Publicado por David Arbizu
UNA ENORME CORRIENTE DE VIRUS CIRCULA POR LA ATMÓSFERA DEL PLANETA
La palabra "virus" proviene del latín y significa "veneno" o "toxina".
Un virus es un agente infeccioso microscópico acelular sin capacidad de
reproducción, de manera que para reproducirse necesita invadir otras células,
lo que conocemos como “infección” y utilizar su maquinaria, sus procesos
reproductivos, para replicarse.
Los virus son las entidades más abundantes del
planeta, son los principales depredadores del mundo microbiano y aunque se les
relaciona directamente con enfermedades, con infecciones dañinas y problemas de salud,
los estudios científicos de los últimos años demuestran que son vitales para todo: para nuestra salud y la de todos los seres vivos, para la evolución de las especies y para la salud del planeta, de su
biosfera, de los ecosistemas terrestres y marinos, incluso llegan a influir sobre la
regulación del clima y sobre el flujo de nutrientes como el carbono y el
nitrógeno. Después de investigaciones conjuntas, los científicos norteamericanos Matthew B.
Sullivan del estado de Ohio, Joshua Weitz de Georgia Tech y Steven W. Wilhelm
de la Universidad de Tennessee han expresado: "Los virus modulan la función y
la evolución de todos los seres vivos" y al mismo tiempo han admitido: "Pero en
qué medida sigue siendo un misterio".
Imagen microscópica coloreada del virus de la gripe
Recientemente se han publicado los
resultados de un estudio científico dirigido por la Universidad de Granada
(España), que ha liderado una investigación internacional cuyo objetivo era
constatar que existe una corriente de virus que circula alrededor del planeta
y desde la que, al caer, los virus se van depositando, diseminando, por toda la superficie de la Tierra,
lo cual justifica que se hayan encontrado virus genéticamente idénticos en
lugares muy distantes y en ambientes muy dispares. Se calcula que esta
corriente se mueve a una altura de 2500-3000 metros, de manera que está por
encima de los sistemas meteorológicos de la Tierra y por debajo de la
estratosfera, que es por donde vuelan los aviones a reacción.
Para realizar el
estudio se colocaron cuatro cubos en lo alto de las montañas de Sierra Nevada
(provincia de Granada-España) con el fin de recoger esa "lluvia de virus" que
cae desde el cielo evitando todo posible impacto relacionado con la polución
atmosférica local para que los registros se pudieran considerar globales. Los resultados
fueron absolutamente sorprendentes porque permitieron calcular que cada día
caen unos 800 millones de virus sobre cada metro cuadrado del planeta. Junto a los
virus también se desplazan y caen una enorme cantidad de bacterias, aunque no es
comparable con la de virus, ya que por cada 800 millones de virus caen 20 millones
de bacterias.
La mayoría de los virus que se recolectaron en el estudio eran de
origen marino, lo cual significa que se elevan al quedar pegados a la materia
orgánica que sale del mar debido a la acción de las olas y el viento. También
pueden elevarse al quedar pegados a partículas minerales de la superficie de la
Tierra, aunque esto es algo más frecuente en las bacterias, que se adhieren al
polvo del Sahara y de otros desiertos. Al caer de nuevo a la superficie, un 69% de los virus
llegaron pegados a partículas y se considera que el tamaño de estas partículas
tiene una relación directa con la mayor o menor distancia recorrida antes de
caer y también con el efecto de la gravedad, del arrastre que
pueda ocasionar la lluvia y de la mayor o menor suspensión que puedan tener las
partículas de polvo, algo que observamos en las tormentas de polvo sahariano,
que pueden recorrer distancias más cortas, afectando el norte de África y el sur de Europa, o
llegar a cruzar el Atlántico para caer sobre la selva amazónica y otras partes
de América.
Tormenta de polvo sahariano cruzando el Mediterráneo
Muchas de las investigaciones sobre los virus pertenecen al campo
de la medicina, a la lucha contra enfermedades víricas. Al mismo tiempo, cada
vez son más los científicos interesados en la influencia de los virus sobre la
vida de todos los seres de este planeta, sobre su efecto sobre los diversos
ecosistemas y los cambios que su actividad puede generar en todos
los sentidos. Estos estudios demuestran la importancia de los virus para
mantener en equilibrio los ecosistemas debido a los cambios que provocan sobre
la composición de las comunidades microbianas, algo que llega a afectar las
cadenas tróficas o alimenticias, la salud oceánica al afectar los ciclos
bioquímicos oceánicos y también la expansión o control de plagas de diversos
tipos.
Un ejemplo de este "efecto viral" se comprobó cuando en un laboratorio
filtraron agua de mar separando a los virus pero dejando a otros
microorganismos, que mayormente eran bacterias, que normalmente son la presa de
los virus. Al hacerlo, el plancton en el agua dejó de crecer debido a que la
infección y eliminación que los virus causan sobre una especie de microbio permite la
liberación de carbono orgánico y de nutrientes que alimentan a otras bacterias promoviendo
el desarrollo del plancton y otros organismos marinos.
Otro ejemplo lo
encontramos cuando hay un brote y plaga de algas tóxicas en el océano y son
atacadas por un virus que acaba controlando y eliminando la plaga. Un ejemplo
del mundo vegetal terrestre lo encontramos en una hierba que se encuentra en
los suelos de las áreas geotérmicas de Yellowstone (USA), donde se registran altas
temperaturas y esa hierba necesita un hongo para crecer en el ambiente extremo;
un hongo que para desarrollarse necesita un virus.
Según Marilyn Roossinck, investigadora
y profesora de la Universidad Estatal de Pensilvania (USA), desde donde estudia la
ecología viral en las plantas: "Nunca hemos encontrado efectos perjudiciales de
un virus en la naturaleza". Pero en este momento los científicos advierten
que el cambio climático está incrementando el transporte atmosférico de virus,
lo cual puede conducir a una aceleración desequilibrada de sus efectos. Como es
lógico, el hecho de que la sequía afecte cada vez con más fuerza los límites
del Sahara y también a otros desiertos del planeta, multiplica la aportación de
polvo a la atmósfera. También está habiendo un aumento de las
tormentas y de los huracanes, lo cual provoca una mayor corriente atmosférica de virus.
Los
científicos no saben si todos los virus que caen siguen vivos y se activan con
rapidez, aunque se cree que sí, al menos los que son más resistentes. Curtis
Suttle, virólogo de la Universidad de la Columbia Británica (Canadá) y coautor
de este estudio realizado en Granada, lanza este mensaje tranquilizador que es
ideal para concluir este artículo: "Por fortuna, los realmente resistentes
son virus que, en su mayoría, infectan a bacterias, no a los humanos o a otros
animales. Así que no hay de qué preocuparse si inhalamos unos cuantos millones
de virus cada vez que salimos a pasear".
Fuentes:
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