Publicado por David Arbizu
LA IMPORTANCIA DEL POLVO DEL SAHARA
El Sahara es el desierto más grande del mundo, ocupa una extensión casi tan
grande como China o Estados Unidos y se extiende desde el mar Rojo hasta el
océano Atlántico, llegando por el norte hasta las costas del mar Mediterráneo y
quedando limitado, al sur, por la franja que se conoce como el Sahel, una
zona con vegetación que separa el desierto de la sabana africana.
Esta enorme superficie,
que ocupa gran parte del norte de África, no siempre ha sido desértica. De
hecho, hace unos 7000 años era una zona donde dominaba la estepa seca y la
sabana, donde se habían formado lagos y vías fluviales y donde habitaban
elefantes, leones y un gran número de animales que ahora se encuentran en
hábitats subsaharianos. También se han encontrado restos arqueológicos de
grupos de pastores que frecuentaban las praderas y las riberas de los lagos y
ríos. Entonces empezó una etapa de transición hacia el desierto árido que ahora
conocemos, que finalizó aproximadamente hace unos 3000 años.
A nivel
planetario, esta enorme extensión de arena, debido a que los vientos levantan y
desplazan grandes cantidades de polvo, tiene grandes efectos sobre los patrones
climáticos, sobre la biosfera, sobre grandes hábitats y ecosistemas, sobre los
océanos y muchas formas de vida. Ya hace años que muchos investigadores
científicos y meteorólogos han centrado sus estudios en lo que llaman “el ciclo
global del polvo”, ya que se han dado cuenta de esta gran influencia e incluso
dependencia que existe entre muchas zonas del planeta y el polvo del Sahara. Aunque
existen otras zonas desérticas en el planeta, como el desierto de Gobi (norte
de China) y la península Arábiga, desde las que también se forman estas
corrientes o desplazamientos de polvo, la magnitud del Sahara, su ubicación y
sus condiciones hacen que su influencia sea mayor y focalice el interés de los investigadores.
Muchos de los estudios realizados hasta
ahora se han centrado en los efectos de las grandes corrientes de polvo
sahariano, que también se han denominado “ríos atmosféricos de polvo del
Sahara”, sobre la Amazonia y en todo el enorme trayecto que realizan esas inmensas corrientes de polvo elevadas por los vientos a la atmósfera y empujadas
cruzando todo el Atlántico, algo que se ha podido observar y calibrar con gran
precisión gracias a los trabajos realizados desde los satélites. Se calcula
que, cada año, se desplazan unos 182 millones de toneladas de polvo desde el
Sahara hacia el Atlántico y que, de esa cifra total, unos 27,7 millones de
toneladas llegan y caen sobre la gran selva del Amazonas, aunque estas cifras
son variables porque dependen de la cantidad de precipitación, de la fuerza
de los vientos y otros factores.
La llegada del polvo del Sahara es vital
para la vegetación de la selva y, por lo tanto, para la supervivencia de una
gran cantidad de seres vivos que están vinculados a la salud de ese gran
ecosistema. La gran importancia de la recepción del polvo del Sahara está en
que llega cargado de nutrientes, sobre todo de fósforo y hierro, que son esenciales para que las plantas realicen la fotosíntesis. Hay que tener en cuenta
que la Amazonia es un “sistema de lixiviación”, así que, aunque es muy
productivo, las constantes lluvias arrastran continuamente los nutrientes y es
imprescindible que haya una gran reposición para la vida de la selva tropical.
Se podría decir que el polvo del Sahara es un gran fertilizante y compuesto de
nutrientes que favorece el crecimiento de las plantas, su respiración, su carga
energética y, principalmente, que puedan llevar a cabo la fotosíntesis.
Imagen del polvo del
Sahara cruzando el Atlántico y llegando a la Amazonia
Para saber por qué el polvo del Sahara
no es simplemente una acumulación de partículas diminutas de arena, de tierra o
rocas erosionadas, sino un material cargado de nutrientes, tenemos que
retroceder miles de años atrás, antes de que se empezara a desertificar.
Especialmente hay una zona, llamada la Depresión de Bodele, situada en el norte
del Chad, donde antes había un enorme
lago, cuyo remanente es el actual lago Chad. Este lago grandioso, que muchos
científicos llaman “lago Megachad”, llegó a medir 400 000 km² (para hacerse una idea, la
superficie de toda la Península Ibérica es de 582 000 km²), era mucho más grande que
todos los Grandes Lagos de Norteamérica juntos. Hace miles de años este “lago
Megachad” se secó y todos los animales que vivían en él murieron y sus restos
se hundieron en su lecho formando sedimentos que ahora, debido además a que esa
zona es uno de los lugares más ventosos del planeta, forman parte de esos ríos
atmosféricos de polvo que atraviesan el Atlántico con todos los nutrientes y
minerales que provienen de los huesos y las escamas de peces y otros
organismos. Así que observamos una conexión más dentro de los patrones y
sistemas de este maravilloso planeta, donde restos milenarios de peces,
animales y otros microorganismos africanos están fertilizando la selva
amazónica.
El polvo del Sahara es muy beneficioso para la selva del Amazonas, e
incluso para los bosques de muchas zonas del Caribe donde también llegan esas
partículas en suspensión. También se puede considerar beneficioso el aporte
sobre los océanos, donde se calcula que llega un 26% de las partículas en
suspensión que se elevan a la atmósfera. La llegada de nutrientes a las aguas
marinas estimula la vida de los organismos fotosintéticos favoreciendo su
crecimiento, las actividades de filtrado y purificación del agua y una mayor
absorción de CO² de la atmósfera, aunque también puede estimular la expansión
de las algas, algo que, debido al desequilibrio que sufren los océanos y vías
fluviales por la actividad humana, provoca un crecimiento extremo de estos
organismos favoreciendo la contaminación, la hipoxia (falta de oxígeno) y el
deterioro de los hábitats marinos.
Estas partículas en suspensión también
generan situaciones beneficiosas y perjudiciales en la atmósfera. Se sabe que,
especialmente en muchos países de Europa y también del sureste asiático, las
tormentas de polvo provocan el aumento de la contaminación en las ciudades.
También en algunos países de Centroamérica se presta mucha atención a la
llegada del polvo del Sahara, ya que se asocia con un aumento de problemas
respiratorios e incluso cardiovasculares cuando las partículas en suspensión
tienen un tamaño muy pequeño y pueden llegar a ingresar en el torrente
sanguíneo.
Por otro
lado, se podría considerar un efecto positivo el hecho de que estas partículas
suspendidas forman aerosoles en la troposfera (la capa más inferior de la
atmósfera) aumentando el reflejo de la radicación solar, actuando como agentes
formadores de nubes y de condensación de agua y favoreciendo las
precipitaciones, pero esos mismos aerosoles dificultan que el reflejo de los
rayos solares que han llegado a la superficie del planeta alcance las capas
superiores de la atmósfera y causan una respuesta en forma de otros reflejos
que vuelven a dirigirse hacia la superficie. Otro efecto del polvo en
suspensión es que dificulta la formación y desarrollo de ciclones tropicales y
también debilita a los que ya están formados al impedir, de varias maneras, que
se concentre la energía para su inicio y evolución.
Tormenta de polvo en dirección al sureste de Europa
Actualmente, las
investigaciones se centran en las consecuencias de estos flujos de partículas
en suspensión sobre los patrones climáticos teniendo en cuenta que estamos
viviendo una crisis planetaria y que dichos patrones están cambiando, algo que
también va a afectar las zonas desde donde se originan esos flujos de polvo. En
el caso del Sahara, varios estudios establecen que, si continúa el aumento de
la temperatura global de la Tierra, el Sahel será cada vez más verde y podrá
extenderse hacia el norte gracias a un notable aumento de las precipitaciones
en toda esa zona, un aumento que puede llegar a ser del 300% durante este
siglo. Cuanta más lluvia, e incluso inundaciones, menos polvo podrá ser
arrastrado y elevado por los vientos, lo cual representa un menor aporte de
nutrientes a la Amazonia, que podría entrar en un grave desequilibrio.
Una vez
más observamos cómo todo está interactuando y la salud de la biosfera y de los
patrones y sistemas que la mantienen depende de cada una de estas conexiones.
Tal como dice el director de una de las principales investigaciones realizadas
sobre el “ciclo global del polvo”, Hongbin Yu, de la Universidad de Maryland y
miembro del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA: “Este es un mundo
pequeño y todo está conectado”.
Fuentes:
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