domingo, 26 de septiembre de 2021

Evento del mes de septiembre

 Redactado y publicado por David Arbizu

LA CONTAMINACIÓN DE LOS OCÉANOS
Si hablamos del océano como cuerpo de agua de la Tierra, podemos decir que ocupa el 71% de la superficie del globo y el 90% de la biosfera, en cuanto a espacio donde se desarrolla la vida en el planeta. Con estos datos, es lógico suponer su gran importancia en todos los procesos, patrones, sistemas y estructuras que forman parte del equilibrio de la biosfera, y que parte de todo ello también va a tener su importancia en su relación con las masas terrestres, la atmósfera e incluso la recepción de los rayos solares.

Por desgracia, quedan muy pocas partes del océano que el ser humano no haya invadido y alterado, y en estos momentos de crisis planetaria y climática se empiezan a hacer sentir todas las acciones negativas realizadas sobre los océanos, que durante muchísimos años se han utilizado como el vertedero donde poder tirar cualquier cosa sin pensar en sus consecuencias presentes ni futuras, sin valorar todas las afectaciones sobre la vida ni mucho menos tener conciencia alguna del océano como una entidad que, aunque conectada con otros sistemas, tiene sus propios ciclos y operatividad que es necesario respetar y desear que se mantengan en el mayor equilibrio. Así que existe un ciclo global del agua, que incluye ciclos más pequeños interconectados, y todo ello es imprescindible para la salud de la biosfera y el equilibrio de los patrones climáticos. El ser humano debería comprender que su vida depende de cada ola que rompe en la costa, de cada especie de plancton, de cada krill que crece, se reproduce y multiplica en la Antártida, debería comprender que la pureza del agua del planeta señala la pureza y posibilidad de vida presente y futura en la Tierra.


Voy a nombrar y explicar brevemente algunas de las contaminaciones oceánicas más impactantes y nefastas. Hay que tener en cuenta que algunas pueden desarrollarse a partir de la contaminación de los ríos al desembocar en mares y océanos.
- Contaminación por construcción de puertos, diques, etc. Aparte de la contaminación por introducir materiales en el océano, se genera una deformación de la costa que afecta a hábitats y ecosistemas. En muchos casos se producen movimientos antinaturales de arena que pueden cubrir corales o dañar manglares, o erosionar y modificar la desembocadura de ríos, especialmente de los deltas, que son formaciones que aportan enormes cantidades de nutrientes y sedimentos que se van repartiendo por la línea costera gracias al oleaje. 
- Contaminación por la eliminación de medicamentos de consumo humano. Se ha comprobado que muchos restos de fármacos acaban en el mar, ya sea como basura mal reciclada o al expulsarlos las personas que los toman a través de la orina o las heces. En todo caso, llegan a vías fluviales y al mar y acaban siendo ingeridos de algún modo por seres vivos que están en la cadena alimentaria, así que en algún momento regresan al ser humano. Se ha comprobado cómo muchos fármacos producen alteraciones y mutaciones en los peces, y cómo los restos de antidepresivos, como el Prozac, afectan al comportamiento de los peces volviéndolos más vulnerables, con menos capacidad de adaptarse a cambios y afrontar situaciones importantes para su supervivencia. También aquí podríamos incluir los filtros solares y todo tipo de productos cosméticos, que son extremadamente dañinos y contaminantes.
- Contaminación turística. El turismo es uno de los grandes contaminantes de los mares y océanos. Provoca enormes cantidades de residuos que en muchas ocasiones acaban siendo vertidos o llegando al mar, tanto desde los barcos como desde las playas y costas. 
- Contaminación relacionada con eventos climáticos como huracanes, inundaciones, terremotos o volcanes. Tenemos un buen ejemplo tras el paso del huracán Ida por el Golfo de México, afectando Nueva Orleans y también la costa noreste de Estados Unidos, destacando la ciudad de Nueva York. Se ha alertado del peligro de las inundaciones como grandes masas de agua extremadamente contaminadas. Esas aguas acumulan fertilizantes, pesticidas, fosfatos, gasolina, metales pesados, basura, plástico, aguas residuales y muchas más cosas, y con la saturación de las inundaciones no pasan por las plantas de tratamiento sino que se descargan por las alcantarillas de las localidades hasta las vías fluviales más cercanas, llegando también al mar o al océano. También sabemos que los huracanes remueven el lecho marino, así que se podrían crear situaciones de peligro al mover armas y residuos nucleares o químicos abandonados. También podría suceder igual con un terremoto submarino o una actividad volcánica submarina.
- Contaminación y desequilibrios con la cría de peces, al desplazar especies invasoras y crear plagas. Un ejemplo son las piscifactorías, que crean enormes contaminaciones con los piensos para alimentar a los peces y la propia condensación de peces en espacios pequeños sin posibilidad de moverse. Hay que comprender que son jaulas dentro del mar o de ríos o lagos. Aquí también se podrían nombrar todas las plagas creadas por especies invasoras introducidas por el hombre, tanto consciente como accidentalmente, ya que, por ejemplo, hay especies de plantas y crustáceos que se enganchan a los barcos, llegando e invadiendo zonas fuera de sus hábitats donde crean trastornos perjudiciales.  
- Contaminación relacionada con la pesca. Aquí encontramos toda la destrucción de la pesca, especialmente de la pesca de arrastre, que también mueve cualquier objeto contaminante que haya llegado al océano desde fuentes antropogénicas. También son contaminantes todos los restos de redes y utensilios que se tiran al mar y matan a muchos animales, e incluso llegan y se concentran en zonas como las islas de plástico, favoreciendo que se formen capas de residuos más estructuradas y perjudiciales.


- Contaminación radiactiva. La contaminación radiactiva es quizás una de las más terribles y que creo todavía no ha mostrado su gran impacto. Además, no hay ningún tipo de control ni supervisión sobre todos esos vertidos y acumulaciones radiactivas, pese a las evidencias de fugas e incluso de fotografías de bidones rotos en el fondo del mar. Aquí podríamos nombrar todas las pruebas nucleares realizadas en atolones del Pacífico, todos los barcos y submarinos nucleares hundidos en todos los océanos y mares del planeta, todos los vertidos desde centrales nucleares e instalaciones de producción de plutonio y armamento nuclear. Solo por poner algunas cifras: Entre 1946 y 1958, Estados Unidos llegó a detonar más de 60 armas nucleares sobre distintas partes de las Islas Marshall (O. Pacífico). Francia realizó 193 pruebas nucleares en la Polinesia Francesa, y los atolones de Mururoa y Fangataufa (O. Pacífico) esconden 3.200 toneladas de material radiactivo. Rusia realizó 224 pruebas nucleares en el archipiélago de Nueva Zembla (O. Ártico). 
Otro tipo de contaminación radiactiva es el que llega desde centrales nucleares y otras instalaciones militares o de almacenamiento. Un ejemplo es el de la central e instalaciones de Hanford, en Estados Unidos, desde donde se han contaminado acuíferos y el río Columbia. Desde la central de Mayak, en Rusia, se han registrado muchos accidentes y se considera que el río Techa, que pasa junto a la central, está envenenado y radiactivo. Y el ejemplo de mayor impacto y más actual es el de la central de Fukushima, con toda la contaminación emitida en el momento del accidente y durante todos los años siguientes. Y ahora se añade el plan de verter el agua contaminada almacenada en el océano porque el año que viene ya no habrá suficiente sitio para almacenarla. Además, sigue sin saberse cómo avanzar con los procesos de desmantelamiento mientras van llegando lecturas de radiactividad muy elevada, tal como demuestran las noticias publicadas a mediados de este mes de septiembre de 2021, que hacen referencia a la medición obtenida en la tapa del reactor nº 2, que muestra un nivel de radiación que sería mortal al cabo de una hora de recibirlo.
Otro ejemplo de este tipo de contaminación sería toda la basura radiactiva lanzada al fondo de océanos y mares. Después de los acuerdos de destrucción de armamento nuclear tras la Segunda Guerra Mundial, muchos países tiraron enormes cantidades de armamento nuclear al fondo de los océanos, incluso se hundieron barcos enteros llenos de armamento y residuos nucleares y radiactivos. Por ejemplo, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1982 se considera que en el Atlántico Norte se tiraron 115.000 toneladas de basura radiactiva, contenidas en 223.000 bidones. Aunque en 1972 se acordó internacionalmente prohibir el vertido al mar de residuos radiactivos de larga actividad, los países siguieron realizando otro tipo de vertidos radiactivos en los océanos hasta el año 1993, año en que se ratificó un tratado internacional que prohibía totalmente la eliminación de materiales nucleares y radiactivos en los océanos. Otro ejemplo lo encontramos en el mar Mediterráneo, ya que un sindicato controlado por la mafia italiana estuvo utilizando el mar Mediterráneo y parte de sus costas como un vertedero de residuos radiactivos peligrosos. Por otro lado, diversas investigaciones han llevado a la conclusión de que el accidente de Chernóbil pudo llevar material radiactivo al Mediterráneo a través de las aguas del Mar Negro. En el océano Índico, desde la década de los 90, las aguas frente a Somalia han sido el vertedero oculto de basura nuclear para los desechos tóxicos producidos por países desarrollados. En el océano Ártico, Rusia ha hecho muchas pruebas nucleares, ha enterrado residuos en el hielo y también hundiendo barcos que contenían reactores nucleares y material nuclear y altamente tóxico. También ha sido famoso algún accidente de submarinos nucleares rusos que han quedado hundidos con toda su carga nuclear.
- Contaminación por vertidos de armas y agentes químicos. Al igual que con los vertidos de materiales radiactivos, tras la Segunda Guerra Mundial se vertieron de forma incontrolada enormes cantidades de bidones cargados de gases venenosos, incluso también se hundieron barcos repletos de este tipo de armamento químico biológico, como el gas mostaza. Solo entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico se considera que hay más de un millón de toneladas de armas químicas. Se calcula que en una bahía de Hawái hay unas 45.000 bombas o proyectiles de gas mostaza y 1.200 contenedores de una tonelada de gas mostaza y otros compuestos químicos. En las aguas costeras y en los lagos interiores de Japón hay, como mínimo, 4.900 toneladas de gases dentro de artefactos o contenedores. Por su parte, la Unión Soviética arrojó miles de toneladas en el océano Ártico y, aunque no se han proporcionado registros de las cantidades vertidas, la actual Rusia ha admitido que al menos fueron 160.000 las toneladas que puede haber en el fondo de los mares rusos que pertenecen al océano Ártico. 
Existen proyectos de monitoreo y búsqueda de soluciones sobre todo este tipo de contaminación, pero de momento no se han encontrado, y muchos expertos advierten que retirar o intentar destruir todos estos residuos podría ser peor que dejarlos como están. Para hacerse una idea y hablando solo de la zona del mar Báltico, si solo una de las municiones de cualquier tipo explotase, se desencadenaría una reacción en cadena que causaría una catástrofe en toda la costa del Báltico comparable a la de Chernóbil. Y dicho con otras palabras: La propagación de solo una sexta parte de las 50.000 toneladas de municiones que hay en el mar Báltico arruinaría todo su hábitat durante un siglo.
- Contaminación plástica. Sabemos de la gran gravedad de la contaminación plástica, que llega a todas las superficies acuáticas del planeta. Se han encontrado plásticos y microplásticos en todo tipo de seres vivos, desde almejas y ostras hasta ballenas. Y ya hay al menos 5 grandes islas de plástico enormes en los principales océanos, creando condiciones climáticas y de contaminación peligrosas, afectando a los seres vivos y también permitiendo el desplazamiento de especies que crean invasiones y destrucción en hábitats a los cuales no deberían llegar.
- Contaminación por accidentes de buques petroleros y plataformas. Ya hace años que llegan noticias de hundimientos de grandes buques petroleros con toda la enorme contaminación de fugas de petróleo. También las plataformas petrolíferas sufren accidentes continuamente. Dentro de este apartado destaca el accidente del Deepwater Horizon de 2010 en el Golfo de México, considerado el mayor derrame de petróleo marino en la historia de la industria petrolera. Muchos estudios alertan de que los efectos de ese accidente durarán muchas décadas y siguen apareciendo muchos animales enfermos debido a la gran contaminación que sigue habiendo en el agua y en el lecho marino. En el Golfo de México sigue habiendo accidentes, incluso algunas fugas pequeñas que llevan muchos años sin ser reparadas porque no son suficientemente notables ni aparatosas como para llamar la atención. 


Un accidente más reciente, al que corresponde la imagen superior, fue el hundimiento del buque Wakashio frente a la isla Mauricio en el océano Índico, donde encalló y acabó partiéndose y teniendo una fuga de 1.200 toneladas de petróleo. Muchos accidentes han acabado en fugas de mucha mayor cantidad de combustible, pero este accidente es un ejemplo de la gravedad cuando sucede frente a lugares muy importantes para la biodiversidad, frente a zonas de corales, manglares y humedales considerados puntos críticos de biodiversidad.
Otro gran peligro que existe es el de la actividad de perforación de la industria petrolera en zonas donde hay altas concentraciones de todo tipo de municiones y armas químicas. De momento no ha habido accidentes por el hecho de perforar el fondo marino junto a todo tipo de bombas, pero este es otro caso donde seguramente podemos hablar de suerte. Un ejemplo es el de la compañía BP, que en el año 2011 cerró su principal oleoducto de crudo en el mar del Norte durante cinco días mientras eliminaba una gran mina alemana sin explotar que se encontró apoyada en el oleoducto. Un ejemplo más actual es el del anclaje de parques eólicos marinos, que también encuentran bombas sin detonar donde se van a instalar los molinos. Solo en los mares que rodean el Reino Unido hay unas 100.000 toneladas de explosivos, y cuando las compañías los encuentran los hacen detonar para poder instalar sus molinos. Pero estas explosiones pueden liberar toxinas y desechos químicos en el agua, crear graves detonaciones, movimientos del lecho marino y afectar a muchos seres vivos, especialmente a cetáceos. Por eso ahora se ha pedido que se implementen leyes estrictas para no permitir estas detonaciones y aplicar otro sistema mucho más silencioso y menos agresivo para el medio ambiente y la biodiversidad.
- Contaminación por accidentes y fugas de residuos industriales, agrícolas, de la minería y todo tipo de aguas residuales. Seguro que todas las personas que lean este artículo saben de algún río o zona marítima de su región o país que haya sido contaminado por vertidos industriales, tanto accidentales como conscientes. Ha habido muchos accidentes por deslaves de enormes cantidades de residuos altamente tóxicos desde instalaciones mineras. Otra actividad minera muy peligrosa que se está impulsando desde hace años es la minería de fondos marinos, y ya se han hecho muchas exploraciones y contrataciones. Aunque internacionalmente se está intentando poner en marcha una legislación que controle estas actividades, el peligro de accidentes al perforar y extraer materiales desde el lecho marino es enorme. 
También se sabe que muchas localidades y grandes ciudades no tienen sistemas de recogida ni tratamiento de aguas residuales, especialmente es países de África y del sur de Asia, y todo se vierte en ríos o mares sin ningún tipo de control. 
Una de las contaminaciones más devastadoras es la que se genera por la escorrentía de fertilizantes y herbicidas utilizados en la agricultura, que acaban llegando al mar desde los ríos. Un ejemplo muy actual lo encontramos en el Mar Menor, en España, que se considera prácticamente muerto y difícil de recuperar, donde los episodios de floraciones de algas y de hipoxia (que es la falta severa de oxígeno), provocan la muerte de millones de animales marinos. Este tipo de contaminación, con el florecimiento de algas tóxicas que cuando mueren caen al fondo del mar, capturando el oxígeno y destruyendo el lecho marino, es una de las más destructivas y creadora de lo que se conoce como zonas muertas o áreas de hipoxia. Además, la cobertura de algas impide el paso de la luz solar y enferma y mata la vegetación nativa, y cuando las algas empiezan a pudrirse pueden provocar gases tóxicos. Esta alteración del hábitat provoca la migración de las especies con mayor movilidad y el desequilibrio total de los ecosistemas. 



El mapa superior muestra las zonas muertas del planeta, o donde ya existe una falta importante de oxígeno en el agua. El mapa inferior muestra una de las zonas muertas más grandes y conocidas, que es la del Golfo de México, cercana a las costas de Estados Unidos. Esta zona no solo recibe todos los contaminantes agrícolas e industriales que descarga el río Mississippi sino que también ha sido continuamente contaminada y agredida por las explotaciones de fracking y otros tipos de instalaciones petroleras, tanto desde Estados Unidos como desde México, desde donde también ha habido multitud de accidentes y vertidos sin control alguno. 





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