jueves, 27 de agosto de 2020

Evento del mes de agosto

 Redactado y publicado por David Arbizu


EL ÍNDICE DE RIQUEZA INCLUSIVA Y EL GRAN REINICIO


Cada vez está más claro cómo la actividad humana está afectando todo el equilibrio y la evolución de nuestro planeta y todos sus seres vivos, y que realmente es acertado llamar Antropoceno a esta época que algunos expertos consideran que empezó con la Revolución Industrial. Desde esos inicios, la actividad humana ha estado totalmente enfocada en el crecimiento económico, en un desarrollo dirigido a alcanzar unos logros cada vez mayores de lo que llamamos bienestar. Ese crecimiento imparable, basado en un abuso en todos los niveles sobre el planeta, sobre la biosfera, sobre todo un sistema del cual depende toda forma de vida, todo patrón o ciclo climático, ya sea de gran o pequeña envergadura, e incluso sobre nosotros mismos como especie humana, nos ha conducido al momento actual, a este año 2020 tan especial, donde la crisis nos toca de lleno directamente a nosotros como humanidad y donde también pueden surgir nuevos enfoques, nuevas implementaciones, nuevas formas evolutivas que hagan que nuestro crecimiento sea también el de todo el planeta, el de todas las especies, el de todos los espacios naturales, donde se instaure un nuevo equilibrio saludable, potenciado por nuestros propios intereses porque hemos comprendido que tenemos que cambiar, no solo para conseguir nuestro bienestar, sino ya incluso para sobrevivir.

La pandemia del coronavirus Covid-19 nos muestra la materialización de todas las amenazas y peligros latentes que hemos estado aparcando a un lado mientras seguíamos con nuestra devastación planetaria, con nuestra falta de conciencia planetaria. Entonces, el coronavirus tiene su origen en nuestro comportamiento, en nuestra propia enfermedad como seres que hemos desatendido y vulnerado nuestra propia naturaleza como parte de una cadena que forma la biosfera, y nos muestra cómo estamos en un punto de inflexión donde el cambio climático, los efectos de toda la gran contaminación de todo tipo realizada, la sexta extinción masiva y toda nuestra ceguera autoinfligida para sostener un sistema de consumo caduco, van a engullirnos a nosotros mismos con más pandemias, con más accidentes y explosiones de nuestras instalaciones llenas de tóxicos y radiactividad, y con más eventos climáticos catastróficos.

La situación actual también nos muestra que nuestra forma de gestionar la economía, la política, la estructura y funcionamiento de la sociedad y las relaciones entre los países, entre las diversas culturas del planeta, no puede seguir tal como lo ha hecho hasta ahora. También nos muestra que no puede seguir dominando el pensamiento y la base capitalista sobre la que funciona el mundo de la humanidad, porque ese “bienestar” prometido se ha convertido en casi una sentencia de muerte, y esto vale igualmente para países ricos como para países pobres. De algún modo, se puede decir que el PIB (Producto Interior Bruto) no puede seguir siendo un indicador vigente en esta “nueva normalidad” a la que algunas personas hacen referencia. De hecho, este término, “nueva normalidad”, va quedando obsoleto conforme se comprueba que no se implementan soluciones eficaces para salir de la crisis, y por eso se está usando un nuevo término que es el “Gran Reinicio”, donde ese bienestar no sea solo de las personas sino de todo el planeta y no se dirija hacia el crecimiento a cualquier precio sino hacia la estabilidad, el equilibrio y la armonía de la biosfera, de la naturaleza, del planeta y toda su vida como factor esencial de riqueza, como factor cuya salud y estado van a ser vitales para el nivel económico y de desarrollo que se pueda alcanzar. Esto implica avanzar hacia una perspectiva global, de soluciones globales, aunque puedan empezar a implementarse a nivel local en zonas donde sea más fácil empezar o donde haya un nivel de conciencia más acorde con este proceso donde la salud planetaria es una parte primordial del Gran Reinicio.

La Tierra es una fuente de riqueza que hasta ahora hemos utilizado solo para nuestro beneficio, pero este momento nos brinda un punto de inflexión donde se acentúan las crisis, se agotan las inversiones, los sistemas de asistencia sanitaria, las capacidades de los gobiernos de implementar soluciones verdaderas y avanzar en políticas medioambientales, ecológicas y también sociales frente a la presión de una economía que solo polariza cada vez más los extremos, que separa a los dirigentes del resto de las personas y obstaculiza el descubrimiento de nuevas formas de aprovechar la riqueza existente y de crear una riqueza que beneficie a todas las zonas del planeta, a todos sus seres. En un mundo global, no sirve de nada que los países más avanzados implementen leyes de protección de la naturaleza mientras los países más pobres tienen que aprovechar sus recursos naturales al máximo para no caer en bancarrota, porque esta es la situación que estamos viviendo, con aumento de extracciones mineras, de perforaciones petrolíferas, de incendios para tener más terrenos libres para actividades destructivas. Además, muchos países que se etiquetan de protectores de la naturaleza están devastando zonas de países más pobres, financiando todo tipo de actividades y colaborando a nivel tecnológico a cambio de poder beneficiarse y seguir con el abuso y la devastación, pero “lejos de casa y manteniendo la buena imagen”.

Todo paso y avance en unidad con el planeta es seguro y beneficioso

Por todas estas razones podemos decir, realmente, que se requiere un Gran Reinicio, y es un salto hacia adelante, en unidad con el planeta y todos sus seres como recursos únicos para que la riqueza planetaria nos llegue a todos y la pueda dirigir un ser humano con una conciencia elevada, con unas capacidades de análisis y visión de futuro basadas en la valoración del planeta como entidad completa y absolutamente rentable siendo administrada desde esa nueva conciencia y apertura global y de unificación. Así que realmente es un reinicio de mentalidad, de percepción, de conciencia, de poner las prioridades en el orden adecuado para avanzar hacia un sistema sostenible en todos los niveles, dejando atrás todo lo obsoleto y negativo que nos ha conducido hasta el grave momento de crisis actual. Ya hace años que se intentan introducir nuevas ideas, nuevas formas de estructurar la economía, pero de momento no se han consolidado porque siguen mandando los patrones de pensamiento que priorizan el crecimiento y los beneficios y no hay ninguna apertura hacia nuevas posibilidades que marcarían el camino del equilibrio, la sostenibilidad, el bienestar y la salud de las personas y del planeta, y todo ello como factores económicos de riqueza.

En este sentido, y frente al concepto del PIB, en 2012 se propuso un nuevo enfoque que se define como Índice de Riqueza Inclusiva (IWI, por sus siglas en inglés), que se calcula a partir del valor del capital humano (capacidades de generar progreso sostenible), del valor del capital natural (biodiversidad, potencial y servicios de los ecosistemas) y también del valor social de lo generado por la actividad humana (productos fabricados, construcciones, maquinaria). Por lo tanto, la Riqueza Inclusiva de un país es el valor de su capital natural, su capital humano y su capital producido, y estos tres aspectos establecen los parámetros para el desarrollo sostenible. No puede haber desarrollo sin que cada uno de estos activos tenga un valor positivo, no puede haber desarrollo si sigue la pandemia o aparecen otras debido a la devastación de la naturaleza y al estrés al que tenemos sometidos a los animales mientras avanza la sexta extinción masiva y les quitamos los pocos espacios naturales que les quedan, facilitando un contacto y una proximidad que son el trampolín de nuevas enfermedades. Tampoco puede haber desarrollo con un capital humano mermado, al servicio de un avance tecnológico destructivo en lugar de cohesionador con el entorno, de impulsor del respeto a la vida, de acelerador de políticas conservacionistas donde el capital humano dirija e influencie positivamente al capital producido.

Nada de todo lo aquí expuesto es posible sin ese cambio de mentalidad, sin una apertura especialmente de los líderes y dirigentes de este planeta hacia el gran beneficio que representa ese Gran Reinicio, la integración y entrega para impulsar la salud planetaria, comprendiendo el gran valor imprescindible de las conexiones entre el bienestar de los seres humanos con el de los otros seres vivos y los ecosistemas completos. Para ello también es necesario plantearse el concepto de “crecimiento”, porque en el sistema económico instaurado, si no hay crecimiento hay crisis económica y, por lo tanto, política y social, algo que afectará negativamente a la naturaleza, a la biosfera. Pero ya hemos comprobado dónde nos lleva el crecimiento constante y cómo ahora son totalmente visibles los “límites planetarios” a los que nos enfrentamos, unos límites donde esta vez está en juego nuestra supervivencia. Entonces, la perspectiva global, la conciencia de unidad a favor de un propósito común, de toda la humanidad y de todo el planeta, también significa comprender que habrá países donde todavía será necesario un crecimiento económico para poder generar estructuras básicas para su población, y el apoyo de países más desarrollados es el que permitiría ese crecimiento sin poner en peligro el medio ambiente de cada país.

Realmente no parece nada fácil poder ni siquiera conseguir que esto pueda ser comprendido, pero ya está habiendo iniciativas para mostrarlo con claridad, para sacar a la superficie y poner en práctica todas estas teorías de un sistema fruto del reinicio. Un ejemplo de esto es la WEALL (Wellbeing Economy Alliance-Alianza de la Economía del Bienestar), que representa la colaboración global de organizaciones, gobiernos, movimientos e individuos que trabajan juntos para transformar el sistema económico actual en uno que brinde bienestar humano y ecológico, donde las finanzas sirvan e incentiven la economía y la economía sirva a la sociedad y al medio ambiente. Esta alianza realiza trabajos y estudios en lugares concretos, pero siempre mediante la participación de una red global de individuos y organizaciones. Dentro de esta alianza se encuentra la asociación de Gobiernos de Economía del Bienestar (WEGo), donde gobiernos nacionales y regionales promueven el intercambio de conocimientos y prácticas de políticas transferibles. Actualmente participan activamente los gobiernos de Escocia, Nueva Zelanda, Islandia, Gales y Costa Rica.


Desde el Foro Económico Mundial, muchos expertos analizan y buscan soluciones para que los países puedan mantener o alcanzar una buena salud económica dentro del escenario mundial consiguiendo al mismo tiempo mitigar la crisis climática y planetaria. También se estudian las acciones y programas vinculados a ese Gran Reinicio necesario, donde entran en juego todos los países y donde, al mismo tiempo, hay que respetar la situación especial de cada uno de ellos. Uno de los problemas complicados es intentar que los países más endeudados no queden bloqueados por sus deudas y se vean obligados a explotar abusivamente sus recursos naturales para generar más capital para pagar sus deudas. En este sentido, se está estudiando la posibilidad de un mecanismo llamado “canje de deuda por clima”, donde se iría eliminando la deuda a cambio de inversiones centradas en la gente que aborden el cambio climático y la desigualdad mientras se van minimizando las explotaciones sobre los espacios naturales.

Todos estos programas, alianzas, estudios y también implementaciones son muy importantes en un momento donde a nivel mundial domina el caos y seguimos sin ver una solución a corto o medio plazo de la pandemia del coronavirus Covid-19. Es importante analizar todos los errores cometidos para poder trazar ese nuevo camino hacia el bienestar y la salud de todos y del planeta. La crisis que ha llegado con la pandemia también ha llegado a organizaciones conservacionistas, de protección de la naturaleza, de ecosistemas y especies de animales y plantas, y ha puesto de manifiesto cómo muchas de estas organizaciones dependen de las inversiones de empresas que en realidad son las más contaminantes del planeta, las que menos respetan lo que representa la riqueza inclusiva y solo se centran en sus beneficios cueste lo que cueste. Esto es algo que también entra dentro del cambio que implica ese reinicio, porque no va a ser posible si se basa en las inversiones y el apoyo de quienes representan el poder que no quiere que nada cambie aunque signifique la devastación planetaria. En este sentido, va a ser muy importante el comportamiento de los gobernantes, de ahí la importancia de que haya un acercamiento entre líderes y personas, porque el cambio y la influencia, el aprendizaje, debería llegar desde los dos lados para así empoderarse y avanzar con mayor nivel de conciencia. Lo que sí que está claro es que vamos a vivir momentos excepcionales y duros, donde esta lección que se llama “final del abuso y reinicio como salida de la crisis” va a mostrar cómo somos y si estamos dispuestos y vamos a ser capaces de impulsar lo que también podemos llamar una Nueva Tierra, donde la fase 2 del Antropoceno sea la de la especie humana actuando desde un nivel de conciencia superior en hermandad con todos los seres vivos del planeta y con la propia Madre Tierra, con Gaia.



Fuentes:

https://ensia.com/voices/gdp-inclusive-wealth-unep-sustainability-sdgs/

https://ensia.com/features/conservation-funding-tourism-covid-19-coronavirus-biodiversity/

https://freakonomics.com/podcast/doughnut-economics/

https://wellbeingeconomy.org/

https://es.weforum.org/agenda/2020/08/covid-19-las-4-claves-del-gran-reinicio/?fbclid=IwAR1hA5s0qHrARQCwQ9liqmYYRtyiWnKF_atRCeoqOV5XDl3LbbrJYOWIXIM

https://es.weforum.org/agenda/2020/06/ahora-es-el-momento-de-un-gran-reinicio/


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