jueves, 29 de noviembre de 2018

Evento del mes de noviembre

Publicado por David Arbizu

LA RECUPERACIÓN DE LOS POLINIZADORES Y OTRAS ESPECIES FUNDAMENTALES PARA EL EQUILIBRIO DE LA BIOSFERA 
Desde mediados de noviembre se está celebrando la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad bajo el tema: “Invertir en biodiversidad para las personas y el planeta”. Cuenta con la participación de 80 ministros de medio ambiente, infraestructura, energía, industria y otros sectores y se realiza para que se traten las cuestiones problemáticas en cuanto a la integración de la biodiversidad en sus respectivas áreas de trabajo. Una de las cuestiones principales aborda el problema de las especies polinizadoras, donde se tiene que afrontar que, por un lado, son imprescindibles para la supervivencia del mundo vegetal y, consecuentemente, de toda la cadena alimenticia global y que, por otro lado, están sufriendo un gran exterminio principalmente ocasionado por el uso de fertilizantes y pesticidas que grandes empresas y sectores de agricultura y ganadería no quieren dejar de utilizar. Hay que tener en cuenta que tres cuartas partes de los cultivos que alimentan el mundo dependen de la polinización de insectos y otros animales para producir semillas y frutos y que en la mayoría de los países del mundo se ha constatado una disminución alarmante del número de polinizadores, especialmente de insectos y, concretamente, de abejas.


Una de las personas que han intervenido en esta conferencia es Stefanie Christmann, investigadora del Centro Internacional de Investigación Agrícola en Áreas Secas, que ha presentado los resultados de un nuevo estudio que muestra ganancias sustanciales en el ingreso y la biodiversidad al dedicar una cuarta parte de las tierras de cultivo a cultivos económicos en floración, como especias, semillas oleaginosas, plantas medicinales y forrajeras. Durante los últimos cinco años, Christmann ha realizado ensayos en campos de Uzbekistán y de Marruecos y los resultados demuestran que, en comparación con los campos de monocultivos puros, aumentan los beneficios para los agricultores y también aumenta la presencia y diversidad de polinizadores, al mismo tiempo que hay menos plagas y los campos rinden con mayor calidad y cantidad. Ahora Christmann va a empezar un nuevo estudio financiado por el Ministerio de Medio Ambiente de Alemania y espera que más países se interesen y haya un cambio de gestión, una mayor conciencia sobre los beneficios económicos de los polinizadores que fomente una mayor plantación de flores silvestres, arbustos de bayas y árboles en flor, porque todo ello repercutiría en la supervivencia y aumento de las poblaciones de pájaros y de todas las especies en general.

En el caso concreto de las abejas, la ciudad de Ámsterdam (Holanda) demuestra los resultados de implementar políticas para favorecer la supervivencia de las abejas. Desde hace varios años, en Ámsterdam ha aumentado la plantación de flores nativas en parques públicos, se ha prohibido el uso de pesticidas químicos en tierra públicas y se han instalado hogares para abejas en la ciudad, ya que hay especies de abejas que no viven en colmenas sino en solitario, pero siguen siendo polinizadoras. De esta forma, se ha conseguido una notable recuperación de estos insectos y también de la flora natural y la salud de los cultivos. También encontramos un ejemplo de la aplicación de medidas protectoras en Francia, donde se ha prohibido el uso de los cinco pesticidas neonicotinoides que afectan al sistema nervioso de las abejas y otros insectos polinizadores, además de que los desorienta y altera sus capacidades reproductoras.

Ejemplo de un hotel para abejas

Otra especie muy importante para el equilibrio y subsistencia de muchas otras y para la salud de los océanos, son los corales, que están siendo diezmados por la contaminación del agua, el aumento de las temperaturas y la acidificación. En este caso también existen organizaciones e investigadores plenamente dedicados al estudio de los corales y a conseguir estrategias y acciones para su supervivencia. Gracias a un descubrimiento accidental que sucedió hace unos cuatro años, ahora hay una gran esperanza de que se puedan repoblar las zonas oceánicas donde los corales están pereciendo y se puedan sostener los hábitats que crean. Este “accidente” sucedió en el Laboratorio de Investigación Tropical de Mote (Florida-USA), donde se trabaja para la supervivencia y repoblación de los corales, cuando al biólogo marino David Vaughan se le rompieron accidentalmente varios corales y al cabo de un tiempo, en lugar de haber perecido, habían crecido rápidamente, como multiplicándose. Este “accidente” ahora ya se ha convertido en una técnica que se llama “microfragmentación” que funciona para todas las especies de corales y consigue que, además de que crezcan con rapidez, se fusionen entre ellos si pertenecen a la misma familia, formando así un coral adulto. Gracias a estas investigaciones y resultados, ahora hay planes ambiciosos de replantar zonas de Hawái, de Florida y otras zonas del Caribe para que se recuperen los arrecifes y los hábitats que forman los corales.
Otro sistema de recuperación y repoblación que se va a poner en marcha en Australia, en la Gran Barrera de Coral, es el de recolectar millones de gametos (células reproductoras masculinas y femeninas) en zonas con corales sanos para liberarlos en zonas que hayan quedado muy dañadas por el blanqueamiento, de manera que se restaure el ciclo reproductivo de los corales y aumenten sus poblaciones.


Muchas organizaciones, investigadores, científicos y defensores de la biosfera, de la naturaleza y de los seres vivos, están poniendo en marcha muchas acciones para luchar contra la extinción masiva, para frenar el deterioro de la biosfera y de ecosistemas y hábitats que son vitales para todos, para nuestra propia supervivencia. También se hacen estudios e investigaciones sobre el mundo vegetal y ahora, por ejemplo, se acaban de publicar los resultados de un estudio que ha durado dos años y se ha hecho en Estados Unidos donde se detalla una gama de estrategias que incluye plantar árboles en las ciudades, evitar la conversión de pastizales naturales en tierras de cultivo y cambiar a fertilizantes que produzcan menos emisiones de gases de efecto invernadero, además de la restauración de parte de las tierras forestales. Todo ello consigue reducir la emisión de carbono y de gases de efecto invernadero a la atmósfera y aumentar la capacidad de almacenamiento de carbono a través de lo que llaman “soluciones climáticas naturales”, donde también se ha tenido en cuenta no afectar la producción de alimentos.

Todos estos estudios, todas estas acciones, expresan un interés por la biosfera, por la vida de este planeta, por su salud, por su recuperación, algo que es una alegría, una gran satisfacción. Pero desgraciadamente estas acciones, este interés, no es suficiente en este momento de crisis planetaria, en este momento de gran desajuste y desequilibrio de los patrones climáticos, de aceleración del calentamiento global, de aceleración de la extinción masiva, una extinción que es más rápida y potente que cualquiera de las soluciones encontradas. Esta insuficiencia también se está demostrando en la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad, donde se siguen discutiendo detalles técnicos y, especialmente, el gran reto de la financiación de cualquier acción positiva que se pueda pactar, además de que se están afrontando los problemas como si hubiera mucho tiempo para solucionarlos y, tal como ha dicho una de las personas que están participando en la conferencia, con un “lenguaje blando” que no evoca la gravedad de los problemas, sino que los expone de forma simplista, sin enfocarse plenamente en la búsqueda e implementación de soluciones.

La verdadera solución pasa por una acción global concisa, definitiva, marcada por una comprensión y una conciencia del ser humano, de la humanidad, que signifique el final, la detención de todo abuso, agresión y deterioro de cualquier espacio natural, de cualquier ecosistema, de cualquier forma de vida. Tal como expresa Mark Eakin, coordinador de Coral Reef Watch para la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos: “Si aparte de estas acciones no lidiamos con el rápido aumento de CO2 y de las temperaturas a nivel global, entonces hacer este tipo de trabajo es como reorganizar las sillas de cubierta en el Titanic”. Por lo tanto, el ser humano tiene que concebir que debe vivir de otra forma para respetar y conservar el planeta, incluso para proteger su propia supervivencia, y esto pasa por grandes cambios que fácilmente podemos considerar que tienen que hacerse desde los gobiernos y las grandes empresas que dominan el mundo, pero que también tienen que hacerse desde cada ser humano que es partícipe de lo que llamamos humanidad, desde cada acto por pequeño que parezca, porque todo va a formar parte de una acción mayor, global, de un pensamiento colectivo que tiene que detener la destrucción y alentar y generar el equilibrio, el respeto y el amor por este planeta y por nosotros mismos.



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