martes, 27 de diciembre de 2022

DESHIELO Y ACIDIFICACIÓN DEL OCÉANO ÁRTICO

Redactado y publicado por David Arbizu


Estamos siendo testigos de notables cambios y desequilibrios en los patrones climáticos que durante muchos años han contribuido a la formación de una biosfera con unas condiciones muy favorables para el sostenimiento y prosperidad de la maravillosa biodiversidad de nuestro planeta. De hecho, el equilibrio climático ha sido uno de los fundamentos del Holoceno, el período posglacial que empezó hace más de 11.700 años y que ahora ha dado paso a lo que denominamos Antropoceno, el período donde la actividad humana está siendo determinante para generar cambios en la biosfera y los patrones y sistemas del planeta, así como sobre todas sus formas de vida. Estos cambios han conducido a la actual crisis planetaria, a la ya científicamente reconocida “sexta extinción masiva” y a una situación donde el clima y otros eventos nos muestran que también nuestra supervivencia está en peligro.

Una de las zonas más estudiadas del planeta es el Ártico, tanto por su importancia sobre los patrones y la estabilidad climática planetaria como por otros efectos determinantes como son el aumento del nivel del mar y las implicaciones sobre la cadena alimentaria. Aparte de todos los estudios y mediciones relacionadas con el deshielo, un tema cada vez más preocupante es el aumento de las temperaturas de la atmósfera, especialmente porque ya hace años que toda la región muestra un calentamiento mucho más rápido que el promedio mundial. Desde que empezaron las mediciones en 1900, los últimos siete años han sido los más cálidos del Ártico, algo que indica el drástico cambio que está habiendo y que conlleva muchos más desequilibrios y trastornos que afectan tanto a la propia región como a todo el planeta y sus formas de vida.


El pasado mes de octubre se publicó un estudio que demostraba el drástico aumento de las temperaturas, y especialmente el gran incremento de la acidez del agua del Océano Ártico. El estudio está elaborado por un equipo internacional de científicos y dirigido desde la Universidad de Delaware (E.E. U.U.), y se basa en mediciones realizadas entre 1996 y 2020 que indican que desde las primeras mediciones el Océano Ártico se ha vuelto un 50% más ácido y que la tasa de acidificación ha sido de 3 a 4 veces más rápida que en otros océanos. La principal causa de la acidificación es la gran cantidad de dióxido de carbono que hay en la atmósfera debido a las emisiones provocadas por las actividades del ser humano. En condiciones normales, el hielo marino dificulta la absorción del dióxido de carbono, pero el deshielo y las capas cada vez más delgadas de hielo, junto con el aumento de la temperatura del agua, favorecen la absorción y que cambie la química del agua volviéndose más ácida. Además, el calor y el deshielo favorecen que desde los otros océanos que conectan con el Ártico, especialmente desde el Océano Pacífico, estén entrando corrientes ricas en nutrientes y que, sobre todo en verano, las aguas libres de hielo se llenen de fitoplancton, que mediante la fotosíntesis absorbe mucho dióxido de carbono. Entonces, esa agua muy cargada de dióxido de carbono fluye por debajo de las capas de hielo y provoca y extiende la acidificación.

Uno de los principales efectos de la acidez del agua es el descenso de aragonito, que es un mineral imprescindible para que moluscos, diatomeas y corales puedan construir sus caparazones. Algunos de estos organismos son esenciales como fuente de alimento de muchas especies de peces, y su disminución altera notablemente la red alimentaria del Ártico y también del planeta, ya que afecta a especies como el salmón y el arenque del Ártico, de los cuales dependen otros depredadores, y también afecta a ballenas y otros animales que emigran hacia el norte en busca de alimento.

Otro estudio sobre el Ártico muy importante es el Arctic Report Card, que este año se publicó el pasado 13 de diciembre. Este informe anual es el decimoséptimo de una serie que comenzó en el año 2006, y en el de este año han contribuido casi 150 científicos de 11 países. La principal evaluación que todos los científicos han querido transmitir es la enorme urgencia de reducir los gases de efecto invernadero, pero el informe también aborda más temas y situaciones alarmantes que están sucediendo y que, junto a la acidificación, están interrelacionados. Estos son algunos de los eventos y condiciones problemáticos reflejados en el informe:
- Temperaturas elevadas y deshielo: El aumento de las temperaturas afecta a los patrones climáticos del Ártico, a todas las formas de vida y acelera el deshielo. Todo desajuste en el Ártico acaba afectando a todo el planeta, tal como se observa cuando se rompe el vórtice polar y descienden terribles tormentas polares hacia el sur, o cuando el jet stream está debilitado facilitando que llegue más calor al Ártico y se formen olas de calor sobre otros continentes. Además, el deshielo tiene un efecto directo sobre el aumento del nivel del mar a nivel global.

- Lluvia: Ya hace muchos años que están aumentando las precipitaciones en forma de lluvia en todo el Ártico, en parte debido a que la falta de hielo marino deja al descubierto más agua que se va evaporando, todo ello impulsado por el aumento de las temperaturas y también de la humedad. La lluvia acelera el derretimiento del permafrost, dejando amplias zonas con suelos frágiles y empapados de agua. Todo ello dificulta la supervivencia de muchos animales y plantas, aunque algunos salen beneficiados. Por ejemplo, en muchas zonas del sur del Ártico está habiendo una expansión de plantas, arbustos y árboles que cubren áreas de tundra, y esto ha beneficiado a algunos animales en algunas zonas, como los renos de Svalbard, cuyas poblaciones han aumentado, pero cuando la lluvia es más frecuente se congela al caer sobre la capa de nieve de la superficie. Esa capa de agua congelada dificulta que los animales, como los caribúes y también los renos, puedan cavar en busca de alimento y es el principal motivo de la disminución de sus poblaciones en áreas árticas de Rusia, Canadá y Alaska.

- Sequía: Frente al aumento de las precipitaciones, también hay zonas, sobre todo en Alaska, donde se han registrado condiciones de grave sequía, y es un patrón que se prevé que también se siga manifestando en el futuro.

- Incendios: El “reverdecimiento” que está habiendo en algunas zonas, con la expansión de plantas y árboles, también ha conducido a un aumento de los incendios forestales. La expansión de la vegetación se combina con el incremento de tormentas, y por lo tanto de rayos, favoreciendo la ignición de incendios.


- Tráfico marítimo: La pérdida de hielo marino implica que cada vez haya más tráfico de buques por muchas zonas del Ártico, con todo lo que significa a nivel de contaminación y alteraciones de zonas prístinas, de ecosistemas y hábitats frágiles frente a este tipo de incursiones agresivas. Se prevé que en el año 2035 puedan quedar libres de hielo las rutas marítimas del Ártico.

- Explotaciones y actividades humanas peligrosas: El ser humano no cesa de realizar actividades que conllevan grandes peligros de contaminación y destrucción de ecosistemas, así como la alteración de ciclos naturales que son imprescindibles para el equilibrio del planeta y de su biosfera. Un ejemplo reciente es que la empresa rusa Gazprom va a construir un nuevo campo de extracción de gas en el Ártico, y además tiene planes para construir más campos. Esto sucede mientras las exportaciones de gas ruso han disminuido debido a la guerra con Ucrania y las sanciones de la Unión Europea, pero los planes siguen en marcha e incluso van a suponer la construcción de gaseoductos hacia China para buscar nuevos mercados. De hecho, el Ártico ya se considera muy contaminado por residuos radiactivos y otros contaminantes mortales, y cualquier actividad que luego no es rentable representa el abandono de instalaciones que contienen productos muy tóxicos y se dejan abandonadas sin control alguno.

- Supervivencia de animales: Todas las situaciones y factores enumerados hasta ahora afectan la supervivencia de los animales, ya sean terrestres o marinos. El deterioro de la calidad del agua, tanto por la acidificación como por el calentamiento, la contaminación de todo tipo, desde cualquier polución hasta las contaminaciones acústicas y lumínicas, provoca la disminución de las poblaciones de muchas especies e incluso el avance hacia su extinción. Tal como he presentado al inicio de este artículo, la acidificación afecta a muchos animales pequeños que son la base de la nutrición de muchos peces y mamíferos marinos, y estos a su vez están en la red alimentaria de la cual dependen y forman parte muchos otros animales terrestres y aves. Hay zonas donde se está detectando una gran mortandad de aves marinas como pardelas y frailecillos por falta de alimentos. También ya he comentado la disminución de poblaciones de renos y caribúes en algunas zonas. Otro claro ejemplo es la disminución de poblaciones de osos polares por la dificultad de encontrar alimentos en zonas que ya no están congeladas como antes y donde el deterioro de los hábitats ha provocado que sus presas habituales se hayan tenido que desplazar o que sus poblaciones hayan mermado.Algunas especies se han beneficiado de estos desajustes. Por ejemplo, algunas especies de gansos se han ajustado a estos cambios, anidando antes gracias a la calidez de la primavera y al rápido deshielo. También se ha comprobado que los renos de algunas regiones de Svalbard han modificado su dieta al pasar de comer musgos cada vez más difíciles de encontrar a plantas parecidas a las gramíneas que ahora se han extendido y que les aportan suficientes nutrientes.

Todas estas condiciones adversas, en las que siempre vamos a encontrar la influencia directa del ser humano, dirigen al Ártico hacia un desequilibrio que va a afectar a todo el planeta. Al escribir este artículo, apenas hace una semana que finalizó la COP 15 en Canadá, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica. En esta cumbre se reunieron 188 gobiernos y el último día se adoptó el “Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica”, con el objetivo de abordar la pérdida de biodiversidad, restaurar los ecosistemas y proteger los derechos de los Pueblos Indígenas. Esto incluye que para el año 2030 se haya implementado la protección del 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas degradados, y otros objetivos enfocados en reducir el ritmo la extinción masiva para el 2050. Por desgracia, los informes y declaraciones de los científicos no dan estos márgenes de tiempo y alertan de que se están sobrepasando puntos de inflexión que pueden suponer riesgos muy graves para la supervivencia y el sostenimiento de las condiciones de la biosfera. Esperemos que no sea necesario un mayor desequilibrio de los patrones climáticos y de la salud de nuestro planeta para que se empiece a actuar de verdad dejando de lado todos los intereses económicos y políticos que hasta ahora han permitido que vayan pasando los años sin realizar ninguna acción notable y efectiva, y que el 2023 sea un año en el que los gobernantes y toda la humanidad alcancen un mayor grado de conciencia en su relación con el planeta y su biosfera, comprendiendo que está en juego la supervivencia de todo ser vivo, que todos estamos interrelacionados y somos imprescindibles para sostener la vida tan plena y diversa de este maravilloso planeta. 




Fuentes:

Imágenes:
Imagen del Ártico de David Mark en Pixabay
Imagen del barco rompehielos de B-A Brewitz en Pixabay   

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