Redactado y publicado por David Arbizu
Existen diversos tipos de minería según los procesos que se
utilizan para extraer los diversos materiales. Con el paso del tiempo ha habido
grandes avances tecnológicos para llevar a cabo las extracciones, alcanzando
puntos de difícil acceso o de gran profundidad y buscando también obtener el
máximo de rentabilidad. Actualmente, en un mundo donde la tecnología está
dominando nuestras vidas y nuestras decisiones, tanto a nivel individual como a
nivel de micro y macroeconomía, algunos materiales, muchos de ellos
descubiertos recientemente, se vuelven absolutamente imprescindibles para la
materialización de los avances tecnológicos, y entonces hay una verdadera
explosión de demanda a nivel global que acelera los proyectos mineros, la
búsqueda de nuevos yacimientos y los métodos de explotación. Al mismo tiempo,
sigue habiendo otro tipo de minería, normalmente ilegal y de pequeña estructura,
en busca de oro y otros materiales considerados desde siempre de gran valor. En
todos los casos, la destrucción del suelo, de ecosistemas, de hábitats
imprescindibles para muchas especies y la mortal contaminación que se genera
son impresionantes, así como la generación de residuos de una toxicidad muy elevada
que en muchos casos acaban devastando enormes zonas naturales debido a
accidentes y fugas o incluso liberaciones conscientemente provocadas. Al mismo
tiempo, el abuso sobre comunidades y zonas urbanizadas que viven cerca de las
minas, así como la explotación de la mano de obra, que en ocasiones llega a
situaciones de completa esclavitud, demuestra todo lo que conlleva la actividad
minera en nuestro planeta, se mire el continente que se mire y sea quien sea el
responsable de cada explotación.
Una de las actividades mineras actuales más
importantes es la dedicada a la explotación del litio. Al litio se le ha
llamado el oro blanco, y su demanda está directamente relacionada con el
desarrollo y aumento de la producción de baterías para teléfonos móviles, ordenadores
portátiles, vehículos eléctricos, turbinas eólicas, placas solares y muchos
dispositivos que requieran disponer de energía almacenada en baterías. Con toda
la focalización actual, más o menos aparente, en la reducción de emisión de
gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles, parece que el
precio de toda esta minería de muchos materiales necesarios para las nuevas
tecnologías justifica toda la destrucción y devastación que provocan las minas,
todo ello sin tener en cuenta que todavía no hay tecnología apropiada para el
reciclaje de las enormes cantidades de materiales que empezarán a acumularse
conforme se gasten las baterías, se estropeen las turbinas eólicas, las placas
solares y otros dispositivos; de hecho el problema del reciclaje ya está siendo
extremadamente grave conforme se multiplica la acumulación de materiales y el
ser humano prefiere seguir destruyendo y extrayendo que invertir en tecnologías
de reciclaje, ya que le resulta más económico destruir. Así que hay toda una
mentira y falsedad en ese mensaje de solución verde y sostenible para ahora
pasar a vehículos eléctricos, pero se ha conseguido una reacción del mercado y
una demanda beneficiosa que a no muy largo plazo, y si no cambia la mentalidad
y la conciencia, nos conducirá a un nuevo impulso de la crisis medioambiental.
El
litio nos muestra el ejemplo de dos tipos de extracción minera: por un lado se
puede conseguir extrayéndolo de rocas subterráneas, donde se encuentra mezclado
con otros minerales, algo que se realiza en las minas de Australia, a las que
corresponde la imagen superior, y por otro extrayéndolo de salmueras y lagos
salinos, donde se perfora y bombea el agua salada hasta la superficie y allí se
deja evaporar hasta que queda una masa sólida de litio. Pero en ambos tipos de
extracción hay procesos posteriores que provocan contaminaciones y utilización
de productos químicos para obtener litio puro. Además, en el caso de los lagos
se degeneran todos los ecosistemas, se destruyen los acuíferos que desembocan
en los lagos y se provoca un aumento de situaciones graves de sequía y falta de
agua potable, en parte porque el agua se evapora y también porque se utiliza en
los procesos de obtención del litio. Todo esto afecta a las comunidades que
dependen de esos espacios acuáticos naturales, sobre los que se ha desarrollado
toda una biodiversidad dependiente del acceso y la pureza del agua.
Cada vez
hay más yacimientos de litio. Aunque hace años que destacan los de Bolivia,
Chile, Argentina y Australia, son importantes otros yacimientos más recientes
de Perú, México, Estados Unidos, Portugal, España y Alemania. La rapidez con la
que avanzan los desarrollos tecnológicos y científicos provoca que los grandes
inversores y empresas quieran acelerar al máximo las explotaciones para
aprovechar la demanda actual, ya que en cualquier momento puede surgir otra
tecnología que se base en la utilización de otros materiales y se pierdan las
expectativas de negocio y riqueza. Todo esto, ya sea hablando del litio o de
cualquier otro material de gran demanda actual, conlleva mayores inversiones
que acaban resultando en grandes destrucciones, contaminaciones, abusos y
aceleración de la crisis planetaria.
Las grandes empresas mineras operan en
todo el planeta, sea cual sea su país de origen, y en muchos casos invierten en
países más pobres que sucumben a ofertas de crecimiento o inversiones que son
necesarias, o simplemente tienen gobiernos corruptos fáciles de comprar. Por
desgracias, en el continente africano podemos encontrar muchos ejemplos de
estas situaciones y estrategias para extraer materiales valiosos causan gran
destrucción y contaminación. Un ejemplo lo encontramos en la mina de cobalto y
cobre en el Congo, a la cual corresponde la imagen superior, gestionada por
empresas chinas. Todo este tipo de minería, que algunos denominan minería
verde, está alertando a muchas organizaciones y se están publicando estudios
alertando de sus impactos tanto sociales como ambientales. Según un informe del
Atlas de Justicia Ambiental, que está coordinado por el Instituto de Ciencias y
Tecnologías Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona junto con la organización
MiningWatch de Canadá y las comunidades afectadas de nueve países americanos, la
industria minera mundial se ha posicionado rápidamente como la solución a la
crisis climática, con empresas y países compitiendo por proporcionar los 3.000
millones de toneladas de metales y minerales que, según algunas estimaciones,
se necesitarán en los próximos 30 años para impulsar la transición energética. El
informe advierte que una transición energética que dependa en gran medida de la
extracción de nuevos materiales “reforzará las injusticias y la
insostenibilidad que han agravado la crisis climática en la que nos encontramos
a nivel mundial”.
Estas dos imágenes son para mostrar ejemplos de la
destrucción que provoca la minería, así como de la terrible explotación de mano
de obra que está habiendo especialmente en países africanos, considerada una
verdadera esclavitud donde no se valora la vida humana. La imagen superior
corresponde a la Amazonia, y la inferior a la República Democrática del Congo,
y todas ellas representan aspectos tremendamente negativos que en realidad se
encuentran en cada actividad minera de cualquier país, solo que en países con
más presión popular y también por parte de organizaciones hay más cuidado en
dar una imagen de protección del medio ambiente y de que todo posible peligro
de contaminación está controlado.
En relación directa con las actividades
mineras, y compartiendo efectos negativos incluso mucho más peligrosos, el ser
humano sigue insistiendo en la utilización de la energía nuclear. Ya hace años
que se está invirtiendo y haciendo publicidad sobre los avances que van a
representar los reactores modulares pequeños, presentados como más seguros y
asequibles, pero no hay que olvidar que no dejan de ser reactores donde hay una
fisión nuclear y van a generarse residuos radiactivos y químicos de alta
peligrosidad.
Reactor Tokamak de China
Junto a esta necesidad de avanzar en la utilización de la energía
nuclear, mientras todas las centrales nucleares del mundo envejecen y se van
deteriorando y volviéndose más peligrosas y más caras de mantener, ya son
muchos los países involucrados en el desarrollo y construcción de reactores
llamados Tokamak, que algunas personas también llaman reactor solar artificial.
Un reactor Tokamak, como los que se observan en las imágenes superiores, es una
cámara toroidal con bobinas magnéticas diseñada para reproducir las reacciones
físicas que ocurren en el Sol y otras estrellas, además de emplear el potencial
de la fusión nuclear como fuente de energía ilimitada y limpia, que no produce
desechos radiactivos. Estos reactores no utilizan combustibles no renovables
como el uranio, sino que utilizan potentes imanes para controlar y estabilizar
el plasma, formado por partículas de hidrógeno, que se quema a millones de
grados para que se desbloquee y libere su energía. Es justamente alcanzar esas
temperaturas de millones de grados lo que en parte ralentiza el desarrollo de
esta tecnología, ya que, entre otros componentes, se debe equilibrar
cuidadosamente el calor extremo, el gas y los campos magnéticos.
Así que nos
encontramos ante el desarrollo de una nueva tecnología que utiliza un isótopo
del hidrógeno, que los científicos consideran de suministro ilimitado en la
Tierra, y una fusión que no es una reacción en cadena, como sucede con la fisión
nuclear. Según sus defensores, esto significa que la actividad puede
controlarse y detenerse simplemente retirando el combustible, pero ya se sabe
que la reacción produce helio, considerado no nocivo, y también produce tritio
radiactivo, como el que contiene el agua que se quiere verter al océano desde
Fukushima. Además, el plasma provoca que las paredes del reactor se vuelvan
radiactivas, o sea que ya todo empieza a descuadrar con el mensaje de limpieza
y solución futura que se está dando.
Lo que sí que es seguro es que tanto el
desarrollo y construcción de reactores nucleares pequeños como de estos
reactores Tokamak no se van a completar adecuadamente a corto plazo, incluso se
considera que podrán ser útiles a partir de la próxima década. Así que ya solo
por esta razón no son una solución al problema de la generación de energía que
afronta la humanidad. Por otro lado, las pruebas realizadas en los reactores
Tokamak han necesitado de una energía externa para ponerse en marcha, y el
consumo de esa energía siempre ha sido mayor que el de la energía producida,
así que mientras que no haya un verdadero avance tecnológico se está gastando
más energía de la que se produce. Y todo ello desvía la atención y las
inversiones que se podrían enfocar en buscar energías realmente limpias, quizás
desarrollando nuevas formas de placas solares y de herramientas para aprovechar
la fuerza del viento y de las olas que no fueran tan destructivas para la
biosfera y los seres vivos como lo siguen siendo ahora. Y lo más importante,
fabricadas con materiales 100% reciclables que permitieran el detenimiento de esta
minería desarrollada por el ser humano que está destruyendo y contaminando todo
el planeta.
Fuentes:
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