Redactado y publicado por David Arbizu
Estamos siendo
testigos de notables cambios y desequilibrios en los patrones climáticos que
durante muchos años han contribuido a la formación de una biosfera con unas
condiciones muy favorables para el sostenimiento y prosperidad de la
maravillosa biodiversidad de nuestro planeta. De hecho, el equilibrio climático
ha sido uno de los fundamentos del Holoceno, el período posglacial que empezó
hace más de 11.700 años y que ahora ha dado paso a lo que denominamos
Antropoceno, el período donde la actividad humana está siendo determinante para
generar cambios en la biosfera y los patrones y sistemas del planeta, así como
sobre todas sus formas de vida. Estos cambios han conducido a la actual crisis
planetaria, a la ya científicamente reconocida “sexta extinción masiva” y a una
situación donde el clima y otros eventos nos muestran que también nuestra
supervivencia está en peligro.
Una de las zonas más estudiadas del planeta es
el Ártico, tanto por su importancia sobre los patrones y la estabilidad
climática planetaria como por otros efectos determinantes como son el aumento
del nivel del mar y las implicaciones sobre la cadena alimentaria. Aparte de
todos los estudios y mediciones relacionadas con el deshielo, un tema cada vez
más preocupante es el aumento de las temperaturas de la atmósfera,
especialmente porque ya hace años que toda la región muestra un calentamiento
mucho más rápido que el promedio mundial. Desde que empezaron las mediciones en
1900, los últimos siete años han sido los más cálidos del Ártico, algo que
indica el drástico cambio que está habiendo y que conlleva muchos más
desequilibrios y trastornos que afectan tanto a la propia región como a todo el
planeta y sus formas de vida.
El pasado mes de octubre se publicó un estudio que
demostraba el drástico aumento de las temperaturas, y especialmente el gran
incremento de la acidez del agua del Océano Ártico. El estudio está elaborado
por un equipo internacional de científicos y dirigido desde la Universidad de
Delaware (E.E. U.U.), y se basa en mediciones realizadas entre 1996 y 2020 que indican
que desde las primeras mediciones el Océano Ártico se ha vuelto un 50% más
ácido y que la tasa de acidificación ha sido de 3 a 4 veces más rápida que en
otros océanos. La principal causa de la acidificación es la gran cantidad de
dióxido de carbono que hay en la atmósfera debido a las emisiones provocadas
por las actividades del ser humano. En condiciones normales, el hielo marino
dificulta la absorción del dióxido de carbono, pero el deshielo y las capas
cada vez más delgadas de hielo, junto con el aumento de la temperatura del agua,
favorecen la absorción y que cambie la química del agua volviéndose más ácida. Además,
el calor y el deshielo favorecen que desde los otros océanos que conectan con
el Ártico, especialmente desde el Océano Pacífico, estén entrando corrientes
ricas en nutrientes y que, sobre todo en verano, las aguas libres de hielo se
llenen de fitoplancton, que mediante la fotosíntesis absorbe mucho dióxido de
carbono. Entonces, esa agua muy cargada de dióxido de carbono fluye por debajo
de las capas de hielo y provoca y extiende la acidificación.
Uno de los
principales efectos de la acidez del agua es el descenso de aragonito, que es
un mineral imprescindible para que moluscos, diatomeas y corales puedan construir
sus caparazones. Algunos de estos organismos son esenciales como fuente de
alimento de muchas especies de peces, y su disminución altera notablemente la
red alimentaria del Ártico y también del planeta, ya que afecta a especies como
el salmón y el arenque del Ártico, de los cuales dependen otros depredadores, y
también afecta a ballenas y otros animales que emigran hacia el norte en busca
de alimento.
Otro estudio sobre el Ártico muy importante es el Arctic Report
Card, que este año se publicó el pasado 13 de diciembre. Este informe anual es el
decimoséptimo de una serie que comenzó en el año 2006, y en el de este año han
contribuido casi 150 científicos de 11 países. La principal evaluación que todos
los científicos han querido transmitir es la enorme urgencia de reducir los
gases de efecto invernadero, pero el informe también aborda más temas y
situaciones alarmantes que están sucediendo y que, junto a la acidificación, están
interrelacionados. Estos son algunos de los eventos y condiciones problemáticos
reflejados en el informe:
-
Temperaturas elevadas y deshielo: El aumento de las temperaturas afecta a los
patrones climáticos del Ártico, a todas las formas de vida y acelera el
deshielo. Todo desajuste en el Ártico acaba afectando a todo el planeta, tal
como se observa cuando se rompe el vórtice polar y descienden terribles
tormentas polares hacia el sur, o cuando el jet stream está debilitado facilitando
que llegue más calor al Ártico y se formen olas de calor sobre otros
continentes. Además, el deshielo tiene un efecto directo sobre el aumento del
nivel del mar a nivel global.
- Lluvia: Ya hace muchos años que están aumentando
las precipitaciones en forma de lluvia en todo el Ártico, en parte debido a que
la falta de hielo marino deja al descubierto más agua que se va evaporando,
todo ello impulsado por el aumento de las temperaturas y también de la humedad.
La lluvia acelera el derretimiento del permafrost, dejando amplias zonas con
suelos frágiles y empapados de agua. Todo ello dificulta la supervivencia de
muchos animales y plantas, aunque algunos salen beneficiados. Por ejemplo, en
muchas zonas del sur del Ártico está habiendo una expansión de plantas,
arbustos y árboles que cubren áreas de tundra, y esto ha beneficiado a algunos
animales en algunas zonas, como los renos de Svalbard, cuyas poblaciones han
aumentado, pero cuando la lluvia es más frecuente se congela al caer sobre la
capa de nieve de la superficie. Esa capa de agua congelada dificulta que los
animales, como los caribúes y también los renos, puedan cavar en busca de
alimento y es el principal motivo de la disminución de sus poblaciones en áreas
árticas de Rusia, Canadá y Alaska.
- Sequía: Frente al aumento de las
precipitaciones, también hay zonas, sobre todo en Alaska, donde se han
registrado condiciones de grave sequía, y es un patrón que se prevé que también
se siga manifestando en el futuro.
- Incendios: El “reverdecimiento” que está
habiendo en algunas zonas, con la expansión de plantas y árboles, también ha conducido
a un aumento de los incendios forestales. La expansión de la vegetación se
combina con el incremento de tormentas, y por lo tanto de rayos, favoreciendo
la ignición de incendios.
- Tráfico marítimo: La pérdida de hielo marino implica
que cada vez haya más tráfico de buques por muchas zonas del Ártico, con todo
lo que significa a nivel de contaminación y alteraciones de zonas prístinas, de
ecosistemas y hábitats frágiles frente a este tipo de incursiones agresivas. Se
prevé que en el año 2035 puedan quedar libres de hielo las rutas marítimas del
Ártico.
- Explotaciones y actividades humanas peligrosas: El ser humano no cesa
de realizar actividades que conllevan grandes peligros de contaminación y
destrucción de ecosistemas, así como la alteración de ciclos naturales que son
imprescindibles para el equilibrio del planeta y de su biosfera. Un ejemplo
reciente es que la empresa rusa Gazprom va a construir un nuevo campo de
extracción de gas en el Ártico, y además tiene planes para construir más
campos. Esto sucede mientras las exportaciones de gas ruso han disminuido
debido a la guerra con Ucrania y las sanciones de la Unión Europea, pero los
planes siguen en marcha e incluso van a suponer la construcción de gaseoductos
hacia China para buscar nuevos mercados. De hecho, el Ártico ya se considera
muy contaminado por residuos radiactivos y otros contaminantes mortales, y
cualquier actividad que luego no es rentable representa el abandono de
instalaciones que contienen productos muy tóxicos y se dejan abandonadas sin
control alguno.
- Supervivencia de animales: Todas las situaciones y factores
enumerados hasta ahora afectan la supervivencia de los animales, ya sean
terrestres o marinos. El deterioro de la calidad del agua, tanto por la
acidificación como por el calentamiento, la contaminación de todo tipo, desde
cualquier polución hasta las contaminaciones acústicas y lumínicas, provoca la
disminución de las poblaciones de muchas especies e incluso el avance hacia su
extinción. Tal como he presentado al inicio de este artículo, la acidificación
afecta a muchos animales pequeños que son la base de la nutrición de muchos
peces y mamíferos marinos, y estos a su vez están en la red alimentaria de la
cual dependen y forman parte muchos otros animales terrestres y aves. Hay zonas
donde se está detectando una gran mortandad de aves marinas como pardelas y
frailecillos por falta de alimentos. También ya he comentado la disminución de
poblaciones de renos y caribúes en algunas zonas. Otro claro ejemplo es la
disminución de poblaciones de osos polares por la dificultad de encontrar
alimentos en zonas que ya no están congeladas como antes y donde el deterioro
de los hábitats ha provocado que sus presas habituales se hayan tenido que
desplazar o que sus poblaciones hayan mermado.Algunas especies se han
beneficiado de estos desajustes. Por ejemplo, algunas especies de gansos se han
ajustado a estos cambios, anidando antes gracias a la calidez de la primavera y
al rápido deshielo. También se ha comprobado que los renos de algunas regiones
de Svalbard han modificado su dieta al pasar de comer musgos cada vez más
difíciles de encontrar a plantas parecidas a las gramíneas que ahora se han
extendido y que les aportan suficientes nutrientes.
Todas estas condiciones
adversas, en las que siempre vamos a encontrar la influencia directa del ser
humano, dirigen al Ártico hacia un desequilibrio que va a afectar a todo el
planeta. Al escribir este artículo, apenas hace una semana que finalizó la COP
15 en Canadá, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad
Biológica. En esta cumbre se reunieron 188 gobiernos y el último día se adoptó
el “Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica”, con el objetivo
de abordar la pérdida de biodiversidad, restaurar los ecosistemas y proteger
los derechos de los Pueblos Indígenas. Esto incluye que para el año 2030 se
haya implementado la protección del 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas
degradados, y otros objetivos enfocados en reducir el ritmo la extinción masiva
para el 2050. Por desgracia, los informes y declaraciones de los científicos no
dan estos márgenes de tiempo y alertan de que se están sobrepasando puntos de
inflexión que pueden suponer riesgos muy graves para la supervivencia y el
sostenimiento de las condiciones de la biosfera. Esperemos que no sea necesario
un mayor desequilibrio de los patrones climáticos y de la salud de nuestro
planeta para que se empiece a actuar de verdad dejando de lado todos los
intereses económicos y políticos que hasta ahora han permitido que vayan
pasando los años sin realizar ninguna acción notable y efectiva, y que el 2023
sea un año en el que los gobernantes y toda la humanidad alcancen un mayor
grado de conciencia en su relación con el planeta y su biosfera, comprendiendo
que está en juego la supervivencia de todo ser vivo, que todos estamos
interrelacionados y somos imprescindibles para sostener la vida tan plena y
diversa de este maravilloso planeta.
Fuentes:
Imágenes:
Imagen del Ártico de David
Mark en Pixabay
Imagen del barco
rompehielos de B-A Brewitz en Pixabay
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