martes, 29 de septiembre de 2020

Evento del mes de septiembre

Redactado y publicado por David Arbizu

LA MIGRACIÓN ASISTIDA DE PLANTAS Y ANIMALES

El calentamiento global está provocando graves alteraciones en muchas zonas y ecosistemas, creando situaciones muy complicadas para la supervivencia de muchas especies. Se puede decir que esto forma parte de la sexta extinción masiva, con muchos seres vivos del planeta viviendo bajo un alto grado de estrés y dificultad debido a todos los cambios que está acelerando el cambio climático, la crisis planetaria. La principal causa, tanto del calentamiento global como de gran parte de la degradación de la biosfera, es la actividad del ser humano, que además de contaminar todas las partes del planeta: agua, tierra y aire, también está destruyendo y ocupando los pocos espacios naturales que van quedando en la Tierra.

A nivel planetario, conforme las temperaturas van subiendo en cada zona, las especies se desplazan para poder establecerse en lugares con las temperaturas adecuadas para su supervivencia, para poder desarrollar todas sus funciones que están preparadas para unas características concretas del entorno. Estas características del entorno, que podríamos llamar ecosistema o hábitat, no se definen solo por las temperaturas o la humedad o aridez, o por las corrientes atmosféricas o marinas, dependiendo del ecosistema del que estemos hablando, sino también por todo lo que forma ese espacio, esa parte de la biosfera cuyo equilibrio depende de la interrelación entre especies, de toda la cadena trófica, porque todo forma parte y es una pieza básica de ese equilibrio y salud del ecosistema.

El cambio climático está impulsando una migración natural de la mayoría de las especies del planeta. Incluso el ser humano, que tiene una capacidad de desplazarse superior a las demás especies, ya está abandonando lugares donde el nivel del mar está aumentando peligrosamente, donde los incendios son constantes o hay un incremento del paso de huracanes más destructivos, y esto está provocando un aumento de lo que se llama “refugiados climáticos” en todo el planeta, no solo en lugares de conflictos armados, pobreza y hambruna, que justamente es donde las personas tienen más dificultades para poder desplazarse, sino en muchos lugares donde las condiciones del entorno muestran que en pocos años dejará de ser habitable.

En general, está comprobado que los movimientos de plantas y animales son hacia zonas más frescas, buscando temperaturas que antes tenían en sus hábitats. Esto hace años que se ha constatado, tal como demuestra un estudio realizado en 2011 en el que se pudo comprobar una tendencia global de movimiento de especies terrestres hacia los polos de casi 17 kilómetros por década, algo que equivaldría a 4,5 metros cada día. También se comprobó que las especies se desplazaban continuamente hacia terrenos más elevados a razón de 11 metros por década.


Es fácil pensar en casos de migración natural, tanto en especies animales como vegetales. Por ejemplo, sabemos que algunas especies de animales están apareciendo en ecosistemas más al norte del suyo habitual, aunque en algunos casos, como el del oso polar, es al revés y su supervivencia depende de poder adaptarse a condiciones menos frías, con un entorno con menos hielo y agua, más terrestre. Tal como demuestra el ejemplo del oso polar, en algunas ocasiones las migraciones conllevan el cruce de subespecies, y se ha observado como del cruce del oso polar con el oso grizzly ha nacido una nueva subespecie que se llama “oso grolar”. Pero no todas las especies animales tienen tanta movilidad, y algunas tienen mayor dependencia de las especies vegetales con las que interactúan, que forman parte de un hábitat de dimensiones más pequeñas. Entonces, las migraciones naturales de especies vegetales también pueden estar vinculadas con migraciones de animales, generalmente más pequeños, cuya vida tiene mayor dependencia en relación con la especie de planta o árbol que esté migrando.

Algo que está claro es que las migraciones naturales son lentas, especialmente de especies vegetales, cuyo proceso de migración se basa en la dispersión de semillas. En estos momentos, el cambio climático se está produciendo a un ritmo muy elevado, sin precedentes, de forma que muchas especies no tienen tiempo de desplazarse para evitar condiciones que amenazan su supervivencia y esto está acelerando la sexta extinción masiva y el aumento de ecosistemas desequilibrados, de especies cuya relación e interdependencia con otras es muy fuerte e importante y pueden avanzar hacia su extinción debido a que otras especies no pueden tolerar los cambios en su ecosistema. Y sabemos que no siempre la dependencia es de una especie animal respecto a otra vegetal, porque los vegetales necesitan la polinización que efectúan muchos animales, la tierra necesita la oxigenación que muchos pequeños animales subterráneos realizan al surcarla, pero también se necesita la lluvia, el aire, los rayos solares, incluso toda la gran importancia del reino de los hongos y también de los microbios. Por ejemplo, la sombra de un grupo de árboles sobre un arroyo es un factor imprescindible para muchas especies que requieren que esa sombra ayude a que el agua esté en su grado de temperatura apropiado, así que si esos árboles mueren y dejan de dar esa sombra, todo el ecosistema y toda la cadena trófica va a quedar desequilibrada, va a haber un desajuste fenológico que requerirá un tiempo para volverse a ajustar, a equilibrar. Tampoco hay que olvidar las especies que habitan los ríos ni las especies marinas, que también se están desplazando normalmente en busca de aguas más frías, que también sufren la mortandad de otras especies de las cuales dependen, y normalmente sus desplazamientos provocan desequilibrios, tanto en el nuevo ecosistema al que llegan como en su antiguo hábitat.

Actualmente, el cambio climático está muy acelerado, las temperaturas aumentan rápidamente, así como otras condiciones que alteran la biosfera, la vida. Ninguna especie de este planeta, en realidad ni siquiera el ser humano, puede adaptarse a este ritmo, y por eso hace años que se habla y se han puesto en marcha programas de migración asistida para que plantas y animales puedan sobrevivir. Además, el ser humano realiza muchas actividades que impiden y bloquean la migración natural, como la construcción de vallas y todo tipo de parcelación, la construcción de carreteras, la propia deforestación y también la construcción de presas, de puertos marítimos, la pesca, las perforaciones; resumiendo: todo lo que representa la urbanización, explotación y ocupación de espacios por parte del hombre.


La “migración asistida” se define como “la práctica de trasladar deliberadamente a miembros de una especie de su hábitat actual a una nueva región con la intención de establecer una presencia permanente allí”. A nivel del mundo vegetal, uno de los peligros de esta práctica, si es llevada a cabo solo con fines económicos, es que acaba siendo una reforestación y, peor todavía, un “monocultivo”, que acaba deteriorando el ecosistema donde se establece y cuyo objetivo final no es la recuperación de una especie sino conseguir grandes áreas que lleguen a ser bosques de los cuales sacar un rendimiento empresarial. Pero también se están llevando a cabo acciones y estudios para realizar migraciones asistidas controladas, buscando la supervivencia de una especie, valorando el lugar al que se va a desplazar teniendo en cuenta los cambios climáticos que ese lugar también va a soportar. Un ejemplo es el proyecto de Silvicultura Adaptativa para el Cambio Climático (ASCC, por sus siglas en inglés), que es un esfuerzo de colaboración para establecer una serie de ensayos silvícolas experimentales en una red de diferentes tipos de ecosistemas forestales en los Estados Unidos y Canadá. Desde este proyecto se están estudiando diferentes opciones de migraciones asistidas para diversas especies vegetales creando espacios que ofrecen las mismas condiciones que los escogidos como ideales para la migración. En esos espacios se han plantado ejemplares de la especie en concreto y se supervisa la evolución y la salud de la especie para asegurar una migración exitosa.

También se está realizando migración asistida con animales, aunque en la mayoría de casos se trata de reinserción de especies en hábitats que ya les pertenecían y de los que se habían extinguido, algo que no es lo mismo y que normalmente se hace con cautela y con un reducido número de animales, especialmente si son animales que pueden ocasionar algún problema con ganaderos o agricultores, como es el caso de la reinserción del oso en los Pirineos o del lobo en varios sistemas montañosos de España. Algunos casos que han dado buenos resultados son los que se han realizado en algunos ríos, especialmente de Estados Unidos y Canadá, donde las presas cortaban el paso de los salmones o incluso de anguilas que suben río arriba como parte de su ciclo de vida, y se empezaron a trasladar con camiones para que llegaran a su destino. En realidad, se trata de una ayuda más que de una migración asistida, y ahora en muchos lugares se están construyendo vías de paso para que los peces puedan subir y sortear las presas y otros obstáculos artificiales. Esto se puede comparar con los “pasafaunas”, lugares preparados expresamente para que los animales puedan atravesar carreteras sin peligro de ser atropellados. Un ejemplo interesante lo encontramos en algunas zonas de Wyoming (EE.UU.), donde han construido carriles para animales, especialmente enfocados en ayudar a las migraciones anuales de ciervos y alces, para que puedan desplazarse sin acercarse a las carreteras avanzando hacia su destino.

En algunos casos, la migración asistida de una planta tiene por objetivo salvar a la especie vegetal para así salvar también a una especie animal. Este es el caso de los abetos oyamel y las mariposas monarca en México, donde se han reubicado cientos de estos árboles en zonas más elevadas y frías para salvarlos de los efectos del calentamiento global y para que puedan seguir siendo el lugar principal donde habitan las mariposas monarca que vuelan hacia el sur en invierno para encontrar refugio en esos bosques que ellas requieren.


A pesar de que aumentan los estudios y algunas migraciones asistidas concretas, muchos científicos e investigadores están en contra de realizar estas acciones porque pueden empeorar la situación de la propia especie y de otras especies con las que tiene una relación de supervivencia, incluso dentro de la cadena trófica y también pueden desequilibrar trágicamente el ecosistema; y todo esto es posible tanto en el ecosistema del cual se saca a la especie como en el ecosistema en el cual se introduce.

Muchos biólogos advierten de la fragilidad de los ecosistemas, de cómo se ha llegado a una operatividad y equilibrio como expresión de formas de vida concreta que están entrelazadas, conectadas, dependientes entre ellas e incluso con ciclos naturales de la biosfera. Tal como explica Amanda Rodewald, profesora de ornitología en la Universidad de Cornell: “La introducción de nuevas poblaciones puede parecer una solución razonable, pero las especies no existen en el vacío. Cuando movemos un organismo a un nuevo ecosistema o región, podría perder acceso a recursos críticos, verse aislado de mutualistas (especies que coexisten para beneficio mutuo), o estar expuesto a nuevos depredadores, competidores, parásitos o patógenos”. Si se trata de una especie en peligro de extinción, puede que las dificultades y peligros del nuevo ecosistema sean peores que los que está afrontando en su propio hábitat. Además, otro gran peligro de la migración asistida es generar plagas y especies invasoras, algo que sucede cuando el nuevo ecosistema favorece las capacidades de la nueva especie para que se convierta en un depredador mientras, al mismo tiempo, no tiene otras especies que sean sus depredadores.

Además, es muy difícil calcular cómo interactuará una especie nueva con la flora y la fauna existente en un ambiente extraño, y siempre existe una alta probabilidad de que acabe en una invasión que cree devastación, debilitamiento del ecosistema, de su resiliencia, y muerte de otras especies. Hay que tener en cuenta que muchos científicos consideran que el problema de las especies invasoras es uno de los principales puntos clave del éxito y rapidez de la actual extinción masiva, y que el ser humano está continuamente provocando migraciones peligrosas de animales, tal como sucede con las especies que han llegado al Mediterráneo desde el Canal de Suez, o a la Antártida dentro de embarcaciones o de aviones, o incluso a los Everglades de Florida, cuando se liberaron serpientes de la especie pitón birmana que algunas personas tenían como mascotas y ahora es una de las mayores amenazas de este importante ecosistema.

También es importante un tema de actualidad en este momento de pandemia del Covid-19, que es la salud genética y el sistema inmunitario de las especies. Se ha comprobado, en especies de árboles, que existen diferencias genéticas dependiendo del lugar que habitan incluso dentro del mismo ecosistema. Por ejemplo, muestran rasgos genéticos distintos los árboles que están en una zona que pueda ser más fría, con menos llegada de rayos solares o con condiciones del suelo más pobres que los que pueden estar en zonas con mejores condiciones. Esto marca también velocidades de crecimiento y de resiliencia. Así que mover una especie con un programa genético y también inmunitario concreto a un lugar con características muy diferentes va a conducir a una degradación genética de la especie y a menores posibilidades de éxito. Esto también es así cuando se hacen plantaciones para recuperar partes devastadas en la naturaleza a partir de plantas que han sido cultivadas por el hombre, porque esas plantas pueden haber tenido una vida fácil, sin problemas de hidratación ni de competencia con otras plantas, ni de ataque de parásitos u otros depredadores, por lo tanto tienen menos posibilidades de poder subsistir. Esto también puede suceder al devolver a la naturaleza animales que han estado en cautividad o que han necesitado algún tipo de ayuda por parte del hombre y una vez recuperados son devueltos a sus hábitats.

En lo que sí que están de acuerdo los científicos es en que la técnica de conservación de todas las especies más eficaz sería acabar con el calentamiento global, sería el implementar definitivamente medidas estrictas para permitir la recuperación, la reparación de la biosfera completa y cada una de sus partes. El ser humano no conoce suficientemente cómo funciona la biosfera del planeta, ni cómo opera para buscar un equilibrio que permita la vida. El planeta nos muestra cada vez más que todo está interconectado. A pesar de que hay muchas cosas que se han descubierto y se saben, como vemos ahora con el fenómeno atmosférico de La Niña, que sucede en el Pacífico pero afecta a todo el planeta de formas totalmente diferentes dependiendo de cada lugar, siempre hay mucho más que queda por saber. Incluso parte de esa sabiduría no puede llegar si el ser humano no mira al planeta desde otro nivel de conciencia, de respeto, de amor. El amor y el respeto por toda forma de vida, por todo hábitat y ecosistema, debería empezar por “saber” que no lo sabemos todo, que todo está cohesionado, interconectado, que no se puede mover una pieza sin que se mueva todo el puzle que es la biosfera, y que ha llegado el momento de que nuestra huella como humanidad sea solo constructiva para todos los seres vivos, para el planeta, pues eso es lo que nos hará realmente humanos. 



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