Redactado y publicado por David Arbizu
Tanto en la definición de lo que es la
contaminación acústica como la contaminación lumínica, encontramos una parte
importante que hace referencia al causante, que es el ser humano, y otra que
hace referencia a sus efectos, que pueden provocar trastornos de salud
similares en el ser humano y también en algunos animales y plantas. Ambas
contaminaciones se consideran contaminaciones antropogénicas. La contaminación acústica
hace referencia al ruido, entendido como sonido excesivo y molesto, provocado
por las actividades humanas que producen efectos negativos sobre la salud
auditiva, física y mental de los seres vivos. La contaminación lumínica se describe como la alteración de la oscuridad
natural del medio nocturno producida por la emisión de luz artificial generada
por la actividad humana. Tanto la contaminación lumínica como la acústica
provocan efectos negativos tanto por su intensidad, dirección o rangos
espectrales y ondas que afectan muchos aspectos diversos de la biosfera, de la
salud y equilibrio sobre el que se sostienen y regulan las formas de vida del
planeta y toda relación natural entre ellas, de manera que también se puede
considerar que afecta a los ecosistemas, a los patrones climáticos y a la
estabilidad de la biosfera, ya que sabemos que todo está interrelacionado. La
contaminación atmosférica favorece la contaminación lumínica porque la luz se
dispersa a través de las partículas del aire, y lo hace con más intensidad si
está contaminado. La contaminación acústica también tiene una relación directa
con la contaminación atmosférica, ya que gran parte de su origen está en todo
lo relacionado con el tráfico de vehículos de todo tipo, tanto si se mueven por
tierra, mar o aire.
Según datos de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), el ruido es uno los factores ambientales que mayor
cantidad de enfermedades provoca. Después de la contaminación atmosférica, la
acústica es la segunda causa de origen ambiental que provoca más alteraciones
en la salud. Tal como indicó hace más de un siglo el médico Robert Koch, que recibió el premio Nobel
en 1910 por su trabajo pionero sobre la tuberculosis: “Un día, el hombre tendrá
que luchar contra el ruido tan ferozmente como contra el cólera y las plagas”. Solo en Europa, el ruido causa 16.600 muertes prematuras y 72.000
hospitalizaciones al año. La mitad de la población europea sufre un ruido
excesivo durante el día, y un tercio lo sufre también durante la noche. Está
comprobado que, en el ser humano, la contaminación acústica causa enfermedades
cardiovasculares, hipertensión, trastorno del sueño, bajo rendimiento en todos
los sentidos, deterioro cognitivo, acúfenos y sordera. Algunas investigaciones
también apuntan a problemas del embarazo, obesidad y diabetes. También causa
trastornos psicológicos como irritabilidad, estrés, problemas de comunicación,
ansiedad e incluso agresividad. La contaminación lumínica también causa la
mayoría de estos problemas, destacando los relacionados con la alteración del
sueño y también diabetes, obesidad, depresión, aceleración del envejecimiento y
reducción de la fertilidad. Se sabe que la contaminación lumínica puede alterar
la secreción de hormonas como la melatonina, algo que se relaciona con la dificultad
para conciliar el sueño. También hay evidencias de que altera los hábitos
alimentarios, la digestión e incluso el control de la temperatura corporal.
Algunos estudios también han relacionado la continua exposición a áreas
extremadamente iluminadas con casos de cáncer.
Volviendo al ruido, el problema
es que parece que la sociedad en general se ha acostumbrado a soportarlo y, lo
que es más grave, también a generarlo, y no hay ninguna conciencia de todo lo
perjudicial que es para el ser humano y para todos los seres vivos. De hecho, en
el ser humano el ruido excesivo tiene relación con la falta de reconocimiento
de la verdadera realidad de sí mismo, la falta de conexión con la realidad del
ser espiritual y la propia evolución, incluso de lo que significa la conexión
con el planeta y todas sus formas de vida. Toda esas faltas y desconexiones
provocan que el ser humano necesite rodearse de ruido porque no es capaz de
vivir en el silencio ni en su propia escucha y atención. Pero al ser humano
también le cuesta estar sin luz artificial y pierde la capacidad natural de sus
ojos y de la sensibilidad de su cuerpo a adaptarse para poder ver lo suficiente
en zonas donde hay menos luz. Muchas personas encienden la luz en momentos en
que no es necesario, y en estos casos además se está generando un gasto
energético que implica más emisiones de gases de efecto invernadero y otros
tipos de contaminación.
Se considera que hay dos tipos de contaminación
lumínica: Un tipo es la “contaminación lumínica astronómica”, que es la que
altera la vista y percepción del cielo nocturno, de lo que también se denomina
la “bóveda celeste” que nos rodea. El otro tipo es la “contaminación lumínica
ecológica” y se refiere a la alteración de los regímenes de luminosidad
naturales en los ecosistemas terrestres y acuáticos. Ambos tipos representan
una desconexión tanto de la propia naturaleza como con la naturaleza, con el
planeta, con la galaxia, con todo lo que pueden significar las palabras “mirar
hacia arriba”, con el proceso biológico de todo ser vivo basado en dos ciclos
astronómicos fundamentales como son la alternancia día-noche y la sucesión de
las estaciones, con los cambios de relación con el Sol y la recepción de su luz
y calor. Antes ya he comentado las
alteraciones que produce sobre la hormona melatonina, que es la encargada de
detectar los ciclos luz-oscuridad y las estaciones para modular los patrones
del sueño y los ritmos circadianos y estacionales. Además, el ser humano
produce esta hormona desde la glándula pineal, una glándula de gran importancia
en el proceso evolutivo y crecimiento espiritual del ser humano que además
tiene una relación directa con el chacra del Tercer Ojo y, por lo tanto, con un
punto importante de conexión con la luz, con un punto de visión elevada y de
proyección del pensamiento, de manera que una intrusión de luz artificial y
contaminante tendrá muchos aspectos negativos para nuestra evolución.
En las grandes ciudades, con todas sus zonas
industriales rodeándolas, servicios ferroviarios, aeropuertos y enormes
carreteras y autopistas es donde encontramos los grandes excesos de
contaminación lumínica y acústica, donde destaca toda la enorme iluminación de
edificios y calles. Por desgracia, a veces la tecnología empeora estas
situaciones, y hace tiempo que se ha comprobado que las lámparas LED son mucho
más contaminantes y emiten más luz azul, cuya emisión además no se detecta si
no es por satélite. Actualmente la contaminación lumínica está aumentando en
Asia, América del Sur, Oceanía y África, como continentes cuyo desarrollo
implica la instalación de electricidad en zonas donde antes no la había. En
general, hay muchas personas que apenas salen de su ciudad durante su vida y no
contactan con la naturaleza, y se dice que, por un lado, están viviendo en un
crepúsculo perpetuo, y por otro, escuchando toda su vida unos tonos insalubres
cuyas ondas provocan un acondicionamiento que les aparta de su realidad y les hace
vivir una vida más robotizada.
Las peores ciudades en el mundo en cuanto
contaminación acústica incluyen a Delhi, Bombay y Pekín en Asia, El Cairo en
África, Estambul, Barcelona y París en Europa, y Ciudad de México y Buenos
Aires en América Latina. España es el país de Europa con mayores índices de
ruido y el segundo del mundo, después de Japón.
Antes de pasar a hablar de los
efectos sobre los animales, podemos imaginarlos viendo las dos imágenes que
muestran la contaminación acústica y lumínica de las ciudades o zonas habitadas
por el ser humano. En la imagen superior podemos imaginar toda la
desorientación de las aves al ver toda esa iluminación sobre edificios de
cristal, también la de peces que necesitan de la oscuridad para moverse en
zonas que de lo contrario son demasiado inseguras para ellos o no cumplen con
lo que sus ciclos de vida necesitan. En la imagen inferior podemos imaginar
todo ese ruido del atasco, toda la contaminación atmosférica, todos los
pensamientos de los conductores atrapados siendo alterados por ese ruido y
gases. Se ha comprobado que el ruido en los centros urbanos provoca que las
aves canten a una frecuencia más alta para que sus mensajes y llamadas puedan
ser oídos por otras aves.
Por lo tanto, los efectos de estas contaminaciones
sobre los animales y sobre la biodiversidad son extremadamente perjudiciales, ya
que los organismos del planeta han evolucionado bajo la influencia de los
ciclos diurnos y nocturnos, y la alteración artificial de los niveles de luz y
sonido perturba esos ciclos vitales. Además, se calcula que en torno al 30% de
los vertebrados y más del 60% de los invertebrados son nocturnos, así que son
muchos los animales que son más activos durante la noche, que pueden ver en esa
oscuridad para la que están preparados, que aprovechan para evitar a sus
depredadores y al mismo tiempo también para cazar, para conectar con otros de
su especie, para reproducirse, para desplazarse. En estos casos, parece que la
contaminación lumínica puede ser la más perjudicial, a no ser que sean animales
que vivan cerca de lugares habitados por el hombre, pero la contaminación
acústica también se desplaza por el aire, tal como sucede desde grandes zonas
industriales o mineras que pueden estar funcionando las 24 horas. Pero donde
encontramos la gran capacidad destructiva de la contaminación acústica es en
medios acuáticos, ya que el sonido
viaja lejos y rápidamente bajo el agua.
Vamos a observar las imágenes
superiores como ejemplos: La imagen superior izquierda corresponde a algo que
todos conocemos, y se refiere a todos los graves efectos del ruido de barcos,
radares, actividades de explotación
de petróleo y gas, pruebas de sonar militares o trabajos de construcción en
alta mar. Esta contaminación afecta mucho a los cetáceos pero también a muchas
otras especies marinas. Todas dependen principalmente de su audición para
sobrevivir, y aquí se incluye la necesidad de comunicación, de encontrar
comida, de posicionamiento y saber desplazarse hacia los lugares deseados, de evitar
a los depredadores, de encontrar parejas e incluso, en el caso de bancos de
peces, de poder mantener la cohesión y coordinación como forma de protegerse, porque
se ha comprobado que el ruido los desequilibra haciendo que cambien su
comportamiento y se vuelvan menos cohesivos y coordinados. Continuamente
ocurren enormes varamientos de cetáceos, y muchas veces están relacionados con
pruebas o ejercicios militares o de exploración y búsqueda de pozos submarinos de
petróleo y gas. Algo que también se ha comprobado es que, debido al ruido
antropogénico, algunos ecosistemas se han vuelto más silenciosos de lo que
naturalmente eran, y el sonido de los ecosistemas es básico para la orientación
de muchas especies, que lo pueden detectar y saber hacia dónde dirigirse.
La
imagen superior derecha corresponde a tortugas marinas dirigiéndose al océano
después de nacer. Se ha comprobado cómo la contaminación lumínica puede
despistarlas y perder su orientación y no dirigirse hacia el agua, algo que
facilita que puedan ser víctimas de sus depredadores o que acaben deshidratadas
y perdidas.
La imagen inferior izquierda corresponde a una luciérnaga y sirve
como ejemplo de los efectos sobre los insectos. Algunos expertos han dicho que
la contaminación lumínica es como un pesticida más en la práctica, y es uno de
los factores más importantes de la llamada “apocalipsis de los insectos”. La
falta de insectos tiene una relación directa con la polinización, pero también
con la cadena alimentaria global. Además, al sentirse atraídos hacia la luz
artificial, también provocan que sus depredadores tengan que salir de sus
hábitats y acercarse a las poblaciones humanas. Esto supone un “factor de
riesgo adicional” tanto para los animales como para la salud humana, ya que
pueden ocasionar “plagas o enfermedades”. En el caso de las luciérnagas, la
contaminación lumínica implica casi su extinción, ya que la función de la luz que
ellas producen es la búsqueda de pareja y la comunicación. Tal como explica un
experto, los insectos viven muy poco tiempo, así que cualquier interferencia
artificial perjudica que puedan alimentarse y reproducirse tal como deberían.
En
la imagen inferior derecha vemos una pardela cenicienta. Las pardelas son aves
marinas. La contaminación lumínica las aturde y despista, provocando
deslumbramientos, choques y caídas que pueden llegar a ser mortales. Esto
también sucede en ciudades por las que pasan aves migratorias, como Nueva York,
donde cada año se registran cientos de muertes de aves que chocan contra sus
edificios de cristal. Otro desequilibrio provocado por la contaminación
acústica es que las aves se han hecho urbanas porque están más protegidas
frente a depredadores que no se acercan por el ruido, pero han perdido parte de
su genética e incluso de su función dentro del equilibrio de la biodiversidad
si, por ejemplo, cumplían con misiones como esparcir semillas o comer algún tipo
de insecto concreto para mantener el equilibrio y no generar plagas.
Estas
contaminaciones también afectan a los llamados animales
de granja. Se ha demostrado que la contaminación acústica, y el estrés que
produce, reduce el consumo de alimento del ganado y que las vacas produzcan
menos leche. Pero el hombre también la aprovecha para que algunos animales
estén siempre comiendo con luces encendidas y crezcan más rápido, algo que
provoca una ganadería que en general está completamente enferma.
Aparte de ser
el generador de estas contaminaciones, el ser humano las potencia continuamente
debido a su bajo nivel de conciencia. Por ejemplo, todos los barcos cargados de
turistas para ver ballenas y delfines están devastando muchas zonas y
ecosistemas mientras perjudican gravemente la salud y vida de esos animales.
También, por ejemplo, la construcción del túnel submarino de 1 kilómetro en
Fukushima para poder liberar el agua contaminada en el océano provocará una
contaminación acústica terrible. También podemos imaginar toda la contaminación
acústica de los cables submarinos, algunos llevando electricidad, otros
petróleo y gas, porque generan ondas acústicas continuamente. Y también la
instalación y funcionamiento de molinos de viento en el mar para generar energía
eólica es un gran contaminante acústico.
El ser humano es incapaz de valorar
que, aunque crea que a él no le perjudican, las luces o los ruidos tampoco van
a perjudicar a otros seres, cuando está demostrado que la mayoría de animales
tienen unas capacidades sensoriales superiores a las nuestras. Aquí también
entrarían nuestras mascotas, que también sufren todos estos efectos negativos. Y
aunque no haya hablado del mundo vegetal, por supuesto que las plantas son
sensibles a la luz y al ruido. De hecho, para ellas la noche es vital para
compensar toda la fotosíntesis realizada durante el día, y también está
comprobado cómo una música agradable y equilibrada favorece su salud mientras
que el ruido o músicas agresivas las perjudica.
Quiero finalizar diciendo que también hay en marcha muchos proyectos para
reducir la contaminación lumínica y acústica. En muchas localidades de Francia
se ha establecido un apagado de alumbrado total o parcial desde las 11 o 12 de
la noche hasta las 6 de la mañana. En Canarias y otras zonas costeras también
se implementan campañas para que se apaguen las luces cuando se sabe que va a
haber migraciones de aves.
También se está avanzando en el ámbito de la
arquitectura para construir buscando atenuar el ruido o incluso modificarlo utilizando
los espacios y materiales para que se genere un sonido saludable y al mismo
tiempo provocando la absorción del ruido perjudicial. Esto se está empezando a
aplicar tanto en nuevos edificios como en espacios públicos. Está claro que
cada vez se publicarán más estudios sobre estas contaminaciones antropogénicas
tan extendidas por el planeta, así como soluciones como las que acabo de
nombrar, pero las soluciones no pueden ser solo para el bienestar del ser
humano, para que una luz o un sonido sean menos molestos en una zona habitada
sin tener en cuenta todo el nivel perceptivo superior al nuestro de la mayoría
de animales y plantas. Esperemos que el desarrollo tecnológico actúe en esta
ocasión con ese nivel de conciencia por todo ser vivo y no solo enfocado en
nosotros mismos y/o buscando simplemente y principalmente nuevas formas de
hacer negocio.
Fuentes:
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