LAS PLAYAS: LOS ECOSISTEMAS MÁS FRECUENTADOS Y MENOS CONOCIDOS
Una
playa es un espacio geográfico formado por un depósito de sedimentos no
consolidados que está situado en la costa, que es la zona de interacción y transición
entre una superficie terrestre, ya sea un continente o una isla, y el mar,
entre los sistemas terrestres y los marinos. Se considera que las playas son
biotopos costeros totalmente dinámicos, tanto por su formación y continuos
cambios morfológicos como por su composición y los diversos tipos de vida que habitan
en ellas o que las utilizan en parte de sus procesos vitales, como es el caso
del desove de algunos animales. En general, se desconoce la complejidad de
estos ecosistemas, su importancia como punto clave de equilibrio entre la
relación “tierra-mar” e incluso “aire”, porque estos tres elementos aportan las
condiciones ambientales determinadas que configuran una playa, además de todo
lo relacionado con la radiación solar que pueda recibir y las temperaturas habituales
correspondientes a su ubicación en el planeta.
Aunque para nosotros la playa es
la parte de arena que nos permite llegar al mar desde una parte terrestre más
interna, en realidad se considera que el espacio abarca toda la zona
influenciada por los procesos marinos junto con el viento. Esto significa que se
extiende desde el límite terrestre de las mareas, las olas y las dunas costeras
formadas y arrastradas por el viento, hasta el punto en el mar donde las olas
interactúan significativamente con el lecho marino, un punto a partir del cual,
mar adentro, ya no hay un movimiento notable de sedimentos. Las playas forman
verdaderos ecosistemas que desempeñan un papel importante en la regulación
química de nuestra atmósfera y llevan a cabo funciones de gran importancia entre
las que destacan el almacenamiento y transporte de sedimentos; el filtrado del
agua, relacionado con la descomposición de materiales orgánicos y todo tipo de
contaminantes, y también con el proceso de mineralización y reciclaje de
nutrientes; el almacenamiento de agua en acuíferos de dunas junto con la
descarga de agua de acuíferos subterráneos; el sostenimiento de una estructura
vital para muchos animales que viven en la playa y para que otros puedan
anidar, criar, desovar, encontrar un lugar de reposo en sus migraciones y
también un lugar donde alimentarse; y el amortiguamiento del oleaje y la
protección frente a eventos climáticos severos.
Lighthouse Beach (Nueva Gales del Sur-Australia)
Las características de las
zonas terrestres y de las marinas, así como los vientos habituales de cada
lugar, son las que generan que cada playa sea diferente, que puedan habitar
diversas especies, que se aglomeren o se desplacen continuamente los sedimentos,
que varíe toda su capacidad de filtración y también que sea distinta su forma
de amortiguar la energía y fuerza del oleaje al llegar a la zona terrestre. Aunque
esta función de protección y amortiguamiento es común para todas las playas, existen
tres tipos de playas dependiendo de cómo sea este proceso: por un lado están
las “playas disipativas”, de perfil suave, grano de arena fino, gran
amortiguación de las olas y pocas corrientes de resaca; por otro lado están las
“playas reflectivas”, de perfil pronunciado, grano de arena grueso, menor
amortiguación de las olas y con corrientes de resaca; y entre estos dos tipos
están las “playas intermedias”, que a su vez se pueden dividir en cuatro
subtipos y son las que presentan formas y estados que no son claramente
disipativos ni reflectivos. La imagen superior nos muestra un tipo de playa
intermedia con partes de disipación del oleaje y zonas de corrientes de resaca,
de canales más profundos y de color más oscuro, formadas entre las zonas donde
se ven las olas rompiendo.
La arena de la playa está formada por
partículas acumuladas fruto de la erosión de piedras y minerales junto con
fragmentos de conchas marinas. Gran parte de estos materiales son sedimentos
transportados por las corrientes y las olas, pero también se ha comprobado que
una parte importante ha llegado desde la erosión de zonas internas terrestres y el transporte
de sedimentos que llegan al mar desde los ríos y luego se trasladan por la
línea costera gracias a las corrientes marinas que se mueven a lo largo del
litoral. Se considera que una playa está formada cuando ha alcanzado
naturalmente un ciclo equilibrado entre la acreción y la erosión.
En la imagen
que sigue a continuación se puede ver la playa del Ahuir (Valencia-España) como
un ejemplo de playa disipativa con su parte de arena y la parte posterior de
dunas, con su especial vegetación adaptada a esas condiciones, hasta que llega
la elevación del terreno que significa la transición del final de la playa hasta
un nuevo terreno y ecosistema más interior, con otra vegetación y otro
funcionamiento.
Playa del Ahuir (Valencia-España)
En las playas habitan una gran variedad de organismos vivos,
desde microorganismos hasta peces que viven principalmente en aguas poco
profundas y cerca de la línea costera. Las especies más numerosas son los
moluscos, como las almejas y los caracoles, los crustáceos, como los cangrejos
y las pulgas de arena, que no son pulgas sino crustáceos que tienen ese nombre
por su capacidad de saltar, y muchos tipos de gusanos; a nivel vegetal también
destacan las algas y diversos pastos marinos.
El estado de la playa es muy
importante para la supervivencia de los seres que la habitan. Por ejemplo, los
cangrejos de arena se mueven arriba y abajo de la playa con la marea, siguiendo
las condiciones del agua que prefieran. Estos animales altamente móviles
utilizan más del 60% del ancho total de la playa en el transcurso de un año y
se retiran a la playa superior para escapar de eventos extremos como tormentas.
Otros animales, que pueden llegar a ser tan pequeños como los granos de arena, tienen
hábitos cavadores y se mueven verticalmente, enterrándose más o menos según sus
necesidades, por protección en los momentos de bajamar o incluso para mantener el
grado de humedad que requieran o las zonas a alcanzar para encontrar alimentos.
Cada
vez que llega y se expande una ola sobre la playa, trae nuevos recursos
importantes para todos los seres vivos que la habitan, porque está
transportando alimentos, nutrientes y oxígeno. Cuando la ola se eleva y avanza
por la ladera de la playa, el agua de mar se hunde en la arena y drena hacia el
océano mientras se realiza un gran filtrado que elimina partículas diminutas de
algas y otros materiales orgánicos que proporcionan una fuente de energía para
la comunidad de la playa.
Las playas son fuentes de alimento para muchas aves y
peces que aprovechan especialmente la subida y bajada de las mareas para
alimentarse, y también sirven como importantes zonas de reproducción para
animales que no residen permanentemente en ellas, como es el caso de algunos
peces que desovan en la arena, al igual que las tortugas. Las playas también
pueden ser zonas de paso y descanso para aves migratorias y también para otros
animales como los leones marinos, que usan las playas para descansar, criar,
dar a luz o simplemente para calentarse al sol. Incluso en el momento de
escribir este artículo, durante la pandemia del coronavirus Covid-19 y el
confinamiento correspondiente, se han visto muchas imágenes de animales que se
dirigen al mar y a las playas, animales que no esperábamos ver cerca del mar,
algo que habitualmente no sucede porque la presencia del ser humano lo impide.
Esto demuestra que muchos animales aprovechan las playas y entran en el agua
para refrescarse, además también pueden encontrar alimentos como pastos y peces
muertos que el mar haya expulsado hasta la arena.
Hasta aquí todo son aspectos
positivos que muestran la capacidad e importancia de estos ecosistemas y cómo
encuentran su equilibrio en la adaptación a las condiciones que lo forman.
Desgraciadamente ahora hay que hablar de otro ser vivo que también accede a la
mayoría de las playas: el ser humano. Las playas representan uno de los puntos
de mayor concentración de contaminación provocada por el hombre, especialmente
en las áreas urbanizadas, que son muchas en el planeta. Muchos vertidos, tuberías
de drenaje, de expulsión de residuos de todo tipo, desde aguas residuales hasta
sustancias químicas tóxicas, acaban en el mar y moviéndose hacia las costas.
Otras contaminaciones llegan al mar y a las playas desde la desembocadura de
los ríos, desde vertidos ilegales de barcos o accidentes de plataformas
petroleras, por ejemplo. A todo esto hay que añadir la propia basura y
contaminación que los seres humanos dejan en la arena e incluso en el agua a
través de la contaminación causada desde los productos de protección solar,
etc.
Las playas, como ecosistema y hábitat, también soportan en muchos casos la
contaminación lumínica de las zonas urbanizadas, la contaminación acústica
causada por el hombre, que llega tanto desde la tierra como desde el mar. El
ser humano también ha facilitado la llegada de especies invasoras, tanto en la
zona terrestre de la playa, al plantar especies vegetales no autóctonas que se
han reproducido y han aniquilado las propias del lugar, como en la zona de agua con
la gran acumulación de algas que en muchos casos son tóxicas y destruyen la
vida de la zona costera, tanto por su toxicidad como al crear hipoxia y matar a
muchos seres por la falta de oxígeno en el agua.
Playa Collaroy (Nueva Gales del Sur-Australia)
Tal como muestra la imagen
superior, el exceso de urbanización cerca de la costa, esa necesidad de estar
en primera línea de mar, ha causado una gran devastación en las playas de todo
el mundo. Tanto las edificaciones como todos los diques, rompeolas, construcción
de puertos de todo tipo, de paseos marítimos, etc. acaban destruyendo las
playas y, en muchos casos, tal como se ve en la imagen, la playa va
desapareciendo porque todo blindaje y protección del oleaje realmente solo consigue
provocar una mayor erosión y el avance del agua tierra adentro, de manera que
el resultado es el contrario del esperado porque se bloquea la energía de las
mareas y el oleaje, que en muchos casos, en lugar de liberarse armoniosamente,
vuelve hacia el mar incrementando su fuerza. Ahora, con el aumento constante
del nivel del mar y de las tormentas que provocan oleajes muy potentes, muchas
playas van desapareciendo conforme avanza el agua y va engullendo toda la
arena.
La urbanización y toda acción del hombre para adecuar las playas a sus
intereses también ha provocado la destrucción de la zona de dunas y vegetación,
una parte importante del equilibrio del ecosistema. Toda desestabilización
provoca una pérdida, que en muchos casos es de arena en la zona donde las
personas ponen sus toallas, tumbonas, parasoles, etc., y esto significa que
muchas playas necesitan lo que se conoce como “alimentación o relleno de la
playa”, que consiste en agregar grandes cantidades de arena o sedimento para
combatir la erosión o para alargar o ensanchar la playa. Estas aportaciones de
grandes cantidades de arena no autóctona pueden matar a muchos animales y
desestabilizar todavía más el ecosistema, ya que es muy probable que la arena
nueva no tenga el mismo tamaño de grano o composición química que la arena
natural, algo que cambia el hábitat del que dependen los animales de playa.
Además, a medida que el mar va erosionando la arena nueva y la va engullendo,
esta puede convertirse en un fango que asfixie la vida marina tanto por el deterioro
de la calidad del agua como por el cubrimiento de pastos y algas que forman
parte de la cadena de vida del ecosistema. Cuando se realiza la alimentación de
la playa también se utiliza maquinaria pesada que bloquea y ahoga las capas de
arena, algo que también sucede cuando pasan máquinas para allanar y limpiar la
arena; todo ello provoca mortandad y destrucción del ecosistema.
La imagen que
sigue a continuación muestra una parte de la playa de Benidorm
(Alicante-España), uno de los lugares más devastados por la urbanización, la sobreexplotación
de recursos naturales y la ejecución de cambios solo para intereses turísticos
y económicos, algo que ha provocado que prácticamente ya no exista la playa
como un ecosistema vivo, sino que realmente sea lo que solo es capaz de ver el
ser humano, un montón de arena a utilizar para su propio bienestar y como forma
placentera de llegar al mar.
Playa de Benidorm (Alicante-España)
Las playas también son víctimas de la explotación
minera. Se considera que la extracción de arena es la mayor actividad de
minería del mundo, además de una de las más destructivas. La arena es un
recurso fácil de conseguir y la extracción la pueden realizar grandes empresas
con maquinaria especializada, pero también individuos que solo requieren una
pala para cogerla. La mayor parte de la arena se usa para hacer hormigón, pero
también para ganar terreno al mar; un ejemplo de ello lo encontramos en Dubai,
un lugar famoso por sus islas artificiales, que requirieron millones de
toneladas de arena. La extracción de arena destruye las playas y provoca
movimientos no naturales de sedimentos que pueden causar daños al llegar a
otros lugares como, por ejemplo, arrecifes de coral. Esta actividad de
extracción también se realiza en ríos y lagos, porque el tipo de arena
erosionada por el agua es más adecuado para la construcción que la arena del
desierto, erosionada por el viento, que es demasiado redonda y no tiene tanta
capacidad de adherencia.
Debido a los efectos del cambio climático, con el
aumento del nivel del mar y el fortalecimiento de los fenómenos climáticos extremos,
se calcula que la mitad de las playas del planeta van a desaparecer a lo largo
de este siglo. De momento la acción del hombre no ayuda a mitigar estos efectos
sino que los acelera. No se comprende la importancia de toda acción, no se
comprende que cada paso implica una pisada y que es necesario ser consciente de
qué va a causar esa pisada, especialmente en un planeta que ahora, con el
confinamiento, nos ha demostrado su fuerza de recuperación, de explosión de
vida saludable, algo de lo cual también depende nuestra salud. En algunos
lugares se está consiguiendo una mayor comprensión y respeto de las playas como
ecosistema completo, y se está dando más espacio, tierra adentro, para que las
playas puedan reformarse y reequilibrarse, incluso para que puedan desplazarse
conforme aumenta el nivel del mar, porque no hay que olvidar su capacidad de
protección e intermediación entre las energías del mar y de la tierra. Esperemos
que aumente el conocimiento y comprensión de estos ecosistemas y que todo ello
impulse que se vayan tomando cada vez más medidas para cuidar las playas y permitir que
se desarrollen todos sus procesos, todo su dinamismo vital del cual también
dependen muchos seres vivos y, consecuentemente, la biosfera y todo el planeta.
Fuentes:
http://explorebeaches.msi.ucsb.edu/climate-change/beach-inhabitants
https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/beach/
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