Redactado y publicado por David Arbizu
En el último informe del Grupo Intergubernamental
de Expertos para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés),
publicado el 9 de agosto, se nombraban nueve zonas o sistemas cuya degradación implica
alcanzar puntos de inflexión muy graves y con consecuencias locales y
planetarias, y uno de los sistemas señalados son los arrecifes de coral.
Los
corales son animales coloniales, son pólipos pequeños que se agrupan formando
estructuras biológicas rígidas al absorber el carbonato de calcio del agua de
mar, generando un exoesqueleto producto de la calcificación. Los corales
necesitan la capa externa dura para sobrevivir. Aunque pueden atrapar plancton
y pequeños peces ayudados por las células urticantes de sus tentáculos, la
mayoría de los corales obtienen la mayor parte de sus nutrientes de las algas
unicelulares fotosintéticas, denominadas zooxantelas, que viven dentro del
tejido del coral y son las que provocan que sean tan brillantes y coloridos. El
tipo de coral más conocido, que forma arrecifes, necesita luz solar y crece en
agua clara y poco profunda, normalmente a profundidades menores de 60 metros.
Las
estructuras que crean los corales son la base de los ecosistemas marinos, se
considera que sostienen más del 25% de la vida marina. Muchas plantas,
crustáceos y peces pequeños viven permanentemente en los arrecifes de coral,
pero también peces más grandes los utilizan para cazar e incluso para criar.
Por ejemplo, en la Gran Barrera de Coral de Australia, que ocupa 348.000
kilómetros cuadrados y 2.300 kilómetros de longitud, se encuentran más de 1.500
especies de peces, unas 400 especies de corales y 4.000 especies de moluscos,
además de una gran diversidad de esponjas, anémonas, gusanos marinos,
crustáceos y otras especies. Y junto a todas estas especies marinas, la
supervivencia y formas de vida de unas 240 especies de aves están directamente
relacionadas con este gran arrecife.
Los arrecifes de coral forman parte de los
ecosistemas costeros, de la zona de transición entre el mar y la tierra. Junto
a los arrecifes de coral, y conforme se acerca la costa, se pueden encontrar
manglares y praderas submarinas. Los arrecifes de coral forman una barrera que
protege del fuerte oleaje a las praderas submarinas y a los manglares y, al
mismo tiempo, los manglares y praderas protegen a los arrecifes contra la
sedimentación. Ahora todas estas estructuras están siendo muy valoradas al
reconocerlas como guardianes de la biodiversidad y sumideros de carbono muy
eficientes. Incluso hay estimaciones que señalan que los arrecifes de coral
aportan el 80% del oxígeno del mundo. También son importantes sistemas de
protección y defensa de las costas tanto por la posible llegada de marejadas
ciclónicas, generadas por la llegada de tormentas o huracanes, como por la
subida del nivel del mar e incluso la formación de tsunamis provocados por
movimientos sísmicos o actividades volcánicas submarinas.
Los arrecifes de
coral más conocidos son la Gran Barrera de Coral, considerada la especie
viviente más grande de la Tierra con sus 2.300 kilómetros de longitud y
compuesta por miles de arrecifes. El segundo arrecife coralino más grande del
mundo es el Arrecife Mesoamericano, que se encuentra en el mar Caribe y se
extiende por más de 700 km, desde zonas costeras de México, pasando por Belice,
Guatemala y Honduras. El tercer arrecife de coral más grande del mundo es el Arrecife
de Florida, en Estados Unidos. Otro lugar importante es la isla Lord Howe, situada
en el sur del océano Pacífico, donde hay una cadena de montes submarinos
cubiertos por más de 80 especies distintas de coral. También es importante el
Arrecife Shiraho en Japón, formado con corales de color azul, donde se
encuentran más de 70 tipos de corales, y se considera la formación coralina más
antigua y grande del hemisferio norte. Otros arrecifes muy valiosos del planeta
se encuentran en Hawái, el mar Rojo, la Polinesia Francesa y las islas Bermudas.
Un estudio actual señala que el
98% de los corales de la Gran Barrera de Coral de Australia han sufrido alguna
vez algún episodio de blanqueamiento, principalmente debido a las olas de calor.
Por desgracia, cuando esto sucede es muy difícil que haya una buena
recuperación. También existen informes
del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que indican que, en
un escenario de altas emisiones, para el año 2034 habrá un 100% de
posibilidades de que se den condiciones de blanqueamiento severas anuales y que,
en el mejor de los casos, si se redujeran las emisiones y teniendo en cuenta
las dificultades de recuperación de los corales, los episodios de
blanqueamiento severo comenzarían 11 años después, aproximadamente en el año
2045. Estos datos señalan la década de los años 40 como el punto donde se
llegará a una gran mortandad de los corales.
Otros estudios indican
que los arrecifes de coral alcanzarán un punto de inflexión en el año 2054, que
a partir de ese momento los corales dejarán de crecer por completo y sus
estructuras de carbonato de calcio comenzarán a disolverse en el océano, porque
en lugar de absorber el carbonato de calcio, los esqueletos lo liberarán de
vuelta al agua y esto provocará la disolución del coral. De hecho, esto ya ha
empezado a suceder en una parte del Arrecife de Florida, en Estados Unidos.
Así
que todo lo que implica la crisis climática, donde encontramos la huella del
Antropoceno con las contaminaciones, la construcción y urbanización de las
costas, la pesca de arrastre y, en este caso, también el exterminio del coral
para el comercio internacional de la joyería realizada con coral, está
provocando la extinción de los corales y sus arrecifes a nivel mundial. Y
recordando lo que expliqué el día que trabajamos sobre la contaminación
acústica y lumínica, a todos estos efectos perjudiciales provocados por el ser
humano podemos añadir la contaminación acústica, que provoca trastornos de
comportamiento en los seres que habitan los arrecifes, que impide que el sonido
que hacen esos ecosistemas pueda ser escuchado por especies que necesitan
llegar hasta ellos y cuya presencia o paso también beneficia la estabilidad del
arrecife. También quiero mencionar el turismo, con todas las excursiones en
embarcaciones que contaminan los ecosistemas, con toda la enorme cantidad de
buzos invadiendo zonas donde el ser humano no debería estar nunca, bajo ninguna
circunstancia, porque su mera presencia es signo de trastorno, desequilibrio,
abuso y degradación.
Cultivo de coral submarino
En varias
zonas del planeta con arrecifes de coral hace bastantes años que se empezaron a
poner en marcha proyectos para preservar los corales e intentar cultivarlos
para impulsar la recuperación de zonas devastadas. Estos cultivos normalmente
se basan en cortar trozos de coral existentes para cultivarlos en un vivero
submarino. Después de un tiempo, cuando alcanza un tamaño adecuado, los corales
cultivados se unen a zonas que antes estaban vivas para que pueda haber una
nueva colonización.
Otros cultivos se están realizando en cautividad,
especialmente para satisfacer la demanda de los aficionados a la acuariofilia.
Algunas instalaciones trabajan con agua marina y se iluminan con medios
naturales, y lo que se hace es utilizar esquejes de coral colocándolos en bases
artificiales donde empiezan a crecer. Por otro lado, existen instalaciones
cerradas de cría de coral en países como Alemania, Estados Unidos, Holanda e
Inglaterra, donde el agua y la sal no son naturales, ni tampoco la iluminación,
y su producción se vende a empresas y particulares.
Existe una organización
llamada Secore dedicada a la restauración de los arrecifes de coral utilizando
sus procesos naturales reproductivos. Sus equipos recolectan huevos y esperma
que algunas especies de coral liberan de forma natural para fertilizarlos y
criarlos después en tanques, hasta que se convierten en larvas y nadan
libremente. A continuación las larvas se disponen en “unidades de siembra”, que
son una imitación realizada en impresión de 3D de los lugares del arrecife
donde se fijarían de forma natural. Cuando las larvas están asentadas, las
unidades de siembra son trasplantadas a las zonas del arrecife que requieren
restauración.
Esperemos que todas las acciones sirvan para que el ser humano
comprenda la importancia de estos ecosistemas marinos imprescindibles. Finalizo
con las palabras del profesor Kent Carpenter, de la universidad Old Dominion de
Virginia, Estados Unidos, que es director de un censo mundial de especies
marinas y declaró: “Se podría decir que el colapso completo del ecosistema
marino sería una se las consecuencias de la pérdida de los corales”, y añadió: “Con
la pérdida de los corales se verá un efecto en cascada tremendo para toda la
vida en los océanos”.
Fuentes:
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