Publicado por David Arbizu
RESIDUOS NUCLEARES Y RADIACTIVOS EN LOS OCÉANOS
Cada vez son
más las personas que se preocupan por el daño que la actividad humana ha
causado y sigue causando al planeta, sobre todo desde el inicio del
Antropoceno. Ahora se está comprendiendo mejor la importancia de los océanos y
de que su equilibrio, salud y funcionamiento son vitales para el mantenimiento
de la biosfera, los patrones climáticos y toda la cadena alimenticia global.
Por desgracia, durante siglos, el ser humano ha utilizado lagos, vías fluviales,
pozos y océanos como grandes vertederos donde se podía tirar cualquier cosa sin
que pareciera que pudiera haber ninguna repercusión para su propia existencia,
pero la realidad es que, bajo los océanos, se han creado verdaderas bombas de
relojería.
Desde el
inicio de la era nuclear, que para muchos expertos coincide con el inicio del
Antropoceno, los océanos representaron el lugar ideal donde poder deshacerse de
los residuos nucleares y radiactivos. A pesar de que ya había organizaciones
ecologistas, científicos y una parte de la opinión pública en contra, desde el
año 1946 hasta el año 1993, trece países utilizaron los océanos como vertedero
para eliminar sus residuos nucleares y radiactivos. Utilizar los océanos
representaba hacerlo en lugares que estaban lejos de controles, donde era más
fácil no generar una respuesta pública masiva en contra y, además, era la forma
más rápida y barata de deshacerse de esos residuos peligrosos y difíciles de
almacenar o destruir.
Lanchas de Greenpeace dificultando el vertido de bidones de
residuos radiactivos
En 1972, tras una reunión internacional convocada por la
ONU, se acordó prohibir el vertido al mar de residuos radiactivos de larga
actividad, que son los derivados
principalmente de la transformación del combustible gastado en los reactores
nucleares, pero no se prohibió el vertido de los residuos de media y baja
actividad, que los forman las vainas que rodean el combustible nuclear y otros
materiales utilizados en las centrales nucleares, los materiales producidos por
la industria química, por los laboratorios de investigación o médicos y
cualquier objeto o resto producido por la industria nuclear, por la minería o
por el desmantelamiento de instalaciones nucleares. De este modo, los países
siguieron realizando vertidos radiactivos en los océanos hasta el año 1993, año en que se ratificó un tratado internacional que prohibía
totalmente la eliminación de materiales nucleares y radiactivos en los océanos.
Existe una gran preocupación por el estado de esos residuos, la mayor parte de
los cuales están almacenados en bidones de acero y hormigón y otro tipo de
contenedores que generalmente solo estaban diseñados para retener
su contenido durante las operaciones de transporte y depósito, pero no para soportar la presión del agua a miles de
metros de profundidad, ni la erosión, la salinidad u otros factores como
movimientos sísmicos, etc. De hecho, en los años 70 del siglo pasado, el
oceanógrafo Jacques Cousteau presentó ante el Consejo de Europa fotografías de
bidones de residuos radioactivos franceses sumergidos en el Atlántico que
presentaban un estado de conservación lamentable, ya que estaban completamente
abiertos y perforados y hace solo dos años, en 2015, un estudio realizado en
Alemania demostró que los bidones
pueden sufrir perforaciones en un período que oscila entre los diez y los cuarenta
años.
Imagen de un bidón contenedor de residuos erosionado y roto
Desde el accidente de Fukushima, todavía ha aumentado más la
preocupación por los vertidos nucleares y la radiactividad que está llegando a
los océanos y ya se considera que una de las grandes amenazas del siglo XXI,
para los océanos y para todo el planeta, es la contaminación radiactiva
recibida y que siguen recibiendo.
En el mapa que sigue a continuación se
puede observar que los océanos más afectados son, en primer
lugar, el océano Atlántico, seguido del océano Pacífico y del océano Ártico.
Ocho países europeos utilizaron principalmente el Atlántico Nordeste, mientras
que Estados Unidos lo hizo en el Atlántico Noroeste y en el océano Pacífico,
donde también Japón realizó gran cantidad de vertidos. Por su parte, la Unión
Soviética utilizó el Océano Ártico. No he encontrado datos sobre vertidos en el
océano Antártico ni tampoco en el océano Índico.
Las cifras que revelan las
cantidades vertidas son verdaderamente escalofriantes. Por citar algunas:
- En el
Atlántico Nordeste yacen un total 223.000 bidones (115.000 toneladas) con
residuos radiactivos, estos residuos podrían contener una radiactividad
superior al millón de curios (elemento sintético radiactivo), es decir, ocho
veces más que los 130.000 curios liberados en el devastador accidente de Chernóbil.
- Estados Unidos arrojó más de 110.000 contenedores con
material nuclear fuera de sus costas entre 1946 y 1970.
- Rusia arrojó unos
17.000 contenedores de desechos radiactivos.
- Entre 1949 y 1966 el
Reino Unido realizó vertidos por un total de 5.500 toneladas de residuos
radiactivos en el Golfo de Vizcaya y a veinte millas al norte de la isla
Guernsey, en el Canal de la Mancha.
Por
desgracia, la falta de control y supervisión de los vertidos supone que muchos
registros e informes sobre ubicación del lugar, metros de profundidad y
distancia de la costa sean incompletos o erróneos. En algunas ocasiones, el
capitán de la embarcación estaba más preocupado por su propia seguridad y la de
su tripulación que no por llegar a la ubicación exacta del vertedero y, cuando
se alcanzaba la zona de seguridad establecida, la tripulación arrojaba los
barriles independientemente de su ubicación, lo cual supone un gran problema
para poder localizar las zonas donde se hayan vertido estos contenedores de
residuos y poder comprobar su estado. En este sentido, en el año 2013, un
submarino dirigido por control remoto enviado por
periodistas alemanes encontró dos bidones con residuos radiactivos a pocos
kilómetros de la costa francesa y a solo 124 metros de profundidad. También se
sabe que algunos vertidos se hicieron a solo 200 kilómetros de la costa de
Asturias y otros a 650 kilómetros de la costa de Galicia. Y en Estados Unidos,
el periódico Wall Street Journal afirmó, en 2014, que los niveles de plutonio en
el fondo marino a 80 kilómetros de San Francisco, un lugar donde hay 50.000
contenedores de residuos radiactivos, eran 1.000 veces superiores a lo normal.
Mapa con las ubicaciones de los vertidos radiactivos
Un gran problema vinculado a la contaminación de los océanos por materiales y
residuos radiactivos y nucleares es la gran cantidad de pruebas de armas
nucleares realizadas, además de todas las acciones que hicieron algunos países
para destruir parte de su armamento nuclear tras la Segunda Guerra Mundial, que
en algunos casos consistió en hundir en los océanos barcos llenos de armamento
y residuos nucleares y radiactivos. Además, todavía habría que añadir todos los
barcos, submarinos y aviones que han sido hundidos o derribados durante las
guerras más todos los accidentados hasta el momento actual.
A continuación
enumero algunos datos relacionados con las detonaciones de armas nucleares y el
hundimiento y vertido de residuos en embarcaciones o submarinos:
-Entre 1946 y 1958, Estados Unidos llegó a detonar más de 60
armas nucleares sobre distintas partes de las Islas Marshall (O. Pacífico).
- Francia
realizó 193 pruebas nucleares en la Polinesia Francesa y los
deshabitados atolones de Mururoa y Fangataufa (O. Pacífico) esconden 3.200 toneladas de material radiactivo.
- Rusia realizó 224 pruebas nucleares en el archipiélago
de Nueva Zembla (O. Ártico).
- Reino
Unido realizó 3 pruebas nucleares en las islas Montebello, frente a la costa de
Australia (O. Índico).
- Estados
Unidos y Reino Unido realizaron 33 pruebas nucleares en las islas Kiribati (O.
Pacífico).
- Rusia hundió o permitió que se hundieran, principalmente
en el océano Ártico y en zonas poco profundas, 19 buques que contenían residuos
radiactivos, 14 reactores nucleares, de los cuales cinco aún contienen
combustible nuclear gastado y 735 piezas de maquinaria pesada radiactivamente
contaminada.
- Hay 6 submarinos nucleares acostados en el fondo de los
océanos, 4 rusos y 2 estadounidenses.
- En marzo de 1956 cayó y se hundió en el Mediterráneo un
avión norteamericano con dos cápsulas de material radiactivo.
- En enero de 1970
se hundió un submarino soviético cargado con torpedos nucleares en la bahía de
Nápoles (Mar Mediterráneo).
- En septiembre de 1974 se hundió un destructor soviético
cargado con armas nucleares en el Mar Negro.
- En mayo de 1982, en la guerra entre Inglaterra y
Argentina por las Islas Malvinas, un misil de la armada argentina hundió un
destructor británico que llevaba armamento nuclear, aunque después se negó que llevara ese tipo de armamento.
- En mayo de 1985, un submarino británico perdió un misil
con una cabeza nuclear durante una prueba frente a las costas de Florida. En
este caso también, posteriormente, se negó que el misil llevara cargamento
nuclear.
En la actualidad, las detonaciones y vertidos realizados en las
islas del Pacífico están generando muchos problemas por las continuas
filtraciones y contaminación que están causando. Además, atolones como el de
Mururoa y el de Enewetak podrían llegar a colapsar y esto supondría que
llegarían al océano una gran cantidad de radiación y contaminación que ahora
están, en parte, contenidas por esas islas y atolones. En algunos casos, como
el de la isla de Runit, en el atolón de Enewetak, las bombas nucleares
detonadas por Estados Unidos crearon un cráter donde se vertieron residuos y
tierra contaminada fruto de las labores de descontaminación efectuadas tras las
detonaciones. Este cráter se cubrió con una gigantesca cúpula de cemento que ha
tenido que ser constantemente reparada debido a las continuas filtraciones y
las últimas mediciones realizadas muestran que, para el año 2025, el suelo que
rodea la cúpula ya estará más contaminado que los residuos que contiene el
cráter. Además, hay el temor de que un terremoto, un tifón o cualquier otro
desastre natural, pueda destruir la cúpula y provocar un vertido masivo
precipitado y catastrófico, algo que también puede suceder en otros lugares
donde los restos radiactivos y nucleares están almacenados y contenidos bajos
unas condiciones muy frágiles e inestables.
La gran cúpula de cemento que cubre el cráter de la Isla de Runit
Después de la
exposición de todos estos datos y viendo toda esa toxicidad, envenenamiento y
radiación vertida en los océanos, una de las preguntas principales sería: ¿Qué
acciones se están llevando a cabo para supervisar todas estas zonas que podemos
considerar cementerios nucleares y radiactivos? La respuesta es: “Ninguna, no
se está haciendo nada”.
En 1992, el
Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) realizó análisis en muestras
de agua, recogidas en varios de estos “cementerios nucleares”, para medir la
radiactividad y los resultados fueron que había altas concentraciones de
plutonio-238 que indicaban fugas de los contenedores. En 1995, la Agencia de la
Energía Nuclear de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos)
finalizó su programa de vigilancia de los residuos radiactivos lanzados al agua
en el Atlántico Nordeste y su informe final concluyó así: “Los análisis
mostraron aumentos de la actividad radiológica en los puntos de vertido,
sugiriendo fugas medibles pero con un impacto radiológico despreciable”. Desde
entonces, no se han realizado más controles ni acciones oficiales. Las últimas
noticias llegaron a finales de la década de 1990, cuando unos científicos
franceses viajaron a uno de los cementerios nucleares del Atlántico y cogieron
ejemplares de una especie de pez y de un crustáceo y en ambos casos
detectaron restos de plutonio-239 y plutonio-240, que se generan en los
reactores nucleares a partir del uranio. Esto demuestra la existencia de fugas
y la posible dispersión de elementos radiactivos junto con la alta posibilidad
de entrar en la cadena alimenticia.
Está claro
que estamos frente a un peligro que no va a debilitarse a corto plazo, más bien
al contrario, ya que puede verse potenciado por todos los accidentes y fugas
nucleares que sigue habiendo en el planeta. Además, aunque parezca increíble, el
Tratado de 1993 sigue en vigor hasta el año que viene, 2018. Así que, dentro de
unos meses, termina la prohibición de estos vertidos en los océanos y se podrá
volver a examinar la opción de reanudar los vertidos marinos subterráneos
creando nuevas oportunidades para la eliminación de desechos nucleares y un
océano más potencialmente radiactivo.
Esperemos
que las personas que el año que viene tengan la responsabilidad de renovar este
tratado actúen con el máximo nivel de conciencia, de amor y respeto por los
océanos, por toda forma de vida, por el planeta y tengan una visión elevada
para poder desarrollar un nuevo tratado que no tan solo no vuelva a permitir
nuevos vertidos sino que ponga en marcha acciones contundentes y eficaces para
la limpieza y purificación de todas las aguas de nuestra Madre Tierra.
Fuentes:
https://archivesmillenairesmondiales.wordpress.com/2013/06/13/bombe-a-retardement-nucleaire-mondiale-des-millions-de-milliards-de-becquerels-reposent-au-fond-des-mers/
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2016/02/07/europa-debate-revisar-vertidos-radiactivos-frente-costa-gallega-tras-10-anos-controles/0003_201602G7P12993.htm
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