Publicado por David Arbizu
LA RECUPERACIÓN DE LOS POLINIZADORES Y OTRAS ESPECIES FUNDAMENTALES PARA EL EQUILIBRIO DE LA BIOSFERA
Desde mediados de noviembre se está celebrando la Conferencia de la ONU
sobre Biodiversidad bajo el tema: “Invertir en biodiversidad para las personas
y el planeta”. Cuenta con la participación de 80 ministros de medio ambiente,
infraestructura, energía, industria y otros sectores y se realiza para que se traten
las cuestiones problemáticas en cuanto a la integración de la biodiversidad en
sus respectivas áreas de trabajo. Una de las cuestiones principales aborda el
problema de las especies polinizadoras, donde se tiene que afrontar que, por un
lado, son imprescindibles para la supervivencia del mundo vegetal y,
consecuentemente, de toda la cadena alimenticia global y que, por otro lado,
están sufriendo un gran exterminio principalmente ocasionado por el uso de
fertilizantes y pesticidas que grandes empresas y sectores de agricultura y
ganadería no quieren dejar de utilizar. Hay que tener en cuenta que tres
cuartas partes de los cultivos que alimentan el mundo dependen de la
polinización de insectos y otros animales para producir semillas y frutos y que
en la mayoría de los países del mundo se ha constatado una disminución
alarmante del número de polinizadores, especialmente de insectos y,
concretamente, de abejas.
Una de las personas que han intervenido en esta
conferencia es Stefanie Christmann, investigadora del Centro Internacional de
Investigación Agrícola en Áreas Secas, que ha presentado los resultados de un
nuevo estudio que muestra ganancias sustanciales en el ingreso y la
biodiversidad al dedicar una cuarta parte de las tierras de cultivo a cultivos
económicos en floración, como especias, semillas oleaginosas, plantas
medicinales y forrajeras. Durante los últimos cinco años, Christmann ha
realizado ensayos en campos de Uzbekistán y de Marruecos y los resultados demuestran
que, en comparación con los campos de monocultivos puros, aumentan los
beneficios para los agricultores y también aumenta la presencia y diversidad de
polinizadores, al mismo tiempo que hay menos plagas y los campos rinden con
mayor calidad y cantidad. Ahora Christmann va a empezar un nuevo estudio
financiado por el Ministerio de Medio Ambiente de Alemania y espera que más países
se interesen y haya un cambio de gestión, una mayor conciencia sobre los
beneficios económicos de los polinizadores que fomente una mayor
plantación de flores silvestres, arbustos de bayas y árboles en flor, porque
todo ello repercutiría en la supervivencia y aumento de las poblaciones de
pájaros y de todas las especies en general.
En el caso concreto de las abejas,
la ciudad de Ámsterdam (Holanda) demuestra los resultados de implementar
políticas para favorecer la supervivencia de las abejas. Desde hace varios
años, en Ámsterdam ha aumentado la plantación de flores nativas en parques
públicos, se ha prohibido el uso de pesticidas químicos en tierra públicas y se
han instalado hogares para abejas en la ciudad, ya que hay especies de abejas
que no viven en colmenas sino en solitario, pero siguen siendo polinizadoras.
De esta forma, se ha conseguido una notable recuperación de estos insectos y
también de la flora natural y la salud de los cultivos. También encontramos un
ejemplo de la aplicación de medidas protectoras en Francia, donde se ha
prohibido el uso de los cinco pesticidas neonicotinoides que afectan al sistema
nervioso de las abejas y otros insectos polinizadores, además de que los
desorienta y altera sus capacidades reproductoras.
Ejemplo de un hotel para abejas
Otra especie muy importante
para el equilibrio y subsistencia de muchas otras y para la salud de los océanos,
son los corales, que están siendo diezmados por la contaminación del agua, el
aumento de las temperaturas y la acidificación. En este caso también existen
organizaciones e investigadores plenamente dedicados al estudio de los corales
y a conseguir estrategias y acciones para su supervivencia. Gracias a un
descubrimiento accidental que sucedió hace unos cuatro años, ahora hay una gran
esperanza de que se puedan repoblar las zonas oceánicas donde los corales están
pereciendo y se puedan sostener los hábitats que crean. Este “accidente”
sucedió en el Laboratorio de Investigación Tropical de Mote (Florida-USA),
donde se trabaja para la supervivencia y repoblación de los corales, cuando al
biólogo marino David Vaughan se le rompieron accidentalmente varios corales y
al cabo de un tiempo, en lugar de haber perecido, habían crecido rápidamente,
como multiplicándose. Este “accidente” ahora ya se ha convertido en una técnica
que se llama “microfragmentación” que funciona para todas las especies de
corales y consigue que, además de que crezcan con rapidez, se fusionen entre
ellos si pertenecen a la misma familia, formando así un coral adulto. Gracias a
estas investigaciones y resultados, ahora hay planes ambiciosos de replantar
zonas de Hawái, de Florida y otras zonas del Caribe para que se recuperen los
arrecifes y los hábitats que forman los corales.
Otro sistema de recuperación y
repoblación que se va a poner en marcha en Australia, en la Gran Barrera de
Coral, es el de recolectar millones de gametos (células reproductoras
masculinas y femeninas) en zonas con corales sanos para liberarlos en zonas que hayan quedado muy dañadas
por el blanqueamiento, de manera que se restaure el ciclo reproductivo de los
corales y aumenten sus poblaciones.
Muchas organizaciones, investigadores, científicos
y defensores de la biosfera, de la naturaleza y de los seres vivos, están
poniendo en marcha muchas acciones para luchar contra la extinción masiva, para
frenar el deterioro de la biosfera y de ecosistemas y hábitats que son vitales
para todos, para nuestra propia supervivencia. También se hacen estudios e
investigaciones sobre el mundo vegetal y ahora, por ejemplo, se acaban de
publicar los resultados de un estudio que ha durado dos años y se ha hecho en
Estados Unidos donde se detalla una gama de estrategias que incluye plantar
árboles en las ciudades, evitar la conversión de pastizales naturales en
tierras de cultivo y cambiar a fertilizantes que produzcan menos emisiones de
gases de efecto invernadero, además de la restauración de parte de las tierras
forestales. Todo ello consigue reducir la emisión de carbono y de gases de
efecto invernadero a la atmósfera y aumentar la capacidad de almacenamiento de
carbono a través de lo que llaman “soluciones climáticas naturales”, donde
también se ha tenido en cuenta no afectar la producción de alimentos.
Todos
estos estudios, todas estas acciones, expresan un interés por la biosfera, por
la vida de este planeta, por su salud, por su recuperación, algo que es una
alegría, una gran satisfacción. Pero desgraciadamente estas acciones, este
interés, no es suficiente en este momento de crisis planetaria, en este momento
de gran desajuste y desequilibrio de los patrones climáticos, de aceleración
del calentamiento global, de aceleración de la extinción masiva, una extinción
que es más rápida y potente que cualquiera de las soluciones encontradas. Esta
insuficiencia también se está demostrando en la Conferencia de la ONU sobre
Biodiversidad, donde se siguen discutiendo detalles técnicos y, especialmente,
el gran reto de la financiación de cualquier acción positiva que se pueda
pactar, además de que se están afrontando los problemas como si hubiera mucho
tiempo para solucionarlos y, tal como ha dicho una de las personas que están
participando en la conferencia, con un “lenguaje blando” que no evoca la
gravedad de los problemas, sino que los expone de forma simplista, sin
enfocarse plenamente en la búsqueda e implementación de soluciones.
La verdadera
solución pasa por una acción global concisa, definitiva, marcada por una
comprensión y una conciencia del ser humano, de la humanidad, que signifique el
final, la detención de todo abuso, agresión y deterioro de cualquier espacio
natural, de cualquier ecosistema, de cualquier forma de vida. Tal como expresa
Mark Eakin, coordinador de Coral Reef Watch para la Administración Nacional
Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos: “Si aparte de estas acciones no
lidiamos con el rápido aumento de CO2 y de las temperaturas a nivel global, entonces
hacer este tipo de trabajo es como reorganizar las sillas de cubierta en el
Titanic”. Por lo tanto, el ser humano tiene que concebir que debe vivir de otra
forma para respetar y conservar el planeta, incluso para proteger su propia
supervivencia, y esto pasa por grandes cambios que fácilmente podemos
considerar que tienen que hacerse desde los gobiernos y las grandes empresas
que dominan el mundo, pero que también tienen que hacerse desde cada ser humano
que es partícipe de lo que llamamos humanidad, desde cada acto por pequeño que
parezca, porque todo va a formar parte de una acción mayor, global, de un
pensamiento colectivo que tiene que detener la destrucción y alentar y generar
el equilibrio, el respeto y el amor por este planeta y por nosotros mismos.
Fuentes:
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