Publicado por David Arbizu
EL DESASTRE DE FUKUSHIMA: ALARMA POR LOS ALTOS NIVELES DE RADIACIÓN
Dentro
de muy pocos días, el 11 de marzo, se cumplirán 6 años del accidente nuclear de
Fukushima. Con el paso del tiempo, desde que el gran tsunami impactó contra la
central nuclear provocando explosiones en los edificios que albergan los
reactores, fallos en los sistemas de refrigeración, triple fusión del núcleo y
liberación de radiación al exterior, hemos sido testigos de la gran envergadura
del problema, de que no existe una tecnología para limpiar y descontaminar las
instalaciones y de que, al mismo tiempo, ha habido ocultaciones y presiones
políticas, no solo en Japón sino a nivel global, para no hacer pública con
total transparencia una situación que no solo afecta a Japón sino que alcanza a
todo el planeta y que ya ha causado y seguirá causando enfermedades y muerte,
tanto para las personas como para toda la vida que sostiene la biosfera
planetaria.
A principios de febrero de este año, 2017, Tokio Electric Power
Company o TEPCO, la compañía propietaria que gestionaba el funcionamiento de la
central, anunció que se había descubierto un agujero de 1 metro de diámetro en
la parte inferior de la vasija de presión en el reactor nº 2 y que, cuando se
descubrió ese agujero, la medición de radiación estimada llegó a 530 sieverts
por hora.
Imagen del agujero en
el interior de la vasija del reactor nº 2
Ambas noticias son muy alarmantes. El agujero demuestra que la
vasija de presión no ha contenido la fusión del reactor, algo impresionante
teniendo en cuenta que la rejilla de contención aguanta temperaturas de hasta
1500ºC, y que el combustible fundido podría haber llegado a la parte más
externa de la vasija de contención e incluso al subsuelo. Pero la noticia que
disparó realmente las alarmas fue la medición de radiación de 530 sieverts por
hora, que significa un gran aumento respecto a otras mediciones registradas y
ya consideradas dramáticas, que habían llegado a los 73 sieverts por hora.
El
sievert es una unidad que mide la dosis de radiación absorbida por la materia
viva teniendo en cuenta los efectos biológicos producidos. Para tener una idea
de la gravedad de la situación, la cantidad máxima de exposición a la radiación
permitida por la NASA para los astronautas durante toda su vida útil es de 1
sievert; una dosis de 1 sievert puede causar daños muy graves a la salud humana
y una dosis única de 10 sieverts es prácticamente mortal en cuestión de
semanas.
El 16 de febrero se envió un robot especialmente fabricado para
soportar los altos niveles de radiación del interior de los reactores, pero no
pudo realizar mediciones significativas debido a las condiciones extremas y,
tras tres horas de funcionamiento, dejó de responder y los operadores lo
tuvieron que abandonar dentro de la vasija de contención. Días más tarde se
envió un segundo robot, pero el resultado fue el mismo y no se han podido
obtener mejores imágenes ni datos útiles que permitan dar a conocer la
verdadera realidad del estado del interior de las vasijas de contención y así
poder desarrollar un método eficaz de limpieza y eliminación de todos los
residuos y, principalmente, del combustible fundido para poder llegar a
desmantelar el reactor.
Actualmente, el nivel de radiación es elevado en las
zonas próximas a los edificios de los reactores 1, 2 y 3. El pasado 24 de
febrero, el nivel de radiación cerca del reactor nº 3 era de más de 300 microsieverts
por hora y cerca del edificio del reactor nº 2 era 137,6 microsieverts por
hora, tal como muestra la imagen a continuación.
Tanto la compañía TEPCO como
el gobierno de Japón intentan transmitir una sensación de control de la
situación hablando de la pared de hielo, que esperan que acabe siendo eficaz
para contener el flujo de agua contaminada hacia el océano, algo que no se ha
conseguido, como también haciendo público que se ha reanudado la pesca en todas
las regiones excepto una zona de 10 km alrededor de la central. Sin embargo, solo
se ha conseguido que los dispositivos entren en el reactor nº 2 y no hay posibilidad
de sondas similares en los reactores 1 y 3, que fueron gravemente dañados por las
explosiones de hidrógeno que hubo el día del accidente. Además, el reactor nº 3
tiene aproximadamente 6,5 metros de profundidad de agua contaminada en el
interior de la vasija de contención, un volumen mucho mayor que la acumulada en
los reactores 1 y 2, por eso se está intentando fabricar un robot que pueda
funcionar y pasar a través del agua.
Otro gran problema es el del agua
contaminada, tanto la almacenada como la que se genera a diario. Tratar con
agua contaminada requiere mano de obra significativa. Según TEPCO, alrededor de
la mitad de las aproximadamente 6000 personas que trabajan a diario en la
central nuclear están involucradas en el manejo de las aguas contaminadas. Cada
día se bombean y almacenan 150 toneladas de agua y hay aproximadamente 1000
tanques de agua contaminada que, al mismo tiempo, sufren fugas y provocan un
gran trabajo de reparación y substitución.
Zona de almacenamiento de tanques de agua contaminada
Por otro lado, muchos expertos
corroboran que cada día siguen llegando al océano Pacífico entre 300 y 400
toneladas de agua radiactiva y que esta radiación ha alcanzado la costa oeste
de Norteamérica. Además, se considera que el 80% de la radiactividad de los
reactores dañados, en el momento del accidente, terminó en el Pacífico y que
una pequeña fracción de esta cantidad se encuentra en el fondo del océano
mientras que toda la demás se ha ido esparciendo sobre todo por el Pacífico
Norte, aunque otras fuentes también hablan de que ya se ha extendido por todo
el Pacífico y, consecuentemente, también ha llegado a todos los océanos del
planeta.
A todo esto se suma que hay que tener en cuenta que los cuatro edificios de los
reactores de Fukushima quedaron estructuralmente dañados por el terremoto y el
tsunami, así como por las explosiones de hidrógeno posteriores. Por lo tanto,
si hubiera un terremoto superior a 7 grados de la escala de Richter, algo que
no sería para nada imposible debido a las fallas tectónicas y a la alta
sismicidad de Japón, podría haber un colapso de estas estructuras, lo cual
conllevaría una liberación masiva de radiación prácticamente inimaginable.
A
nivel global, otro de los grandes problemas es la gran crisis que sufre la
industria nuclear debido a que ha habido y siguen habiendo muchos proyectos de
reactores fallidos, muchos problemas de costosa solución en muchas
instalaciones, que están envejeciendo y llegando a edades que deberían suponer
su cierre y todos los grandes inconvenientes que provoca el almacenamiento de
las grandes cantidades de residuos radiactivos y altamente contaminados. Todo
ello incrementa los problemas de este sector y los efectos negativos, a nivel
de seguridad y mantenimiento, que pueden ser provocados por posibles grandes
deudas o incluso quiebras de las grandes industrias de la energía nuclear.
Fuentes:
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