos y que este aumento no solo se localiza en las capas superficiales sino que ya está afectando a las capas de agua más profundas. Este calor, que ha formado enormes masas de agua caliente, también altera las previsiones y facilita la subida de corrientes de aire caliente hacia el norte, tanto a través del océano Pacífico como del Atlántico, que están provocando una condensación de calor en el Ártico y un incremento del deshielo que también afecta gravemente a Groenlandia y, consecuentemente, al Cinturón Oceánico o Circulación Termohalina Planetaria.


Mientras en el hemisferio norte entramos en la primavera y el episodio de El Niño sigue afectando el clima en buena parte del planeta, comienzan a surgir especulaciones sobre si el fenómeno de La Niña marcará parte de 2016. Así como El Niño se relaciona con aumento de las temperaturas, La Niña se relaciona con descenso de las temperaturas, generalmente hablando. La Niña puede traer fuertes tormentas y precipitaciones sobre Indonesia, Australia y sur de Asia y también provocar vórtices polares con grandes tormentas de nieve que descenderían desde el Ártico sobre Norteamérica. Estas tormentas árticas podrían afectar a Europa dependiendo de la fuerza de la baja presión que se forma sobre Islandia y de la regularidad y equilibrio de la corriente de chorro o Jet Stream.
En Sudamérica, el área de la costa del Pacífico podría sufrir un clima muy frío y seco, aunque en el hemisferio sur estén en primavera y verano y en cambio se generarían lluvias torrenciales sobre la parte noreste y la costa Atlántica. En la zona del cuerno de África se agravaría la sequía y en el sur del continente podría haber fuertes tormentas e inundaciones.


Con la situación actual de desequilibrio global de los patrones climáticos del planeta, no se puede asegurar cuál va a ser el comportamiento real en ningún lugar. Cada vez más hay que tener en cuenta más factores como, por ejemplo, el calentamiento general de la atmósfera y los océanos, los gases acumulados en la atmósfera, la capa de ozono, la actividad solar, el deshielo del Ártico y de la Antártida y todos los efectos fruto de las actividades devastadoras del ser humano, que incluirían el fracking, las explotaciones de todo tipo en mares, océanos y en la superficie de los continentes, la deforestación y todo lo relacionado con la energía nuclear, desde las fugas y accidentes de las centrales nucleares hasta las pruebas armamentísticas y toda la destrucción que provocan las guerras que están sucediendo.

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