domingo, 13 de febrero de 2022

EL PELIGRO DE LAS SUPERBACTERIAS

Redactado y publicado por David Arbizu


En 1945, en la ceremonia en la que se le concedió el premio Nobel, Alexander Fleming pronunció estas palabras: "Llegará un día en que cualquier persona pueda comprar la penicilina en las tiendas. Entonces existirá el peligro de que un hombre ignorante pueda fácilmente tomar una dosis insuficiente, y que al exponer a sus microbios a cantidades no letales del fármaco los haga resistentes". En el momento presente podemos afirmar que esa profecía se ha cumplido y que no solo se debe a la facilidad de adquirir fármacos en un tienda o farmacia, sino que se ha llegado desde hace años a un uso excesivo en muchos otros ámbitos, especialmente en el sector de la agricultura y la ganadería, además de en todo el amplio sector de la salud si consideramos las recetas médicas y el abuso generalizado en hospitales e instalaciones enfocadas en la salud humana. Este abuso, que para muchas personas y sectores llega a un nivel extremo de dependencia, representa un gran peligro para la salud humana y también para la salud de toda la biosfera, de todos los seres vivos.

Relacionado con todo esto, ya hace años que se escucha hablar de "superbacterias" para referirse a bacterias y microbios que son resistentes a todos o a la mayoría de los fármacos existentes, algo que se genera porque las bacterias hacen mutaciones como respuesta al uso de fármacos. Muchas organizaciones, científicos y médicos están alertando del gran peligro que representa que los antibióticos dejen de funcionar, y que nos dirigimos hacia un futuro que sería como retroceder en el tiempo perdiendo todo lo que se ha ganado a nivel de salud y expectativas de vida. Algunas enfermedades bacterianas, como la neumonía, la tuberculosis, la gonorrea, la salmonelosis y las enfermedades de transmisión alimentaria, ya se están quedando sin tratamientos eficaces. Esto significa que si no se toman medidas urgentes nos dirigimos hacia un futuro cada vez más próximo sin antibióticos útiles y efectivos, donde una infección o lesión común considerada menor se podrá volver potencialmente mortal, o donde tratamientos como la quimioterapia, administrada a pacientes con cáncer y que provoca la bajada de defensas y la posibilidad de infecciones, potenciará un alto riesgo para la vida del paciente.


Podemos observar que estamos hablando del peligro general para la salud y, como siempre, del peligro para nuestro sistema inmunitario y todo lo que significa. Tal como ha demostrado la pandemia de la Covid-19, la globalización implica la transmisión de enfermedades y favorece las pandemias, y esto también es aplicable a que la resistencia a los antimicrobianos también se vaya extendiendo a nivel global. Además, tal como se ha visto con el virus de la Covid-19, las bacterias y microbios también tienen una forma de actuar con un nivel de inteligencia, acelerando mutaciones e incluso traspasando nuevas capacidades de resistencia a otras bacterias incluso ni que no sean de su misma familia o categoría.

En la década de 1980 se efectuó uno de los primeros descubrimientos de bacterias resistentes a antibióticos, al ver la resistencia de algunas cepas de la bacteria Klebsiella pneumonie a muchos medicamentos hasta entonces efectivos. Entonces se empezó a utilizar otro grupo de antibióticos de última generación para sustituir a los que ya no daban resultados, pero en 1996 las bacterias habían desarrollado capacidades para destruir a esos antibióticos. En el año 2009 se observaron nuevos mecanismos de resistencia y también cómo esa bacteria había transmitido el mecanismo de resistencia a otra bacteria de otra especie, en este caso de la E-coli. Este aumento y expansión de capacidades ha obligado a la utilización de antibióticos más potentes en algunos casos, como la colistina, que altera la membrana celular de la bacteria y la mata, aunque ya exige mucha precaución en su suministro por su elevada toxicidad, pero en el año 2010 ya se comprobó la resistencia de esa cepa de bacterias también a la colistina y en el año 2015 la capacidad de resistencia se había extendido a otras bacterias. En el año 2016 ya hubo un caso de una mujer que murió en Reno, Estados Unidos, debido a una infección incurable provocada por ese tipo de cepa del que he hablado, que en ese momento ya era resistente a los 26 antibióticos diferentes disponibles en Estados Unidos y los hacía inefectivos.

En el año 2016 el Gobierno británico realizó un estudio con la conclusión de que los microbios resistentes a fármacos mataban a 700.000 personas cada año en el planeta, y añadía que en 2050 se podría llegar a 10 millones de muertes. El microbiólogo español Bruno González Zorn alerta de que la Covid-19 ha empeorado la pandemia silenciosa de las superbacterias y ha declarado: "Puede que los 10 millones de muertes ya no ocurran en 2050, sino en 2040 o en 2030".


Entre otros, destacan dos aspectos importantes y a la vez muy negativos de este problema. Uno de ellos tiene que ver con la imagen superior, de una persona tapándose la nariz debido al fuerte olor pestilente del río Isakavagu, en India, y se refiere a la gran contaminación que causan las fábricas de antibióticos con sus vertidos, con sus residuos y legislaciones permisivas en la mayoría de países de todo el mundo. Si además se trata de países como India, referente de países con mínimo control y legislación, la contaminación de vías fluviales, de acuíferos, del suelo y del aire puede llegar a ser catastrófica y totalmente enfermiza provocando la extensión de antibióticos por la biosfera y resistencias y mutaciones de bacterias y microbios. Pero también son noticias países como Croacia, donde la contaminación producida por una fábrica de azitromicina, situada además muy cerca de Zagreb, ha provocado la contaminación del río Sava, que ha quedado ampliamente colonizado por bacterias resistentes a antibióticos. Otro tema relacionado directamente con la industria farmacéutica es que no hay interés ni inversión en desarrollar nuevos antibióticos porque no obtienen suficientes beneficios económicos, pero sí que investigan e invierten en productos contra el cáncer y lo han hecho y siguen haciendo para la vacuna de la Covid-19, especialmente porque esto sí que les interesa económicamente. Esto implica un futuro a corto plazo sin nuevos medicamentos que superen las superbacterias y una dramática situación para la salud a nivel global.

Tal como ya he señalado antes, otro aspecto que tiene que ver con la Covid-19 es el aumento de la utilización de fármacos en la mayoría de hospitales, ya que se ha estado buscando alguno que fuera efectivo. En España, solo entre febrero y marzo de 2020, el uso de la azitromicina aumentó un 400%, y el de la doxiciclina un 517%, y aunque después de ese momento tan extremo se volvió a reducir su utilización, el daño ocasionado a nivel de resistencia bacteriológica ha sido muy impactante. En Chile, por ejemplo, se considera que ya hay niveles de resistencia a los fármacos que no se esperaban detectar hasta el año 2030. Es interesante el dato de que actualmente en los hospitales se registran la mitad de infecciones que en 1990, pero las infecciones actuales son más severas y mortales. A esto se le llama "capitalismo genético" y significa que una bacteria con un índice de resistencia tiene mayor capacidad de subsistir y por lo tanto de seguir adquiriendo más mecanismos de resistencia, volviéndose una potente superbacteria.


La imagen superior muestra el recorrido de una bacteria volviéndose fármaco-resistente y llegando a vegetales, animales y humanos. La imagen también nos alerta de algo que es extremadamente perjudicial y que es el suministro de antibióticos a animales de granja, tanto para que no enfermen como para que crezcan rápidamente. Imaginemos esto si hablamos de epidemias de enfermedades de animales que sean bacteriológicas y puedan expandirse con el traslado de animales de granja y también a través de animales silvestres que de algún modo entran en contacto y se infectan, además de que la infección puede llegar al beber agua de un río o comer otro animal o vegetal. Todo ello entra dentro del peligro que los expertos están anunciando como la posible nueva pandemia, donde las superbacterias podrían ocasionar que fuera mucho peor que la pandemia de la Covid-19 y que, al querer tomar medidas contundentes, la expansión del problema a nivel global provocara que esas medidas fueran totalmente ineficaces. Hay que tener en cuenta que incluso se ha detectado resistencia en las bacterias de los océanos.

En la imagen vemos el inicio del proceso a partir de los antibióticos, que vemos representados en la parte superior central dentro de un hexágono. A partir de ahí, siguiendo a la izquierda se señala que los reciben los animales y que se desarrolla resistencia de las bacterias que llegan a los humanos tanto a través del consumo de los propios animales como a través de vegetales infectados por fertilizantes o regadío.
Si desde la imagen de los antibióticos vamos a la derecha vemos cómo llegan directamente al ser humano al ingerirlos y cómo la persona los propaga sobre las personas más próximas y también si ingresa en un hospital, infectando a otros pacientes que al regresar a sus casas llevan consigo la infección y la expanden.

Algo que también es importante y que ha beneficiado a todo el sector farmacéutico es la falta de información y explicaciones sobre el peligro del abuso de fármacos, permitiendo que las personas se automediquen y que también los médicos los prescriban masivamente, y todo ello impulsa que muchas personas se hagan farmacodependientes, siendo además manipuladas por anuncios y la permisibilidad de que se mantengan en la ignorancia. En España, por ejemplo, hay una gran dependencia de productos farmacéuticos, muchas veces sin una constatación médica real de que la persona lo necesite, y en una encuesta realizada en 2018 se demostró que uno de cada tres encuestados pensaba que los antibióticos curan los resfriados, cuando en realidad los resfriados están provocados por virus, no por bacterias.

Entonces es necesario un cambio urgente del uso de los antibióticos, de la forma de prescribirlos, de ese comportamiento arraigado y muchas veces peligroso y erróneo de buscar siempre la solución rápida en una pastilla. Pero también son necesarias las investigaciones científicas enfocadas en soluciones que no estén solo influenciadas por los beneficios económicos, también es necesario que los gobiernos pongan en marcha planes para concienciar a la población sobre cómo se deben utilizar los fármacos y al mismo tiempo evitar la propagación de enfermedades, y realizar un buen control sobre el sector de la agricultura y la ganadería para detener el uso inadecuado de antibióticos y buscar alternativas saludables. Todo ello, resumido en pocas palabras, sería decir que el ser humano debe actuar desde un nivel de conciencia más elevado, siendo consciente de los resultados negativos que conllevan sus decisiones egocéntricas, unos resultados y respuestas que cada vez llegan con más rapidez y que ya le afectan directamente a él mismo, no solo a otros seres vivos y a la biosfera, de forma que ese comportamiento y actos desde un nivel de conciencia más elevado van a ser fundamentales para la propia subsistencia.






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