Redactado y publicado por David Arbizu
TODO ESTÁ CONECTADO
Habitamos un planeta de fuego, tierra y agua, pero
también de diversos tipos de gas. Todo ello ha permitido el desarrollo de una
biosfera y toda la gran diversidad que la habita. Esta es la perspectiva
observando solo el planeta en sí mismo, pero existe una relación con el espacio
exterior, especialmente con el Sol, sin la cual no sería posible que se dieran
las condiciones que hacen de la Tierra un planeta tan excepcional, tan vital y
luminoso como para haberse ganado el nombre de la Joya Azul, porque es así como
se ve desde el espacio.
Para analizar el clima del planeta, lo primero es
observar su relación con el Sol. En concreto, la cantidad de energía que recibe
del Sol, que absorbe en la atmósfera y en la superficie, y la cantidad de esa
energía que la Tierra refleja y emite al espacio. Para la Tierra y su biosfera
es imprescindible la llegada de los rayos solares, pero también lo es su
irradiación hacia el exterior. Cualquier desequilibrio entre estos dos factores
va a suponer una alteración climática, ya sea por exceso de calor o de frío. Desde
2005 se ha duplicado la absorción de energía solar, se ha debilitado su
reflejo. Parte de este desequilibrio se debe a las actividades humanas, con la
gran emisión de gases de efecto invernadero y toda la destrucción que se está
haciendo en el planeta, especialmente desde el período que llamamos
Antropoceno.
Para llegar a la situación actual, hay que comprender que hubo un
momento en que, una vez formado el planeta, también se formó su atmósfera, su
océano y su superficie, así como la estructura interna con su núcleo interno y
externo y sus capas del manto que llegan hasta la superficie, hasta la
litosfera. Tal como he dicho al principio, habitamos un planeta de fuego, tierra,
agua y gas. Se calcula que la atmósfera se formó hace unos 4.500 millones de años, a
partir de los gases emitidos por los volcanes y todos los movimientos
geológicos. El vapor de agua emitido en forma de gas se condensó y formó los
océanos, y esto facilitó que hace unos 3.500 millones de años aparecieran las
primeras bacterias y algas, que se iniciara un enorme proceso de fotosíntesis y
la atmósfera almacenara gran cantidad de oxígeno, permitiendo también la
aceleración del desarrollo de formas de vida.
Al estudiar la historia de la
Tierra se constata que estamos en un planeta donde se intercalan períodos
glaciares con interglaciares, y algunos períodos glaciares han coincidido con
extinciones masivas. Actualmente, a falta de realmente definir y aceptar
definitiva y científicamente que estamos en una nueva época llamada
Antropoceno, seguimos dentro del Holoceno, que es una época posglacial que
empezó hace unos 11.700 años y donde ya solo ha vivido una especie humana, el
Homo sapiens. El deshielo que marcó la entrada al Holoceno configuró la
superficie con una forma parecida a la que conocemos ahora, con casquetes
polares que se redujeron hasta el tamaño actual y un aumento del nivel del mar
que dibujó los continentes y las separaciones de los océanos existentes.
En
general, el Holoceno es una época de bonanza climática, con pocas situaciones
extremas y peligrosas para la supervivencia. Esto ha permitido la evolución de
la especie humana y también la biodiversidad del planeta, así como la
estructuración de unos patrones climáticos suficientemente equilibrados como
para sostener los diversos ecosistemas, los diversos climas que permiten la
biodiversidad y que las diferencias sean justamente parte del equilibrio.
Es
importante comprender que cuando hablamos de patrones climáticos no hablamos
solo del planeta en concreto, sino también de su relación con el exterior. Ya
he nombrado que una relación vital es la que tiene la Tierra con el Sol, y de
hecho se ha demostrado científicamente que existen unos corredores espaciales
que conectan el planeta y la estrella. El Sol también pasa por sus ciclos de
mayor y menor actividad, y para que la relación sea óptima la Tierra tiene que
tener su sistema de protección funcionando adecuadamente, su magnetosfera.
Actualmente se está detectando un desequilibrio en el núcleo interno de la
Tierra que también afecta al núcleo externo, que es el que sostiene el campo de
protección del planeta, al igual que se ha comprobado esa debilidad en la
reflectividad solar que está habiendo ahora. También sabemos que el Sol ha
pasado por un ciclo de muy baja actividad solar, y que ahora, en el ciclo 25,
considerado también de baja actividad, se espera que aumente la actividad entre
los años 2024 y 2025.
La baja actividad solar permite una mayor entrada de
rayos cósmicos, que también cargan de radiación el planeta y pueden provocar un
aumento de la cobertura de nubes, algo que se ha demostrado que tiene más
efecto sobre el bloqueo de la radiación que expulsa el planeta que sobre la
entrada de radiación solar. Por otro lado, hay teorías científicas, como la
Teoría de Milankovitch, que consideran que esa relación Tierra-Sol no depende
tanto del ciclo solar y la capacidad de reflexión de la Tierra sino de la situación
de la Tierra respecto al Sol, tanto a nivel de la excentricidad de su órbita
(que sea más o menos elíptica) como del movimiento de precesión y su oblicuidad o ángulo del eje de rotación de la Tierra. Actualmente se considera que la
órbita va perdiendo excentricidad y volviéndose más circular, algo que
significa menos diferencias entre estaciones. También se está perdiendo
oblicuidad, algo que expresaría menos diferencias climáticas entre veranos e
inviernos y un patrón de enfriamiento general porque los rayos solares llegan
con menos fuerza a los polos y latitudes altas, favoreciendo el aumento y
mantenimiento de las capas de hielo y nieve, un mayor reflejo solar y una
posible glaciación. Actualmente, la precesión muestra que en el hemisferio
norte el solsticio de verano coincide con el afelio (máxima distancia del
planeta respecto al Sol), algo que supone veranos más frescos. Así que, aunque
parezca increíble, respecto a los Ciclos de Milankovitch nos encontramos en una
situación favorable para una mini-glaciación o al menos enfriamiento muy
notable. Pero actualmente no se puede considerar ninguna teoría sin tener en
cuenta toda la situación actual en muchos otros aspectos, y especialmente con
todo lo que significa la acción del ser humano como desencadenante de enormes
desequilibrios planetarios. También puede haber cambios planetarios de gran
envergadura por diversos motivos. Por ejemplo, en el año 2010, los Inuit ya
advirtieron a la NASA que el planeta había cambiado su posición, refiriéndose
al eje de rotación.
Para hablar de la actual crisis climática, es
imprescindible entender la interconexión que hay entre todos los sistemas,
ciclos, patrones y energías que intervienen. Si hablamos de los rayos cósmicos,
también estamos hablando de la atmósfera de la Tierra porque es el primer punto
de contacto con esos rayos. Actualmente se ha detectado un debilitamiento y
desequilibrio general de la atmósfera, cómo partes de la atmósfera superior se
están contrayendo debido al aumento de los gases de efecto invernadero. Esta
contracción también está relacionada, curiosamente, con un enfriamiento, porque
el dióxido de carbono acumulado en la capa inferior de la atmósfera atrapa el
calor y también lo emite con una rapidez inusual, dificultando que ese calor se
mantenga en las capas superiores y favoreciendo que se pierda en el espacio
exterior. Cualquier desequilibrio de una capa de la atmósfera va a afectar a
las otras capas, como a la capa de ozono, a la ionosfera y a la exosfera, la
capa más externa que entra en relación con todas las partículas, rayos y
energías extraplanetarias, donde es importante que exista una fuerza energética
que permita esa relación conforme se desvanece la energía y se dispersan los
gases del planeta al fundirse en una composición similar a la del espacio
exterior.
El gran desequilibrio actual afecta a todos los elementos que se
expresan en la Tierra y que son parte de los patrones climáticos, unos patrones
climáticos que se forman por la interrelación entre ellos. Además, los patrones
climáticos no solo hay que observarlos en la zona superficial donde
consideramos que se desarrolla la biosfera, desde el fondo marino hasta la
altura de la atmósfera que permite la vida, sino también en la interrelación
entre el interior y el exterior del planeta. Parece que en el interior del
planeta domine el elemento fuego, y de hecho se ha constatado cómo materiales
del núcleo se elevan a través de todos los movimientos de convección y filtrado
entre capas y pueden llegar a la superficie en forma de magma. Pero también
últimamente se han publicado investigaciones que demuestran cómo el agua vuelve
a entrar en el interior desde las zonas de subducción entre placas tectónicas,
y que esa agua puede entrar a mucha más profundidad de lo que se pensaba. Y junto
con el agua también entran gases que se descomponen, que se adhieren a rocas, a
flujos magmáticos. Así que todo es un gran cuerpo planetario con todas sus
relaciones externas, porque, por ejemplo, se sabe que los rayos solares afectan
al movimiento de las placas tectónicas. También es un gran cuerpo planetario con
toda una complejidad propia que es muy difícil de imaginar por su enorme
envergadura y precisión. El
desequilibrio y crisis climática actual es una fórmula donde se expresan todas
estas variables y funciones, y donde todas ellas, de algún modo, han sido
alteradas por el ser humano.
Actualmente, a 6 de agosto de 2021, el planeta
está lleno de incendios devastadores y de tormentas extremadamente
destructivas. Las altas temperaturas generan domos de calor que forman un clima
propio en la zona donde se establecen. También los grandes incendios están
creando condiciones atmosféricas inusuales y particulares que los alimentan
todavía más. Las olas y cúpulas de calor se asientan sobre la superficie
terrestre, y el calor de la superficie del agua de océanos y mares también se
fortalece. Muchos incendios han sido provocados por caída de rayos, pero
también muchos lo han sido por accidentes de líneas eléctricas que están
saturadas y expuestas a temperaturas que no pueden tolerar.
Las corrientes de
vientos están desestructuradas porque también dependen del gradiente térmico
entre los polos y el ecuador, que cada vez muestra menos diferencia de
temperaturas, con un Ártico principalmente llegando a puntos de inflexión en su
capa de hielo que dificultan la formación correcta de altas y bajas presiones,
la relación con los océanos Atlántico y Pacífico y, consecuentemente, una
corriente jet stream débil y desequilibrada, con oscilaciones que provocan
descensos de frío polar en invierno hacia latitudes más bajas y ascensos de
corrientes cálidas hacia el Ártico. La debilidad de la corriente jet stream también
provoca que las tormentas se muevan con más lentitud y las altas temperaturas
retengan mucha más carga de humedad. Entonces se desarrollan tormentas
terribles como las de Alemania, Bélgica, China, incluso en zonas con sequía.
La
gran cantidad de gases de efecto invernadero acumulada en la atmósfera favorece
el calentamiento global y que, en general, el planeta se esté literalmente
tostando. Por eso las sequías son tan devastadoras y se están secando ríos,
lagos, acuíferos, y también se está acelerando el deshielo del permafrost. Las
cenizas de los incendios también contaminan la atmósfera y pueden absorber
gases contaminantes. Aparte de los efectos nocivos para la salud, cuando llegan
al Ártico o a los grandes glaciares ensucian la capa superior impidiendo el
correcto reflejo de los rayos solares y un todavía mayor deshielo.
Son muchos
los volcanes en actividad, emitiendo gases y cenizas que influyen en el
calentamiento global y en la densificación de la atmósfera. También los
terremotos muestran un notable movimiento de las placas tectónicas por la
presión interna, pero también hay que tener en cuenta la presión externa de las
placas, tanto por la presión que genera el paso de grandes tormentas como por
la mayor o menor llegada de rayos solares y el enorme cambio de peso sobre diversas
placas que produce el deshielo o también que un gran lago se seque. Esto
también afecta el equilibrio del planeta en su cuerpo, como esfera que gira
alrededor de un eje que muestra una inclinación concreta, porque un cambio de
peso sobre una zona va a ocasionar un reajuste sobre el giro y su eje. Un
pequeño cambio en el ángulo del eje de rotación también implica cambios y
desajustes en las estructuras que sostienen los vientos, como las celdas que se
observan en la imagen superior. También provoca cambios en la estructura de altas y bajas presiones que se relaciona con las celdas y las corrientes atmosféricas. Se ha comprobado que algunos grandes terremotos
han movido el eje de la Tierra. Por ejemplo, esto sucedió debido al terremoto
de Sumatra de 9,1 grados del 2004, al terremoto de 8,8 grados de Chile del 2010
y al terremoto de Japón de 9,0 grados del 2011.
Acaban de publicarse dos
noticias que anuncian el debilitamiento de la Corriente del Golfo y de la
Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés).
Ambas corrientes forman parte del Cinturón Transportador Oceánico o Circulación
Termohalina, de la cual depende la estabilidad de muchos patrones climáticos,
tanto de nivel planetario como más regionales o locales.
Todo está
interconectado y la crisis climática nos muestra su aspecto global y también
concreto en diversas zonas, de manera que estamos ante un funcionamiento
holográfico de un planeta, donde los efectos de un árbol que se quema en Canadá
pueden influenciar el clima de Filipinas, por ejemplo. La situación actual,
donde destacan los grandes incendios, sequías y olas de calor junto con las grandes
tormentas con caída de granizo e inundaciones son un patrón global que también
se repite por zonas. El calentamiento del este del océano Pacífico afecta toda
la zona oeste de Norteamérica, con partes con mucho calor e incendios,
principalmente en Estados Unidos y Canadá, y zonas de paso de tormentas e
inundaciones, especialmente en el centro-oeste y noroeste de México. En el
oeste del Pacífico se forman tormentas al este de Filipinas que conforme
avanzan impulsan el poder de los monzones, provocando lluvias torrenciales en
China, Bangladesh y otros países del este asiático. El debilitamiento de la
Corriente del Golfo también impulsa la formación de tormentas frente a la costa
este de Estados Unidos, y una mayor posibilidad de altas mareas sobre las costas,
con los efectos de la subida del nivel del mar. El mar Mediterráneo también
está muy caliente y es un mar extremadamente degradado, ya que casi es un mar
cerrado y muy contaminado, y la renovación que debería llegar de su contacto
con el Atlántico no es suficiente. Así que también nos encontramos con sequías
e incendios, y la formación repentina de tormentas devastadoras que se forman
en el interior de Europa al chocar con masas de aire más frío. Aunque
principalmente hablamos del hemisferio norte, también en el hemisferio sur está
habiendo graves sequías y grandes tormentas. Por ejemplo, en la Amazonia los
ríos van muy cargados gracias a las lluvias, pero en el sur de Brasil y toda la
cuenca del río Paraná la sequía ha conducido a uno de los cauces más bajos
jamás registrados. En África se han registrado graves inundaciones en Sudán y
también severas sequías en Angola, con un nivel de hambruna extremo.
Si todo lo
observamos desde la influencia que está teniendo el ser humano sobre la crisis
climática, podemos observar muchos factores diversos:
- Las grandes detonaciones
nucleares también pueden haber afectado al eje de rotación.
- La continúa
extracción de todo tipo de materiales produce cambios en el equilibrio del
suelo. Se sabe que el fracking provoca movimientos sísmicos, o que las enormes
extracciones de arena que, por ejemplo, se han realizado en importantes ríos de
China, han provocado cambios del flujo, del cauce y de todo el ecosistema.
- La
continua emisión de gases de efecto invernadero está desequilibrando las capas
de la atmósfera e impulsando el calentamiento global.
- La deforestación provoca
que no se produzcan lluvias en zonas determinadas que son básicas para el
funcionamiento de otros patrones.
- La urbanización de las ciudades, con cemento
y alquitrán cubriendo el suelo, hace aumentar las temperaturas, impide que
respire la Tierra y provoca inundaciones porque el agua pierde lugares por
donde ser absorbida por el suelo.
- La geoingeniería provoca desequilibrios. En
especial, la siembra de nubes puede estar impulsando muchos eventos de
tormentas imprevistas y con caída de precipitaciones récord tanto a nivel de
cantidad como de intensidad en poco tiempo.
- La extinción de animales también
provoca desajustes en los sistemas de la Tierra. Por ejemplo, los cetáceos activan
los meridianos y líneas energéticas del planeta. También muchos hábitats y
ecosistemas dependen de la biodiversidad que los habita, del equilibrio de su
cadena trófica para subsistir.
- La reforestación que se está realizando en
muchos lugares debería tener en cuenta qué especies utilizar. Los
monocultivos son perjudiciales y hay que respetar la flora y fauna de cada
región, de lo contrario el efecto es peor que dejar que la naturaleza se
recupere a su ritmo y voluntad.
- El ser humano es el gran generador de plagas
de especies invasivas que destruyen y desequilibran ecosistemas.
- Los incendios
son cada vez más devastadores porque las áreas urbanizadas entran en exceso en
los bosques. Ahora muchos incendios se deben a accidentes de la red eléctrica
porque no soporta la demanda excesiva y no está preparada para las altas
temperaturas actuales.
- En la agricultura, siguen utilizándose pesticidas y
herbicidas que cuando llegan a arroyos, ríos o al mar producen zonas muertas,
hipoxia y gran mortandad de peces, así como la floración de algas tóxicas y la
muerte de la vegetación marina por la falta de llegada de luz solar.
- Sigue
habiendo grandes accidentes marítimos, ferroviarios, etc. que provocan enormes
contaminaciones sobre el suelo, los ríos, los océanos, las costas, los manglares
y los arrecifes de coral. Se están perjudicando estructuras que pueden ser
vitales para el buen funcionamiento de una pequeña corriente marina, y de
esa pequeña corriente puede depender otra mayor.
- La producción de energía es
extremadamente contaminante y peligrosa, tanto si es a través del carbón como
si hablamos de centrales nucleares cuyas fugas y accidentes deterioran los
sistemas de todo el planeta.
- La contaminación del plástico alcanza a todos los
océanos y también a todos los continentes.
Está claro que este planeta tiene un
funcionamiento muy preciso y todo está interconectado para que los
desequilibrios sean mínimos o exista la suficiente energía y vitalidad para
afrontarlos en una adaptación saludable. Ahora todo está acelerado y
desequilibrado, y la aceleración conlleva estrés de los patrones, ciclos y
sistemas, incluso reacciones de ralentización. De hecho, las extinciones
masivas corresponden a eventos como el impacto del meteorito en el Yucatán,
grandes erupciones volcánicas o, tal como se ha publicado esta semana: “La gran
extinción registrada hace 252 millones de años coincidió con un repentino
aumento y posterior descenso del contenido de oxígeno en el océano”.
PRINCIPALES
ZONAS AFECTADAS POR INCENDIOS Y TORMENTAS EN EL MOMENTO DE PUBLICAR ESTE
ARTÍCULO:
INCENDIOS:
- Turquía
- Oeste de Estados Unidos
- Oeste de Canadá
- Grecia
- Norte de Macedonia
- Albania
- Líbano
- Norte de Rusia
- Zambia
- República Democrática del Congo
TORMENTAS E INUNDACIONES:
- Alemania
- Bélgica
- China
- Norte de México
- India
- Filipinas
- Bangladesh
- Myanmar
- Afganistán
- Colombia
- Sudán y Sudán del Sur
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