Redactado y publicado por David Arbizu
El Fondo Mundial
para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL
por sus siglas en inglés) publican
el Informe Planeta Vivo cada dos años. El primer informe se publicó en 1998, y
desde entonces se ha convertido en un referente para analizar la pérdida de
especies y el impacto de la actividad humana, algo que muestra el estado de
salud de la Tierra. El Informe Planeta Vivo sigue la evolución de 31.821 poblaciones
de fauna salvaje que corresponden a 5.230 especies de mamíferos, aves, peces,
reptiles y anfibios de todo el mundo. La finalidad de este seguimiento y
muestreo, cuyos datos registrados empiezan en 1970, es medir los cambios en la
abundancia de la vida silvestre y generar un índice de existencia de vida en
nuestro planeta.
Durante la segunda semana del mes de octubre se publicó el
Informe Planeta Vivo 2022, un informe que transmite la aceleración de la sexta
extinción masiva con una pérdida promedio del 69% de las poblaciones
monitoreadas en prácticamente 50 años. A pesar de que la cifra corresponde solo
a las 5.230 especies que forman parte de este programa y análisis, los números
dejan muy claro que estamos afrontando una grave extinción que también podemos
llamar “emergencia planetaria”. Desde la organización WWF explican que el
Informe Planeta Vivo no es una expresión directa de la abundancia de las
especies a nivel planetario, pero sí que es un indicador de la salud de los
ecosistemas, de cómo se está perdiendo de forma contundente la biodiversidad y
también de que las poblaciones de algunas especies disminuyen con más rapidez
que otras debido a que responden con menor capacidad de adaptación y
supervivencia a las presiones que afectan sus hábitats.
Una de las especies
estudiadas son los leones marinos australianos, con una reducción del 64% de
crías entre 1977 y 2019. Por desgracia, el informe siempre acaba centrándose en
las actividades humanas que destruyen los hábitats, ya sea contaminándolos y/o por
la deforestación, por todo el impacto de la agricultura, la ganadería y la
pesca y por los bloqueos en los terrenos y vías fluviales que no permiten la
movilidad de las especies, además de todo lo que representa la urbanización
de espacios naturales. En el caso concreto de los leones marinos, se considera
que las causas de la reducción de su población han sido la caza, el enredo en
artes de pesca u otros desechos marinos y las enfermedades, muchas veces
provocadas por la contaminación. Además, las actividades humanas son la causa
principal de la crisis planetaria, del calentamiento global y el desequilibrio
de los patrones climáticos que se están experimentando en todo el planeta, y todo
ello está provocando la extinción de muchas especies mientras el propio ser
humano va viendo que el desequilibrio climático se está volviendo peligroso
para su propia supervivencia. Al mismo tiempo no se toman medidas contundentes
para detener una situación que va empeorando y acelerándose mucho más rápido de
lo que cualquier estudio científico haya indicado. Tal como expresa Tanya
Steele, directora ejecutiva de WWF-Reino Unido: “A pesar de la ciencia, las
proyecciones catastróficas, los discursos y las promesas apasionadas, los
bosques en llamas, los países sumergidos, las temperaturas récord y los
millones de desplazados, los líderes mundiales continúan sentados y observando
nuestro mundo arder frente a nuestros ojos”.
Desde el Informe Planeta Vivo se
insiste en transmitir que la crisis climática y la crisis de la naturaleza, de
la biodiversidad, están entrelazadas y están generadas e impulsadas por el
abuso insostenible de la humanidad sobre los recursos naturales del planeta,
sobre la biocapacidad de la Tierra. Ya son muchos los científicos que señalan
que estas dos crisis no se pueden tratar por separado y que si se sigue haciendo
no se van a solucionar y va a seguir el grave deterioro sobre la salud del
planeta. Dentro de la misma línea, otros estudios publicados recientemente
demuestran que cualquier alteración en los ecosistemas influye en la estructura
de las redes alimenticias, y que una disminución importante de una especie
principal de un ecosistema, como puede ser un depredador dominante o incluso especies
de árboles que sostengan una parte importante de la dinámica vital del lugar,
puede provocar desequilibrios que dificulten la supervivencia de muchas otras
especies.
Frente a todo el pesimismo que llega al observar el comportamiento
del ser humano respecto al planeta y a todos sus seres vivos, existen proyectos
enfocados en poner la tecnología y la ciencia al servicio de la conservación de
la naturaleza, así como estudios y análisis que transmiten y manifiestan formas
de empezar una transformación urgente de todos los sistemas sobre los que se
basa la forma de vida humana, porque es necesaria una reorganización de
factores tecnológicos, económicos y sociales, de todo lo que consideramos metas
y valores en nuestra vida, de nuestras ideas y creencias que nos han conducido
a una forma de vida cuyo resultado principal es el gran deterioro del planeta.
Por esta razón, el Informe Planeta Vivo también transmite que el eje
transformador y resolutivo de esta crisis es la conexión del ser humano con la
naturaleza, es introducir la naturaleza y toda la biodiversidad como parte de
los sistemas económicos que son imprescindibles para alcanzar decisiones y
acciones sostenibles y reparadoras.
Entonces, el informe también se realiza con
el objetivo de impulsar la acción y la reflexión, con el objetivo de ser un
motor que alimente el cambio transformador que el planeta y todos sus seres
vivos necesitamos. En realidad, son muchos los programas y proyectos que se
ponen en marcha aunque se desconozcan por la mayoría de la población, en parte
debido a que esas ideas y creencias que consideramos imprescindibles nos
apartan de la conexión con todos esos trabajos, así como nos apartan de nuestra
verdadera naturaleza como una especie más de este planeta, con necesidades que
solo van a llegar si se mantiene una salud planetaria apropiada. Esta falta de
comprensión y apertura por parte de la mayoría se ve parcialmente compensada
por la sabiduría y conexión de los nativos con la naturaleza, con su forma de
vida basada en la conservación, el respeto y el uso adecuado de los recursos
para no provocar desajustes indebidos. Por esta razón, muchos proyectos se
llevan a cabo en zonas donde hay poblaciones nativas que pueden integrarlos y
también integrarse ellos mismos en una gestión donde coexistan la tecnología, los
estudios científicos y toda su capacidad de saber convivir en conexión
equilibrada con los ecosistemas que habitan.
Aunque toda acción y programa es
valioso e impulsa los objetivos a alcanzar, hay zonas y sistemas donde es mucho
más difícil poder llevarlos a cabo, como es el caso de los océanos, uno de los
sistemas más castigados del planeta donde todavía es más complicado implementar
cualquier ley de protección o conservación, ya sea en aguas que pertenezcan a
países concretos como en aguas internacionales. Aparte de toda la contaminación
y residuos de todo tipo que se han vertido en los océanos en todo el mundo, la
pesca ha destruido gran parte de los océanos y ha provocado la extinción de
muchas especies. Un ejemplo lo muestran los tiburones y rayas, cuya población
estudiada ha disminuido un 71% en los últimos 50 años, mientras que la presión
pesquera se ha multiplicado por 18.
Otro informe muy importante es la “Lista
Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de
la Naturaleza”, que también es una herramienta de información y de materializar
acciones en pro de la conservación de la biodiversidad. El 28% de las especies
evaluadas para confeccionar la Lista Roja están amenazadas de extinción, y esto
significa más de 41.000 especies. Al igual que sucede con el Informe Planeta
Vivo, uno de sus principales objetivos es conseguir que se implementen
políticas para proteger especies y espacios naturales intentando informar y presionar
a gobiernos, estamentos y sectores económicos. Por desgracia, el propio Informe Planeta Vivo nos muestra lo difícil que es que los gobiernos quieran tomar medidas
de protección y conservación. Un ejemplo de ello lo tenemos en la Amazonia,
donde se está experimentando la mayor disminución de poblaciones de vida
silvestre mientras se permite que siga la enorme destrucción de un ecosistema
único y básico para el planeta. Se calcula que en la región que comprende
América Latina y el Caribe, incluyendo la Amazonia, la caída promedio de la
población de vida silvestre ha sido de un 94% en 48 años.
Mientras sucede todo
esto, políticos y gobernantes se reúnen en grandes conferencias donde no se
consigue materializar ningún avance, y tenemos como ejemplo el Acuerdo de
París, firmado en el año 2016, y lo poco que se ha avanzado desde entonces. El
próximo mes de diciembre de 2022 se celebra la COP15, la 15ª Conferencia
de las Partes del Convenio sobre la
Diversidad Biológica. Esta conferencia está organizada por China, pero se
celebrará en Canadá debido a las medidas que se toman frente a la pandemia del
Covid-19 en China. Se tenía que celebrar en el año 2020 pero se ha ido retrasando,
y en principio parece que desde China no hay un gran interés para que sea una
conferencia fructífera, ya que no se ha invitado a los líderes mundiales y ya
se plantea que los que quieran ir se tendrán que autoinvitar. Desde el Informe
Planeta Vivo se intenta presionar para que en esta 15ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad
Biológica se lleguen a acuerdos importantes para proteger la biodiversidad y
también reducir las emisiones de carbono, y esperemos que así sea, pero en
algunos artículos periodísticos ya se indica que esta conferencia coincidirá
con la Copa del Mundo de Fútbol que se celebrará en Qatar, y aunque parezca
increíble se teme que esto provoque falta de asistencia y atención por parte de
importantes ministros y políticos. Esperemos que venza la salud y protección
del planeta y su biodiversidad frente al fútbol, y que esta conferencia de
diciembre signifique el inicio de nuevas estrategias basadas en la imprescindible
necesidad de un cambio que conduzca hacia la reparación y reequilibrio de todo
lo que engloba el planeta Tierra, desde el propio planeta hasta todos sus
habitantes, incluidos los seres humanos.
Fuentes:
Imágenes:
Leones marinos: Imagen de David Mark
en Pixabay.
Tiburón: Imagen de Andrea Bohl en
Pixabay.
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