martes, 30 de noviembre de 2021

IMPACTOS DE LA MINERÍA Y DE LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN DE ELECTRICIDAD

 Redactado y publicado por David Arbizu



Existen diversos tipos de minería según los procesos que se utilizan para extraer los diversos materiales. Con el paso del tiempo ha habido grandes avances tecnológicos para llevar a cabo las extracciones, alcanzando puntos de difícil acceso o de gran profundidad y buscando también obtener el máximo de rentabilidad. Actualmente, en un mundo donde la tecnología está dominando nuestras vidas y nuestras decisiones, tanto a nivel individual como a nivel de micro y macroeconomía, algunos materiales, muchos de ellos descubiertos recientemente, se vuelven absolutamente imprescindibles para la materialización de los avances tecnológicos, y entonces hay una verdadera explosión de demanda a nivel global que acelera los proyectos mineros, la búsqueda de nuevos yacimientos y los métodos de explotación. Al mismo tiempo, sigue habiendo otro tipo de minería, normalmente ilegal y de pequeña estructura, en busca de oro y otros materiales considerados desde siempre de gran valor. En todos los casos, la destrucción del suelo, de ecosistemas, de hábitats imprescindibles para muchas especies y la mortal contaminación que se genera son impresionantes, así como la generación de residuos de una toxicidad muy elevada que en muchos casos acaban devastando enormes zonas naturales debido a accidentes y fugas o incluso liberaciones conscientemente provocadas. Al mismo tiempo, el abuso sobre comunidades y zonas urbanizadas que viven cerca de las minas, así como la explotación de la mano de obra, que en ocasiones llega a situaciones de completa esclavitud, demuestra todo lo que conlleva la actividad minera en nuestro planeta, se mire el continente que se mire y sea quien sea el responsable de cada explotación.

Una de las actividades mineras actuales más importantes es la dedicada a la explotación del litio. Al litio se le ha llamado el oro blanco, y su demanda está directamente relacionada con el desarrollo y aumento de la producción de baterías para teléfonos móviles, ordenadores portátiles, vehículos eléctricos, turbinas eólicas, placas solares y muchos dispositivos que requieran disponer de energía almacenada en baterías. Con toda la focalización actual, más o menos aparente, en la reducción de emisión de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles, parece que el precio de toda esta minería de muchos materiales necesarios para las nuevas tecnologías justifica toda la destrucción y devastación que provocan las minas, todo ello sin tener en cuenta que todavía no hay tecnología apropiada para el reciclaje de las enormes cantidades de materiales que empezarán a acumularse conforme se gasten las baterías, se estropeen las turbinas eólicas, las placas solares y otros dispositivos; de hecho el problema del reciclaje ya está siendo extremadamente grave conforme se multiplica la acumulación de materiales y el ser humano prefiere seguir destruyendo y extrayendo que invertir en tecnologías de reciclaje, ya que le resulta más económico destruir. Así que hay toda una mentira y falsedad en ese mensaje de solución verde y sostenible para ahora pasar a vehículos eléctricos, pero se ha conseguido una reacción del mercado y una demanda beneficiosa que a no muy largo plazo, y si no cambia la mentalidad y la conciencia, nos conducirá a un nuevo impulso de la crisis medioambiental.


El litio nos muestra el ejemplo de dos tipos de extracción minera: por un lado se puede conseguir extrayéndolo de rocas subterráneas, donde se encuentra mezclado con otros minerales, algo que se realiza en las minas de Australia, a las que corresponde la imagen superior, y por otro extrayéndolo de salmueras y lagos salinos, donde se perfora y bombea el agua salada hasta la superficie y allí se deja evaporar hasta que queda una masa sólida de litio. Pero en ambos tipos de extracción hay procesos posteriores que provocan contaminaciones y utilización de productos químicos para obtener litio puro. Además, en el caso de los lagos se degeneran todos los ecosistemas, se destruyen los acuíferos que desembocan en los lagos y se provoca un aumento de situaciones graves de sequía y falta de agua potable, en parte porque el agua se evapora y también porque se utiliza en los procesos de obtención del litio. Todo esto afecta a las comunidades que dependen de esos espacios acuáticos naturales, sobre los que se ha desarrollado toda una biodiversidad dependiente del acceso y la pureza del agua.

Cada vez hay más yacimientos de litio. Aunque hace años que destacan los de Bolivia, Chile, Argentina y Australia, son importantes otros yacimientos más recientes de Perú, México, Estados Unidos, Portugal, España y Alemania. La rapidez con la que avanzan los desarrollos tecnológicos y científicos provoca que los grandes inversores y empresas quieran acelerar al máximo las explotaciones para aprovechar la demanda actual, ya que en cualquier momento puede surgir otra tecnología que se base en la utilización de otros materiales y se pierdan las expectativas de negocio y riqueza. Todo esto, ya sea hablando del litio o de cualquier otro material de gran demanda actual, conlleva mayores inversiones que acaban resultando en grandes destrucciones, contaminaciones, abusos y aceleración de la crisis planetaria.


Las grandes empresas mineras operan en todo el planeta, sea cual sea su país de origen, y en muchos casos invierten en países más pobres que sucumben a ofertas de crecimiento o inversiones que son necesarias, o simplemente tienen gobiernos corruptos fáciles de comprar. Por desgracias, en el continente africano podemos encontrar muchos ejemplos de estas situaciones y estrategias para extraer materiales valiosos causan gran destrucción y contaminación. Un ejemplo lo encontramos en la mina de cobalto y cobre en el Congo, a la cual corresponde la imagen superior, gestionada por empresas chinas. Todo este tipo de minería, que algunos denominan minería verde, está alertando a muchas organizaciones y se están publicando estudios alertando de sus impactos tanto sociales como ambientales. Según un informe del Atlas de Justicia Ambiental, que está coordinado por el Instituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona junto con la organización MiningWatch de Canadá y las comunidades afectadas de nueve países americanos, la industria minera mundial se ha posicionado rápidamente como la solución a la crisis climática, con empresas y países compitiendo por proporcionar los 3.000 millones de toneladas de metales y minerales que, según algunas estimaciones, se necesitarán en los próximos 30 años para impulsar la transición energética. El informe advierte que una transición energética que dependa en gran medida de la extracción de nuevos materiales “reforzará las injusticias y la insostenibilidad que han agravado la crisis climática en la que nos encontramos a nivel mundial”.



Estas dos imágenes son para mostrar ejemplos de la destrucción que provoca la minería, así como de la terrible explotación de mano de obra que está habiendo especialmente en países africanos, considerada una verdadera esclavitud donde no se valora la vida humana. La imagen superior corresponde a la Amazonia, y la inferior a la República Democrática del Congo, y todas ellas representan aspectos tremendamente negativos que en realidad se encuentran en cada actividad minera de cualquier país, solo que en países con más presión popular y también por parte de organizaciones hay más cuidado en dar una imagen de protección del medio ambiente y de que todo posible peligro de contaminación está controlado.

En relación directa con las actividades mineras, y compartiendo efectos negativos incluso mucho más peligrosos, el ser humano sigue insistiendo en la utilización de la energía nuclear. Ya hace años que se está invirtiendo y haciendo publicidad sobre los avances que van a representar los reactores modulares pequeños, presentados como más seguros y asequibles, pero no hay que olvidar que no dejan de ser reactores donde hay una fisión nuclear y van a generarse residuos radiactivos y químicos de alta peligrosidad.

Reactor Tokamak de Corea del Sur

Reactor Tokamak de China

Junto a esta necesidad de avanzar en la utilización de la energía nuclear, mientras todas las centrales nucleares del mundo envejecen y se van deteriorando y volviéndose más peligrosas y más caras de mantener, ya son muchos los países involucrados en el desarrollo y construcción de reactores llamados Tokamak, que algunas personas también llaman reactor solar artificial. Un reactor Tokamak, como los que se observan en las imágenes superiores, es una cámara toroidal con bobinas magnéticas diseñada para reproducir las reacciones físicas que ocurren en el Sol y otras estrellas, además de emplear el potencial de la fusión nuclear como fuente de energía ilimitada y limpia, que no produce desechos radiactivos. Estos reactores no utilizan combustibles no renovables como el uranio, sino que utilizan potentes imanes para controlar y estabilizar el plasma, formado por partículas de hidrógeno, que se quema a millones de grados para que se desbloquee y libere su energía. Es justamente alcanzar esas temperaturas de millones de grados lo que en parte ralentiza el desarrollo de esta tecnología, ya que, entre otros componentes, se debe equilibrar cuidadosamente el calor extremo, el gas y los campos magnéticos.

Así que nos encontramos ante el desarrollo de una nueva tecnología que utiliza un isótopo del hidrógeno, que los científicos consideran de suministro ilimitado en la Tierra, y una fusión que no es una reacción en cadena, como sucede con la fisión nuclear. Según sus defensores, esto significa que la actividad puede controlarse y detenerse simplemente retirando el combustible, pero ya se sabe que la reacción produce helio, considerado no nocivo, y también produce tritio radiactivo, como el que contiene el agua que se quiere verter al océano desde Fukushima. Además, el plasma provoca que las paredes del reactor se vuelvan radiactivas, o sea que ya todo empieza a descuadrar con el mensaje de limpieza y solución futura que se está dando.

Lo que sí que es seguro es que tanto el desarrollo y construcción de reactores nucleares pequeños como de estos reactores Tokamak no se van a completar adecuadamente a corto plazo, incluso se considera que podrán ser útiles a partir de la próxima década. Así que ya solo por esta razón no son una solución al problema de la generación de energía que afronta la humanidad. Por otro lado, las pruebas realizadas en los reactores Tokamak han necesitado de una energía externa para ponerse en marcha, y el consumo de esa energía siempre ha sido mayor que el de la energía producida, así que mientras que no haya un verdadero avance tecnológico se está gastando más energía de la que se produce. Y todo ello desvía la atención y las inversiones que se podrían enfocar en buscar energías realmente limpias, quizás desarrollando nuevas formas de placas solares y de herramientas para aprovechar la fuerza del viento y de las olas que no fueran tan destructivas para la biosfera y los seres vivos como lo siguen siendo ahora. Y lo más importante, fabricadas con materiales 100% reciclables que permitieran el detenimiento de esta minería desarrollada por el ser humano que está destruyendo y contaminando todo el planeta.





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