Publicado por David Arbizu
2018: EL AÑO DE LA ACELERACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Ya quedan unas pocas horas para que el año 2018 llegue a su fin y todas
las miradas y expectativas se ponen en el nuevo año 2019, aunque el 2018 se
despide dejando un mensaje claro y conciso respecto al cambio climático que
está habiendo en el planeta, a los desequilibrios, desajustes y
transformaciones que nos llevan a todos los seres vivos que habitamos la
Tierra, que somos parte de su biosfera, hacia una situación crítica donde la
supervivencia puede llegar a ser complicada y dolorosa.
Durante los últimos
años hemos podido observar cómo cambiaban los patrones climáticos, cómo subía
el nivel del mar, cómo se aceleraba el deshielo de los polos, cómo se formaban
olas de calor y de frío inusuales, cómo los incendios forestales eran cada vez
más devastadores en parte gracias a la sequedad grave que domina muchos suelos,
muchos lugares donde, aunque lleguen grandes tormentas con lluvias torrenciales
que causan inundaciones severas, la tierra no recupera su nivel de humedad, la
salud de sus acuíferos, donde la llegada de especies invasoras ha cambiado el
ecosistema volviéndolo vulnerable frente a situaciones o eventos naturales que
antes formaban parte de su equilibrio y que ahora representan destrucción y
fatalidad. Podría enumerar más ejemplos de los trastornos y caos que estamos
observando y, en muchos casos, siendo testigos y afectados de forma negativa,
porque algo que el año 2018 nos ha mostrado de forma determinante es que los
efectos del cambio climático, del calentamiento global, pueden llegarnos a
todos, sea donde sea que habitemos en este planeta.
Algo que creo que también
nos ha mostrado el planeta durante este año es su impresionante poder, un poder
que no somos capaces de valorar porque excede nuestra capacidad de comprensión.
Hemos visto la fuerza impresionante de los volcanes, con erupciones como la del
Volcán Kilauea (Hawái), con semanas y semanas emitiendo enormes cantidades de
lava que cubría una gran extensión y se movía formando grandes ríos fluyendo a
velocidades inimaginables. También destacan las erupciones del Volcán de Fuego
(Guatemala) con sus flujos de lava y sus flujos piroclásticos que fueron
fatales para muchas comunidades asentadas cerca del volcán. Actualmente estamos
siendo testigos de la erupción de otros volcanes y, en concreto, del Volcán
Anak Krakatoa (Indonesia), con impactantes emisiones de lava, de ceniza y el colapso de
parte de su estructura que ha causado un devastador y mortal tsunami. También
nos han sorprendido enormemente las lluvias torrenciales que han caído en
muchas partes del planeta y recientemente hemos visto cómo parte del desierto
de Arabia Saudita se transformaba en un extenso mar. Otras tormentas han
provocado caídas de granizo no habituales tanto por la cantidad como por su
gran tamaño. Por otro lado, hemos sido testigos de la formación de muchos
tifones y huracanes en el Océano Pacífico, tanto frente a las costas mexicanas
como en su parte más occidental y también cómo la temporada de huracanes del
Atlántico, que al principio se diagnosticaba como una temporada con muchos
huracanes, llegaba hasta finales de verano sin que se cumpliera esa previsión
y, súbitamente, se empezaban a formar huracanes durante el mes de septiembre y
octubre e incluso cambiaban sus trayectorias habituales y giraban hacia Europa en
lugar de cruzar todo el Atlántico y llegar al Caribe. También los terremotos
nos muestran que hay un movimiento continuo de las placas tectónicas, donde
pasamos de semanas de cierta estabilidad y calma a temporadas de fuertes
movimientos sísmicos, como durante estos últimos días de diciembre donde casi a
diario se ha registrado un terremoto de más de 6 grados.
Realmente ha sido un
año de grandes eventos relacionados con el cambio climático, pero lo que
realmente creo que debemos comprender es ese mensaje de que todo se ha vuelto
global y que cada vez hay menos partes del planeta más seguras que otras. Sí
que es cierto que el Anillo de Fuego es una zona que soporta mayor presión
debido al movimiento de placas, con más terremotos y volcanes en erupción, pero
el planeta nos está mostrando esa conexión global, que todo está conectado y
que el exceso de fuego en un lugar puede suponer un exceso de agua o de viento
en otro o que incluso placas tectónicas que se consideran muy estables puedan
empezar a moverse de forma inusual. Respecto a esta globalidad de los eventos,
en toda la zona del Mediterráneo, especialmente después del verano, hemos sido
testigos de la formación de ciclones (Medicanes) y grandes tormentas,
así como de movimientos sísmicos especialmente en la parte este, lluvias
torrenciales sobre zonas desérticas, formación inédita de tornados y trombas de
agua y también actividad volcánica como la que actualmente está mostrando el
Volcán Etna (Isla de Sicilia-Italia). También ha habido devastadores incendios,
como el que hubo en Grecia e inundaciones en muchas partes de Italia, del sur
de Francia y del este de España, así como alto oleaje que ha afectado a muchas
zonas costeras.
¡Así es cómo llegamos al año 2019 y hasta ahora prácticamente
no he nombrado todas las actividades humanas que son la fuente de todo el
desequilibrio planetario, de toda la destrucción y contaminación general, de la
sexta extinción masiva y de que cada vez haya más refugiados climáticos!
Pero
frente a este panorama tan oscuro y desalentador, también está sucediendo otra
situación que, aunque pueda tener su lado negativo, tiene su lado positivo. Me
refiero a la polarización que está experimentando la humanidad, a que cada vez
parezca que tengan más poder las empresas, corporaciones, instituciones e
incluso países que no aceptan la crisis planetaria, que niegan el cambio
climático, el calentamiento global, algo que, desgraciadamente, vemos cuando se
informa de los acuerdos alcanzados después de estas pomposas reuniones
internacionales donde parece que casi se retroceda en lugar de avanzar hacia la
aprobación de cambios y restricciones para defender la salud de la biosfera.
Pero esa polarización también muestra que hay una fuerza, un poder cada vez
mayor, emergente, global, de organizaciones, grupos, personas, que quieren un
cambio, que quieren que se acabe con el abuso y la destrucción del planeta y de
sus seres vivos, incluidos los propios humanos, personas que se juntan para
exigir a los que ocupan puestos de poder que actúen desde una conciencia
superior, que cumplan con el rol que debería tener un político, un gobernante.
Las personas también se están agrupando para defender su hábitat, su tierra,
sus fuentes de agua, sus campos de cultivo, el aire que respiran, así como para
defender la vida de otros seres vivos, de partes de la Tierra que son vitales y
que no se debe permitir que sean devastadas sino que, al contrario, se deben
proteger desde todos los ámbitos y niveles, desde todos los intereses, ya que
es por un interés común y una necesidad de supervivencia frente a la necesidad
de riqueza y control.
Voy a enumerar dos ejemplos de situaciones actuales
relacionadas con esta fuerza, este movimiento humano, social, que exige frenar
la destrucción y avanzar hacia la recuperación:
El primer ejemplo llega desde
Francia, donde el 17 de diciembre cuatro asociaciones, incluidas las sucursales
francesas de Greenpeace y Oxfam, iniciaron una petición solicitando acciones
legales contra el estado francés por su supuesta falta de acción contra el
calentamiento global. El día 27 de diciembre esta petición ya había recogido
1,81 millones de firmas y se acercaba al objetivo establecido de alcanzar los 2
millones de firmas.
Otro ejemplo llega desde Estados Unidos, donde hace un año
y medio se formó el movimiento Sunrise, que ahora recibe apoyo de muy diversas
fuentes y que está llevando a cabo impactantes acciones de presión, un
movimiento donde dominan personas jóvenes que defienden lo que se conoce como “Green
New Deal”, un conjunto de propuestas políticas para ayudar a abordar el
calentamiento global, como parte principal del cambio climático actual, y la
crisis financiera.
Además de estos ejemplos, también se están poniendo en
marcha muchas acciones y empresas enfocadas en el respeto del medio ambiente,
en detener el abuso que se hace sobre los animales, en limitar el uso de
materiales o herramientas contaminantes, en informar cómo generar la mínima
cantidad de residuos y también enfocadas en cómo saber comportarse, vivir,
habitar este planeta desde una conciencia más elevada que nos aporte una mayor
comprensión y nos aleje de toda actividad y pensamiento negativo, egoísta y
déspota. Esto tiene una relación directa con el crecimiento y desarrollo
espiritual del ser humano y cada vez son más las noticias que nos hablan de
nuevas enseñanzas en las escuelas de los niños, de asignaturas relacionadas con
la meditación, con el cuidado del planeta, con el cultivo sostenible y todo
ello también es un indicador de que parte de la sociedad mira hacia el futuro y
quiere ver un planeta equilibrado, sin problemas, quiere que su vida no dañe la
biosfera y que su bienestar individual también forme parte de un bienestar
general, planetario.
Se podría decir que hay un deseo de alcanzar un nuevo
estado de conciencia del ser humano, una forma de vida superior en consonancia
con la armonía, el equilibrio y la paz reinando en todo el planeta. Para
alcanzar ese deseo es necesario un enfoque superior, una entrega y un trabajo
que llegan desde la espiritualidad entendida como una forma de vida, de actitud
y conciencia. Aquí es donde entran muchas acciones y trabajos espirituales que
se están llevando a cabo en todo el planeta y, en especial, el Proyecto
Arcturiano, que representa la llegada de asistencia, enseñanzas y una Nueva
Tecnología Espiritual para el ser humano y para el planeta, porque hemos
llegado a un punto de la crisis planetaria en el que las soluciones que
buscamos, el avance y desarrollo que anhelamos, en parte tienen que llegar
desde el exterior, desde una especie o civilización que puede guiarnos y
asistirnos porque en su momento ellos superaron una crisis planetaria como la
nuestra y porque han desarrollado formas que se tienen que implementar para
superarla, todo ello desde el respeto absoluto por la libertad de elección del
ser humano, por la Ley del Libre Albedrío que rige este planeta. Dentro del
Proyecto Arcturiano, entre otros proyectos que lo forman, se ha desarrollado la
Escuela Arcturiana como lugar donde se imparten esas enseñanzas y se implementa
esa Nueva Tecnología Espiritual, una tecnología que se enfoca en el desarrollo
evolutivo del ser humano, en la necesidad de la unificación desde la expansión
de la conciencia y también en lo que llamamos Biorelatividad, que es un método
superior de Sanación Planetaria basado en la comunicación con el espíritu de la
Madre Tierra, con Gaia.
Toda acción enfocada en mejorar la situación del
planeta suma y potencia el lado superior de esa polarización que estamos
observando y contrarresta la negatividad y la falta del nivel de conciencia
necesario para que se detenga la destrucción y la crisis planetaria. Ese nivel
de conciencia más elevado hay que ganarlo, alcanzarlo, aprenderlo e implementarlo
y desde el Proyecto Arcturiano se consiguen, con trabajo y dedicación, realizar
avances y comprender mejor esta crisis planetaria, tener una perspectiva más
elevada y sentirse profundamente realizado al trabajar en el propio
crecimiento, en la fuerza de la unificación y en la sanación del planeta.
¡Que
el 2019 sea el año del gran despertar espiritual del ser humano y que emerja el
Nuevo Hombre como especie superior y líder elevado de este bellísimo e
impresionante Planeta Tierra!
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