lunes, 28 de junio de 2021

Evento del mes de junio

Redactado y publicado por David Arbizu

EL DESEQUILIBRIO ENERGÉTICO DE LA TIERRA
Conforme avanzan los descubrimientos y estudios científicos sobre el funcionamiento de nuestro planeta, especialmente respecto a su estabilidad climática y a sus patrones y ciclos que permiten la existencia y sostenimiento de la biosfera y, por lo tanto, de la vida, también aumenta la comprensión sobre la importancia de la relación del planeta con el Sol y cómo esa relación es la que realmente y definitivamente marca que un planeta pueda existir con unas condiciones apropiadas para el desarrollo de formas de vida.

Junto a todos los estudios sobre esta gestión vital que expresa la relación Tierra-Sol, algunos científicos centran sus investigaciones en planetas como Venus para averiguar cómo ese planeta se encuentra en las condiciones actuales, con una atmósfera tóxica, densas nubes de ácido sulfúrico y altas concentraciones de CO2. Aunque no se prevé que la Tierra pueda llegar a esas condiciones, con una temperatura media de 500ºC, el estudio del proceso que ha conducido a Venus a la situación actual puede ser de utilidad para analizar y prevenir posibles cambios negativos en la Tierra conforme aumentan el calentamiento global y los eventos climáticos severos y devastadores.


El clima de la Tierra está principalmente determinado por el equilibrio entre la cantidad de energía que recibe del Sol, que absorbe en la atmósfera y en la superficie, y la cantidad de esa energía, llamada radiación infrarroja térmica, que la Tierra refleja y emite al espacio. Este es un equilibrio extremadamente delicado porque la vida en la Tierra no podría existir sin la energía del Sol, pero tampoco podría hacerlo si el planeta no irradiara hacia el exterior la mayor parte de la energía recibida. Cuanto mayor sea el equilibrio, mayor será la estabilidad planetaria, la calidad y estado de salud de la biosfera, la regularidad y armonía de los patrones climáticos y cualquier ciclo o sistema que sea parte de toda esa regulación de energías, de calor, tanto a nivel de absorción como de emisión. A partir de un cierto desequilibrio, cualquier mínima alteración puede conducir a cambios que van a representar un calentamiento o enfriamiento global. En la Tierra no se ha registrado un equilibrio exacto entre esa absorción y reflejo o emisión, y por eso al tratar este tema se hace refiriéndose al “desequilibrio energético de la Tierra”, también llamado “forzamiento radiativo” o “forzamiento climático”.

Un estudio publicado el 15 de junio de 2021 en Geophysical Research Letters demuestra que la cantidad de calor que absorbe la Tierra se ha duplicado desde 2005 hasta 2019. Se sabe que la Tierra absorbe 240 vatios por metro cuadrado de energía solar, y cuando empezó este estudio, en el año 2005, el reflejo o irradiación era de 239,5 vatios por metro cuadrado, lo cual significaba un desequilibrio positivo de aproximadamente 0,5 vatios por metro cuadrado. Al finalizar el estudio, en 2019, el desequilibrio se había duplicado prácticamente a 1 vatio por metro cuadrado, algo que impulsa el calentamiento del planeta y que significa que el planeta está capturando energía que no refleja hacia el exterior.

Este estudio se llevó a cabo utilizando datos satelitales comparando dos mediciones independientes realizadas por científicos de la NASA y la NOAA de Estados Unidos, y las coincidencias mostrando datos y tendencias calificadas de “alarmantes” dan una mayor seguridad sobre los resultados obtenidos. Tal como señala Gregory Johnson, oceanógrafo del Laboratorio Ambiental Marino del Pacífico de la NOAA y coautor del estudio: “Es una cantidad enorme de energía y es un número difícil de entender”. Él explicó que el aumento de energía es equivalente a cuatro detonaciones por segundo de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, así que son valores extremadamente elevados y complicados de asimilar.

Los científicos consideran que una parte importante de este aumento del desequilibrio se debe a lo que llamamos “forzamiento antropogénico”, a las actividades humanas que están impulsando el calentamiento global con el aumento de gases de efecto invernadero y todo el abuso y devastación que se está haciendo sobre el planeta, afectando a su estabilidad y a todo lo que sostiene la biosfera, que sin duda es fruto de sistemas y ciclos en los que interviene el planeta completo, desde su núcleo hasta la parte más externa de la atmósfera y su campo de energía. También hay patrones que influyen en la relación absorción-emisión de energía que hace el planeta y que en principio no son de origen antropogénico, aunque seguro que podríamos encontrar relaciones con los desajustes provocados por la humanidad. Algunos de estos patrones tienen una relación directa con los vientos y especialmente con los océanos, con el calor y energía que acumulan, con sus fases frías y cálidas, tal como se observa con las formaciones de El Niño y La Niña en el océano Pacífico. Hay que tener en cuenta que los océanos absorben la mayor parte del calor acumulado por el cambio climático, y de hecho se calcula que el 90% del exceso de energía fruto del desequilibrio energético acaba almacenado en los océanos.


En la imagen superior se observa la instalación de un flotador Argo para entrar a formar parte de un conjunto de flotadores oceánicos colocados para medir la velocidad a la que se están calentando los océanos del mundo. La temperatura de los océanos también tiene una relación directa con la cobertura de nubes, que en general disminuyó durante el período del estudio, dejando pasar más radiación solar, y con la formación de vapor de agua, que atrapa la radiación reflejada, saliente.

El propio calentamiento global favorece las condiciones para que aumente la absorción y disminuya el reflejo, algo que sucede con el aumento del deshielo, tanto de los polos como de los glaciares, y con la formación irregular de tormentas y sistemas nubosos que se focalizan repentinamente en zonas concretas del planeta, en algunos casos ayudados por la geoingeniería, mientras que en otras zonas se forman sequías extremas y se secan lagos, impulsando el calentamiento de amplias áreas terrestres que en muchos casos, además, sufren de incendios y deforestación.

Otro factor importante al analizar este aumento del desequilibrio energético es que ha sucedido durante un período donde la actividad solar ha sido bastante baja. Por lo tanto, si persisten las condiciones de desequilibrio observadas en las mediciones satelitales y con la previsión actual de que el Sol vaya aumentando su actividad, especialmente a partir de los años 2024 y 2025, la diferencia puede aumentar conforme la Tierra absorbe más energía y pierde sus capacidades de emisión hacia el exterior.

Al principio de este artículo hablaba de Venus y sus extremas condiciones actuales, y también de que no se prevé que la Tierra pueda llegar a una situación tan terrible e imposible para la vida tal como la conocemos. Pero el ser humano no parece ser consciente de todo lo que está aconteciendo y de que el desequilibrio climático afecta a todo el planeta y va empeorando. Y la geoingeniería no puede ser la solución, en realidad parece que esté causando efectos negativos a nivel global y es un gran peligro si no se deja en manos de verdaderos expertos que puedan calibrar y deliberar conscientemente todos sus efectos, no solo en una zona sino a nivel planetario y teniendo en cuenta esta vital relación Tierra-Sol. Además, tal como explica la doctora Karina von Schuckmann, oceanógrafa y autora de un informe sobre el desequilibrio energético publicado por el Sistema Global de Observación del Clima (GCOS, por sus siglas en inglés): “Este calor que se almacena en el sistema de la Tierra es, de hecho, “calor en la tubería”, que significa que el sistema de la Tierra aún no ha respondido a este calor, aunque haya aumentado rápidamente”. Así que de momento observamos una respuesta leve y tenemos que ser conscientes de que si en algún momento hay una respuesta mayor, una liberación súbita y potente de energía y calor acumulado, se pueden desencadenar muchos puntos gatillo que conduzcan a eventos mucho más destructivos de los que ya estamos siendo testigos.





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