Redactado y publicado por David Arbizu
Voy a empezar este artículo definiendo algunos conceptos
y empezando por el de "campo electromagnético": Un campo electromagnético (CEM)
es una combinación de ondas eléctricas y magnéticas producidas por la
oscilación o aceleración de cargas eléctricas que se desplazan a la velocidad
de la luz y que pueden viajar por el vacío. Otro concepto importante es el de "radicación electromagnética", que es la propagación de energía en forma de
ondas electromagnéticas. Muchos dispositivos y aparatos fabricados por el
hombre generan campos electromagnéticos. Algunos de los más destacados y
conocidos son: las líneas de media y alta tensión, los transformadores
eléctricos, los electrodomésticos como neveras, hornos microondas, secadores de
pelo, radios y televisores, las pantallas de ordenador, los dispositivos
antirrobo y de seguridad, los teléfonos inalámbricos, los teléfonos móviles, las
antenas de telefonía móvil y dispositivos como el Wi-Fi o el Bluetooth.
El
avance continúo a nivel tecnológico que hace el ser humano provoca la creación de
dispositivos enfocados en ofrecernos diversos servicios, en diversos ámbitos, para
mejorar nuestra vida, o al menos esto sería lo que se esperaría si al mismo
tiempo habláramos de un ser humano desarrollando esa tecnología con un mayor
nivel de conciencia del que actualmente tiene, porque la tecnología no debería
conllevar efectos secundarios nefastos para la salud de ningún ser vivo ni de
la biosfera. Desgraciadamente, una parte importante de esa tecnología responde
al capitalismo y a la economía de mercado, donde es más importante ofrecer
cosas y toda la motivación y manipulación para querer tenerlas que no buscar la
sanación, la elevación y la reparación de lo dañado, el reequilibrio y la
armonía planetaria.
Observando todo el constante crecimiento de las tecnologías,
es fácil concluir que los campos electromagnéticos de los dispositivos, sean
los que sean pero especialmente todos los que están relacionados con la
telefonía y las conexiones de Internet, son cada vez más potentes y que en
lugares donde hay mayor aglomeración de habitantes, como las grandes ciudades,
sus efectos biológicos sobre los seres que allí viven se van multiplicando sin
cesar.
Cuando nos exponemos a un campo electromagnético, una parte de la
radiación es reflejada, otra parte nos atraviesa y otra parte la absorbemos. Todas
estas respuestas al contacto con un campo electromagnético provocan
alteraciones, y como siempre sucede encontramos expertos que afirman
rotundamente que no son nocivas y otros que dicen rotundamente lo contrario, y en
todos los casos, todos se basan en enormes estudios y pruebas indiscutibles.
Relacionado con esto, en el año 2006 la Organización Mundial de la Salud
publicó un artículo científico titulado “Los campos electromagnéticos y la
salud pública: estaciones de base y tecnologías inalámbricas”, donde se analizaban
los posibles daños relacionados con las tecnologías inalámbricas. Dicho
documento concluía que “teniendo en cuenta los muy bajos niveles de exposición
y los resultados de investigaciones reunidos hasta el momento, no hay ninguna
prueba científica convincente de que las débiles señales de radiofrecuencia
procedentes de las estaciones de base y de las redes inalámbricas tengan
efectos adversos en la salud”. También desde la Organización Mundial de la Salud,
cuando se empezó a prever la implementación de la tecnología 5G, se señalaba
que “dado que la tecnología 5G se encuentra en una etapa temprana de
implementación, los estudios sobre la exposición a los campos de
radiofrecuencia aún están bajo investigación”, y añadían que “después de muchas
investigaciones no se había detectado ningún efecto adverso para la salud
relacionado causalmente con la exposición a tecnologías inalámbricas”, pero
también señalaban que se estaban realizando más investigaciones y que en el año
2022 se publicaría una evaluación sobre los posibles riesgos para la salud. Así
que podemos ver claramente que se ha implementado la tecnología 5G en muchas
partes del mundo mientras la propia Organización Mundial de la Salud dice que
darán a conocer los posibles riesgos después, cuando el planeta ya esté lleno
de la red 5G.
Lo que es indiscutible es que la radiación de radiofrecuencia 5G
utiliza una combinación de tres tipos de radiación, que van desde ondas de
radio de energía relativamente baja hasta radiación de microondas con mucha más
energía y ondas milimétricas que también son de energía más potente. El peligro
de la tecnología 5G reside justamente en el uso de las frecuencias que son extraordinariamente
altas. Las frecuencias 4G alcanzan los 6 GHz, pero las frecuencias 5G provocan
una exposición a señales pulsadas en el rango de 30 GHz a 100 GHz. Antes del
desarrollo e implementación de la tecnología 5G, ningún ser vivo de este
planeta, humano o no, había estado expuesto a frecuencias tan altas durante
largos períodos de tiempo. Además, nuestros ojos y nuestros conductos
sudoríparos actúan como antenas para la absorción de las ondas 5G de mayor
frecuencia.
Debido a que las distancias que pueden recorrer estas ondas de alta
energía son relativamente cortas, se requiere que haya más transmisores y que
estén más cerca de los lugares donde tengan que llegar esas ondas. Dicho de
otro modo, en una zona habitada la implementación completa de la red 5G
agregará el equivalente a una torre celular por cada 2 a 10 casas. De todas
formas, muchos estudios realizados con la red 3G o la 4G ya advierten de
efectos muy perjudiciales para la salud, especialmente debido al contacto con
los teléfonos móviles. Por ejemplo, un estudio llamado Cerenat constata que el
uso del móvil, incluso 30 minutos al día, duplica o triplica el riesgo de
padecer un tumor cerebral. Quizás el estudio que ha tenido más repercusión durante
el año pasado, 2021, ha sido el realizado por el Programa Nacional de
Toxicología del Instituto Nacional para la Salud y la Seguridad Ambiental de
Estados Unidos. La parte negativa del estudio es que se hizo sobre ratones de
laboratorio, pero ha demostrado indiscutiblemente el efecto cancerígeno de las emisiones
de los teléfonos móviles. En este estudio se demuestra la relación entre una
exposición elevada y la aparición de tumores malignos en el corazón, así como
la muy posible relación con la aparición de tumores malignos cerebrales y de
cáncer en las glándulas adrenales.
Otro concepto importante para poder hablar
de estas tecnologías y de los campos electromagnéticos es el del "espectro
electromagnético". El espectro electromagnético es el conjunto de radiaciones
electromagnéticas que existen en el universo. Las diversas propiedades de las
radiaciones, como la longitud de onda, la frecuencia y la energía, sirven para
calificarlas y dividirlas en regiones diferentes, que al mismo tiempo estarán
reflejando su utilidad basándose en los diversos tipos de transmisión en el
espacio que faciliten. Estas radiaciones, estas transmisiones, son el
fundamento de las telecomunicaciones, las emisiones de radio y televisión, los
servicios de seguridad y emergencia junto con todo lo relacionado con ejército
y defensa, la navegación aérea, los servicios de meteorología y todas las
posibilidades que obtenemos gracias al Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por
sus siglas en inglés), además de muchas otras cosas y dispositivos.
En esta imagen se
observa el espectro del 5G como el nuevo espectro, en el lado derecho, y se
observa cómo hay menos longitud de onda y, por lo tanto, ondas más seguidas y
acumuladas además de un gran aumento en el número de células que se traduce en
antenas receptoras y emisoras. Este rango se llama “banda mmWave” y se refiere
a estas ondas milimétricas en altas frecuencias que permiten alcanzar altas
velocidades de transmisión.
Otro concepto importante al hablar del espectro
electromagnético y de los campos electromagnéticos es la división entre
radiación ionizante y radiación no ionizante, algo que se puede observar en la imagen titulada "The Electromagentic Spectrum". La diferencia entre una y otra se basa en la energía que
transporta la onda, y concretamente al hecho de si esta energía es suficiente o
no como para producir la ruptura de enlaces químicos. Se considera que las
radiaciones no ionizantes, como las que se utilizan en telefonía móvil y otros
sistemas de comunicación, no tienen energía suficiente como para romper los
enlaces entre las células, y que por esta razón es muy difícil que puedan
provocar efectos irreversibles sobre la salud. Por otro lado, vemos que la
radiación ionizante puede llegar desde la exposición a rayos X, rayos
ultravioleta y rayos gamma, y que tiene un mayor nivel de peligro si llega
desde fuentes radioactivas, que normalmente estarían directamente relacionadas
con la energía nuclear. La radiación ionizante puede provocar la ruptura de los
enlaces de las células, afectar el ADN y todas las programaciones y cadenas
genéticas, y generar problemas muy peligrosos en muchos niveles de nuestra
salud.
Los campos electromagnéticos generados por dispositivos fabricados por
humanos siempre han provocado alteraciones en la salud, y también es cierto que
hay personas más vulnerables o sensibles que otras a ese electromagnetismo. Por
ejemplo, hay personas que no pueden cocinar con placas de inducción porque las
enferma. En general, está ampliamente reconocido que los campos
electromagnéticos pueden causar trastornos neurológicos, como irritabilidad,
cefaleas, trastornos del ciclo sueño, alteraciones sensoriales y depresión. También
pueden causar trastornos cardiovasculares, como alteraciones del ritmo cardíaco
e hipertensión arterial; trastornos reproductivos, como alteraciones del ciclo
menstrual, infertilidad y abortos; trastornos por tumores, principalmente
leucemias y tumores cerebrales; trastornos dermatológicos, como alergias; trastornos
endocrinos, como alteraciones de hormonas tiroideas, y trastornos inmunológicos,
pudiendo alterar completamente nuestro sistema inmunitario.
Algo que también es
importante saber al enfocarse en los efectos sobre la salud, es que existen dos
tipos de efectos: los efectos inmediatos o agudos, que rápidamente se pueden
detectar y calificar, y los efectos a largo plazo, que pueden tardar más tiempo
en detectarse con claridad. Esto ayuda a que sea más difícil demostrar algunos
efectos que tardan mucho en mostrarse como enfermedad aunque hayan empezado
mucho tiempo atrás, desde muchas recepciones de radiofrecuencias atrás, y ayuda
a la controversia y a que las personas, organizaciones, entidades y empresas
interesadas en que se crea que estas radiofrecuencias no son perjudiciales se
salgan con la suya.
Por ejemplo, un cáncer sigue un proceso de desarrollo que
se puede dividir en tres etapas. En la primera empiezan a surgir células
modificadas, y se considera la etapa de inducción; en la segunda etapa las
células modificadas no llegan a alterarse, y por eso se llama período de latencia; y
en la tercera etapa, que expresa la promoción del cáncer, esas células se
multiplican y se dispersan, llegando a la manifestación determinante de la
enfermedad. Lo que sucede es que, en el caso de los tumores sólidos, el período
de latencia puede ser bastante largo, de 15 a 30 años, y esto implica que
los estudios epidemiológicos duren mucho tiempo. Todo esto ayuda a que, a pesar
de que muchos estudios relacionan el impacto de los campos electromagnéticos
con la formación de tumores malignos, la Agencia Internacional para la
Investigación del Cáncer no llegue a esta conclusión determinante y clasifique
los campos electromagnéticos de radiofrecuencia como "posibles carcinogénicos".
Curiosamente,
la palabra "latencia", que se define como "Tiempo que transcurre entre un
estímulo y la respuesta que produce", también se aplica considerando el tiempo
que tardan los dispositivos para responderse mutuamente a través de la red
inalámbrica. Las redes 3G tienen un tiempo de respuesta de 100 milisegundos, el
de las redes 4G es de unos 30 milisegundos y el tiempo de respuesta de la 5G
puede ser tan corto como 1 milisegundo, algo que prácticamente es instantáneo.
Para ello, la red 5G tiene que utilizar antenas masivas, con múltiples
entradas y múltiples salidas, con la tecnología que permita múltiples
conexiones para enviar y recibir más datos simultáneamente. Todo esto significa
que más personas pueden conectarse simultáneamente a la red manteniendo un alto
rendimiento. Así que para el usuario representa una mejora notable del servicio
y todas sus posibilidades, pero para que sean capaces de captar ese tipo de ondas, los teléfonos móviles y dispositivos de las
personas conectadas a la 5G también tienen que tener antenas incorporadas en el
dispositivo con la misma tecnología.
Otro término muy actual relacionado con la 5G y la mayor velocidad de
transmisión y procesamiento de datos es “Internet de las cosas”, que significa
que los aparatos electrónicos están conectados entre sí y se harán realidad
nuevos servicios como el coche autónomo, la realidad virtual, la automatización
industrial e incluso niveles de robótica e inteligencia artificial mucho más
complejos y decisivos en nuestra vida diaria. Todo esto conduce a un futuro que
va a ir forzándonos a conectar y convivir con esos niveles de tecnología y con
todos los efectos de campos electromagnéticos de radio frecuencia, y ese futuro,
obviamente, también va a repercutir sobre la salud de todos los seres vivos del
planeta, tanto del mundo animal como del vegetal.
También veremos cómo aumentan
las enfermedades por hipersensibilidad electromagnética mientras, si no hay
cambios, tanto los gobiernos como las organizaciones y empresas interesadas en establecer
las nuevas tecnologías van a ir manipulando creencias, conocimientos y deseos
de materialismo para que la propia demanda justifique que todo se implemente.
De hecho, actualmente la Unión Europea ya ha respondido a las demandas
presentadas denunciando los perjuicios de la red 5G, y lo ha hecho expresando que
cada uno de los estados miembros debe considerar sus medidas de protección al
público de la radiación electromagnética dañina.
Por otro lado, muchas
organizaciones y entidades diversas advierten sobre toda la manipulación que se
está haciendo sobre las personas, especialmente sobre los jóvenes que viven
enganchados en sus pantallas. Especialmente en Europa, se está pidiendo que se
use la financiación comunitaria para poner en marcha campañas generales de
sensibilización de los jóvenes en materia de buenas prácticas en el uso del
teléfono móvil como, por ejemplo, realizar llamadas cortas, apagar los
teléfonos cuando no se utilicen y reducir el tiempo diario de uso, utilizar
dispositivos de manos libres y usar el teléfono móvil sólo en zonas con buena
cobertura. A nivel global, también se pide a la Comisión Internacional de
Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP) y a la Organización
Mundial de la Salud (OMS) que se muestren más transparentes y abiertas al
diálogo con todas las partes interesadas a la hora de fijar normas.
En general,
la población no es consciente de los efectos nocivos de estas radiofrecuencias
y ondas electromagnéticas, ni del peligro de la proximidad de antenas y dispositivos
emisores. Un ejemplo de dispositivos que está llegando a muchos hogares y
calles de muchas zonas habitadas son los lectores automáticos del consumo de
electricidad de las viviendas, y estos dispositivos envían ondas omnidireccionalmente, al igual que la mayoría, de manera que siempre van a estar
impactándonos. Todo ello favorece que nos podamos debilitar en varios aspectos,
ya sea por separado o a la vez, y también afecta a todos nuestros sistemas,
debilitando también nuestro sistema inmunitario, y ya estamos viendo, tal como
nos muestra la pandemia del Covid-19, la importancia de mantener un buen estado
de salud y un sistema inmunitario fuerte.
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