lunes, 1 de noviembre de 2021

LA PÉRDIDA DE CULTIVOS Y LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA GLOBAL

Redactado y publicado por David Arbizu


El viernes de la semana pasada hablábamos de la sequía global y la escasez de agua, y el pasado martes hablamos de los refugiados climáticos. En concordancia con estos temas, cada vez es más preocupante cómo el cambio climático está provocando enormes pérdidas de cultivos y también condiciones muy adversas en explotaciones ganaderas de todo el planeta, tanto en países ricos como pobres, en cualquier continente, en cualquier hemisferio y en cualquier estación del año. Estas situaciones tienen una relación directa con la sequía global y la escasez de agua y desembocan en el incremento de refugiados climáticos. Las grandes pérdidas en campos de cultivo y explotaciones ganaderas provocan que muchas personas y familias se arruinen, que vean cómo peligra su supervivencia tanto por falta de alimentos de sus propios cultivos o ganado como por la quiebra de sus formas de obtener ganancias con sus ventas. Tal como han declarado algunos expertos, el sistema alimentario está tambaleando y las consecuencias ya llegan no solo a agricultores y ganaderos sino también a los consumidores.

Puede ser fácil pensar en campos secos en países de Oriente Medio, en Afganistán, en partes de Australia, en África o incluso en zonas de Chile y China, por ser grandes países que tienen enormes zonas secas y desérticas. También Estados Unidos tiene zonas que son naturalmente más secas que otras, especialmente en el oeste, pero la sequía registrada llega a niveles extremos nunca vistos.


La imagen nos muestra una tierra seca, en la que no pueden crecer las plantas, y podría pertenecer a cualquier parte del planeta. El terrible deterioro de la tierra, del suelo, provocado por el cambio climático y la sexta extinción masiva, ya que muchos animales y plantas son imprescindibles para la salud y fertilidad de la tierra, ha ido aumentando considerablemente desde la última década, y ahora está en un proceso de aceleración impactante y peligroso. Esta situación parecía impensable para muchos biólogos, científicos o ingenieros agrónomos defensores de aplicar químicos en el campo, de potenciar el uso de herbicidas y pesticidas, de crear enormes extensiones de monocultivos con semillas genéticamente modificadas, pero frente a esas previsiones de control de cosechas y de poder dominar la tierra manipulándola y exterminando todo lo que les molestara, la respuesta de la naturaleza, del planeta, es la pérdida de fertilidad, de especies y diversidad de alimentos y la destrucción de las cosechas. Y hay que tener en cuenta que una parte importante de lo que se cultiva es para dar de comer a la ganadería.

Voy a hablar en concreto de Estados Unidos porque nos sirve de ejemplo perfecto al ser un país donde se hacen muchos estudios diversos y también donde se han hecho barbaridades con la tierra y los cultivos utilizando la manipulación genética y un abuso enorme de productos químicos mortales de todo tipo. La siguiente explicación demuestra lo que ha estado pasando en el campo durante los últimos 2-3 años, algo que ningún experto hubiera podido vaticinar: en 2019, las tormentas provocaron una inundación catastrófica en los amplios márgenes cultivados del río Missouri, quedando sumergidas más de 400.000 hectáreas de cultivos de maíz y soja, y en 2020 en la misma región hubo unos vientos tan potentes que destruyeron los silos de maíz. Especialmente durante el inicio de la primavera de los últimos tres años, muchos cultivos en Texas se han congelado por el descenso de enormes frentes polares. En California y otras partes con cultivos de vid para producir vino ya hace años que en ocasiones se han tenido que desechar cosechas enteras porque el humo de los incendios había alterado el sabor de la uva y era inservible. A nivel de explotación de animales de todo tipo, este verano muchos mariscos se han cocinado literalmente en el océano Pacífico debido a las altas temperaturas del agua, en otras zonas la proliferación de algas también ha contaminado piscifactorías, y muchos ganaderos de todo el oeste del país han tenido que vender decenas de miles de cabezas de ganado antes de que murieran de hambre debido a la sequía.

Hace años, las previsiones de algunos expertos de Estados Unidos eran que toda su tecnología aplicada al campo serviría para equilibrar los efectos negativos que pudieran llegar debido al aumento de las temperaturas y las condiciones demasiado secas en unos lugares y demasiado húmedas en otros. También calcularon que las naciones más pobres serían las que afrontarían lo peor del cambio climático y que en América del Norte no habría problemas hasta finales de siglo. Otros científicos sí que alertaban sobre lo que estaba llegando, pero la situación no parecía urgente como para tomar en serio sus advertencias. Ahora se habla de “nuevos valores normales” para describir la situación actual, como algo a lo que hay que adaptarse esperando que las condiciones no empeoren, pero ya son muy pocos los que mantienen esa esperanza mientras se sabe que aumentan las temperaturas globales, que fácilmente se llegará a los 2ºC de aumento de temperatura a nivel global y que eso va a suponer una devastación de los campos, de las fuentes de agua y también de los suministros de los que depende la agricultura y la ganadería.

Un término actual relacionado con todo esto es el de “choques alimentarios causados por eventos climáticos extremos”, donde un evento concreto crea una devastación contundente provocando la falta de alimentos en los mercados y la subida de precios a niveles por encima de las capacidades adquisitivas de muchísimas personas.


Las cuatro imágenes superiores muestran diversas situaciones en el planeta: La imagen superior izquierda corresponde a campos de arroz de Nepal. Las tormentas actuales registradas en India y Nepal han destruido muchos campos de arroz del cual depende la subsistencia de millones de personas. La imagen superior derecha corresponde a un campo de soja de Iowa (EE. UU.), totalmente devastado por las inundaciones. La imagen inferior izquierda corresponde a viñedos de California, con los frutos deteriorados y llenos de ceniza de los incendios forestales. La imagen inferior derecha corresponde a una plantación de plátanos de la isla de La Palma, con toda la ceniza volcánica haciendo daño a las plantas, eso sin tener en cuenta todas las plantaciones que han sido arrasadas por la lava.

Ante toda esta situación, la temible respuesta del ser humano es más deforestación, más manipulación genética, más abuso de la tierra, más abuso entre los propios agricultores, especialmente los pequeños frente a las grandes empresas, más monocultivos, más agujeros en la tierra en busca de acuíferos y, consecuentemente, más conflictos por el agua. Otro gran peligro que ya está sucediendo, especialmente en el hemisferio norte, es poner la mirada en tierras que están más al norte y donde antes no era posible la agricultura ni la ganadería, y esto implica también deforestación de bosques boreales, exterminio de todos los seres vivos que puedan molestar, llegada de maquinaria, instalaciones y contaminación devastando bosques vírgenes y tundra, y afectar zonas donde el permafrost se está descongelando. Y hay que añadir todas las emisiones que todo esto implica, con todos los gases relacionados con líneas de transporte cubriendo más partes del planeta y las emisiones de metano de la ganadería en zonas donde hasta ahora el aire se mantenía más limpio y puro.


Pero también hay que reconocer que hay otra energía en movimiento, otra conciencia del ser humano principalmente emergiendo a partir de pequeñas empresas agrícolas y ganaderas que buscan solucionar los problemas y al mismo tiempo luchar contra la crisis climática. Desde una conciencia más elevada podrían llegar soluciones que ayudaran a reequilibrar ecosistemas y zonas devastadas utilizando correctamente la agricultura y la ganadería, permitiendo la recuperación del suelo, cultivando desde la biodiversidad y el respeto por los flujos de agua, incluso por los flujos de energía del planeta, teniendo en cuenta sus meridianos y sus Líneas Ley para no corromperlas ni seccionarlas, contemplando la geometría sagrada y otras fórmulas que la naturaleza, los elementos y la Madre Tierra comprenden y reciben, también conectando y escuchando a los nativos de cada zona, innovando y modernizando la agricultura partiendo de sistemas tradicionales, cultivando las especies autóctonas, buscando el reequilibrio para encontrar el estado de salud de la tierra que se ha perdido y así también estar afectando los patrones climáticos y la sanación que necesita nuestro planeta.

La propiedad de la tierra debería pasar a manos de personas con esta conciencia, y algo muy importante es que debería haber cada vez más espacios naturales preservados, donde el humano sepa justamente que no son de su propiedad y que ese puede ser uno de los conceptos básicos a implementar para superar la crisis planetaria. Por supuesto que este tipo de agricultura no tiene nada que ver con la agricultura intensiva de enormes campos convertidos en plantas de producción, sino que tiene que ver con comprender que la biodiversidad favorece el florecimiento y la abundancia desde las conexiones que se generan entre especies compartiendo un espacio estructurado con respeto y amor por la Madre Tierra.





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