domingo, 31 de enero de 2021

Evento del mes de enero

 Redactado y publicado por David Arbizu

ENTRANDO EN EL 2021

Conforme se acercaban los últimos días de diciembre de 2020, en anuncios y publicaciones de muchos medios, y desde muchos países, se enviaba un mensaje donde se transmitía que el año 2020 había sido duro y nefasto y que el inicio del año 2021 representaba el final de toda fatalidad, como si al cambiar de año, de número, pudiéramos dejar superado todo lo que el 2020 nos ha mostrado. En realidad, el año 2020 nos ha mostrado con más fuerza y expresión el resultado de toda la agresión del ser humano sobre el planeta, algo que no se detiene, que no se ha querido ver ni aceptar, pero que hace mucho tiempo que se observa. Por ejemplo, el año 2020 se ha calificado como el más caluroso desde que hay registros, empatado con el año 2016, y los años más calurosos registrados pertenecen al último decenio, así que el año 2020 muestra ese proceso ascendente de crisis planetaria y climática, de trastorno de los patrones meteorológicos, de eventos cada vez más extremos. Si hiciéramos un análisis global veríamos con claridad como el gran desajuste climático, de los sistemas del planeta que mantienen en equilibrio la biosfera, la biodiversidad, se ha ido agravando año tras año, y el planeta no ha cesado de enviar señales de alerta para no llegar a puntos de inflexión que representan la puesta en marcha de ajustes planetarios que conllevan unas condiciones cada vez más extremas y difíciles para la supervivencia.

¿Qué hemos de esperar del año 2021? La respuesta es: El resultado de nuestras acciones. ¿Acaso se está deteniendo la pandemia del Covid-19?, ¿podemos asegurar que esta pandemia vaya a quedar controlada con las medidas que se están tomando actualmente?, y lo que es más importante: ¿se están implementando realmente políticas y acciones para respetar la naturaleza, los espacios para otros seres vivos, el respeto por todas las formas de vida? Porque todas las formas de vida son indispensables para el equilibrio de la biosfera y también para que todo el potencial zoonótico que tienen algunos animales no contacte con la especie humana.

La crisis planetaria se expresa desde la crisis del ser humano, desde lo que llamamos el Antropoceno, la era que corresponde al dominio excesivo del ser humano sobre el planeta y todos sus seres vivos, la era que conduce a la sexta extinción masiva y a un mundo humano polarizado, de abuso entre los propios humanos, de bienestar de unos gracias a la explotación y pobreza extrema de otros. Pero dentro de esta polarización también hay que ser consciente de que cada vez más personas se posicionan para detener el desastre, cambiando personal y positivamente, por el propio bien y del planeta, y empezando a exigir que este cambio se lleve a cabo en ámbitos más amplios, desde ciudades a estados o países, y con la mirada puesta en una perspectiva cada vez más global sabiendo también que cada pequeño avance cuenta y suma. Al mismo tiempo, la polarización también se observa en la ciencia y la tecnología, que hasta ahora mayormente ha contribuido aplicándose solo para el beneficio de los intereses egoístas del ser humano, pero que también se rompe en esa polaridad que significa que cada vez hay más estudios e investigaciones para conseguir avances para superar y contrarrestar aspectos negativos de la actividad humana, donde un objetivo principal es dejar de destruir y de contaminar buscando alternativas que dirigen hacia conceptos como “economía circular”, “economía verde” y “energías alternativas”, que van emergiendo como pasos intermedios hacia soluciones más concluyentes, enfocadas hacia un futuro probable de estabilidad planetaria en todos los sentidos y para todas las formas de vida del planeta. Desde esta perspectiva sí que vale la pena poner nuevas esperanzas en el 2021 como punto culminante y expansivo a nivel global de todo este movimiento, de toda esta conciencia que va a coger fuerza y puede ser más determinante para que se implementen todas las legislaciones y cambios necesarios para afrontar la crisis planetaria. Entonces, el Antropoceno puede dar paso a otra época donde el ser humano restablece el equilibrio que él mismo ha roto y reconfigura un planeta cuya riqueza puede permitir una vida plena cuando se comprende hasta dónde puede llegar el control planetario de una sola especie.


De momento, para que se cumplan los deseos más positivos y emerja una verdadera voluntad de reparación y de respeto hacia todo lo que todavía está siendo demacrado, es necesario analizar y ser consciente de lo que está sucediendo. Al igual que nos muestra la pandemia del Covid-19, los eventos destructivos provocados por el desajuste climático ya llegan a todas las partes del globo y cada vez es más difícil poder afirmar que haya una zona donde exista un nivel de seguridad elevado, que no pueda ser afectado por algún tipo de evento.

Siguiendo con la relación entre los años 2020 y 2021, durante el primer mes del año 2021 se han seguido manifestando los resultados del calentamiento climático, de todo el conflicto que las actividades humanas provocan sobre los sistemas que mantienen el equilibrio planetario y conducen la capacidad de resiliencia del planeta a un punto de no retorno. Voy a enumerar y analizar brevemente algunas noticias y reportes de eventos que se han publicado en el año 2021 viendo su vinculación con el 2020 y los efectos de la humanidad sobre el planeta: 
- Conforme avanzaba el mes de enero, también aumentaba la actividad volcánica y sísmica en el planeta, especialmente en la zona del Anillo de Fuego. Desde mediados del 2020 empezó a ser notable el aumento de la actividad de volcanes de Indonesia, Japón, la Península de Kamchatka (Rusia), Guatemala, Ecuador, Perú y Chile, y actualmente la actividad se mantiene o sigue incrementándose. Junto con los volcanes del Anillo de Fuego, también mantienen su actividad los volcanes Etna y Stromboli de Italia, y actualmente está en proceso eruptivo el volcán Kilauea de Hawái. Respecto a la actividad sísmica, durante el mes de enero de 2021 se ha mantenido el nivel de sismicidad elevada que también se observó durante el año 2020, con terremotos de gran magnitud. Desde el sábado 23 de enero de 2021, se registra una importante actividad sísmica en Granada (España), inusual en cuanto a cantidad y magnitud. También durante este mes ha sido noticia la publicación de un estudio que demuestra que cada vez es más fuerte la divergencia de las placas tectónicas euroasiática y africana respecto a las placas norteamericana y sudamericana, un movimiento que se genera en la dorsal mesoatlántica, que separa el fondo oceánico del Atlántico de norte a sur. Esta separación favorece la llegada a la superficie de materiales internos del planeta que forman nueva corteza oceánica y parte de la importancia de la investigación es que se ha demostrado que la subida a la superficie de estos materiales empieza desde 600 km de profundidad, a mucha más distancia de lo que hasta ahora se pensaba, de forma que la influencia sobre las placas tectónicas que forman la superficie del planeta puede llegar desde grandes distancias internas.

- En el hemisferio norte, a pesar de estar fuera de temporada de huracanes en todos los océanos, durante el mes de enero de 2021 estamos siendo testigos de formaciones continuas de borrascas invernales severas que afectan las islas británicas, la península ibérica y la península balcánica, así como descenso de tormentas polares que afectan partes de Canadá y Estados Unidos. Al igual que el año pasado, el vórtice polar se ha dividido impulsado por un calentamiento súbito estratosférico, y entonces la corriente jet stream se debilita y empieza a ondularse facilitando la subida de aire cálido hacia el norte y el descenso de aire polar hacia el sur. La formación del fenómeno atmosférico La Niña, desde septiembre de 2020, ha impulsado la formación de tormentas al este de Filipinas, afectando Filipinas y llegando a Vietnam y otros países colindantes, además de Indonesia y el oeste de Oceanía. También ha impulsado tormentas en el océano Índico, con ciclones formándose en la Bahía de Bengala y al este de Madagascar, afectando países del este de África. La Niña también ha provocado tormentas que han causado inundaciones y muchos daños en países de Sudamérica, especialmente en Bolivia, Ecuador y Brasil. En todos los casos, y desde el año pasado, las tormentas provocan precipitaciones torrenciales y súbitas, así como vientos cada vez más huracanados en todas partes. Algunas zonas del planeta no tienen tiempo de recuperarse de las inundaciones, de reparar el daño de los deslizamientos de tierra, de reconstruir sus viviendas, porque la llegada de otro frente se lo impide y acentúa condiciones severas que multiplican la inseguridad alimentaria en muchas partes del mundo. Por otro lado, también hay zonas donde se acentúa constantemente la sequía, incluso con la llegada de precipitaciones, tal como sucede en gran parte del sur de Estados Unidos y norte de México. 



- Relacionado con la inseguridad alimentaria, durante el mes de enero vuelven a ser noticia las plagas de langostas que están devastando especialmente los países del Cuerno de África y partes de la península arábiga. Las lluvias facilitan la reproducción y formación de nuevos enjambres que destruyen campos de cultivo. También se han detectado enjambres en Namibia, con la posibilidad de expansión a otros países del sur de África. Hay que recordar que el año pasado los enjambres se extendieron por Oriente Medio y el suroeste de Asia llegando a la India. Así que las precipitaciones aportando humedad junto a temperaturas suaves o cálidas son la fórmula perfecta para estas plagas brutales.

- La gran noticia que empezó en el año 2019 y se mantiene es la de la pandemia del Covid-19. Independientemente de toda su gravedad como enfermedad y toda la mortandad que está causando, ha mostrado cómo cualquier efecto y condición hay que verlo en su globalidad y también ha conseguido que seamos conscientes de todo el peligro de transmisión de enfermedades que puede llegar debido a todo el abuso sobre los animales, al estrés que provocamos sobre toda la vida en el planeta a cambio de nuestros beneficios egoicos, de esquilmar zonas naturales imprescindibles, de diezmar la biodiversidad, de contaminarlo todo. Durante este mes de enero ha destacado una noticia que presentaba el “Proyecto Viroma Global”. Desde este proyecto se ha calculado que en la fauna silvestre circulan en torno a 1,6 millones de virus desconocidos, y la mitad de los mismos tienen potencial zoonótico. Esta iniciativa pretende desarrollar una red de organizaciones para detectar la mayoría de las amenazas virales desconocidas para la salud y la seguridad alimentaria, y hace hincapié en la importancia de evitar nuevas pandemias, ya que la velocidad de aparición y propagación de nuevos virus, así como de todas sus mutaciones, siempre estarán por encima del control que se pueda realizar desde la tecnología y medicina actual. Esto lo observamos en los continuos brotes de gripe aviar y porcina que suceden continuamente por todo el mundo, que siempre acaban con el sacrificio de cientos de miles de animales, y con brotes inesperados, como el de tuberculosis bovina en una granja de Alemania, donde el 20 de enero se confirmaron tres casos de transmisión de la enfermedad, de bovinos a humanos.

- Durante este mes de enero de 2021, se han hecho varias declaraciones importantes desde grupos de investigadores y científicos. Destaca la publicación de la Declaración Científica de Groninba, publicada el 22 de enero, justo antes de la celebración de la Cumbre de Adaptación al Cambio Climático. Desde esa declaración, unos 3.000 científicos de más de cien países, incluidos algunos premios Nobel, pidieron a los líderes mundiales, legisladores e inversores que “cambien la forma” de entender, planificar e invertir para “limitar los daños futuros” del cambio climático, advirtiendo que el planeta se encuentra en “una creciente emergencia climática que requiere una acción inmediata”. Otra noticia importante fue la publicación, el pasado 27 de enero, de un sondeo elaborado por Naciones Unidas y la Universidad de Oxford, donde participaron 1,2 millones de personas de cincuenta países, incluidos medio millón de menores de 14 años. El resultado principal del sondeo, que se realizó a finales del año pasado, es que el 64 % de los entrevistados considera que el cambio climático constituye una emergencia global, incluso a pesar del estallido de la pandemia de coronavirus. Estas noticias del 2021 llegan tras un año 2020 donde, a pesar de la pandemia, ha habido importantes movimientos y acciones reclamando la verdadera implementación de medidas para detener el calentamiento global, especialmente el aumento de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera. Se considera que esa alarma lanzada desde el activismo climático, junto con todos los eventos cada vez más dramáticos y globales, ha conseguido que actualmente el negacionismo climático haya perdido completamente su fuerza. 

- Durante el mes de enero de 2021 también se han publicado dos artículos sobre dos científicos climáticos relevantes y reconocidos. Uno de ellos es Michael Mann, que ha publicado el libro “La nueva guerra climática: la lucha para recuperar nuestro planeta”, donde explica las estrategias de las grandes industrias e inversores para seguir con la extracción de los combustibles fósiles y mantener su consumo. Mann explica que estas empresas ya han visto que no pueden apoyarse más en el negacionismo climático y el ataque sobre los científicos que les han estado perjudicando, y ahora sus campañas de márquetin se focalizan en conseguir que las personas, los consumidores, se sientan culpables del calentamiento global mientras argumentan que es demasiado tarde para evitar impactos catastróficos. Si pensamos en ello, hay personas que expresan que poco se puede hacer, que les sabe mal por sus hijos y que no hay solución posible, así que se consigue otro tipo de negacionismo basado en el derrotismo. Otro científico climático muy reconocido, Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, ha declarado recientemente que los estudios científicos sobre las predicciones climáticas son cada vez más certeros, pero que el verdadero comodín de cada conclusión es si las personas modificarán su comportamiento y cambiarán sus mundos en respuesta al calentamiento del planeta. Schmidt expresa su decepción por el hecho de que las advertencias de la ciencia no hayan estimulado más acciones e insiste: “Pero la incertidumbre sobre lo que hará la sociedad humana es real. No está muy claro cómo la sociedad, la tecnología y la organización social responderán a lo que está sucediendo”.

Podría enumerar y detallar muchos más tipos de eventos y situaciones trágicas que se están experimentando desde hace mucho tiempo, como los grandes incendios, la deforestación, la incesable contaminación que el ser humano provoca desde la extracción de materiales del planeta, con sus perforaciones, con todo el desequilibrio y destrucción de hábitats y ecosistemas, con todo lo referente a la energía nuclear, con centrales nucleares viejas que se van volviendo cada vez más inseguras y peligrosas, y con Fukushima como ejemplo de accidentes que pueden suceder, donde durante este mes de enero se ha constatado que los niveles de radiación en algunas zonas de los reactores siguen siendo tan elevados que se vuelven a demorar los plazos de limpieza y desmantelamiento, todo ello mientras sigue el conflicto por la posible liberación de las toneladas de agua contaminada almacenada, ya que las instalaciones se quedan sin espacio de almacenamiento.

Quiero finalizar con otra noticia impactante, publicada durante el mes de enero, que informaba que últimamente nuestro planeta está girando más rápido sobre su eje, de manera que el año pasado se vivieron algunos de los días más cortos jamás registrados. Algunos de los factores de esta aceleración pueden llegar desde el tirón gravitacional de la Luna y del Sol, pero también se ha constatado la importancia de los niveles de nieve en los continentes, del deshielo, de la erosión de las montañas. Esto significa que las actividades humanas, que continuamente están cambiando la superficie del planeta, también influyen en su velocidad de rotación y en el desplazamiento del eje de rotación, y que no somos conscientes de que vivimos sobre una entidad planetaria con unos sistemas perfectamente ensamblados para que haya un equilibrio y una biosfera en la que vivir. Si la erosión de las montañas influye sobre el giro de todo el planeta, imaginemos su influencia, junto con la gran deforestación, sobre los sistemas de vientos que mueven y forman las borrascas y los anticiclones para equilibrar las diferencias térmicas de la superficie y la atmósfera, que a su vez influirán en los ciclos oceánicos, imprescindibles para la estabilidad de los patrones climáticos. Necesitamos esa comprensión, conciencia y reconocimiento del planeta como una entidad completa, como un cuerpo que además tiene una relación directa con su entorno, con el sistema solar al que pertenece. Sabemos que el Sol y la Luna también influencian las placas tectónicas, pero también tenemos que comprender que aunque la sismicidad y la actividad volcánica se concentren en el cinturón orogenético Peripacífico conocido como Anillo de Fuego, este cinturón está conectado con el otro gran cinturón orogenético que es el Mesogeico o Alpino-Himalayo, que justamente incluye volcanes activos como el Etna (Isla de Sicilia-Italia), todas las fallas de la zona de Granada que ahora están en plena actividad e incluso llega a conectar con la dorsal mesoatlántica, que ahora es noticia, tal como he nombrado, porque está aumentando su divergencia, ensanchando el océano Atlántico y separando las placas tectónicas. 


Así que el verdadero mensaje a integrar y desde el cual actuar para superar la crisis planetaria es que el planeta es un cuerpo, al igual que el nuestro, con sus sistemas, con sus ciclos, con sus reacciones, y que el actual nivel de conciencia del ser humano ha desequilibrado todo ese cuerpo y lo dirige a un colapso si no hay cambios, reparación y sanación. Es necesaria una nueva conciencia para que aparezcan nuevas tecnologías, para realmente generar energía limpia, para respetar y cuidar la biodiversidad, para que las soluciones a implementar en un área no supongan la degradación de otra. Tal como explicaba al principio de este artículo, hay un movimiento cada vez mayor de personas que quieren soluciones, que quieren cambios y ya los hacen en sus propias vidas, y esto tiene que llegar con más contundencia a las instituciones políticas y económicas, incluso al poder judicial, para que realmente se cumplan los objetivos pactados y no vayan pasando los años sin avances importantes, tal como está sucediendo, por ejemplo, con el Acuerdo de París. Esperemos que esta sea la verdadera diferencia que identifique al 2021, y que realmente signifique un punto de inflexión hacia el cumplimiento de acuerdos globales que expresen el final de la destrucción y el inicio de una nueva era con un ser humano cumpliendo su rol en el planeta desde el respeto, el amor y la protección de esta formidable entidad planetaria que llamamos Tierra.




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