Redactado y publicado por David Arbizu
EL DESEQUILIBRIO ENERGÉTICO DE LA TIERRA
Conforme avanzan los descubrimientos y estudios científicos sobre el
funcionamiento de nuestro planeta, especialmente respecto a su estabilidad
climática y a sus patrones y ciclos que permiten la existencia y sostenimiento
de la biosfera y, por lo tanto, de la vida, también aumenta la comprensión sobre
la importancia de la relación del planeta con el Sol y cómo esa relación es la
que realmente y definitivamente marca que un planeta pueda existir con unas
condiciones apropiadas para el desarrollo de formas de vida.
Junto a todos los
estudios sobre esta gestión vital que expresa la relación Tierra-Sol, algunos
científicos centran sus investigaciones en planetas como Venus para averiguar
cómo ese planeta se encuentra en las condiciones actuales, con una atmósfera
tóxica, densas nubes de ácido sulfúrico y altas concentraciones de CO2. Aunque
no se prevé que la Tierra pueda llegar a esas condiciones, con una temperatura
media de 500ºC, el estudio del proceso que ha conducido a Venus a la situación
actual puede ser de utilidad para analizar y prevenir posibles cambios
negativos en la Tierra conforme aumentan el calentamiento global y los eventos
climáticos severos y devastadores.
El clima de la Tierra está principalmente
determinado por el equilibrio entre la cantidad de energía que recibe del Sol,
que absorbe en la atmósfera y en la superficie, y la cantidad de esa energía,
llamada radiación infrarroja térmica, que la Tierra refleja y emite al espacio.
Este es un equilibrio extremadamente delicado porque la vida en la Tierra no
podría existir sin la energía del Sol, pero tampoco podría hacerlo si el
planeta no irradiara hacia el exterior la mayor parte de la energía recibida. Cuanto
mayor sea el equilibrio, mayor será la estabilidad planetaria, la calidad y
estado de salud de la biosfera, la regularidad y armonía de los patrones
climáticos y cualquier ciclo o sistema que sea parte de toda esa regulación de
energías, de calor, tanto a nivel de absorción como de emisión. A partir de un
cierto desequilibrio, cualquier mínima alteración puede conducir a cambios que
van a representar un calentamiento o enfriamiento global. En la Tierra no se ha
registrado un equilibrio exacto entre esa absorción y reflejo o emisión, y por
eso al tratar este tema se hace refiriéndose al “desequilibrio energético de la
Tierra”, también llamado “forzamiento radiativo” o “forzamiento climático”.
Un
estudio publicado el 15 de junio de 2021 en Geophysical Research Letters
demuestra que la cantidad de calor que absorbe la Tierra se ha duplicado desde
2005 hasta 2019. Se sabe que la Tierra absorbe 240 vatios por metro cuadrado de
energía solar, y cuando empezó este estudio, en el año 2005, el reflejo o
irradiación era de 239,5 vatios por metro cuadrado, lo cual significaba un
desequilibrio positivo de aproximadamente 0,5 vatios por metro cuadrado. Al finalizar el estudio,
en 2019, el desequilibrio se había duplicado prácticamente a 1 vatio por metro
cuadrado, algo que impulsa el calentamiento del planeta y que significa que el
planeta está capturando energía que no refleja hacia el exterior.
Este estudio
se llevó a cabo utilizando datos satelitales comparando dos mediciones
independientes realizadas por científicos de la NASA y la NOAA de Estados
Unidos, y las coincidencias mostrando datos y tendencias calificadas de
“alarmantes” dan una mayor seguridad sobre los resultados obtenidos. Tal como
señala Gregory Johnson, oceanógrafo del Laboratorio Ambiental Marino del
Pacífico de la NOAA y coautor del estudio: “Es una cantidad enorme de energía y
es un número difícil de entender”. Él explicó que el aumento de energía es
equivalente a cuatro detonaciones por segundo de la bomba atómica lanzada sobre
Hiroshima, así que son valores extremadamente elevados y complicados de
asimilar.
Los científicos consideran que una parte importante de este aumento
del desequilibrio se debe a lo que llamamos “forzamiento antropogénico”, a las
actividades humanas que están impulsando el calentamiento global con el aumento
de gases de efecto invernadero y todo el abuso y devastación que se está
haciendo sobre el planeta, afectando a su estabilidad y a todo lo que sostiene
la biosfera, que sin duda es fruto de sistemas y ciclos en los que interviene
el planeta completo, desde su núcleo hasta la parte más externa de la atmósfera
y su campo de energía. También hay patrones que influyen en la relación
absorción-emisión de energía que hace el planeta y que en principio no son de
origen antropogénico, aunque seguro que podríamos encontrar relaciones con los
desajustes provocados por la humanidad. Algunos de estos patrones tienen una
relación directa con los vientos y especialmente con los océanos, con el calor
y energía que acumulan, con sus fases frías y cálidas, tal como se observa con
las formaciones de El Niño y La Niña en el océano Pacífico. Hay que tener en
cuenta que los océanos absorben la mayor parte del calor acumulado por el
cambio climático, y de hecho se calcula que el 90% del exceso de energía fruto
del desequilibrio energético acaba almacenado en los océanos.
En la imagen superior
se observa la instalación de un flotador Argo para entrar a formar parte de un
conjunto de flotadores oceánicos colocados para medir la velocidad a la que se
están calentando los océanos del mundo. La temperatura de los océanos también
tiene una relación directa con la cobertura de nubes, que en general disminuyó durante
el período del estudio, dejando pasar más radiación solar, y con la formación
de vapor de agua, que atrapa la radiación reflejada, saliente.
El propio
calentamiento global favorece las condiciones para que aumente la absorción y
disminuya el reflejo, algo que sucede con el aumento del deshielo, tanto de los
polos como de los glaciares, y con la formación irregular de tormentas y sistemas
nubosos que se focalizan repentinamente en zonas concretas del planeta, en algunos casos
ayudados por la geoingeniería, mientras que en otras zonas se forman sequías extremas
y se secan lagos, impulsando el calentamiento de amplias áreas terrestres que
en muchos casos, además, sufren de incendios y deforestación.
Otro factor
importante al analizar este aumento del desequilibrio energético es que ha
sucedido durante un período donde la actividad solar ha sido bastante baja. Por lo tanto, si persisten las condiciones de desequilibrio observadas en las mediciones satelitales y con
la previsión actual de que el Sol vaya aumentando su actividad, especialmente a
partir de los años 2024 y 2025, la diferencia puede aumentar conforme la Tierra
absorbe más energía y pierde sus capacidades de emisión hacia el exterior.
Al
principio de este artículo hablaba de Venus y sus extremas condiciones
actuales, y también de que no se prevé que la Tierra pueda llegar a una
situación tan terrible e imposible para la vida tal como la conocemos. Pero el
ser humano no parece ser consciente de todo lo que está aconteciendo y de que
el desequilibrio climático afecta a todo el planeta y va empeorando. Y la
geoingeniería no puede ser la solución, en realidad parece que esté causando
efectos negativos a nivel global y es un gran peligro si no se deja en manos de
verdaderos expertos que puedan calibrar y deliberar conscientemente todos sus
efectos, no solo en una zona sino a nivel planetario y teniendo en cuenta esta
vital relación Tierra-Sol. Además, tal como explica la doctora Karina von
Schuckmann, oceanógrafa y autora de un informe sobre el desequilibrio
energético publicado por el Sistema Global de Observación del Clima (GCOS, por
sus siglas en inglés): “Este calor que se almacena en el sistema de la Tierra
es, de hecho, “calor en la tubería”, que significa que el sistema de la Tierra
aún no ha respondido a este calor, aunque haya aumentado rápidamente”. Así que
de momento observamos una respuesta leve y tenemos que ser conscientes de que si
en algún momento hay una respuesta mayor, una liberación súbita y potente de
energía y calor acumulado, se pueden desencadenar muchos puntos gatillo que
conduzcan a eventos mucho más destructivos de los que ya estamos siendo
testigos.
Fuentes:
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