Redactado y publicado por David Arbizu
EL ÍNDICE DE RIQUEZA INCLUSIVA Y EL GRAN REINICIO
Cada vez
está más claro cómo la actividad humana está afectando todo el equilibrio y la
evolución de nuestro planeta y todos sus seres vivos, y que realmente es
acertado llamar Antropoceno a esta época que algunos expertos consideran que
empezó con la Revolución Industrial. Desde esos inicios, la actividad humana ha
estado totalmente enfocada en el crecimiento económico, en un desarrollo dirigido a alcanzar
unos logros cada vez mayores de lo que llamamos bienestar. Ese crecimiento
imparable, basado en un abuso en todos los niveles sobre el planeta, sobre la
biosfera, sobre todo un sistema del cual depende toda forma de vida, todo
patrón o ciclo climático, ya sea de gran o pequeña envergadura, e incluso sobre
nosotros mismos como especie humana, nos ha conducido al momento actual, a este
año 2020 tan especial, donde la crisis nos toca de lleno directamente a
nosotros como humanidad y donde también pueden surgir nuevos enfoques, nuevas
implementaciones, nuevas formas evolutivas que hagan que nuestro crecimiento
sea también el de todo el planeta, el de todas las especies, el de todos los
espacios naturales, donde se instaure un nuevo equilibrio saludable, potenciado
por nuestros propios intereses porque hemos comprendido que tenemos que
cambiar, no solo para conseguir nuestro bienestar, sino ya incluso para
sobrevivir.
La pandemia del coronavirus Covid-19 nos muestra la materialización
de todas las amenazas y peligros latentes que hemos estado aparcando a un lado
mientras seguíamos con nuestra devastación planetaria, con nuestra falta de
conciencia planetaria. Entonces, el coronavirus tiene su origen en nuestro
comportamiento, en nuestra propia enfermedad como seres que hemos desatendido y
vulnerado nuestra propia naturaleza como parte de una cadena que forma la
biosfera, y nos muestra cómo estamos en un punto de inflexión donde el cambio
climático, los efectos de toda la gran contaminación de todo tipo realizada, la
sexta extinción masiva y toda nuestra ceguera autoinfligida para sostener un
sistema de consumo caduco, van a engullirnos a nosotros mismos con más
pandemias, con más accidentes y explosiones de nuestras instalaciones llenas de
tóxicos y radiactividad, y con más eventos climáticos catastróficos.
La
situación actual también nos muestra que nuestra forma de gestionar la
economía, la política, la estructura y funcionamiento de la sociedad y las
relaciones entre los países, entre las diversas culturas del planeta, no puede
seguir tal como lo ha hecho hasta ahora. También nos muestra que no puede
seguir dominando el pensamiento y la base capitalista sobre la que funciona el
mundo de la humanidad, porque ese “bienestar” prometido se ha convertido en
casi una sentencia de muerte, y esto vale igualmente para países ricos como
para países pobres. De algún modo, se puede decir que el PIB (Producto Interior
Bruto) no puede seguir siendo un indicador vigente en esta “nueva normalidad” a
la que algunas personas hacen referencia. De hecho, este término, “nueva
normalidad”, va quedando obsoleto conforme se comprueba que no se implementan
soluciones eficaces para salir de la crisis, y por eso se está usando un nuevo
término que es el “Gran Reinicio”, donde ese bienestar no sea solo de las
personas sino de todo el planeta y no se dirija hacia el crecimiento a
cualquier precio sino hacia la estabilidad, el equilibrio y la armonía de la
biosfera, de la naturaleza, del planeta y toda su vida como factor esencial de
riqueza, como factor cuya salud y estado van a ser vitales para el nivel
económico y de desarrollo que se pueda alcanzar. Esto implica avanzar hacia una
perspectiva global, de soluciones globales, aunque puedan empezar a
implementarse a nivel local en zonas donde sea más fácil empezar o donde haya
un nivel de conciencia más acorde con este proceso donde la salud planetaria es
una parte primordial del Gran Reinicio.
La Tierra es una fuente de riqueza que
hasta ahora hemos utilizado solo para nuestro beneficio, pero este momento nos
brinda un punto de inflexión donde se acentúan las crisis, se agotan las
inversiones, los sistemas de asistencia sanitaria, las capacidades de los
gobiernos de implementar soluciones verdaderas y avanzar en políticas medioambientales,
ecológicas y también sociales frente a la presión de una economía que solo
polariza cada vez más los extremos, que separa a los dirigentes del resto de
las personas y obstaculiza el descubrimiento de nuevas formas de aprovechar la
riqueza existente y de crear una riqueza que beneficie a todas las zonas del
planeta, a todos sus seres. En un mundo global, no sirve de nada que los países
más avanzados implementen leyes de protección de la naturaleza mientras los
países más pobres tienen que aprovechar sus recursos naturales al máximo para
no caer en bancarrota, porque esta es la situación que estamos viviendo, con
aumento de extracciones mineras, de perforaciones petrolíferas, de incendios
para tener más terrenos libres para actividades destructivas. Además, muchos
países que se etiquetan de protectores de la naturaleza están devastando zonas
de países más pobres, financiando todo tipo de actividades y colaborando a
nivel tecnológico a cambio de poder beneficiarse y seguir con el abuso y la
devastación, pero “lejos de casa y manteniendo la buena imagen”.
Todo paso y avance en unidad con el planeta es seguro y beneficioso
Por todas
estas razones podemos decir, realmente, que se requiere un Gran Reinicio, y es
un salto hacia adelante, en unidad con el planeta y todos sus seres como
recursos únicos para que la riqueza planetaria nos llegue a todos y la pueda
dirigir un ser humano con una conciencia elevada, con unas capacidades de
análisis y visión de futuro basadas en la valoración del planeta como entidad
completa y absolutamente rentable siendo administrada desde esa nueva
conciencia y apertura global y de unificación. Así que realmente es un reinicio
de mentalidad, de percepción, de conciencia, de poner las prioridades en el
orden adecuado para avanzar hacia un sistema sostenible en todos los niveles,
dejando atrás todo lo obsoleto y negativo que nos ha conducido hasta el grave
momento de crisis actual. Ya hace años que se intentan introducir nuevas ideas,
nuevas formas de estructurar la economía, pero de momento no se han consolidado
porque siguen mandando los patrones de pensamiento que priorizan el crecimiento
y los beneficios y no hay ninguna apertura hacia nuevas posibilidades que
marcarían el camino del equilibrio, la sostenibilidad, el bienestar y la salud
de las personas y del planeta, y todo ello como factores económicos de riqueza.
En
este sentido, y frente al concepto del PIB, en 2012 se propuso un nuevo enfoque
que se define como Índice de Riqueza Inclusiva (IWI, por sus siglas en inglés),
que se calcula a partir del valor del capital humano (capacidades de generar progreso
sostenible), del valor del capital natural (biodiversidad, potencial y servicios
de los ecosistemas) y también del valor social de lo generado por la actividad
humana (productos fabricados, construcciones, maquinaria). Por lo tanto, la
Riqueza Inclusiva de un país es el valor de su capital
natural, su capital humano y su capital producido, y estos tres aspectos
establecen los parámetros para el desarrollo sostenible. No puede haber
desarrollo sin que cada uno de estos activos tenga un valor positivo, no puede
haber desarrollo si sigue la pandemia o aparecen otras debido a la devastación
de la naturaleza y al estrés al que tenemos sometidos a los animales mientras avanza
la sexta extinción masiva y les quitamos los pocos espacios naturales que les
quedan, facilitando un contacto y una proximidad que son el trampolín de nuevas
enfermedades. Tampoco puede haber desarrollo con un capital humano mermado, al
servicio de un avance tecnológico destructivo en lugar de cohesionador con el
entorno, de impulsor del respeto a la vida, de acelerador de políticas
conservacionistas donde el capital humano dirija e influencie positivamente al
capital producido.
Nada de todo lo aquí expuesto es posible sin ese cambio de
mentalidad, sin una apertura especialmente de los líderes y dirigentes de este
planeta hacia el gran beneficio que representa ese Gran Reinicio, la
integración y entrega para impulsar la salud planetaria, comprendiendo el gran valor imprescindible de las conexiones entre
el bienestar de los seres humanos con el de los otros seres vivos y los ecosistemas
completos. Para ello también es necesario plantearse el concepto de
“crecimiento”, porque en el sistema económico instaurado, si no hay crecimiento
hay crisis económica y, por lo tanto, política y social, algo que afectará
negativamente a la naturaleza, a la biosfera. Pero ya hemos comprobado dónde
nos lleva el crecimiento constante y cómo ahora son totalmente visibles los
“límites planetarios” a los que nos enfrentamos, unos límites donde esta vez
está en juego nuestra supervivencia. Entonces, la perspectiva global, la
conciencia de unidad a favor de un propósito común, de toda la humanidad y de
todo el planeta, también significa comprender que habrá países donde todavía
será necesario un crecimiento económico para poder generar estructuras básicas
para su población, y el apoyo de países más desarrollados es el que permitiría
ese crecimiento sin poner en peligro el medio ambiente de cada país.
Realmente
no parece nada fácil poder ni siquiera conseguir que esto pueda ser
comprendido, pero ya está habiendo iniciativas para mostrarlo con claridad,
para sacar a la superficie y poner en práctica todas estas teorías de un
sistema fruto del reinicio. Un ejemplo de esto es la WEALL (Wellbeing Economy Alliance-Alianza de la Economía del Bienestar), que
representa la colaboración global de organizaciones, gobiernos, movimientos e
individuos que trabajan juntos para transformar el sistema económico actual en
uno que brinde bienestar humano y ecológico, donde las finanzas sirvan e
incentiven la economía y la economía sirva a la sociedad y al medio ambiente.
Esta alianza realiza trabajos y estudios en lugares concretos, pero siempre mediante
la participación de una red global de individuos y organizaciones. Dentro de
esta alianza se encuentra la asociación de Gobiernos de Economía del Bienestar
(WEGo), donde gobiernos nacionales y regionales promueven el intercambio de
conocimientos y prácticas de políticas transferibles. Actualmente participan
activamente los gobiernos de Escocia, Nueva Zelanda, Islandia, Gales y Costa
Rica.
Desde el Foro Económico Mundial, muchos
expertos analizan y buscan soluciones para que los países puedan mantener o
alcanzar una buena salud económica dentro del escenario mundial consiguiendo al
mismo tiempo mitigar la crisis climática y planetaria. También se estudian las
acciones y programas vinculados a ese Gran Reinicio necesario, donde entran en
juego todos los países y donde, al mismo tiempo, hay que respetar la situación
especial de cada uno de ellos. Uno de los problemas complicados es intentar que
los países más endeudados no queden bloqueados por sus deudas y se vean
obligados a explotar abusivamente sus recursos naturales para generar más
capital para pagar sus deudas. En este sentido, se está estudiando la
posibilidad de un mecanismo llamado “canje de deuda por clima”, donde se iría
eliminando la deuda a cambio de inversiones centradas en la gente que aborden
el cambio climático y la desigualdad mientras se van minimizando las
explotaciones sobre los espacios naturales.
Todos estos programas, alianzas,
estudios y también implementaciones son muy importantes en un momento donde a
nivel mundial domina el caos y seguimos sin ver una solución a corto o medio
plazo de la pandemia del coronavirus Covid-19. Es importante analizar todos los
errores cometidos para poder trazar ese nuevo camino hacia el bienestar y la
salud de todos y del planeta. La crisis que ha llegado con la pandemia también
ha llegado a organizaciones conservacionistas, de protección de la naturaleza,
de ecosistemas y especies de animales y plantas, y ha puesto de manifiesto cómo
muchas de estas organizaciones dependen de las inversiones de empresas que en
realidad son las más contaminantes del planeta, las que menos respetan lo que
representa la riqueza inclusiva y solo se centran en sus beneficios cueste lo
que cueste. Esto es algo que también entra dentro del cambio que implica ese
reinicio, porque no va a ser posible si se basa en las inversiones y el apoyo
de quienes representan el poder que no quiere que nada cambie aunque signifique
la devastación planetaria. En este sentido, va a ser muy importante el
comportamiento de los gobernantes, de ahí la importancia de que haya un
acercamiento entre líderes y personas, porque el cambio y la influencia, el
aprendizaje, debería llegar desde los dos lados para así empoderarse y avanzar
con mayor nivel de conciencia. Lo que sí que está claro es que vamos a vivir
momentos excepcionales y duros, donde esta lección que se llama “final del
abuso y reinicio como salida de la crisis” va a mostrar cómo somos y si estamos
dispuestos y vamos a ser capaces de impulsar lo que también podemos llamar una
Nueva Tierra, donde la fase 2 del Antropoceno sea la de la especie humana
actuando desde un nivel de conciencia superior en hermandad con todos los seres
vivos del planeta y con la propia Madre Tierra, con Gaia.
Fuentes:
https://ensia.com/voices/gdp-inclusive-wealth-unep-sustainability-sdgs/
https://ensia.com/features/conservation-funding-tourism-covid-19-coronavirus-biodiversity/
https://freakonomics.com/podcast/doughnut-economics/
https://es.weforum.org/agenda/2020/06/ahora-es-el-momento-de-un-gran-reinicio/
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