Publicado por David Arbizu
LA GRAN MURALLA VERDE AFRICANA
Uno de los problemas más graves que están sufriendo
muchas zonas de la Tierra es la desertificación o degradación del suelo. En la
mayoría de las zonas amenazadas se observa claramente el desequilibrio cada vez
más extremo de los patrones climáticos, algo que provoca sequías severas por la
falta de precipitaciones y también graves inundaciones por la llegada de
enormes tormentas de forma inusual e inesperada, tormentas cuya lluvia normalmente
no sirve para la recuperación de la tierra debido a que está extremadamente
seca y a que los acuíferos y corrientes subterráneas están tan agotados que es
muy difícil que se recuperen. Otro problema principal de la mayoría de estas
zonas es la superpoblación y la sobreexplotación de la tierra y de la
vegetación debido a formas de agricultura, de ganadería y pastoreo muy
agresivas que no tienen en cuenta el punto de inflexión a partir del cual la
tierra ya no se puede recuperar ni el respeto por los ciclos naturales
imprescindibles para la salud y supervivencia de cada ecosistema.
Desde el año
2007, en la zona del Sahel, que es la franja o zona de transición que separa el
desierto del Sahara de la sabana africana y que se extiende horizontalmente sobre
el continente africano, cruzándolo desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo,
se puso en marcha un proyecto llamado “Gran Muralla Verde” con la intención de
crear un enorme corredor de vegetación para evitar el avance del desierto del
Sahara hacia el sur, la desertificación y degradación de la tierra y los
efectos del cambio climático. El proyecto se puso en marcha liderado por la
Unión Africana y cuenta con el respaldo y la colaboración de organizaciones y
grupos entre los que destaca la FAO (Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura), la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Banco Mundial.
Cuando el proyecto se termine, esta Gran
Muralla Verde tendrá 7700 kilómetros de largo, 15 kilómetros de ancho y
atravesará 14 países africanos a lo ancho de todo el continente.
Aparte de
frenar la desertificación, el proyecto se presenta como un gran impulso que va
a transformar la vida de millones de personas creando un gran mosaico de
paisajes verdes y productivos que va a beneficiar en gran medida a todos sus
habitantes. También se espera que sea un factor determinante como fuente de
humedad y aprovechamiento de las precipitaciones, de forma que haya una óptima
recarga de pozos y acuíferos que represente un beneficio para el propio
ecosistema y para las personas que lo habiten, como suministro de agua potable
y como recepción de agua para sus actividades económicas. Por esta razón, el
proyecto también se considera una herramienta de planificación para el desarrollo
rural cuyo objetivo es mejorar la gestión de los ecosistemas, proteger el
patrimonio rural y mejorar las condiciones de vida de las poblaciones locales
para que disminuya la inseguridad alimentaria.
En algunos países, como Nigeria,
Senegal y Etiopía, ya se han puesto en marcha programas especiales que están
creando empleos y mejorando las tierras de cultivo. Desde 2007, en Senegal se
han plantado más de 11 millones de árboles, en Nigeria se han creado 20 000
puestos de trabajo y en Etiopía se han restaurado 15 millones de hectáreas de
tierras degradadas.
Parte de la Gran Muralla Verde Africana
A simple vista, esta Gran Muralla Verde parece un
proyecto muy ambicioso y beneficioso, tal como transmiten las palabras de la
doctora Janet Edeme, experta agrícola de la UA (Unión Africana): “Una década
después de que comenzó la iniciativa, hoy la Gran Muralla Verde se erige como
uno de los esfuerzos más innovadores y audaces en la historia de la humanidad,
una maravilla del mundo real”, pero algunos científicos, como los que forman el
CSFD (Comité Científico Francés de la Desertificación) no consideran que se
vayan a obtener resultados tan positivos y que también se van a causar
perjuicios y daños en los ecosistemas, en el equilibrio y la salud de toda la
zona.
Estos científicos advierten que se debe realizar un estudio muy detallado
de las especies que se van a plantar, de que esas plantaciones y los cultivos
que se hagan sean igualmente resistentes a la sequía, que tiene que haber
estanques de retención y, sobre todo, conseguir que la población sea partícipe
y realmente vea que todo el proyecto va a beneficiar su vida. En algunos países
ya se ha constatado una falta de interés por parte de la población, ya sea por
falta de programas educativos o porque no ha habido una verdadera intención de
transmitir todo lo que significa el proyecto. Si no hay una inclusión y un
verdadero acercamiento sobre las personas que habitan la zona para que aumente
su interés y su sensibilidad, muchos programas locales no van a seguir adelante
e incluso se pueden llegar a perder zonas ya forestadas. Hay que tener en
cuenta que en muchos países sigue habiendo conflictos militares, violencia y
abuso por parte de grupos de poder y de gobiernos corruptos cuyos programas
difícilmente van a ser creídos y apoyados por poblaciones muy pobres que han
sufrido abusos continuadamente. Por lo tanto, aunque en algunas zonas ya se
haya avanzado bastante creando la Gran Muralla Verde, si los responsables del
proyecto no son capaces de transmitir su importancia y no desarrollan
actividades paralelas que ya empiecen a beneficiar a la población, esos bosques
y plantaciones no van a recibir el trato y cuidado adecuado para su
subsistencia y la desertificación aumentará debido a que los propios árboles
recién plantados secarán y degradarán la tierra si no son cuidados ni reciben
la aportación hídrica necesaria para subsistir.
Este proyecto de Gran Muralla Verde no es el primero que se implementa. En
1977 se inició el proyecto de la Gran Muralla Verde China con el objetivo de
forestar una extensión de 4480 kilómetros para frenar el avance del desierto de
Gobi, la desertificación y todo el daño que causan las grandes tormentas de
arena sobre los cultivos y las infraestructuras. De momento se han plantado más
de 66 000 millones de árboles y se espera que el proyecto finalice a finales
del año 2050. Los problemas que se están observando, al igual que ya empieza a
pasar en África, es que se plantan muchos árboles pero nadie los cuida y muchos
acaban muriendo. También se ha constatado que la reforestación puede sobrepasar
la capacidad de la tierra, lo cual perjudica la salud del suelo, provoca un
rápido descenso de la humedad y de la capa freática y también acaba con la vida
de todo lo plantado.
Vista parcial de la Gran Muralla Verde China
Otro proyecto parecido es el de la Presa Verde en
Argelia, que empezó en 1962 después de años de degradación de la tierra y donde, a pesar de que el proyecto sigue en marcha, grandes zonas
siguen bajo la amenaza de la desertificación. En este caso también se observa
la necesidad de que las poblaciones locales participen en los programas de
desarrollo para que la implementación del proyecto pueda tener éxito, pero para
favorecer esa participación es necesario que haya un acercamiento y una
voluntad real desde las personas que dirigen el proyecto y realizar un
verdadero trabajo de educación para aumentar la conciencia sobre el gran valor
de los ecosistemas, de los hábitats, de toda su biodiversidad y de que se puede
obtener un beneficio personal si se trabaja para conseguir un beneficio más
amplio, global.
Esperemos que estos proyectos se lleven a cabo y sirvan para que haya ese aumento de conciencia, para que se trate a la naturaleza con más cuidado y respeto y se comprenda cómo funcionan los ecosistemas, cómo incidimos en ellos y cómo podemos actuar para que no se degraden y se puedan recuperar y mantener en el mejor estado de salud posible; de ello depende nuestra propia salud y nuestra vida.
Fuentes:
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